CAPÍTULO 76

Roxanne Meyers

Salvatore era lo peor. Si creía que iba a convertirme en su juguete cada vez que le diera la gana, estaba completamente equivocado. Mi corazón y mi mente no estaban dispuestos para él… o eso pensaba, porque con cada uno de sus actos, lograba quebrar mi resistencia, volviéndome más débil. Lo vi acercarse a Hope, y la imagen de sus rostros juntos me estremeció. ¿Cómo no hacerlo? Eran padre e hija, aunque admitirlo me doliera. Entonces, Salvatore rompió en llanto como un niño pequeño. Su pecho subía y bajaba con fuerza, sus sollozos eran profundos, desgarradores. No era solo dolor, era algo más hondo, algo que le nacía desde el alma.

Su rostro se enrojeció mientras sus manos rodeaban con fuerza a nuestra pequeña. En ese instante, aunque solo por un par de minutos, comprendí que él también la necesitaba. No podía negarlo, la conexión entre ellos era innegable, algo que iba más allá de lo que fuera nuestra relación.

Él no me dijo una sola palabra más, simplemente le dio un
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