La reacción del pervertido fue instantánea y violenta, pero Aylin, que es experta en defensa personal, se anticipó. Con un golpe preciso y contundente, logró liberarse y poner distancia entre ella y su agresor.
El pervertido, sorprendido y herido, se montó en su coche y huyó de la escena mientras que Damián se acercó más a Aylin, aun con la boca abierta y una ceja alzada.
—Creo que debo preguntarle al hombre si está bien, porque tú, naturalmente, no estás mal.
Aylin lo miró, y sus ojos brillaban con un fuego indomable.
—No soy una damisela en apuros que necesita de un caballero para rescatarla. Como ves, soy autosuficiente, — respondió con orgullo.
Damián asintió y una sonrisa jugueteaba en sus labios.
—Eso veo, peleas como una mafiosa.
Aylin bufó, evidentemente molesta y a lo lejos, vio un taxi y levantó la mano para detenerlo, sin embargo, justo cuando estaba a punto de abrir la puerta, con gesto fruncido Damián se adelantó y la cerró.
—Yo te llevaré, eres un peligro andante, podrías mandar al hospital a varios hombres, — propuso con un tono juguetón fingido.
«Necesito conocerte Aylin Mujica», dijo en su fuero interno, observando con detenimiento cada uno de sus movimientos.
Aylin no estaba dispuesta a tolerarlo y utilizando una de sus técnicas de lucha, se liberó de su agarre.
—Odio sentirme dominada, — le susurró al oído.
Damián apretó las mandíbulas para no emitir ningún sonido que expusiera que lo estaba lastimando; el dolor que antes sentía, ahora era insoportable.
—Mientras más ruda eres, más me motiva — le respondió con un tono que daba cabida al doble sentido, mientras fingía serenidad, pero el sudor frío en su frente delataba que no estaba bien.
Ella se alejó enfadada, pidiéndole que mantuviera su distancia, sin embargo, al mirar a su alrededor, no había más taxis cerca. Suspiró profundamente, sintiendo una mezcla de frustración y resignación.
—Bien, dejaré que me lleves, pero si me pones una mano encima te daré tu merecido—, le advirtió Aylin antes de montarse en el coche y Damián forzó una sonrisa.
«¿Por qué camina tan lento?, parece un robot hasta para montarse en el coche», pensó Aylin viendo los movimientos pausados de Damián, quien alzó la vista y la vio fijamente obligándola desviar la mirada.
«Se mueve así por arrogancia», concluyó para sí misma.
Mientras avanzaban en silencio, Damián rompió el hielo.
—El niño que vi a tu lado, ¿es hijo de Johnny?
—No —, le respondió ella automáticamente, pero al instante se lamentó por haber contestado.
—Eso está mucho mejor, — contestó sonriendo con satisfacción, aunque Aylin no entendió el porqué de su emoción.
—Y el padre del niño, ¿dónde está?
—Pare aquí, — le ordenó ella al conductor con tono cortante, ignorando la pregunta de Damián.
—No me dirás nada del padre, ¿verdad?
—Eres muy metiche, — respondió Aylin, y su voz destilaba enojo.
—Si mi hijo tiene padre o no lo tiene, no son tus problemas. El que me hayas visto hoy no te hace mi amigo. Hasta nunca. Espero no volver a verte.
Con esas palabras, Aylin abrió la puerta del coche y salió, dejando a Damián solo.
Caminó con paso decidido y su silueta se fundió con la oscuridad de la noche. Damián se quedó mirándola mientras se alejaba.
—Se quedó varias cuadras antes sin saber que ya tengo su dirección —, murmuró para sí mismo antes de reír.
—Qué piensas Enrique, ¿es ella perfecta para lo que quiero? — le preguntó a su conductor, el cual es su hombre de confianza.
—No hay dudas de que lo es, pero es ruda y parece muy desconfiada. Jefe, las mujeres como ella son difíciles de convencer.
—Ya verás que si podré con esa fiera. Solo hay que acorralarla —, aseguró muy empecinado y su conductor alzó ambas cejas.
—Este dolor me está matando—, musitó Damián a la vez que sacaba un frasco de pastilla del bolsillo interno de su chaqueta y con manos temblorosas tomó dos pastillas y se las tragó sin agua.
