La chica aún no llegaba y ya eran las ocho y media de la mañana. Me estaba desesperando un poco; yo era alguien bastante puntual y eso era lo que pedía de los que trabajaban conmigo.
— ¡Buenas! —gritó ella al entrar a la casa. Yo la miré con el ceño fruncido. ¿Cómo podía tener una sonrisa en el rostro si había llegado tarde?
— Te voy a descontar la hora y media de retraso —dije.
Ella se encogió de hombros y se acercó a mí.
— Acostúmbrate, porque voy a llegar a la hora que me dé la gana —respondió.
Yo respiré profundo y le sonreí.
— Hoy saldrás más tarde —anuncié.
Ella me miró con rabia. Iba a decir algo, pero no la dejé. La tomé del brazo y la llevé al gimnasio que tenía en casa.
— ¿Trajiste ropa cómoda? —le pregunté.
Ella sintió de mala gana y se fue al cuarto de baño. La esperé unos minutos hasta que salió. Mi boca llegó al piso. ¡Cómo pudo ella ponerse algo así!
— ¿Estás loca? —le pregunté.
Esa ropa era claramente demasiado pequeña para ella; hasta yo me sentía ahogado solo con verla.
— ¡Jódete, Lucifer! —me dijo ella y caminó hasta la caminadora. Yo no le dije nada, solo iba a esperar. No le daba diez minutos hasta que renunciara. Ese top que llevaba puesto le aplastaba los pechos, que no eran para nada pequeños.
— ¿Puedes dejar de verme? —me preguntó.
Yo solo le sonreí y empecé con mi entrenamiento, pero sin quitar la vista de ella. Su cara a cada momento se ponía más y más roja. La faja de su short se veía tan apretada; definitivamente ella no estaba respirando bien.
— ¿Quieres descansar? —le pregunté.
Ella no me prestó atención y siguió corriendo. Yo dejé las pesas a un lado y me senté a verla, contando los minutos.
Ella se detuvo y se bajó de la caminadora. Se veía muy sofocada.
— ¿Sabes qué? ¡Que te den por el culo! —me gritó y prácticamente corrió al baño.
Yo caminé al baño y entré sin avisar. Ella estaba en ropa interior. En cuanto me vio, me tiró un zapato a la cara. Tuve que agacharme para evitar el golpe.
— ¡Eso es acoso! —me gritó.
La miré con la ceja levantada. ¿No había hecho ella lo mismo ayer?
— Solo es acoso si me gustaras, pero puedes estar tranquila —respondí.
Ella me tiró el short que estaba en el suelo y se puso el pantalón que había traído.
— ¡Despídeme ya! —me ordenó.
No iba a despedirla. Ella era refrescante; ninguna persona se había atrevido a hablarme o tratarme así, y me gustaba.
— Un año —le recordé.
Ella puso los ojos en blanco.
— No… un mes —me dijo mientras se acercaba lentamente a mí. Le sonreí de medio lado.
— ¿Segura? —le pregunté.
Ella tomó mi mano y la puso en su mejilla. La acaricié un poco. Esta chica definitivamente estaba loca si quería ir por ese lado.
— Totalmente —respondió.
Ella bajó mi mano por su cuello hasta llegar a su pronunciado escote.
— Estás cometiendo un grave error —le advertí.
Ella negó con la cabeza y bajó más mi mano, hasta dejarla en su pecho.
— No soy quisquilloso en cuanto al sexo —le dije, apartando mi mano de su pecho y agarrándola de la cintura. La pegué a mí y con mi otra mano le agarré fuertemente el trasero. Ella me miró con los ojos muy abiertos, me empujó y me lanzó una patada.
— ¡Te voy a denunciar por acoso! —me dijo con rabia y salió del gimnasio.
Yo empecé a reír. Esta chica iba a ser una muy buena distracción este año.
