Me levanté súper temprano, preparé algo de desayunar y después fui a llamar a mi hermano que aún no se había levantado para irse a la escuela.
—¡Víctor, levántate!
Le di un golpe con la almohada, él se quejó y se levantó de inmediato. Yo le sonreí y él me levantó el dedo medio.
—¡Por qué me levantas tan temprano! —se quejó mientras salía de la cama. Yo volví a la cocina y me preparé una enorme taza de café. Hoy tenía que ser un muy buen día.
—¿Te ganaste la lotería? —me preguntó mi hermano entrando a la cocina. Yo lo miré de arriba abajo y puse los ojos en blanco. El muy asqueroso ya estaba vestido con el uniforme.
—¡Ni siquiera te bañaste! Eres un cochino —lo regañé mientras le ponía el desayuno en la mesa. Él solo me sonrió y empezó a comer. Yo me senté frente a él a tomarme mi café.
—Hoy presentaré un trabajo a uno de los más importantes empresarios del país. Si todo sale bien, voy a poder comprar la casa.
Víctor solo levantó los pulgares. Yo no sé para qué me tomaba el tiempo de decirle este tipo de cosas. Él aún no sabía el significado de tener algo propio, así que no iba a molestarme con él. Sería una pérdida de tiempo. Me levanté de la mesa y dejé la taza en el fregadero.
—¡Te toca lavar los platos, pórtate bien!
Víctor asintió con la cabeza y se despidió de mí. Yo salí del pequeño apartamento donde vivíamos y me fui directo a mi trabajo. Hoy... ¡nada podía salir mal!
Mi nombre es Victoria Scott, soy publicista. Trabajo para una pequeña empresa que poco a poco se está abriendo paso entre las más grandes. Hoy tenía una reunión con algunos clientes. Yo estaba súper estresada, no tenía mente para absolutamente nada. Hoy tenía que ser todo perfecto, no podía equivocarme en nada. ¡Hoy por fin iba a conseguir ese ascenso que he estado esperando desde hace meses! Con el dinero que gane por esta campaña podré al fin comprar una casa. Ese es el sueño de toda mi vida, poder darle un buen futuro a mi hermano, tener algo de nosotros. Eso es algo con lo que siempre he soñado y hoy al fin se hará realidad.
—Victoria, te llaman por teléfono —me dijo una de las chicas que trabajaban conmigo. Yo corrí y contesté el teléfono de la empresa.
—¿Diga? —contesté. Un hombre extraño habló de inmediato.
—¿Usted es familiar de Víctor Scott?
Yo de inmediato dije que sí. ¿En qué problema se había metido mi hermano? ¿Por qué tenía que joderlo precisamente hoy? ¡Iba a darle un mal golpe a ese chico! ¿Por qué tenía que portarse mal precisamente hoy?
—Si le hizo algo, por favor golpéelo, yo más tarde le devuelvo la llamada. En estos momentos estoy muy ocupada.
Le iba a colgar, pero el hombre insistió en que necesitaba hablar conmigo. ¡Carajo!
—Señora, su hermano sufrió un accidente, está muy grave en el hospital.
Esa noticia me cayó como un balde de agua fría. La mano me estaba temblando.
—¿Qué hospital? —le pregunté. El hombre me dio la dirección. Corrí por mi bolso y me fui de la empresa sin avisar. ¡Esto era lo último que me faltaba! Por favor, Dios mío, que ese idiota esté vivo cuando llegue para yo poderlo matar después.
Llegué al hospital en tiempo récord. Entré y di los datos de mi hermano. Un médico se acercó a mí y me explicó la condición de mi hermano. Él estaba muy mal; posiblemente iba a quedar en silla de ruedas.
—¿Pero no se puede hacer algo? Él apenas es un niño.
El doctor solo me dijo que teníamos que esperar. Yo quería morirme en estos momentos. Víctor era como mi hijo; yo lo había criado cuando mamá nos abandonó, ¡y ahora pasaba esto! Qué suerte tan asquerosa tengo.
Después de un par de horas, un doctor se acercó a mí y me dio noticias de mi hermano. Por lo que supe, él había sido arrollado por un choque que iba a alta velocidad. Fue un milagro que él llegara con vida, pero su cuerpo quedó gravemente herido, y lo más jodido de todo es que el desgraciado que lo arrolló se dio a la fuga.
—Vamos a esperar que su hermano despierte de la anestesia, así podremos darle un diagnóstico más detallado de la situación.
Yo asentí con la cabeza y volví a sentarme en una de esas sillas incómodas. Saqué mi celular del bolso, que para mi mala suerte estaba apagado. Ahora entendía por qué me llamaron directamente a la empresa. Cuando el celular encendió, un montón de mensajes empezaron a llegar. Uno era peor que el otro, pero hoy no estaba de ánimos para contestar ninguno. Mañana iré a la empresa y daré una explicación de mi salida tan repentina. ¿No creo que pase nada grave, o sí?
El doctor me dio un informe de la salud de mi hermano a la mañana siguiente. Según él, había reaccionado bastante bien a la cirugía. Ahora tenía que enfocarme en su recuperación, que por lo que me está diciendo, no me iba a salir nada barato. Adiós, sueño de mi casa propia por el momento.