—Señor, está sobre medicándose, mejor llamemos a su doctor— le recomendó el conductor, preocupado, ya que Damián se tomó su medicamento recientemente.
—Son solo analgésicos, no hay que hacer un alboroto, por algo tan simple— respondió volviendo a tomar su actitud cortante.
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Aylin entró a su hogar y se sintió aliviada de haberse librado de Damián y de su insistencia en conocer más detalles de su vida personal.
—Señora Aylin, llegó temprano—, le dijo la señora que se queda con el niño, la cual estaba viendo la televisión y se levantó con planes de marcharse.
—El ambiente no era de mi agrado, y preferí estar con mi pequeño—, expuso sonriente y la mujer sonrió.
—Hace una hora que el niño Chris está durmiendo—, le indicó y se quedó a la espera de su pago, pero Aylin la vio con pesar, pues Karen quedó en pagarle la noche a la cuidadora y al regresar sola, no tenía la plata.
—¿Puedo llamarte mañana para hacerte el pago?
El rostro de la mujer se enfureció.
—¿Me hizo perder la noche para no pagarme? Mire Aylin no juegues con mi trabajo, ya me debes lo suficiente, espero que mañana me pagues todo—, le exigió la mujer antes de irse.
Al quedar sola se dejó caer en el sofá, respirando profundamente, fue muy vergonzoso el reproche de la señora, y sumado a eso aún seguía nerviosa por la situación anterior.
—¿A dónde voy a conseguir dinero para mañana?, aún me faltan veinte días para cobrar y ya lo debo todo—, refunfuñó sola; peleando con la nada.
Aunque es doctora en un hospital gana muy poco en comparación con otros doctores, apenas le alcanza para pagar, y se adaptó porque conseguir ese empleo fue muy difícil.
En la mañana, se levantó temprano como de costumbre, para preparar el desayuno de su pequeño de tres años.
Después de asegurarse de que su hijo estuviera bien alimentado y cuidado, se preparó para ir al hospital, sin embargo, cuando estaba a punto de salir de casa, escuchó el sonido del correo llegando.
Entre las facturas y las cartas promocionales, encontró una carta que la dejó atónita: 'su carta de despido'
—Ahora sí que estoy arruinada—, murmuró apretando el papel entre sus manos.
—Mamá ¿estás bien?
Ella lo vio y se obligó a sonreír para no mostrarse triste y desesperada delante de su pequeño.
—Si, mi amor—. Sin poder decir más, avanzó con el niño tomado de la mano, pero antes de llegar a la parada de autobuses tuvo que cargarlo, pues era un trayecto largo y Chris aún es muy pequeño.
Al subir al transporte, totalmente cansada vio que los asientos estaban todos ocupados y cerró los ojos y suspiró resignada. Casi siempre le toca viajar de pie, sintiendo como las personas chocan con ella mientras protege a Chris.
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Damián y Kevin se encontraban en el piso de descanso, donde podían observar las luces parpadeantes de la ciudad desde su rascacielos. El olor a café recién hecho de la taza de Damián llenaba la habitación mientras revisaban las últimas operaciones de los gerentes de sus sucursales, desplazándose a través de hojas de cálculo y gráficos en sus ordenadores.
De repente, el pitido de un correo electrónico interrumpió la concentración de Damián, era un mensaje de su investigador privado, adjuntando un informe más detallado sobre Aylin.
Y Kevin, al notar el cambio de atención de Damián, se movió para echar un vistazo.
—Te he pasado los datos de Aylin, ¿qué es eso? — preguntó con curiosidad, tratando de descifrar la profundidad del contenido del informe.
Damián frunció el ceño, desplazándose por el documento en la pantalla.
—Me pasaste su historial de crédito, no la información que me interesa—, le contestó, claramente insatisfecho.
Kevin se recostó en su silla, cruzando los brazos sobre el pecho.
—Veo que sigues empeñado en utilizar a Aylin —, dijo, rascándose la nuca, y Damián se quedó en silencio, concentrado en la pantalla.
—Damián, me pones en una posición incómoda. Karen se molestaría mucho si sabe que de algún modo estoy involucrado—, le regañó, claramente incómodo con la situación.
—No estás involucrado, solo ignora lo que hago. Además, pronto te irás.
Las palabras de Damián hicieron que Kevin frunciera el ceño.
—Ahora que me pongo a analizar, ¿no será que me estás enviando lejos a propósito?