Estúpido Lucifer, ¿cómo se atrevió a seguirme el juego? Y más estúpida yo al prestarle atención a mi amigo.
— Buenos días —me saludó Marcos. Yo ni lo miré; tenía rabia con todos, ¡y también conmigo por ser una estúpida!
— Tráeme un vaso con agua —me ordenó Lucifer.
Yo ni lo miré; solo quería llorar de la vergüenza.
— Gordita… quiero agua —me dijo él en tono de burla.
Me di la vuelta y lo miré con rabia.
— Te desprecio —le dije. Él se encogió de hombros.
— Eso no me importa. ¿Ahora puedes darme agua? —preguntó.
Caminé a la cocina y le serví agua de la llave. Después fui a entregársela.
— Quiero agua fría —me dijo él sonriendo.
Respiré profundo y le sonreí. Agarré el vaso con agua y volví a la cocina. Le serví agua fría y volví a entregársela.
— ¿Sabes algo? Cambié de opinión; ahora quiero agua de la llave —dijo.
Le quité el vaso y le lancé el agua a la cara. Una carcajada resonó por el lugar. Luciano y yo miramos al lugar de donde provenía. ¡No puede ser! ¿Había otro como él?
— ¿Qué haces aquí, Mariano? —preguntó Luciano de mala gana.
El otro hombre, que era muy parecido a Luciano, se acercó a nosotros.
— Solo quería ver si estabas bien después de tu ruptura con Katia —dijo.
¡Esto sí que me interesaba!
— ¿Lo dejaron? —pregunté, metiéndome en su conversación. Mariano sonrió ampliamente y asintió con la cabeza.
— Ella está embarazada de otro —me contó.
Yo abrí la boca de par en par. ¡Esto sí eran chismes de los buenos!
— ¿Y él se enteró el día que le iba a proponer matrimonio? —pregunté.
Miré la cara de Luciano, pero no parecía afectado en lo más mínimo. Tal vez estaba guardando sus verdaderos sentimientos.
— La chica fue muy inteligente —comenté.
Mariano empezó a reír, mientras Luciano parecía estar al borde de explotar.
— Ve a trabajar —me ordenó con algo de rabia.
Lo miré y sonreí.
— ¡Claro que sí! Y lo siento por lo que te pasó. Ahora entiendo por qué eres tan m****a —le dije y me fui a la cocina a reírme. Ya tenía algo con qué molestarlo por el resto del mes que estaría aquí.
— ¡Ey! ¿Cómo te llamas? —me preguntó Mariano entrando a la cocina.
Le sonreí y me acerqué a él.
— Soy Victoria, mucho gusto —le dije. Este tipo sí que me agradaba; era mucho más divertido que Lucifer.
Otro día de calvario. Ya estaba harta de estar cerca de él; ya no podía soportarlo un momento más. Cada vez que él me daba una orden, sentía arder la rabia dentro de mí.Hoy, a Lucifer se le había ocurrido la gran idea de cenar en el jardín, y para mi mala suerte, estaba lloviendo. Me rasqué la cabeza cuando Marcos me dijo que le llevara la cena. Yo tomé la charola en mis manos y respiré profundo. Caminé a la gran puerta de cristal que daba al jardín y observé por ella al desgraciado plácidamente sentado en una pequeña sala de cristal en el centro del jardín.— ¿No hay una sombrilla? — le pregunté a Marcos, pero él negó con la cabeza. Yo saqué el aire de mis pulmones y caminé fuera de la casa.Corrí como una estúpida hasta llegar a él. Es que ya me tenía aburrida. Sé que esta m****a la hacía solo para molestarme.— ¿Por qué tardaste tanto? — me preguntó mientras me miraba con una enorme sonrisa en sus labios. Yo le puse la comida en la mesa y me senté a su lado de mala gana.— Espero e
