Salvatore Gianluca. Fruncí el ceño al ver el gesto de mi escolta y respiré hondo, intentando calmarme.—Bueno, dejemos los sentimentalismos y pongamos la cabeza en lo importante. Necesito que todo esté listo lo más pronto posible. ¿Cuento contigo, Zane?—Cuenta conmigo, señor.—Perfecto. Tienes dos días. Son doscientos hombres, no cien, ni ciento cincuenta, son doscientos. Vamos a atacar a Renato de frente, sin rodeos, y depende de ti que la información no se filtre. No le dirás a nuestros hombres a dónde vamos. Simplemente llegaremos al lugar.—Dos días es muy poco, señor. Dame más tiempo.Me acerqué a Zane, chasqueando los dientes, consciente de que me estaba sacando de mis casillas. Rugí.—Escucha, Zane, puedes ser como un hermano para mí, pero en este momento no hay tiempo, y mucho menos margen para cometer errores. Es sencillo: necesito que organices todo. Evidentemente, voy a ayudarte con eso, pero necesito tu máximo esfuerzo. Renato me respira en la nuca. ¿Olvidas lo que nos
Salvatore GianlucaAl ver a esos hombres frente a mí, supe que mi destino estaba escrito. Di dos pasos hacia adelante con cautela. Sus ojos eran como verdugos acechando mis movimientos, y por un momento llegué a pensar que ese sería mi fin.—¿Quién los mandó? ¡Respondan! —grité.Dos de los hombres se rieron entre ellos, pero nadie dijo nada. Eso sí que era una verdadera tortura; odiaba el silencio y la incertidumbre.De repente, la puerta principal se abrió lentamente, y el chirrido de unos tacones resonó en la sala. Un llamativo aroma a perfume de mujer invadió el aire, y me estremecí.—¿Qué...? —titubeé al verla.—Salvatore, cariño, ¿cómo estás? Perdona la interrupción, pero a veces me gusta jugar un poco rudo.—¿Qué estás haciendo aquí? —bajé las manos y la miré, completamente confundido.—Ya sé que contigo las cosas no son fáciles, Salvatore. Por eso decidí venir por ti personalmente. No puedes seguir escapando de tu destino, mi amor.—¿Mi amor? ¡Estás completamente loca! —me cruc
Salvatore Gianluca Logramos detener el ataque, aunque frente a nosotros todo estaba teñido por un visceral río de sangre. Sacudí la cabeza y me dirigí hacia donde yacía Violetta.Seguía con vida, custodiada por dos de sus hombres que intentaban auxiliarla. Verla en ese estado me provocó sentimientos encontrados: si la dejaba vivir, seguiría con su maldito hostigamiento; si la mataba, su padre vendría por mí, por todos nosotros. Y la furia de aquel capo era incontrolable.—Salvatore... ¡máteme! —susurró con voz débil, un escalofrío recorrió mi espalda—. Máteme, porque si me dejas viva, te juro que haré de tu vida un infierno. No importa dónde te escondas, iré por ti... y te mataré.—Si te mato, será tu padre quien venga por mí.Violetta tosió y un chorro de sangre escapó de su boca.—Mi padre está muerto —soltó con una sonrisa torcida—. Siempre se opuso a mis planes, intentó detenerme, pero ya sabes... los accidentes domésticos pasan todos los días.¿Qué? ¿Había matado a su propio pad
Tiempo despuésSalvatore Gianluca Ajusté el corbatín y me miré en el espejo. Mi barba estaba un poco más larga, y mis ojos, marcados por el tiempo, reflejaban un hombre más serio, más maduro.No es cierto, no era el tiempo ¡bromeaba! Seguía igual de seductor… solo habían pasado tres años. Pero entre Hope y Roxanne me estaban volviendo loco, robándome toda la calma.—¡Papi!La vocecita irrumpió en la habitación y suspiré antes de girarme.Qué chulada de mujercita.Vestida con un traje rosa pastel, su cabello ondulado recogido en dos coletas, su piel blanca y esas mejillas regordetas teñidas de un suave rosa… era perfecta.—Aquí está la reina de papá. —La alcé en brazos y besé su carita, embobado con sus ojos grises.—Papi, dice la mamá que si ya estás listo… que pareces señorita arreglándote.Rodé los ojos y negué con la cabeza.—Tu mamá es un poco grosera, no le hagas caso. Y sí, ya estoy listo.Unos pasos de tacones afilados resonaron en la habitación, y su perfume, ese que siempre
