Después de recibir esa llamada en la que le pidieron presentarse al banco, Aylin creyó que el día se le había arreglado, y sonreía emocionada al imaginar que ahora que su préstamo ha sido aprobado podrá preparar su quirófano para salvar la vida del niño.
—Hola, buenos días. Soy Aylin Mujica—. Saludó a una gerente en cuanto ingresó al banco.
—Bienvenida señora Mujica, por favor sígame—. Aylin frunció el entrecejo, y sin indagar dejó que la gerente la guiara hacia una oficina privada, intrigada y sorprendida miró el letrero en la puerta que decía "Director Ejecutivo".
Un nudo de nervios se formó en su estómago, pues no entendía por qué le habían llamado a la oficina del director ejecutivo, ya que apenas había solicitado su primer préstamo, para tener tal honor.
—Señor. Su invitada ha llegado.
Anunció la gerente y enseguida salió, dejándola en la oficina y quedó ojiplática al ver al hombre sentado detrás del enorme y costoso escritorio.
—Espera, tú… ¿Eres el CEO? —. Lo señaló, mostrándose incrédula, y casi sin aliento y Damián le dedicó una mirada que la atravesó.
—Sí, soy el CEO.
«¡Ay Jesús bendito! ¿¡Por qué nunca puedo evitar los problemas?! Los líos me persiguen y no soy capaz de controlar mi mal temperamento, ¿cómo se me ocurrió gritarle al mismísimo jefe?», peleaba consigo misma por haber sido tan impulsiva en los dos encuentros que han tenido. Volteó la cabeza y cerró los ojos con fuerza, a la vez que se mordía el labio inferior, lamentándose por haberlo confundido con un empleado común.
«A lo hecho, pecho. Total, ya más arruinada no puedo estar», volvió a pensar dejando de lado las lamentaciones.
—No entiendo las razones por las que le has pedido a tu empleada que me contacte, pero si aún te sientes ofendido por lo sucedido y quieres vengarte de mí, te dejo saber que sin importar lo que me hagas no podrás arruinar más mi vida. Créeme, el límite de cosas malas ya me rebasó — reveló sintiéndose derrotada.
—Aylin. Deja de estar siempre a la defensiva y ven a sentarte, —le pidió sin rastro de amabilidad. Y aunque a regañadientes, Aylin tomó asiento frente a él.
—A ver, dime rápido, ¿qué quieres?, — le exigió, sintiéndose cada vez más inquieta.
Puesto que había dejado al pequeño Chris con Karen, y el hospital no era un buen lugar para un niño.
—Bien, mejor así, no me gusta andar con rodeos —, comenzó Damián, pero luego hubo un silencio incómodo antes de que continuara diciendo:
—Vi que has solicitado un préstamo para abrir una clínica, pero tu historial crediticio no es adecuado para obtener una suma tan elevada como la que has solicitado…
—Eso ya lo sé, gracias por nada — lo interrumpió al mismo tiempo que levantaba.
«El temperamento de esta mujer me estresa, ¿Podré soportarla?», caviló Damián viendo cada gesto de Aylin.
Sin embargo, él no era el único que estaba incómodo dado que su presencia a Aylin le provocaba cierta molestia; a pesar de todo, ella no podía ocultar que esta era la primera vez que trataba con un hombre tan intimidante.
—¡Carajos! — gritó Damián perdiendo los estribos, y golpeando a su vez el escritorio con la palma de la mano. —¡Siéntate y escúchame! — le ordenó sulfurado.
—No soy tu perro para que me des órdenes, — replicó Aylin, usando el mismo tono que él.
Damián, que es conocido por su impaciencia y aburrimiento, respiró profundamente.
—Debo controlarme— rezongó forzando a sí mismo, ya que necesitaba de Aylin.
—Discúlpame, por favor —, largó en tono muy bajo, pero Aylin lo pudo escuchar.
—No pareció sincera esa disculpa —, lo atacó, y él sonrió irónicamente ante el comentario.
—Mira, nada más quién lo dice. Dejemos de discutir. Para lo que te he llamado: es porque tengo una propuesta de trabajo para ti y si lo aceptas te pagaré tanto dinero que podrás abrir dos clínicas como la que quieres, — le reveló Damián.
Aylin, que aún se encontraba de pie, se sentó de inmediato ante esa oferta. La posibilidad de obtener el dinero necesario para su clínica en un momento tan crítico era irresistible.
