Aylin estaba sentada en el sofá diván que se ubicaba frente a la ventana, el único espacio de esa enorme mansión que le brindaba un poco de paz mental.El almohadón de terciopelo carmesí, que sostenía entre sus brazos, se amoldaba a su silueta mientras los pensamientos danzaban en un vaivén dentro de su cabeza, a la vez que el sol se deslizaba por la ventana, derramando una luz dorada sobre su cabello, formando un halo alrededor de su figura."Debes pagar la penalidad de 5 millones de dólares" la amenaza de Damián retumbaba una y otra vez en su cabeza.—¿5 millones?, ¡es un embaucador!, todo fue debidamente planeado, ¿por qué no leí las letras pequeñas?, bien lo dice Karen, soy demasiado impulsiva —, refunfuñaba enojada con Damián porque se siente engañada, pero más enojada consigo misma por haber actuado como un hambriento cuando le ponen un pedazo de pan delante, que primero, se lo come y luego, pregunta si estaba envenenado.Resopló, expulsando todo el aire que tenía reprimido ante
—Vi que no pudieron cenar, vengan conmigo—. Anticipándose, a la petición que haría Aylin, Damián los llevó a un pequeño comedor privado, donde había preparado una variedad de platillos para ellos.Ella miró la mesa con asombro. —¿Tenías todo preparado?—Después de que descubrí que mi hermano y su esposa solo fingían que les agradaba, perdí el anhelo de comer a su lado. En realidad, hoy he asistido a la cena para presentarlos, moría por verles las caras de frustración a mi familia.Aylin no pudo evitar reír. —Entiendo, es que son bastante intensos —, bromeó, provocando una risa quedamente en Damián.Este gesto pareció sorprenderlo, como si hubiera olvidado a cómo reír en su propio hogar desde la muerte de su esposa y paró abruptamente, volviendo a su expresión seria. Se sentaron en la mesa, en una atmósfera mucho más relajada que la del comedor principal. Chris, que había estado incómodo toda la noche, pudo relajarse y comenzó a comer con apetito. La conversación entre Damián y Ayl
Lara negó mientras reía, aunque la insinuación de Luci la hizo vacilar por un momento.—No, qué va; y de estarlo, nos conviene que sea una enfermedad que lo deje incapacitado, porque de ese modo tu padre podría manejar sus negocios.—Yo también considero que no está enfermo— concordó Mauro. — Es que el maldito se considera ser el todopoderoso y su forma de caminar es para presumir. No ves que tiene muchísimos guardaespaldas, es demasiado jactancioso y arrogante—, agregó, y la envidia hacia su tío era evidente en su voz.La interrupción de una empleada doméstica puso fin a la queja colectiva. —Señora, la vino a visitar la señorita Lorenny—, anunció la empleada, con Lorenny parada detrás de ella.Lara se levantó con una sonrisa en el rostro y saludó a su prima dándole dos besos, uno en cada mejilla. —¡Qué bueno que viniste, pensé que luego del disgusto que pasaste anoche no vendrías hoy!Lorenny sonrió con picardía. —Querida prima, me conoces, no me detengo tan fácil, voy a convertir
Todos iban de camino a casa, y Chris se encontraba durmiendo plácidamente en el regazo de Helen, quien iba en el último asiento de la camioneta. —Sabes, la bruja de tu cuñada me estaba diciendo andrajosa. Se burlaba de mi ropa y de la de Chris —, murmuró Aylin, reflexionando sobre la extraña coincidencia de que, justo después de ese incidente, Damián la llevó a comprar ropa.—Lo sé, tengo cámaras en algunos puntos específicos de la casa—le respondió Damián con semblante sereno, y sin mostrar ninguna emoción. —Entonces, ¿escuchaste todo lo que dije? — preguntó intrigada.Damián asintió con tranquilidad y buscó en el bolsillo de su chaqueta el frasco de analgésicos.Enrique lo vio a través del retrovisor y decidió intervenir: —Señor, parece que está tomando el medicamento demasiado rápido.Damián lo miró con desdén.—¡Dame esas pastillas, Damián! —demandó Aylin con reproche, intentando arrebatarle el frasco. Damián alzó el brazo rápidamente, manteniéndolo fuera de su alcance. En su