Roxanne Meyers El sonido del Doppler llenó la sala mientras el doctor movía el aparato sobre mi vientre. Mi corazón latía a la par del pequeño ser que crecía dentro de mí. Las lágrimas nublaron mi vista, por fin, después de tantos intentos fallidos, estaba embarazada. —Felicidades, señora Meyers. Está embarazada de seis semanas.—El Dr. seguía explorando mi vientre, y no pude ocultar mis lagrimas, que extraña sensación tener a mi bebe allí dentro. Apenas podía hablar, por fin lo había logrado. Abracé las imágenes del ultrasonido, sabiendo que esta noticia lo cambiaría todo, ahora si, mi familia estaba completa, suspire al pensar en él. —Gracias, doctor —dije, aunque mi mente ya estaba en otra parte. Pensaba en Andrew, en lo feliz que estaría al enterarse.Tres años de matrimonio y una vida fascinante. ¿Quién dijo que no se podía ser feliz en estos tiempos? Una hermosa mansión, una carrera prometedora y un esposo amoroso... realmente tenía mucha suerte de estar en este lugar.—Señor
CAPÍTULO 2Roxanne MeyersAhogada en el sufrimiento, salí corriendo por los pasillos de la compañía, incapaz de pronunciar palabra. El dolor que me atravesaba era indescriptible, como si me desgarraran por dentro. No podía asimilar lo que mi amado esposo me había hecho. Andrew, el hombre que había sido mi todo, mi vida entera, me había traicionado. Pero no, no dejaría que mi matrimonio se acabara así.Al llegar a casa, me derrumbé sobre nuestra cama, hundiendo el rostro en su almohada, todavía impregnada con su aroma. El olor familiar me envolvió, y el llanto comenzó a brotar de lo más profundo de mi ser. Lloré hasta perder la noción del tiempo, hasta que el agotamiento me venció y me sumergió en un sueño oscuro y doloroso.Horas después, cuando la noche ya había caído, me desperté con los ojos hinchados y la cabeza pesada, como si el llanto hubiese dejado una resaca imborrable. Me levanté con lentitud, tambaleante, y fui hacia las escaleras con una débil esperanza de que Andrew ya hu
Salvatore GianlucaNo toleraba a quienes tenían deudas conmigo; para mí, eran seres putrefactos que simplemente no existían. En mi lista negra estaba enmarcado el nombre de Andrew Thompson, el maldito jugador empedernido que apostaba como si tuviera el mundo a sus pies. Y no le importaba ofrecer lo que fuera.Le había dado plazo hasta la medianoche, pero su silencio era ensordecedor. Sin ninguna llamada de su parte, no me quedaba otra opción: debía acabar con él. Me puse el gabán y los guantes de cuero, odiaba hacer cobros personalmente, pero es que él, me debía demasiado dinero.Llamé a un par de hombres y les di instrucciones claras. —Vamos a la casa de Thompson. Apenas escuchen mis órdenes, acaban con todo. Disparen contra lo que encuentren; no me importa quién esté allí. ¿Entendido? —Sí, señor —respondieron mis hombres al unísono. Confiaba en ellos; eran unos rudos gemelos que nunca fallaban a su jefe.Nos subimos a mi auto oscuro y condujimos por la carretera hacia la mansión d
El doctor me miró, titubeante, estaba curioso por mi evidente preocupación por Roxanne, nunca antes me vio así. —Señor, puedo preguntarle algo—Si, ¿que pasa? —respondí cortante —¿Ella es su familiar? es que lo noto algo preocupado desde que la trajo aquí, pero le aseguro que todo va a estar bien Lo fulminé con la mirada, arqueando las cejas. ¿Acaso quien se creía este tipo? —¿Eso qué importa? Haz tu trabajo y asegúrate de que mejore. No acepto otra opción. — Le advertí en un tono amenzanate, no había lugar para errores, no cuando una mujer como Roxanne estaba en juego.El doctor simplemente asintió y continuó su trabajo en un silencio incómodo, pero ese día como los anteriores, no hubo una señal de recuepración de Roxanne. Pasaron dos semanas en la misma rutina. Mi vida se redujo a un ir y venir entre la mansión y el hospital. El tiempo parecía congelarse.Intenté localizar al imbécil de Thompson, pero parecía haber desaparecido del mapa. Para mi suerte, ahora yo era el nuevo C