—¿De qué va ese trato? —, inquirió con cierta desconfianza y entrecerrando los ojos, con mirada tan aguda que Damián podía notar su sospecha.
—Lo que quiero es: que finjas ser la madre de mi hijo—, le propuso con voz calmada y Aylin abrió los ojos de par en par, antes de reír graciosa.
—No eres normal, de verdad que no lo eres — le dijo aun sin entender. — te sugiero que le busques otra madre a tu hijo porque no estoy interesada.
—No tengo hijos. Aylin, si fueras menos peleona, comprenderías mi ofrecimiento.
—Dime que no es lo que estoy pensando.
Él asintió con un gesto divertido.
— Dentro del acuerdo que propongo, tu hijo debe simular ser mi hijo biológico, y delante de todos mis conocidos debe llamarme papá, — le explicó sin rodeos.
Aylin volvió a levantarse, y plantó sus puños en la superficie del escritorio mirándolo con enojo.
—¡Estás loco! ¡¡Eres un maniático!!, — le gritó, alterada y Damián, sin inmutarse, sacó una carpeta y la puso sobre el escritorio.
—Te he investigado. Estás al tope de deudas, y tu hijo no tiene padre. Eres la persona perfecta para este trabajo —, continuó Damián, ignorando la reacción de Aylin.
—¡Eres un degenerado!, ¿Cómo te atreves a investigarme? No haré tu cochino trabajo —, le gritó asustada, y deseando darle una bofetada, pero en lugar de eso, se giró para irse y antes de que pudiera abrir la puerta, Damián habló de nuevo.
—Creo que estás malinterpretando las cosas, Aylin. No eres mi tipo, no me gustas como mujer y lo siento, si con mi comportamiento te hice confundir mi propósito. Lo que te estoy proponiendo es un trabajo. Seré tu jefe y tú serás mi empleada, solo que nadie más que nosotros dos debe conocer este acuerdo.
Aylin miró al techo, inhaló profundamente y se giró hacia Damián con una sonrisa cargada de ira.
—Parece que estás acostumbrado a jugar con las vidas de las personas porque tienes dinero, ¿pero sabes qué?, prefiero no tener nada en la vida, a entrar en tu cochino juego y poner a mi hijo a tu merced. No sé por qué demonios quieres esto y no me importan tus razones. ¡¡Aléjate de mí!!, ¡¡Eres una persona sin escrúpulos e inmoral!! —, lo acusó con gesto amenazante y, en cambio, Damián sonrió.
—Te esperaré, Aylin. Sé que estás arruinada.
Aylin sintió que el corazón le saldría por la boca, estaba aterrada. Una vez afuera del banco, miró una vez más hacia adentro y dos lágrimas calientes surcaron sus mejillas.
«Un desconocido se atreve a hacerme tal propuesta ¡Parece que soy un maldito chiste para las personas!», protestó en su fuero interno encontrándose indefensa y desconcertada.
«Es injusto que una mujer tan fuerte y luchadora como yo se encuentre en esta deprimente situación», se quejó en su interior, sintiendo que la vida estaba siendo cruel con ella.
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Después de ese mal momento pasó por el hospital para recoger a su hijo y al llegar, lo encontró junto a Karen en el área de la cafetería.
—¿Cómo se ha portado este chico guapo? — inquirió de manera cariñosa dándole un beso en la frente a Chris y simulando estar muy feliz, a pesar de lo vivido.
—Yo soy testigo de que este señorito es muy obediente y bien portado — le respondió Karen a la vez que le guiñaba un ojo al niño, el cual sonrió alzando su pulgar derecho.
Aylin tomó asiento y pidió un café cargado buscando calmar el nerviosismo que aún sentía.
—Karen…— nombró a su amiga, quien de inmediato la miró, pero Aylin, únicamente se mordió el labio inferior con cierta vacilación.
—Sí, dime.
—Sabes, la niñera de Chris se enojó mucho y ha quedado de venir hoy a casa y necesito pagarle. ¿Podrías prestarme 2 mil dólares?
A Aylin se le veía el pesar en la mirada, pues esta era la primera vez que se atrevía a solicitar un préstamo a su amiga y realmente estaba avergonzada.
—Ay amiga, de verdad si lo tuviera yo encantada te los daría, pero antier le envié lo que tenía a mi madre para sus medicinas y para el pago de la universidad de mi hermana. Lo único que tengo en mi cuenta son 450 dólares, te los voy a enviar.
