Remolona, Aylin no quiso irse, como Damián se lo pidió, sino que se cubrió, y se paró a su espalda.—Estás desnuda. Te pedí que fueras a cambiarte—, refunfuñó todo mandón.—A los sicarios no les importa eso, ¿o piensas que me van a poner ropa para darme una muerte decente? —, se quejó renuente a esconderse y él movió la cabeza para los lados.—¡Eres terca como una mula! —, pronunció entre dientes, pero cuando estaba a punto de abrir la puerta, unos suaves toques familiares captaron su atención y una sonrisa se dibujó en su rostro mientras reconocía aquellos golpes.Barrió a Aylin de pies a cabeza y le señaló hacia el pasillo.—¿Vas a recibirlo así o me acompañarás a vestirnos? —¡Gruñón! —, rezongó Aylin sonriendo traviesa, mientras dejaba caer la manta con la cual cubría su desnudez.—¡J⁰der Aylin te diviertes mortificándome! —, gruñó tomándola posesivamente por la cintura, pegando la espalda de Aylin a su pecho y con su acostumbrado agarre dominante la hizo girar la cara para planta
Disimuladamente, Aylin le lanzó una mirada a Indira y a los guardias.—Damián, quiero mostrarte algo —, le dijo, interrumpiendo su plática con Chris. —Podemos irnos ahora, por favor.Él pareció sorprendido por la interrupción.—Apenas estamos empezando —, se quejó, pero la mirada resuelta de Aylin le indicó que no era el momento de discutir.—Chris puede jugar con el tío Kevin en otro lado —, aseguró ella, al mismo tiempo que veía a Kevin para darle a entender que se quedará con el niño.Damián no protestó más, pero le resultaba extraño el repentino cambio de planes.—Enrique, ¿puedes venir luego por Indira? —, solicitó Aylin una vez que estuvieron listos para marcharse e Indira, al oír esto, pareció asustarse.—Señora… esté lugar, es muy sólido para quedarme sola aquí —, largó con una voz apenas audible.«Lo siento querida, pero no te traeré sin comprobar cuál es tu papel en todo esto», decía Aylin en su fuero interno.—No te asustes, espera dentro hasta que Enrique regrese —, le ase
Con las manos temblorosas, Damián giró su teléfono hacia Aylin, sintiendo un nudo en el estómago. Las fotos aparecieron en la pantalla, y Aylin abrió los ojos, sorprendida al ver varias imágenes de sí misma prácticamente desnuda, sonriendo y posando de una manera íntima, y provocativa, con un mensaje escrito sobre ellas. "¿Cuánto me va a quitar tu abogado por tener estas imágenes? No olvides que Aylin fue mi mujer, que fui su primer hombre y eso no se olvida por más que quieras. Nosotros tenemos recuerdos".Ella se quedó en silencio, reflejando una mezcla de incredulidad, sorpresa y molestia. Observó cada foto detenidamente, tratando de asimilar la realidad de lo que estaba viendo. —Damián, sabes que esto es solo una artimaña para fastidiarte, ¿verdad? Estas fotos son claramente una forma de manipulación y venganza —, le aclaró cuando encontró el valor para hablar y romper el tenso silencio. Con los ojos llenos de amargura, Damián, suspiró y asintió con pesar.—Sí, lo sé. Pero eso
Con el rostro empapado de vino y el shock evidente en sus ojos, Lara ignoró por completo la pregunta de su marido y se retiró casi en un acto de escapatoria.—Oye, dije que te detuvieras —le gritó Darío, pero ella no se volteó para mirarlo, simplemente continuó. Cuando entraron al ascensor, él la agarró del brazo y lo retorció.—Te dije que te detuvieras. Sabes lo mucho que me fastidia que me dejes como un idiota frente a todos —rezongó furioso, sin importarle que había cuatro personas cerca de ellos.Ella no pronunció una sola palabra y cuando llegaron al estacionamiento, él se acercó y le ofreció un billete de 50 dólares.—¿Y esto? —preguntó ella confundida al ver el dinero.—Para que pagues el taxi. No voy a casa, tengo cosas que hacer —respondió él indiferente, subiéndose a su auto.—Siempre tienes cosas que hacer, ¿verdad? Ya no aguanto más esto, Darío. Dime, ¿a dónde se supone que vas a esta hora?Darío simplemente subió la ventana del conductor y arrancó el coche, dejando a Lar
—¿No se supone que estamos peleados?—Sí, pero nuestros cuerpos no tienen por qué pagar las consecuencias de nuestras rabietas—, le respondió Damián con una sonrisa astuta. Aylin rió, negando con la cabeza mientras le daba la espalda, dejándose consentir.—¿Qué tipo de lógica es esa? —inquirió ella, entre carcajadas. Aunque intentaba mantener una actitud seria y ofendida, era imposible contener la risa ante las ocurrencias de Damián.—Los problemas deben quedarse fuera de nuestra alcoba —dijo él, apartando suavemente unos mechones de cabello de su rostro—. Aún siento mucha rabia. Darío sabía todos los detalles y me hizo sentir como un inútil frente a todos. Por eso, permití que la ira me nublara.Sus manos acariciaron con suavidad el rostro de Aylin, dibujando las líneas de sus facciones con una ternura que deshacía cualquier rastro de enfado que ella pudiera sentir.—En la cama solo seamos tú y yo, no arrastremos las discusiones o las palabras necias que salgan de mi boca hacia aquí.
