CAPÍTULO 38. DESEOS REFRENADOS

Ese mismo día, horas más tarde dejamos la cabaña trasladándonos con mis abuelos maternos a su casa, mi abuelo insistió en que condujera Camillo y se sentó en el asiento de copiloto, dejándonos a mi abuela Sophía y a mí en el asiento trasero, no me gustó mucho la idea porque quería estar con mi viejo verde, como le decía a Camillo para hacerlo rabiar, porque en verdad estaba loca por él, me encantaba que rozáramos nuestras manos, tenerlo cerca y descubrir tantas sensaciones que me hacía sentir. Además que desde tempranas horas de la mañana no habíamos podido hacer cronchi cronchi, porque estábamos preparando la comida para mis abuelos y yo ya estaba demasiado necesitada, lo siento, pero desde que había descubierto el sexo no había nada que me gustara más.<

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