Mucho más avergonzada que antes Aylin se negó, sin embargo, Karen no le paró a su negativa.
—Karen… Dios, no sé qué decir, ¡qué pena! — expresaba Aylin con las mejillas sonrojadas, mientras veía el depósito en su teléfono móvil.
—Aylin, olvida eso. Pena, debo sentir yo, que esta es la primera vez que me solicitas y no puedo ayudar debidamente, pero cambiando de tema, tengo que decirte algo.
Karen hizo una pausa.
—Sé que te dije que te iba a ayudar con la clínica, pero mi novio me pidió acompañarlo a Brasil.
—¿A Brasil?
—¡¡Sí!!, ¿puedes creerlo? —. Chilló Karen muy emocionada. — Su jefe lo trasladó a una sucursal, y me pidió irnos por varios meses.
Aylin se quedó tensa y con la mirada perdida.
—¿Por varios meses?, —balbuceó para sí misma calculando que Karen siempre es quien paga la renta y si se va eso también se va a sumar a su ya complicada vida. Se tragó todas sus penas y se mostró feliz por ella.
«Ya encontraré la manera de cubrir esos gastos», caviló.
—Me alegro muchísimo por ti, y por lo de la clínica despreocúpate, pues no me aprobaron el préstamo—, le contó, y Karen se impresionó.
—Amiga, siento mucho estar contándote sobre mi felicidad cuando estás tan mal. Si quieres, le diré a Kevin que se vaya solo. Ya lo acompañaré cuando tu economía mejore—, propuso como buena amiga, en cambio, Aylin negó.
—Ve a disfrutar. Te lo mereces amiga, y no te preocupes por mí. Me enfocaré en buscar un empleo y listo —, respondió simulando que no pasaba nada, pero en realidad, su cabeza estaba hecha un caos y en todo lo que podía pensar era en el cúmulo de deudas que debía saldar a fin de mes.
Se forzó a sonreír como si nada estuviera ocurriendo. Y al llegar a casa, bañó a Christopher y le puso ropa cómoda.
—Mamá, tus ojos están rojos como uno de los colores de mi acuarela—, comparó el inocente tocando el rostro de Aylin, quien se encontraba a su altura arreglándole la camiseta.
— Me ha entrado algo y me rasqué mucho. Ya me lavaré la cara.
—Mamá, ¿ya no veré más a mis amigos de la guardería? —, inquirió el pequeño con cejas alzadas sin entender la situación y Aylin sonrió.
—Pronto volverás, pero por ahora mamá necesita de un caballero que la proteja en casa, ¿Quieres ser mi caballero?
El niño asintió.
«Perdón por mentirte, mi amor», pensó, lo que ansiaba decirle, mientras le daba un beso en la frente.
Cuando iba a aplicarle su crema recordó que los productos de Christopher se habían acabado y con el estuche vacío en las manos sonrió aparentando que era algo cómico.
—Te pondré un poquito de la mía, porque ya eres un adulto— le guiñó un ojo, y el niño rió emocionado.
La risa de su hijo le llenaba de una sensación de paz y calma, pero ese momento hermoso fue interrumpido cuando escuchó un fuerte golpe en la puerta.
Al abrir la puerta, se encontró con la niñera con expresión endurecida, e irritada.
—Dígame, Aylin, ¿tiene mi pago? —exigió con tono firme.
—Lo siento, señora Martha — se disculpó Aylin sintiéndose avergonzada—. Solo tengo 500 dólares en este momento. Le pagaré el resto en cuanto consiga un empleo.
Martha soltó una risa sarcástica y agitó la cabeza con desaprobación.
—Aylin, siempre tienes excusas. No puedo permitir que esto siga así. Necesito el dinero completo ahora mismo.
Antes de que Aylin pudiera responder, su teléfono sonó, lo sacó del bolsillo y vio que era de un número desconocido.
Dudó un momento.
—¿Hola? —, contestó con voz temblorosa.
—Aylin…
Aylin se quedó sorprendida al escuchar la voz de Damián al otro lado del teléfono.
—¿Qué quieres ahora? —, preguntó con cierta agresividad. —No quiero tener nada que ver contigo, ¡Déjame en paz!
—Espera, no cuelgues, por favor.
Recordó el encuentro desagradable y a pesar de su enfado, decidió escucharlo.
