Cláusulas olvidadas.

Lara negó mientras reía, aunque la insinuación de Luci la hizo vacilar por un momento.

—No, qué va; y de estarlo, nos conviene que sea una enfermedad que lo deje incapacitado, porque de ese modo tu padre podría manejar sus negocios.

—Yo también considero que no está enfermo— concordó Mauro. — Es que el maldito se considera ser el todopoderoso y su forma de caminar es para presumir. No ves que tiene muchísimos guardaespaldas, es demasiado jactancioso y arrogante—, agregó, y la envidia hacia su tío era evidente en su voz.

La interrupción de una empleada doméstica puso fin a la queja colectiva.

—Señora, la vino a visitar la señorita Lorenny—, anunció la empleada, con Lorenny parada detrás de ella.

Lara se levantó con una sonrisa en el rostro y saludó a su prima dándole dos besos, uno en cada mejilla.

—¡Qué bueno que viniste, pensé que luego del disgusto que pasaste anoche no vendrías hoy!

Lorenny sonrió con picardía.

—Querida prima, me conoces, no me detengo tan fácil, voy a convertir
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