Damián se encogió de hombros.
—Deja de inventar cosas—, le espetó, volviendo su atención al informe.
—Damián, aún sigo pensando que esto es una mala idea—, le advirtió, pero Damián parecía haber dejado de prestarle atención.
—Entró al país y apareció con un niño de padre desconocido—. Leyó con voz llena de intriga; sin embargo, segundos después, sonrió, más satisfecho. —Te dije que es perfecta para mi plan. Que su información personal tenga tantos huecos me favorece.
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Aylin se presentó en la oficina del director, sin embargo, la secretaria le informó que el director estaba ocupado y no podía verla en ese momento, aunque frustrada, decidió que no se daría por vencida tan fácilmente, puesto que, ignorando las advertencias de la secretaria, abrió la puerta de la oficina y entró.
El hombre la miró con desaprobación.
— ¿Qué se supone que estás haciendo? ¿Dónde dejaste tu educación?
Aylin sintió una oleada de enojo y frustración, pues no podía creer que la persona responsable de su despido la tratara de esa manera.
— ¿De qué educación me hablas? ¿Cómo te atreves a despedirme injustificadamente? He hecho mi trabajo de manera excepcional, y merezco una explicación real de por qué me estás despidiendo.
El director, visiblemente molesto, se puso de pie y rodeó su escritorio para acercarse a Aylin de manera poco profesional.
— Si no quieres ser despedida, ya sabes lo que quiero. Conoces bien mis intenciones.
Aylin se sintió indignada y ofendida por la actitud del director.
— ¡Esto se llama abuso laboral y acoso sexual! No me acostaré contigo para mantener mi trabajo ¡No toleraré este tipo de comportamiento!
El director pareció sorprendido por su respuesta y retrocedió un poco.
—Debes entender que soy una persona poderosa aquí y puedo arruinar tu carrera si no cooperas.
— No me importa tu poder o tu posición. No permitiré que nadie me trate de esta manera. Haré lo necesario para exponer esta situación y protegerme a mí misma y a otras personas que puedan estar sufriendo el mismo abuso.
—Lo que quieres es tapar el mal procedimiento que hicieron—, afirmó con desilusión y sin poder aguantar las lágrimas.
Karen, quien se había enterado del despido de su amiga, llegó al consultorio para verla. Al entrar, encontró a Aylin con los ojos enrojecidos y el semblante abatido, mientras que Chris obedientemente esperaba sentado.
—Aylin, no te preocupes. Vas a salir adelante, lo sé.
—¿Cómo crees? Cada vez que intento hacer algo, la situación se vuelve más difícil, no sé qué hacer y necesito dinero para cuidar de Chris—respondió entre sollozos.
Karen se acercó a Aylin y la abrazó, brindándole consuelo y fortaleza.
—Entiendo que te sientas desesperada, pero no puedes rendirte. Siempre has sido fuerte y valiente. Si necesitas ayuda ¿por qué no consideras pedirle al padre de Chris que contribuya?
Aylin rompió el abrazo y se alejó, mirando a Karen con recelo.
— No vuelvas a mencionar eso.
Karen frunció el ceño, sintiendo que Aylin le oculta muchas cosas, ya que siempre que le pregunta por el padre del niño, ella reacciona de ese mismo modo.
— Aylin, somos amigas, pero no sé mucho sobre tu situación personal.
Aylin se sintió invadida por la ira y la tristeza.
— No quiero depender de nadie más. Tengo que encontrar una solución por mí misma.
Karen observó a Aylin con preocupación, reconociendo la distancia que existía entre ellas en ese momento.
—Lo siento si te ofendí, pero es que me intriga, por ejemplo, anoche me quedé sorprendida cuando vi que conocías a los mejores amigos de mi novio.
Aylin tragó con dificultad.
—Johnny era mi prometido, él y yo nos íbamos a casar, y a Damián lo conocí en el banco, él es el hombre que te mencioné.
Karen jadeó impresionada.
—Entonces, ¿Chris es hijo de Johnny?
—¡¡Karen por favor!! Solo te digo que Johnny y yo no terminamos muy bien, por lo que prefiero no volver a encontrarlo.
—¿Y a Damián?, ¿lo verás?, anoche lo vi muy interesado en ti.
—Es a quien menos quiero ver, así que ni lo menciones.