—¿De qué se trata? —, le preguntó con cautela.
—Yo…estoy.
Ella frunció el ceño al notar que Damián no se escuchaba normal y a pesar de todo como es una persona humanitaria, le preguntó:
—Damián, ¡¿qué te sucede?!
—Ayúdame por favor, Aylin… no me encuentro bien…
Aylin se acomodó en el lujoso coche que Damián había enviado y aunque dudaba si había tomado la decisión correcta al aceptar ir con él, estaba preparada para enfrentarlo en caso de que intentara jugarle una trampa. Con el niño acostado en su regazo, se negaba a acercarlo a Damián, pero no tenía otra opción, ya que no encontró con quien dejarlo.Mientras avanzaban, el conductor permaneció en silencio, sin pronunciar una palabra y cuando finalmente, llegaron al estacionamiento de un glamoroso edificio, Aylin preguntó: —¿Ya hemos llegado?—Sí señora, es aquí —, respondió el hombre. Luego, subieron al séptimo piso y él ingresó un código para abrir una puerta que prometía revelar el lujo que se encontraba detrás. Al entrar al enorme lugar, Aylin confirmó que tenía razón, ya que cada mueble y decoración desbordaba elegancia y derroche.—Por favor, sígame—, le pidió el hombre, guiándola por un pasillo. Desconfiada y con sospechas, lo siguió. En cuanto, el hombre se detuvo frente a una pue
Tres días después.Aylin se encontraba sentada en la sala de espera de la HGPS, nerviosa y expectante. Su currículum, pulcramente preparado, descansaba en su regazo, listo para ser entregado. Ansiosa miraba a su alrededor, observando a los demás doctores que, como ella, esperaban ansiosos una oportunidad de ser contratados, pero su mente no dejaba de regresar a la imagen de ese niño que no había podido ayudar y como un susurro inoportuno, la propuesta de Damián volvió a su mente.—Si acepto. Podré salvar a ese niño y mejorar mi situación económica que va de mal en peor —, murmuró, más para sí misma que para cualquier otra persona, pero al darse cuenta de lo que había dicho, agitó la cabeza, negándose a exponer a su propio hijo a una situación incierta. Aunque la búsqueda de empleo había sido dura, creía que podía soportar cualquier cosa.Después de entregar su currículum, la secretaria que lo recibió le informó que le darían una respuesta en 20 días hábiles. Aylin se mordió la mejil
Luchando por asimilar todo lo que estaba ocurriendo, Aylin no dejaba de observar a Damián con asombro, debido a que nunca esperó que accediera a su petición de adelanto de dinero, y mucho menos que apareciera en persona para entregarle el efectivo.En la era digital en que viven, ¿quién se tomaba la molestia de entregar dinero en mano? Pero Damián lo hizo, y no solo eso, también pagó la factura del hospital y adquirió los medicamentos necesarios para Chris y ahora, los tres viajaban en un lujoso automóvil. Chris, sentado entre ellos, miraba con ojos brillantes su entorno, habiendo superado la peor parte de su enfermedad, la fiebre había bajado y parecía más animado. —Tío, tu coche es bonito, al igual que tu televisión— le dijo con genuina admiración, haciendo reír a Damián.—Recuerdas Chris, debes llamarme papá y no tío —, le corrigió con una sonrisa indulgente.Aylin sintió que tenía que intervenir, pero las palabras la abandonaron. ¿Cómo estaba supuesta a explicarle a su hijo lo
Aylin estaba sentada en el sofá diván que se ubicaba frente a la ventana, el único espacio de esa enorme mansión que le brindaba un poco de paz mental.El almohadón de terciopelo carmesí, que sostenía entre sus brazos, se amoldaba a su silueta mientras los pensamientos danzaban en un vaivén dentro de su cabeza, a la vez que el sol se deslizaba por la ventana, derramando una luz dorada sobre su cabello, formando un halo alrededor de su figura."Debes pagar la penalidad de 5 millones de dólares" la amenaza de Damián retumbaba una y otra vez en su cabeza.—¿5 millones?, ¡es un embaucador!, todo fue debidamente planeado, ¿por qué no leí las letras pequeñas?, bien lo dice Karen, soy demasiado impulsiva —, refunfuñaba enojada con Damián porque se siente engañada, pero más enojada consigo misma por haber actuado como un hambriento cuando le ponen un pedazo de pan delante, que primero, se lo come y luego, pregunta si estaba envenenado.Resopló, expulsando todo el aire que tenía reprimido ante
