Con el rostro empapado de vino y el shock evidente en sus ojos, Lara ignoró por completo la pregunta de su marido y se retiró casi en un acto de escapatoria.—Oye, dije que te detuvieras —le gritó Darío, pero ella no se volteó para mirarlo, simplemente continuó. Cuando entraron al ascensor, él la agarró del brazo y lo retorció.—Te dije que te detuvieras. Sabes lo mucho que me fastidia que me dejes como un idiota frente a todos —rezongó furioso, sin importarle que había cuatro personas cerca de ellos.Ella no pronunció una sola palabra y cuando llegaron al estacionamiento, él se acercó y le ofreció un billete de 50 dólares.—¿Y esto? —preguntó ella confundida al ver el dinero.—Para que pagues el taxi. No voy a casa, tengo cosas que hacer —respondió él indiferente, subiéndose a su auto.—Siempre tienes cosas que hacer, ¿verdad? Ya no aguanto más esto, Darío. Dime, ¿a dónde se supone que vas a esta hora?Darío simplemente subió la ventana del conductor y arrancó el coche, dejando a Lar
—¿No se supone que estamos peleados?—Sí, pero nuestros cuerpos no tienen por qué pagar las consecuencias de nuestras rabietas—, le respondió Damián con una sonrisa astuta. Aylin rió, negando con la cabeza mientras le daba la espalda, dejándose consentir.—¿Qué tipo de lógica es esa? —inquirió ella, entre carcajadas. Aunque intentaba mantener una actitud seria y ofendida, era imposible contener la risa ante las ocurrencias de Damián.—Los problemas deben quedarse fuera de nuestra alcoba —dijo él, apartando suavemente unos mechones de cabello de su rostro—. Aún siento mucha rabia. Darío sabía todos los detalles y me hizo sentir como un inútil frente a todos. Por eso, permití que la ira me nublara.Sus manos acariciaron con suavidad el rostro de Aylin, dibujando las líneas de sus facciones con una ternura que deshacía cualquier rastro de enfado que ella pudiera sentir.—En la cama solo seamos tú y yo, no arrastremos las discusiones o las palabras necias que salgan de mi boca hacia aquí.
Aylin emergió de la casa luciendo un conjunto deportivo de un azul eléctrico, las mallas ajustadas acentuaban su figura tonificada y la camiseta suelta le daba un aire despreocupado. Sus zapatillas blancas estaban recién salidas de la caja, y su largo cabello estaba recogido en una cola de caballo alta, con mechones sueltos enmarcando su rostro. Su piel brillaba con una fina capa de protector solar, sus mejillas estaban coloreadas con un rubor ligero y natural, y sus ojos se destacaban gracias a una ligera capa de máscara de pestañas. Por otro lado, Damián que estaba ocupado dándole varias órdenes a los nuevos guardias de la propiedad, lucía un traje ajustado de color carbón, su cabello estaba pulcramente peinado hacia atrás y su barba estaba perfectamente arreglada. Y el reloj de lujo en su muñeca centelleaba bajo el sol. —¡Ya estás listo, señor besos Zadoglu!—, gritó Aylin desde la puerta de la mansión, ignorando completamente que él estaba ocupado.Los ojos de Damián se mantuvier
El consultorio médico estaba sumido en un silencio etéreo, solo interrumpido por el zumbido del equipo médico y el susurro del aire acondicionado. La doctora obstetra que estaba frente Aylin, era una mujer de expresión amable, pero había un matiz de pesar en sus ojos castaños cuando se volvió hacia ella con los resultados de la ecografía. —Doctora Mujica —, comenzó con voz suave, pero firme—, como usted misma debe saber, el cuerpo humano es extraordinariamente inteligente. El dolor que está sintiendo se debe a un embarazo anembrionado. Aylin parpadeó, incapaz de procesar las palabras de la doctora Sánchez. —No puede ser posible —, musitó con sus ojos verdes llenos de lágrimas que amenazaban con derramarse, ya que había soñado con su primer embarazo, había imaginado cada detalle con amor y anticipación. Y ahora, se encontraba con que en su interior lo que hay es un saco vacío en lugar de la vida que tanto ansiaba. —Pero según tengo entendido, estos tipos de embarazos se deben al