El doctor me dio permiso de ver a mi hermano. Yo fui a la habitación donde él se encontraba. Él me miró y me sonrió. Yo reprimí el llanto. ¡Víctor se veía horrible! Su rostro era un lío de moretones y ni hablar del resto del cuerpo.
—Esto fue intenso —me dijo él riendo. Yo estuve a nada de darle un golpe. ¿Cómo podía bromear en una situación como esta? ¿Acaso estaba loco? Niño estúpido.
—Deberías ir a tu trabajo, yo estoy bien... bueno, medio bien.
Qué rabia me daba escucharlo reír, pero al menos él estaba de buen ánimo y tenía algo de razón. Yo tenía que ir a mi trabajo y explicar la situación.
—¿Estás seguro de que estarás bien solo?
Él me miró y me puso mala cara. Yo me reí un poco, me acerqué a él y le di un beso en la frente.
—Pórtate bien, y cuando regrese, hablaremos bien de lo que pasó. Ahora descansa, y no te mueras si no estoy yo presente, ¿ok?
Él asintió con la cabeza. Yo volví a darle un beso en la frente y salí del hospital. Iba a llevarme un buen regaño; solo pido que puedan entender mi situación.
¡El taxi donde iba era tan malditamente lento! Y para mi mala suerte, la pila de mi celular se había acabado. Estas cosas solo le pasaban a Victoria Scott.—¿Puede ir un poco más rápido? —le pedí ya desesperada.El tipo me miró por el retrovisor y después me ignoró. Podía jurar que el coche ahora iba mucho más lento. Me recosté en el asiento trasero y esperé, ¿qué más podía hacer?—Señorita —me llamó el conductor.Lo miré y no me gustó nada la expresión que tenía en su rostro.—Se ha pinchado una de las llantas. ¿Quiere esperar mientras la arreglo?Puse los ojos en blanco, le di un par de billetes y salí de ese taxi. ¡Carajo! ¡Todas las mierdas me estaban pasando a mí!—¡Lo único que falta es que llueva! —dije refunfuñando.Caminé calle arriba buscando un taxi, pero todos estaban ocupados. ¡Maldición!—¿Te llevo? —me dijo un tipo lleno de tatuajes en una motocicleta.Lo fulminé con la mirada y seguí caminando. Yo quería llegar a diciembre con vida.—¡Gorda asquerosa! —me gritó el hijo
Hoy le iba a proponer matrimonio a mi pareja con la que tenía 5 años de relación. Sé que me tardé un poco en proponerle esto, pero creo que ya es tiempo suficiente. Yo quiero hijos y ella ya tiene 28 años, así que lo más recomendable era tenerlos en estos años siguientes. Katia era perfecta para ser mi esposa; sería una buena representante de los Lombardo. Ella era alguien muy seria, venía de buena familia, y era la indicada para ocupar el lugar de esposa.—Luciano, ¿estás seguro? —me preguntó mi hermano menor, Mariano. Yo lo miré y lo fulminé con la mirada. Katia no le caía bien y eso yo lo sabía bastante bien.—Sí. Ahora deja de molestar y ayúdame a escoger el maldito anillo —dije, mirando las vitrinas de la tienda. Ninguno me gustaba, todos eran tan grandes y horrendos. Yo quería algo distintivo, pero no tenía tiempo como para mandar a hacer uno personalizado. Tal vez en el futuro saque tiempo para eso.—Este le quedaría bien —me mostró un anillo que, por lo que podía ver, pesaba un
Tenía una semana buscando trabajo, y en ningún lado querían contratarme. Ahora creo que casi golpear a mi jefe fue una muy mala idea.—¿Nada aún? —me preguntó mi hermano.Yo levanté la vista del periódico que estaba leyendo y le sonreí. Él estaba muy preocupado, y eso me ponía mal.—Tu hermana encontrará algo, no te preocupes —dije.Seguí buscando en el periódico hasta que un anuncio llamó por completo mi atención: estaban buscando un asistente personal y pagaban demasiado bien.—Me voy, regreso en la tarde —anuncié.Me levanté del sofá y salí del cuarto de hospital. Caminé rápidamente por la carretera en busca de un taxi, poniendo mucho cuidado en no volver a encontrarme con ese taxi de m****a.Para mi suerte, el taxi que tomé no era el de él y este sí tenía aire acondicionado. Le di las indicaciones y no me hizo más preguntas. Dios mío, espero que solo sea yo a la que contraten.Cuando llegué al lugar, me di cuenta de que era una enorme casa. Definitivamente aquí vivía alguien con mu
