NARRA BERENICE—Señores pasajeros, por favor abrocharse los cinturones de seguridad para el aterrizaje. —Resonó dentro de todo el avión y todos los viajeros, hicimos caso.Estábamos de regreso a Chicago, habíamos partido esta misma mañana. Me costó volver a dejar todo, pero era necesario. En este caso, me había traído casi todas mis cosas, como fotos de mis padres, fotos de Benjamín y hasta los recuerdos materiales que tenía de ellos.Me sentía feliz conmigo misma, por ser capaz de tratar de cerrar esa etapa dura y difícil de mi vida. Dante estaba más que contento porque había “conocido” a sus abuelos y a su padre. Cuando nos fuimos del cementerio me había dicho que a él no le importaba que su papá no esté con él porque ahora lo tenía a Emerson. Me había dejado de una sola pieza ese comentario, pero Emerson rápidamente le dijo que él iba a estar cuando lo necesite y que lo quería mucho. Estaba más que agradecida con Emerson por ayudarnos tanto a los dos.Con respecto a Emerson, no sé
NARRA EMERSONEl viaje a Forks me había cambiado completamente y Berenice era la culpable. Desde que volvimos no pude dejar de pensar en ella en ningún momento, mis labios todavía sentían el roce de los suyos. Despertar con ella a mi lado fue una de las mejores experiencias que había sentido, deseaba amanecer así todos los días.Estaba más que claro, que necesitaba ser parte de esa pequeña familia, necesitaba tener a Dante y a Berenice junto a mí todo el tiempo. Ser yo el que los proteja, los quiera, les de mimos, pero por sobre todo, darles amor…El gran egoísta, solitario, gruñón, mandón y todos los apelativos que le habían dado a mi persona, había caído rendido a los pies de Berenice Swan, su fiel secretaria.Ya no tenía sentido ocultarlo más, o combatirlo porque era obvio que estaba enamorado hasta la médula de Berenice. Esa personita tan sencilla, humilde, dulce, comprensiva, cariñosa se había clavado directamente en mi corazón. Era una de las únicas personas que me entendían y s
NARRA BERENICE—Cuidado con esa caja Ernest, son las cosas de Dante —le avisé a mi cuñado cuando lo vi levantando sin cuidado la caja de los objetos de mi pequeño.Estábamos empacando las pertenencias indispensables para mudarnos a la mansión de Emerson.Si les dijera que no me había sorprendido la proposición de Emerson al ofrecernos su casa para hospedarnos unos días, les mentiría. Me sorprendí y mucho, pero no podía negarme, y menos todavía cuando estaba la salud de mi hermana, de mi futuro sobrino y de mi pequeño en juego. Además, ¿Dónde íbamos a conseguir una casa para alquilar donde quepamos todos en la gran ciudad de Chicago, en un solo día? Era la mismísima misión imposible.Una vez que terminamos de empacar algunas ropas, elementos de aseo y las cosas indispensables salimos rumbo a la mansión de mi jefe.Dante estaba más que entusiasmado, lo había retirado del jardín de niños y le di la noticia, se puso a dar brincos en todo el camino a casa. Ernest se notaba medio reacio al
NARRA EMERSONFeliz, contento, expectante; así estaba me describía ahora mismo. Sin dudarlo le había propuesto a Berenice que vinieran a pasar unos días en mi casa. Ella aceptó, aunque al principio estaba media insegura, luego dio el sí definitivo.Me sentía feliz al sentir que había más movimiento en mi vacío hogar. Con la presencia de Berenice, Dante y también la de su familia estaba seguro que iba a haber más movimiento y más ruido también.Esta noche iba a costarme muchísimo pegar un ojo, ya que tenía muy en claro que Berenice solo estaba a unos pasos de mi. Me moría de ganas por estrecharla en mis brazos y poder dormir junto a ella, para que al levantarme lo primero que viera fuera su hermoso rostro.Había decidido alistar la habitación de mis padres para ella y Dante. Fue muy difícil entrar a ese cuarto que estuvo seis años cerrado bajo llave. Pero me parecía más que adecuado que esa habitación la utilizaran mi ángel y el pequeño angelito.Gracias a ellos hoy estaba de vuelta el