—Aylin, ¿sabes quién es Damián Zadoglu?
Aylin negó y antes de que pudiera preguntar una llamada telefónica las interrumpió…
Después de recibir esa llamada en la que le pidieron presentarse al banco, Aylin creyó que el día se le había arreglado, y sonreía emocionada al imaginar que ahora que su préstamo ha sido aprobado podrá preparar su quirófano para salvar la vida del niño.—Hola, buenos días. Soy Aylin Mujica—. Saludó a una gerente en cuanto ingresó al banco.—Bienvenida señora Mujica, por favor sígame—. Aylin frunció el entrecejo, y sin indagar dejó que la gerente la guiara hacia una oficina privada, intrigada y sorprendida miró el letrero en la puerta que decía "Director Ejecutivo". Un nudo de nervios se formó en su estómago, pues no entendía por qué le habían llamado a la oficina del director ejecutivo, ya que apenas había solicitado su primer préstamo, para tener tal honor.—Señor. Su invitada ha llegado. Anunció la gerente y enseguida salió, dejándola en la oficina y quedó ojiplática al ver al hombre sentado detrás del enorme y costoso escritorio. —Espera, tú… ¿Eres el CEO? —. Lo señaló, mostrán
Aylin se acomodó en el lujoso coche que Damián había enviado y aunque dudaba si había tomado la decisión correcta al aceptar ir con él, estaba preparada para enfrentarlo en caso de que intentara jugarle una trampa. Con el niño acostado en su regazo, se negaba a acercarlo a Damián, pero no tenía otra opción, ya que no encontró con quien dejarlo.Mientras avanzaban, el conductor permaneció en silencio, sin pronunciar una palabra y cuando finalmente, llegaron al estacionamiento de un glamoroso edificio, Aylin preguntó: —¿Ya hemos llegado?—Sí señora, es aquí —, respondió el hombre. Luego, subieron al séptimo piso y él ingresó un código para abrir una puerta que prometía revelar el lujo que se encontraba detrás. Al entrar al enorme lugar, Aylin confirmó que tenía razón, ya que cada mueble y decoración desbordaba elegancia y derroche.—Por favor, sígame—, le pidió el hombre, guiándola por un pasillo. Desconfiada y con sospechas, lo siguió. En cuanto, el hombre se detuvo frente a una pue
Tres días después.Aylin se encontraba sentada en la sala de espera de la HGPS, nerviosa y expectante. Su currículum, pulcramente preparado, descansaba en su regazo, listo para ser entregado. Ansiosa miraba a su alrededor, observando a los demás doctores que, como ella, esperaban ansiosos una oportunidad de ser contratados, pero su mente no dejaba de regresar a la imagen de ese niño que no había podido ayudar y como un susurro inoportuno, la propuesta de Damián volvió a su mente.—Si acepto. Podré salvar a ese niño y mejorar mi situación económica que va de mal en peor —, murmuró, más para sí misma que para cualquier otra persona, pero al darse cuenta de lo que había dicho, agitó la cabeza, negándose a exponer a su propio hijo a una situación incierta. Aunque la búsqueda de empleo había sido dura, creía que podía soportar cualquier cosa.Después de entregar su currículum, la secretaria que lo recibió le informó que le darían una respuesta en 20 días hábiles. Aylin se mordió la mejil
Luchando por asimilar todo lo que estaba ocurriendo, Aylin no dejaba de observar a Damián con asombro, debido a que nunca esperó que accediera a su petición de adelanto de dinero, y mucho menos que apareciera en persona para entregarle el efectivo.En la era digital en que viven, ¿quién se tomaba la molestia de entregar dinero en mano? Pero Damián lo hizo, y no solo eso, también pagó la factura del hospital y adquirió los medicamentos necesarios para Chris y ahora, los tres viajaban en un lujoso automóvil. Chris, sentado entre ellos, miraba con ojos brillantes su entorno, habiendo superado la peor parte de su enfermedad, la fiebre había bajado y parecía más animado. —Tío, tu coche es bonito, al igual que tu televisión— le dijo con genuina admiración, haciendo reír a Damián.—Recuerdas Chris, debes llamarme papá y no tío —, le corrigió con una sonrisa indulgente.Aylin sintió que tenía que intervenir, pero las palabras la abandonaron. ¿Cómo estaba supuesta a explicarle a su hijo lo