Me quedé en el marco de la puerta, indecisa entre irme o agarrar a patadas a ese infeliz. ¡Necesitaba una solución a esto! ¿Pero cómo iba a hacer ahora? ¡Ni vendiendo una de mis córneas iba a poder pagarle a ese infeliz!—Quiero la copia del contrato. Estoy segura de que allí no decía nada de eso —le grité con algo de frustración. Aunque ni siquiera lo había leído, apenas me dijeron el sueldo me emocioné y me olvidé por completo de eso.—No hay ningún problema. Marcos, ve y tráele a la señora una copia —ordenó el hombre.Yo me acerqué a ellos y lo miré muy mal.—Soy señorita —dije.Él me miró de arriba abajo otra vez.—¿Qué edad tienes? —me preguntó.La verdad es que no iba a perder mi tiempo respondiendo eso. ¡Que se joda! Y si tanto quiere saber mi edad, que lea mi currículum.—Eso a ti no te importa —le respondí cortante.Lo miré con tanto desprecio. Nunca había conocido a un hombre tan imbécil como él.—Claro que me importa. Dada tu condición, tu edad puede ser un factor de riesgo
La chica aún no llegaba y ya eran las ocho y media de la mañana. Me estaba desesperando un poco; yo era alguien bastante puntual y eso era lo que pedía de los que trabajaban conmigo.— ¡Buenas! —gritó ella al entrar a la casa. Yo la miré con el ceño fruncido. ¿Cómo podía tener una sonrisa en el rostro si había llegado tarde?— Te voy a descontar la hora y media de retraso —dije.Ella se encogió de hombros y se acercó a mí.— Acostúmbrate, porque voy a llegar a la hora que me dé la gana —respondió.Yo respiré profundo y le sonreí.— Hoy saldrás más tarde —anuncié.Ella me miró con rabia. Iba a decir algo, pero no la dejé. La tomé del brazo y la llevé al gimnasio que tenía en casa.— ¿Trajiste ropa cómoda? —le pregunté.Ella sintió de mala gana y se fue al cuarto de baño. La esperé unos minutos hasta que salió. Mi boca llegó al piso. ¡Cómo pudo ella ponerse algo así!— ¿Estás loca? —le pregunté.Esa ropa era claramente demasiado pequeña para ella; hasta yo me sentía ahogado solo con verl
Otro día de calvario. Ya estaba harta de estar cerca de él; ya no podía soportarlo un momento más. Cada vez que él me daba una orden, sentía arder la rabia dentro de mí.Hoy, a Lucifer se le había ocurrido la gran idea de cenar en el jardín, y para mi mala suerte, estaba lloviendo. Me rasqué la cabeza cuando Marcos me dijo que le llevara la cena. Yo tomé la charola en mis manos y respiré profundo. Caminé a la gran puerta de cristal que daba al jardín y observé por ella al desgraciado plácidamente sentado en una pequeña sala de cristal en el centro del jardín.— ¿No hay una sombrilla? — le pregunté a Marcos, pero él negó con la cabeza. Yo saqué el aire de mis pulmones y caminé fuera de la casa.Corrí como una estúpida hasta llegar a él. Es que ya me tenía aburrida. Sé que esta m****a la hacía solo para molestarme.— ¿Por qué tardaste tanto? — me preguntó mientras me miraba con una enorme sonrisa en sus labios. Yo le puse la comida en la mesa y me senté a su lado de mala gana.— Espero e
Esa tarde fui al cuarto de Luciano; él estaba sentado en la cama con solo unos pantalones. Me imagino que se iba a preparar para bañarse.— ¿Sabes lo que es tocar la puerta? — me preguntó con algo de mal genio. Yo no dije nada y solo caminé lentamente hacia él.— Entonces… ¿te dejaron por otro? — le pregunté con algo de burla. Él estiró el brazo y, de un tirón, me acostó en la cama. Después se puso sobre mí y me miró con algo de irritación.— ¿Tanto te importa eso? — me preguntó él. Yo sentí su mano subiendo por mi muslo, traté de apartarme, pero él, muy desgraciado, me tenía allí retenida con fuerza.— Apuesto a que tu sueño es estar con un hombre como yo —. Yo solté una carcajada. ¡De verdad que este hombre era muy ridículo!— No tengo sueños tan mediocres como esos — le respondí. Él siguió subiendo su mano hasta dejarla en ese lugar privado que muy pocos conocían.— ¿Sabes siquiera cuánto dinero tengo? — me preguntó mirándome a los ojos. Yo sabía quién era él; ayer me había pasado l
Luciano me levantó de la silla donde estaba sentada y me llevó a su habitación. Allí, él me mostró las prendas que había comprado para mí, pero era más que obvio que nada de eso me iba a quedar. ¿Acaso era idiota?—Este es muy lindo —me dijo él, mostrándome un vestido rojo corto. Yo miré el vestido y después a Luciano.—Eso no me quedará —le dije lentamente y con bastante calma.—No te lo has puesto.Yo respiré profundo y le arranqué el vestido de la mano.—¡Ok! Me lo probaré.Fui a su baño y empecé a quitarme la ropa que llevaba puesta. Después me puse el vestido que no me iba a cerrar ni aunque me pusiera una faja.—¡Lucifer!Grité para que él entrara y viera que ese vestido no me quedaba. Él entró al baño y me miró de arriba abajo.—Suma la panza.Me ordenó. Yo hice lo que él me pidió y empezó a subir el cierre que estaba a un costado.—Apuesto a que subir el cierre de este vestido es mucho mejor que todas esas horas que pasas en el gimnasio.Me burlé de él, ya que estaba demasiado