Esa tarde fui al cuarto de Luciano; él estaba sentado en la cama con solo unos pantalones. Me imagino que se iba a preparar para bañarse.— ¿Sabes lo que es tocar la puerta? — me preguntó con algo de mal genio. Yo no dije nada y solo caminé lentamente hacia él.— Entonces… ¿te dejaron por otro? — le pregunté con algo de burla. Él estiró el brazo y, de un tirón, me acostó en la cama. Después se puso sobre mí y me miró con algo de irritación.— ¿Tanto te importa eso? — me preguntó él. Yo sentí su mano subiendo por mi muslo, traté de apartarme, pero él, muy desgraciado, me tenía allí retenida con fuerza.— Apuesto a que tu sueño es estar con un hombre como yo —. Yo solté una carcajada. ¡De verdad que este hombre era muy ridículo!— No tengo sueños tan mediocres como esos — le respondí. Él siguió subiendo su mano hasta dejarla en ese lugar privado que muy pocos conocían.— ¿Sabes siquiera cuánto dinero tengo? — me preguntó mirándome a los ojos. Yo sabía quién era él; ayer me había pasado l
Luciano me levantó de la silla donde estaba sentada y me llevó a su habitación. Allí, él me mostró las prendas que había comprado para mí, pero era más que obvio que nada de eso me iba a quedar. ¿Acaso era idiota?—Este es muy lindo —me dijo él, mostrándome un vestido rojo corto. Yo miré el vestido y después a Luciano.—Eso no me quedará —le dije lentamente y con bastante calma.—No te lo has puesto.Yo respiré profundo y le arranqué el vestido de la mano.—¡Ok! Me lo probaré.Fui a su baño y empecé a quitarme la ropa que llevaba puesta. Después me puse el vestido que no me iba a cerrar ni aunque me pusiera una faja.—¡Lucifer!Grité para que él entrara y viera que ese vestido no me quedaba. Él entró al baño y me miró de arriba abajo.—Suma la panza.Me ordenó. Yo hice lo que él me pidió y empezó a subir el cierre que estaba a un costado.—Apuesto a que subir el cierre de este vestido es mucho mejor que todas esas horas que pasas en el gimnasio.Me burlé de él, ya que estaba demasiado
Llegamos a una tienda de lujo. Al entrar, mis ojos se fueron a las hermosas prendas que estaban en exhibición. Caminé hacia una de color azul intenso; era una completa preciosidad.—¿Te gusta este? —me preguntó Luciano.Asentí con la cabeza. Él llamó a una dependienta. La chica, pulcramente vestida con su uniforme, llegó hasta nosotros. Ella me miró de pies a cabeza y después sus ojos se fueron a Luciano, que estaba vestido con una camisa de seda color azul rey. Ese color resaltaba aún más su atractivo; odiaba la idea de que Luciano fuera tan guapo.—Estoy a sus órdenes, señor Lombardo —dijo ella con una clara proposición para otras cosas.—Quiero este vestido en talla L —dije.La chica volvió a mirarme y después forzó una sonrisa.—No creo que tengamos uno en esa talla.Luciano dio un suspiro de frustración.—Yo creo que deben tener alguno. O muéstrame vestidos en esa talla.La chica asintió y se fue a buscar los vestidos.—Creo que le gustas a esa chica —comentó Luciano.Me miró y de
¡En esos momentos me sentía como un completo idiota a causa de esa mujer! ¿Cómo se le ocurrió insinuar algo tan horroroso como ser mi abuela?—Pensé que todo lo podías tener bajo control —me comentó mi hermano Mariano, acercándose a mí.Yo lo miré y lo fulminé con la mirada. Victoria se me estaba saliendo por completo de las manos y eso era muy irritante.—Ella solo está siendo cortés —dije, mirando a Victoria, que estaba sentada en la misma mesa que mi abuelo, sonriéndole de oreja a oreja, mientras mi abuela la miraba como si ella fuera la mujer más hermosa del lugar.—Si no haces algo pronto, la veremos por aquí —dijo Mariano.Respiré profundo y caminé a la mesa donde estaban los dos. ¡Jamás permitiría algo así! Eso sería una abominación.—¿Puedo hablar contigo un momento? —le pregunté a Victoria.Ella levantó la mirada y me sonrió.—Por supuesto.Ella se levantó y le dijo a mi abuelo coquetamente que pronto regresaría. Yo la agarré fuertemente del brazo y la llevé escaleras arriba;
