Tarde para arrepentirse.

Luchando por asimilar todo lo que estaba ocurriendo, Aylin no dejaba de observar a Damián con asombro, debido a que nunca esperó que accediera a su petición de adelanto de dinero, y mucho menos que apareciera en persona para entregarle el efectivo.

En la era digital en que viven, ¿quién se tomaba la molestia de entregar dinero en mano? Pero Damián lo hizo, y no solo eso, también pagó la factura del hospital y adquirió los medicamentos necesarios para Chris y ahora, los tres viajaban en un lujoso automóvil.

Chris, sentado entre ellos, miraba con ojos brillantes su entorno, habiendo superado la peor parte de su enfermedad, la fiebre había bajado y parecía más animado.

—Tío, tu coche es bonito, al igual que tu televisión— le dijo con genuina admiración, haciendo reír a Damián.

—Recuerdas Chris, debes llamarme papá y no tío —, le corrigió con una sonrisa indulgente.

Aylin sintió que tenía que intervenir, pero las palabras la abandonaron.

¿Cómo estaba supuesta a explicarle a su hijo lo
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