Aylin emergió de la casa luciendo un conjunto deportivo de un azul eléctrico, las mallas ajustadas acentuaban su figura tonificada y la camiseta suelta le daba un aire despreocupado. Sus zapatillas blancas estaban recién salidas de la caja, y su largo cabello estaba recogido en una cola de caballo alta, con mechones sueltos enmarcando su rostro. Su piel brillaba con una fina capa de protector solar, sus mejillas estaban coloreadas con un rubor ligero y natural, y sus ojos se destacaban gracias a una ligera capa de máscara de pestañas. Por otro lado, Damián que estaba ocupado dándole varias órdenes a los nuevos guardias de la propiedad, lucía un traje ajustado de color carbón, su cabello estaba pulcramente peinado hacia atrás y su barba estaba perfectamente arreglada. Y el reloj de lujo en su muñeca centelleaba bajo el sol. —¡Ya estás listo, señor besos Zadoglu!—, gritó Aylin desde la puerta de la mansión, ignorando completamente que él estaba ocupado.Los ojos de Damián se mantuvier
El consultorio médico estaba sumido en un silencio etéreo, solo interrumpido por el zumbido del equipo médico y el susurro del aire acondicionado. La doctora obstetra que estaba frente Aylin, era una mujer de expresión amable, pero había un matiz de pesar en sus ojos castaños cuando se volvió hacia ella con los resultados de la ecografía. —Doctora Mujica —, comenzó con voz suave, pero firme—, como usted misma debe saber, el cuerpo humano es extraordinariamente inteligente. El dolor que está sintiendo se debe a un embarazo anembrionado. Aylin parpadeó, incapaz de procesar las palabras de la doctora Sánchez. —No puede ser posible —, musitó con sus ojos verdes llenos de lágrimas que amenazaban con derramarse, ya que había soñado con su primer embarazo, había imaginado cada detalle con amor y anticipación. Y ahora, se encontraba con que en su interior lo que hay es un saco vacío en lugar de la vida que tanto ansiaba. —Pero según tengo entendido, estos tipos de embarazos se deben al
En medio del caos que se había desatado en la mansión, Chris logró expulsar todo lo que había comido, dejando un rastro de comida destrozada de color verdoso.—Mamá me duele la garganta—. Lloraba el niño con miedo, ver a Aylin tan intensa lo asustó.—No sería mejor que lo llevemos a un hospital—, propuso Helen, muy preocupada.—Ya le hice un lavado estomacal. Como no ingirió mucho alimento, no hay problemas—, le contestó Aylin muy firme de que el niño está muy bien. Su experiencia como doctora le daba esa seguridad.Con meticulosa atención, comenzó a registrar cada alimento y entre ellos, encontraron un aderezo con un color idéntico a la salsa que antes había derramado Karen.Quien, quedó sin palabras, la sorpresa se apoderó de su rostro mientras veía el aderezo. Miró a Aylin y, después de un momento, se llevó un dedo a los labios, mostrándose pensativa.—Esto no es coincidencia, ni creo que sea que esté caducado.Aylin asintió.Con determinación, se dirigió hacia Indira, que temblaba