CAPÍTULO 39. CONFESIONES

Entré a mi habitación muy molesta, cerrando la puerta con fuerza haciéndola retumbar en todo el pasillo, estaba que me cortaban y no echaba sangre del coraje que cargaba, nunca me había molestado tanto con mi abuelo, no entendía que le había dado para ponerse con esas mojigaterías, después de todo él nunca fue santo, todo lo contrario en su juventud era un mujeriego empedernido y ahora pretendía darme lecciones de moral, pero no cedería, ya encontraría una forma de saltear sus tontos controles como me llamó Camila Vaphil Rocco Sebastini.

Arrojé mi bolso en el sofá que estaba a la derecha de mi habitación, me

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