Camilla no dejó reaccionar a nadie, caminó hacia mí hecha una fiera y levantó la mano para golpear mi mejilla, no sé cómo apareció Camil, pero le retuvo la mano a su tía y la vio con la misma fiereza que ella diciéndole:
—No se te ocurra ponerle una mano encima tía, que él no te hará nada, pero te juro que yo sí, no permitiré que le faltes el respeto, valiéndote de tu condición de mujer —. Camilla se puso pálida, al parecer no esperaba esa reacción por parte de su sobrina y todos se que
Ese mismo día, horas más tarde dejamos la cabaña trasladándonos con mis abuelos maternos a su casa, mi abuelo insistió en que condujera Camillo y se sentó en el asiento de copiloto, dejándonos a mi abuela Sophía y a mí en el asiento trasero, no me gustó mucho la idea porque quería estar con mi viejo verde, como le decía a Camillo para hacerlo rabiar, porque en verdad estaba loca por él, me encantaba que rozáramos nuestras manos, tenerlo cerca y descubrir tantas sensaciones que me hacía sentir. Además que desde tempranas horas de la mañana no habíamos podido hacer cronchi cronchi, porque estábamos preparando la comida para mis abuelos y yo ya estaba demasiado necesitada, lo siento, pero desde que había descubierto el sexo no había nada que me gustara más.<
Entré a mi habitación muy molesta, cerrando la puerta con fuerza haciéndola retumbar en todo el pasillo, estaba que me cortaban y no echaba sangre del coraje que cargaba, nunca me había molestado tanto con mi abuelo, no entendía que le había dado para ponerse con esas mojigaterías, después de todo él nunca fue santo, todo lo contrario en su juventud era un mujeriego empedernido y ahora pretendía darme lecciones de moral, pero no cedería, ya encontraría una forma de saltear sus tontos controles como me llamó Camila Vaphil Rocco Sebastini.Arrojé mi bolso en el sofá que estaba a la derecha de mi habitación, me
Tenía todos los elementos frente a mí y aún no podía creer lo reticente que era mi abuelo Nick y me molestaba aún más que mi abuela Sophía lo secundara en sus ocurrencias e ideas para atraparme.Caminé hasta el interruptor y encendí la luz, pero estaba tan molesta que no procesaba las palabras que les dije en ese momento, aunque cuando me calmé me di cuenta de que no tenía ninguna moral para hacer reclamos, cuando yo estaba allí buscando a Camillo aun cuando me lo habían prohibido.
Ella dominaba, estaba encima de mí no solo como dueña y señora de la circunstancia sino también de mí. Comenzó a darme pequeños besos y a descender por mi cuello para posarse en mis pectorales acariciándome y besándome con mucha maestría, poniéndome a millón, pero lo que me hizo sorprender fue que ante el obstáculo representado por la camisa del pijama que me había colocado para bajar a buscarla, no se inmutó en abrirla con violencia haciendo que los botones salieran disparados a todos lados, ante mi rostro de sorpresa y sus carcajadas encantadoras. Ante mis palabras, mi hermano retrocedió completamente pálido, sé que lo había hecho sentir mal, porque él había sufrido demasiado por culpa de esa chica y esos eventos le dejaron cicatrices, no solo físicas, sino también emocionales, mi hermano siempre había sido un joven muy dulce, confiado, apacible prácticamente el chico prefecto, hasta que fue privado de su libertad y sometido a tortura, allí se fue endureciendo, se volvió desconfiado, taciturno, ya no sonreía mucho, sino que era un joven triste, muchas veces amargado.—¿Por qué me dices esas cosas? Sabes lo que ha significado esa parte de mi vida —CAPÍTULO 42. LA DULCE VENGANZA
Cuando Camil pronunció esas palabras no podía creer lo que había dicho, pero mi impresión fue mayor cuando la vi subiendo las escaleras y dejándome con un enojado Nick que no dejaba de mirarme de manera beligerante, para segundos después preguntarme.—¿De qué está hablando Camil? ¿Acaso me dices que estás de acuerdo conmigo para luego terminar haciendo lo contrario? —exigió irritado.—Básicamente no fue debajo de tu techo &m
Durante mis treinta y nueve años había visto muchas miradas de odio, pero simplemente la que observé en Felipe me hizo temblar de pies a cabeza, y no porque fuera un cobarde, todo lo contrario, no era fácil acobardarme, no obstante, su rostro transformado envió una ráfaga de sensación fría a recorrer mi espina dorsal, la impresión fue tanta que retrocedí unos pasos.Él apretó las manos en puños y dibujó una macabra sonrisa, no conocía esa faceta de él &mdash
Llegué a casa de mis padres, luego de haber salido con mi madre, pero ella decidió irse a casa de mi tío Matteo, mientras yo preferí venir a arreglarme para luego visitar a Camillo.Cuando entré al salón, vi a Camillo inclinado, solo con una camiseta en su tórax, mis ojos solo se centraron en él y aunque me sentí emocionada, también me inundó una extraña sensación de temor.Inmediatamente le pregunté —¡Camillo! ¿Qu&e