NARRA BERENICESuponía que llegar en el mismo auto de tu jefe junto a él y a tu hijo era una buena manera de llamar la atención de mis compañeros de trabajo. Desde que llegamos, todos los ojos se posaban en mí, haciendo que me sintiera realmente avergonzada.Había sido una sorpresa encontrarnos con el jardín de niños cerrado para los niños hoy. Pero como se estaba haciendo costumbre, Emerson nos salvó. Si él no hubiera estado no sé cómo me hubiese arreglado para no dejar solo a Dante.Tuve muchísima suerte al toparme con Emerson en mi camino. Últimamente no podía dejar de pensar en él. Al principio me asustaba, pero ahora había entendido que quería que sea él el hombre que nos acompañe. Emerson estaba comenzando a entrar poco a poco a mi corazón, y yo quería que se quedara allí. Era consciente que al principio me iba a costar alejar el pensamiento de traición hacia Benjamín, pero como dijo Rosario creo que había llegado el momento de pasar página y darme una nueva oportunidad en el am
NARRA EMERSON—Que cara de estúpido enamorado que traes, primito —dijo Farrah haciendo que la mire con una ceja alzada.—Eso se llama envidia —contesté simplemente con una sonrisa de lado.—¿Yo envidia de ti? ¡Pero por favor! —exclamó, levantando las manos en el aire.—Si claro, y yo soy un vampiro que come sangre de animal —dije irónico—. ¿Por qué no vas junto a Gabriel? —pregunté para molestarla.—Cállate —refunfuñó cruzándose de brazos.—Ustedes dos dejen de pelear y vengan a ayudarme —nos regañó mi tía Carol señalándonos con el dedo índice.Había planificado un domingo en familia, como hacía mucho tiempo que no usábamos la gran mesa del comedor me pareció muy buena idea invitar a todos para tener un almuerzo familiar.Hacía más de una semana que Berenice y su familia se estaban quedando aquí. Creo que estos días fueron uno de los más alegres que tuve en mi propia casa desde la partida definitiva de mis padres.—Te queda muy lindo el delantal —le dije en el oído a Berenice, logrand
NARRA BERENICEEstábamos en un hermoso clima familiar junto a la familia de Emerson. De verdad que todos eran muy cálidos y amistosos.Hace unos momentos habíamos terminado de almorzar y comer un delicioso prostre. “Los hombres de la casa” se habían ido a jugar a la pelota en el amplio fondo.Solté un suspiro de felicidad al ver correr a mi pequeño junto a Emerson de la mano.Me había decidido y me estaba volviendo a dar una nueva oportunidad al amor. Le había dicho a Emerson que quería empezar algo con él, pero que me tuviera paciencia y supiera respetar mis tiempos. Él como buen caballero que es, no se opuso, solo que puso una condición: poder besarme cuando y cuanto quisiera. Al principio creí que bromeaba, pero luego me di cuenta que lo decía muy en serio. Por supuesto que yo no me resistí a su condición, me declaraba adicta a sus besos y a su dulce piel.—Si no te conociera mejor diría que aquí hay gato encerrado. Me rectifico, aquí pasa algo. Te conozco perfectamente para tu bue
NARRA EMERSONPor fin podía besarla con total libertad, aunque solo fuera a escondidas, eso lo hacía aun más excitante. Berenice en cada beso que nos dábamos entregaba todo de ella. Por eso cada beso era distinto y muy especial.Mi corazón latía desaforado, la cercanía de Berenice, los dos encerrados solos en mi habitación y tenerla estampada en la puerta no ayudaba a que piense claramente. Y mucho menos cuando ella me mordía de una forma exquisita mi labio inferior.Bajé mis manos hacia su cintura y la elevé para que no tener que agacharme. Me tomó por sorpresa que ella haya enredado sus piernas en mi cadera. Solté un jadeo y ella aprovechó eso para invadir con su lengua mi boca. Cuando las cosas estaban volviéndose calientes y eso se estaba comenzando a notar en la parte sur de mi cuerpo, todavía una parte de cordura quedaba en mí, así que decidí pensar con la cabeza de arriba y cortar la intensidad del beso.—Ángel… —comencé a decir con nuestras frentes unidas—. Yo… no sé tú pero s