Aylin soltó una risita y se volteó para dejar la inyección a un lado. — Pues está bien, te vas a morir del dolor.Justo cuando estaba a punto de marcharse, él la detuvo. — Dale, ven. Hazlo —, gruñó mordiéndose el orgullo de un macho que no quiere ser tocado.Aylin no pudo evitar mostrar una sonrisa triunfante mientras se acercaba a la cama. — Estoy orgullosa de ti, no te quejaste en ningún momento —, le dijo de manera jocosa, como si estuviera jugando con él.Damián soltó un bufido, y frunció el ceño, con confusión, ya que no entiende por qué siempre que Aylin lo ayuda tararea, pero la sensación de los dedos suaves, deslizándose por su espalda baja, hizo que su enfado se evaporara, y se sumergió en la sensación. Cerró los ojos y se dejó llevar por los tarareos encontrando que la melodía suave y relajante, empezaba a calmar sus sentidos y decidió no interrumpirla.Conforme los minutos pasaron, el dolor comenzó a disminuir. La combinación del calmante y la dulce melodía parecía
«Todo parece bien arreglado», pensó Aylin con tristeza al ver que el lugar estaba bañado en un ambiente cálido y acogedor; que las paredes estaban adornadas con obras de arte y que las mesas se encontraban perfectamente organizadas con manteles de seda y platería brillante. Como las luces eran suaves y cómo la música, era tocada por una orquesta en un escenario improvisado, mientras que los invitados, se movían de un lado a otro, conversando y riendo.En medio de todo ese bullicio, se sentía como un pez fuera del agua. De pie junto a una pequeña mesa, continuaba visualizando, con una expresión de incomodidad, cómo todos parecían estar mirándola. Era la fiesta de compromiso del hombre que una vez se suponía que iba a convertirse en su esposo y que ahora estaba junto a una hermosa mujer de cabello castaño claro, con rostro iluminado por una felicidad que Aylin siempre había imaginado para ella misma.«Esos son sus padres, Johnny siempre me dijo que querían conocerme», dijo en su fuero
Chris dormía tranquilo y ajeno a las preocupaciones del mundo, mientras que Aylin lo observaba con ternura, deleitándose con lo hermoso que se ve su rostro angelical al ser iluminado por la luz del exterior que se filtraba por la ventana. —Estaba muy angustiada por ti, mi pequeño — susurró, trazando suavemente los mechones dorados del cabello de su hijo con sus dedos, y a pesar de su reciente disputa con Damián, ver a su pequeño le devolvía la paz.Repentinamente, un ruido proveniente de otra habitación interrumpió su tranquilidad. Con el corazón en la garganta, se levantó y caminó hacia la puerta, reticente a dejar a Chris, pero preocupada por la fuente del ruido. Se dirigió con cautela hacia el pasillo, tratando de identificar la procedencia del ruido y a medida que se acercaba al dormitorio de Damián, los sonidos se intensificaban, aumentando así su inquietud.Ella hizo el amago para tocar la puerta, pero dudosa se arrepintió.Por su parte, Damián estaba enojado y agotado. Sus
—Amor, ¿podemos volver otro día al parque? —. Aylin se agachó a la altura de Chris.—Pero ¿Por qué? —, protestó torciendo los labios en una mueca que dejaba claro su descontento.Aylin le acunó la cara entre los huecos de sus manos.— Porque papá está mal y nos necesita. Un caballero debe cuidar de las personas—, le convencía con voz infantilizada, y el pequeño asintió y suspiró a la vez, sin dejar de mirar hacia los carritos chocones. Damián negó moviendo la cabeza, no quería sacrificar la diversión del pequeño y se oponía a que lo acompañaran, pero Aylin ganó la batalla. Como doctora, ver a alguien sufrir y quedarse de brazos cruzados era algo imposible para ella, por lo que en el camino hacia el banco le pidió a Enrique hacer una parada en una farmacia.—Entendido, señora —, le contestó obediente mirando a través del retrovisor.—Enrique, ¿quién es tu jefe?, ¿Aylin o yo? — le reclamó Damián al hombre con tono cargado de reproche.—Usted señor Zadoglu.—Entonces si la orden no vi