—Vi que no pudieron cenar, vengan conmigo—. Anticipándose, a la petición que haría Aylin, Damián los llevó a un pequeño comedor privado, donde había preparado una variedad de platillos para ellos.Ella miró la mesa con asombro. —¿Tenías todo preparado?—Después de que descubrí que mi hermano y su esposa solo fingían que les agradaba, perdí el anhelo de comer a su lado. En realidad, hoy he asistido a la cena para presentarlos, moría por verles las caras de frustración a mi familia.Aylin no pudo evitar reír. —Entiendo, es que son bastante intensos —, bromeó, provocando una risa quedamente en Damián.Este gesto pareció sorprenderlo, como si hubiera olvidado a cómo reír en su propio hogar desde la muerte de su esposa y paró abruptamente, volviendo a su expresión seria. Se sentaron en la mesa, en una atmósfera mucho más relajada que la del comedor principal. Chris, que había estado incómodo toda la noche, pudo relajarse y comenzó a comer con apetito. La conversación entre Damián y Ayl
Lara negó mientras reía, aunque la insinuación de Luci la hizo vacilar por un momento.—No, qué va; y de estarlo, nos conviene que sea una enfermedad que lo deje incapacitado, porque de ese modo tu padre podría manejar sus negocios.—Yo también considero que no está enfermo— concordó Mauro. — Es que el maldito se considera ser el todopoderoso y su forma de caminar es para presumir. No ves que tiene muchísimos guardaespaldas, es demasiado jactancioso y arrogante—, agregó, y la envidia hacia su tío era evidente en su voz.La interrupción de una empleada doméstica puso fin a la queja colectiva. —Señora, la vino a visitar la señorita Lorenny—, anunció la empleada, con Lorenny parada detrás de ella.Lara se levantó con una sonrisa en el rostro y saludó a su prima dándole dos besos, uno en cada mejilla. —¡Qué bueno que viniste, pensé que luego del disgusto que pasaste anoche no vendrías hoy!Lorenny sonrió con picardía. —Querida prima, me conoces, no me detengo tan fácil, voy a convertir
Todos iban de camino a casa, y Chris se encontraba durmiendo plácidamente en el regazo de Helen, quien iba en el último asiento de la camioneta. —Sabes, la bruja de tu cuñada me estaba diciendo andrajosa. Se burlaba de mi ropa y de la de Chris —, murmuró Aylin, reflexionando sobre la extraña coincidencia de que, justo después de ese incidente, Damián la llevó a comprar ropa.—Lo sé, tengo cámaras en algunos puntos específicos de la casa—le respondió Damián con semblante sereno, y sin mostrar ninguna emoción. —Entonces, ¿escuchaste todo lo que dije? — preguntó intrigada.Damián asintió con tranquilidad y buscó en el bolsillo de su chaqueta el frasco de analgésicos.Enrique lo vio a través del retrovisor y decidió intervenir: —Señor, parece que está tomando el medicamento demasiado rápido.Damián lo miró con desdén.—¡Dame esas pastillas, Damián! —demandó Aylin con reproche, intentando arrebatarle el frasco. Damián alzó el brazo rápidamente, manteniéndolo fuera de su alcance. En su
Aylin soltó una risita y se volteó para dejar la inyección a un lado. — Pues está bien, te vas a morir del dolor.Justo cuando estaba a punto de marcharse, él la detuvo. — Dale, ven. Hazlo —, gruñó mordiéndose el orgullo de un macho que no quiere ser tocado.Aylin no pudo evitar mostrar una sonrisa triunfante mientras se acercaba a la cama. — Estoy orgullosa de ti, no te quejaste en ningún momento —, le dijo de manera jocosa, como si estuviera jugando con él.Damián soltó un bufido, y frunció el ceño, con confusión, ya que no entiende por qué siempre que Aylin lo ayuda tararea, pero la sensación de los dedos suaves, deslizándose por su espalda baja, hizo que su enfado se evaporara, y se sumergió en la sensación. Cerró los ojos y se dejó llevar por los tarareos encontrando que la melodía suave y relajante, empezaba a calmar sus sentidos y decidió no interrumpirla.Conforme los minutos pasaron, el dolor comenzó a disminuir. La combinación del calmante y la dulce melodía parecía