Aylin estaba sentada en el sofá diván que se ubicaba frente a la ventana, el único espacio de esa enorme mansión que le brindaba un poco de paz mental.El almohadón de terciopelo carmesí, que sostenía entre sus brazos, se amoldaba a su silueta mientras los pensamientos danzaban en un vaivén dentro de su cabeza, a la vez que el sol se deslizaba por la ventana, derramando una luz dorada sobre su cabello, formando un halo alrededor de su figura."Debes pagar la penalidad de 5 millones de dólares" la amenaza de Damián retumbaba una y otra vez en su cabeza.—¿5 millones?, ¡es un embaucador!, todo fue debidamente planeado, ¿por qué no leí las letras pequeñas?, bien lo dice Karen, soy demasiado impulsiva —, refunfuñaba enojada con Damián porque se siente engañada, pero más enojada consigo misma por haber actuado como un hambriento cuando le ponen un pedazo de pan delante, que primero, se lo come y luego, pregunta si estaba envenenado.Resopló, expulsando todo el aire que tenía reprimido ante
—Vi que no pudieron cenar, vengan conmigo—. Anticipándose, a la petición que haría Aylin, Damián los llevó a un pequeño comedor privado, donde había preparado una variedad de platillos para ellos.Ella miró la mesa con asombro. —¿Tenías todo preparado?—Después de que descubrí que mi hermano y su esposa solo fingían que les agradaba, perdí el anhelo de comer a su lado. En realidad, hoy he asistido a la cena para presentarlos, moría por verles las caras de frustración a mi familia.Aylin no pudo evitar reír. —Entiendo, es que son bastante intensos —, bromeó, provocando una risa quedamente en Damián.Este gesto pareció sorprenderlo, como si hubiera olvidado a cómo reír en su propio hogar desde la muerte de su esposa y paró abruptamente, volviendo a su expresión seria. Se sentaron en la mesa, en una atmósfera mucho más relajada que la del comedor principal. Chris, que había estado incómodo toda la noche, pudo relajarse y comenzó a comer con apetito. La conversación entre Damián y Ayl
Lara negó mientras reía, aunque la insinuación de Luci la hizo vacilar por un momento.—No, qué va; y de estarlo, nos conviene que sea una enfermedad que lo deje incapacitado, porque de ese modo tu padre podría manejar sus negocios.—Yo también considero que no está enfermo— concordó Mauro. — Es que el maldito se considera ser el todopoderoso y su forma de caminar es para presumir. No ves que tiene muchísimos guardaespaldas, es demasiado jactancioso y arrogante—, agregó, y la envidia hacia su tío era evidente en su voz.La interrupción de una empleada doméstica puso fin a la queja colectiva. —Señora, la vino a visitar la señorita Lorenny—, anunció la empleada, con Lorenny parada detrás de ella.Lara se levantó con una sonrisa en el rostro y saludó a su prima dándole dos besos, uno en cada mejilla. —¡Qué bueno que viniste, pensé que luego del disgusto que pasaste anoche no vendrías hoy!Lorenny sonrió con picardía. —Querida prima, me conoces, no me detengo tan fácil, voy a convertir
Todos iban de camino a casa, y Chris se encontraba durmiendo plácidamente en el regazo de Helen, quien iba en el último asiento de la camioneta. —Sabes, la bruja de tu cuñada me estaba diciendo andrajosa. Se burlaba de mi ropa y de la de Chris —, murmuró Aylin, reflexionando sobre la extraña coincidencia de que, justo después de ese incidente, Damián la llevó a comprar ropa.—Lo sé, tengo cámaras en algunos puntos específicos de la casa—le respondió Damián con semblante sereno, y sin mostrar ninguna emoción. —Entonces, ¿escuchaste todo lo que dije? — preguntó intrigada.Damián asintió con tranquilidad y buscó en el bolsillo de su chaqueta el frasco de analgésicos.Enrique lo vio a través del retrovisor y decidió intervenir: —Señor, parece que está tomando el medicamento demasiado rápido.Damián lo miró con desdén.—¡Dame esas pastillas, Damián! —demandó Aylin con reproche, intentando arrebatarle el frasco. Damián alzó el brazo rápidamente, manteniéndolo fuera de su alcance. En su