CAPÍTULO 41. ¿RELACIÓN ENFERMIZA?

Ella dominaba, estaba encima de mí no solo como dueña y señora de la circunstancia sino también de mí. Comenzó a darme pequeños besos y a descender por mi cuello para posarse en mis pectorales acariciándome y besándome con mucha maestría, poniéndome a millón, pero lo que me hizo sorprender fue que ante el obstáculo representado por la camisa del pijama que me había colocado para bajar a buscarla, no se inmutó en abrirla con violencia haciendo que los botones salieran disparados a todos lados, ante mi rostro de sorpresa y sus carcajadas encantadoras.

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