Luciano me llevó a su empresa el día después de la reunión en la casa de su abuelo. Yo, al entrar, sonreí de oreja a oreja; siempre había querido trabajar aquí, ¡era como un sueño!—Me imagino que seré tu asistente personal aquí, ¿no? —le pregunté. Él me miró y negó con la cabeza.—Tú serás mi esposa. Solo te traje aquí porque mi abogado vendrá para ponernos de acuerdo en el contrato que firmaremos.Yo me senté en una de las sillas que estaban frente al escritorio y lo ignoré por completo.—Se supone que iba a trabajar contigo —le dije con rabia.—Sí, claro. Tú ya trabajas para mí.Lo miré y le mostré el dedo medio. Qué hombre tan imbécil.—Eres detestable.Él se acercó a mí y se sentó a mi lado. Puso su mano en mi muslo y apretó.—Pronto cambiarás de opinión.Yo le quité la mano de mi pierna y le di un golpe en la ingle. Él empezó a quejarse.—No me toques sin mi consentimiento.Él me fulminó con la mirada y se levantó de la silla.—Esto me lo vas a pagar, Victoria.Yo me encogí de ho
Cuando salí de la empresa de Luciano, fui directo al hospital. Tenía un poco abandonado a mi hermano. Cuando entré al hospital, una de las enfermeras me saludó y se acercó a mí.— Tu hermano ha preguntado mucho por ti el día de hoy.Me dijo ella con una enorme sonrisa. Yo le di las gracias por decirme eso y me fui a la habitación donde estaba mi hermano.— Yo ya estaba a punto de llamar a la policía, tienes dos días que no vienes. ¿Pasa algo?Yo negué con la cabeza y me acerqué más a él. Pronto mi hermano estará mucho mejor, y eso me reconfortaba muchísimo.— Me voy a casar.Le solté de inmediato, para qué iba a ocultarlo. Víctor me miró con los ojos muy abiertos y después empezó a reír. Yo lo fulminé con la mirada y él se detuvo de inmediato.— ¿Estás hablando en serio?Me preguntó. Yo asentí energéticamente con la cabeza.— Pero si no tienes novio. ¿Con quién te vas a casar?Yo le sonreí un poco. Él abrió la boca de par a par y empezó a negar con la cabeza.— ¡Estás loca! Se supone q
Al final, sí nos tocó almorzar con Mariano, y ahora entendía completamente a Luciano; él era un verdadero dolor en el trasero. Prefería mil veces aguantar la arrogancia de Luciano.— ¿Nunca te quedas callado?Le pregunté con curiosidad. Mariano me miró y sonrió ampliamente, dejándome entender que hablaba hasta por los codos.— Ese es mi mayor atractivo.Me contestó él con una sonrisa coqueta. ¡Cómo me caían mal los hombres como él! Se creían el centro del mundo. Mariano había dicho como mil veces lo guapo y exitoso que era, y eso a mí me importaba muy poco.— A medida que pasa el tiempo, te encariñas un poco con él.Me dijo Luciano mientras tomaba un sorbo de su bebida. Yo aparté la mirada para no reírme.— Eso, querido hermano, se llama envidia.Luciano ni lo determinó y siguió bebiendo de su vaso. Era tan obvio que Mariano era el hermano menor.— Entonces, ¿su matrimonio tiene fecha de caducidad? Porque seamos sinceros, no es como que ustedes se vean enamorados.Luciano pasó su mano