En medio del caos que se había desatado en la mansión, Chris logró expulsar todo lo que había comido, dejando un rastro de comida destrozada de color verdoso.—Mamá me duele la garganta—. Lloraba el niño con miedo, ver a Aylin tan intensa lo asustó.—No sería mejor que lo llevemos a un hospital—, propuso Helen, muy preocupada.—Ya le hice un lavado estomacal. Como no ingirió mucho alimento, no hay problemas—, le contestó Aylin muy firme de que el niño está muy bien. Su experiencia como doctora le daba esa seguridad.Con meticulosa atención, comenzó a registrar cada alimento y entre ellos, encontraron un aderezo con un color idéntico a la salsa que antes había derramado Karen.Quien, quedó sin palabras, la sorpresa se apoderó de su rostro mientras veía el aderezo. Miró a Aylin y, después de un momento, se llevó un dedo a los labios, mostrándose pensativa.—Esto no es coincidencia, ni creo que sea que esté caducado.Aylin asintió.Con determinación, se dirigió hacia Indira, que temblaba
Con semblante fuerte y mirada penetrante, Damián agarró la mano de Aylin, y se dirigieron juntos al salón principal de la mansión. Al ver a Damián, Lorenny sonrió de manera ladina, y sus ojos chispeaban con una especie de triunfo oculto. Pero cuando fijó su mirada en Aylin, sus labios se torcieron en una mueca de irritación. Sin embargo, rápidamente volvió a su apariencia indiferente y se acercó a Damián con paso decidido.—¡Damián! —, exclamó, lanzándose hacia él y depositando un rápido beso en la comisura de sus labios.Él se quedó paralizado por un instante, sorprendido por la audacia de esta mujer que parecía haber olvidado como él la había echado de la mansión.Aylin aclaró su garganta con fuerza. —Para la próxima con estrechar mi mano es suficiente saludo—, le dijo Damián con un tono de advertencia.Fingiendo pena, Lorenny asintió y respondió con una voz suave:—Lo siento, mi intención no era incomodar—. Soltó una risita, mientras se cubría la boca de manera ridícula. —La cost
Lorenny frunció el ceño.—¿Estás insinuando que yo he manipulado a Sergio? —, le preguntó a Aylin con indignación fingida.—Por si no te has dado cuenta, lo que estoy haciendo no es una insinuación, sino una afirmación. ¡Atolondrada!—No será que no quieres al niño aquí e inventas eso para justificar tu enojo. Es natural que sientas celos, al final eres la madre de dos de los hijos de Damián.Esa acusación hizo que todos los demonios dormidos en el interior de Aylin despertaran. Se carcajeó carente de gracia y la vio con desdén.—¡Échala ahora mismo! —, le exigió Aylin a Damián.En ese momento, Helen interrumpió la discusión aclarándose la garganta.—Niños, vengan, vamos a la cocina. Partiremos este pastel — les dijo, agarrando el pastel que era para la bienvenida de Sergio y los niños corrieron detrás de ella, emocionados por el pastel.Los dedos finos de Damián se cerraron con firmeza alrededor del delgado brazo de Aylin, y la sintió tensarse.—Vamos, hablemos nosotros en privado —,
—Cuñadita. Me estás llamando para darme las gracias. Mi contacto me contó que Damián está muy feliz —, le dijo Darío con una sonrisa burlona. A pesar de que Lorenny no podía verlo, frunció el ceño sintiendo enojo.—Dejemos las máscaras, sé que tu contacto es tu amante. Lara no ha parado de beber después de descubrir tu infidelidad, pero ya sea que seas homosexual o no, a mí no me importa. Esos no son mis problemas. Lo que sí es mi problema es que presiento que tu estúpido plan no está resultando y si Damián descubre que lo engañé, esta vez no me dejará ir tan fácilmente —, le expresó con preocupación.La risa de Darío resonó del otro lado de la línea.—No seas tan miedosa, te aseguro que mi hermano no va a descubrir nada. Me he encargado de que todo parezca muy creíble. Juega con su vulnerabilidad paterna, hazlo separarse de esa mujer, cumple con tu parte, y de paso, haz que ponga la mitad de su fortuna a nombre de ese niño. Yo me estoy encargando de que nada salga mal—, le exigía con