Esa tarde fui al cuarto de Luciano; él estaba sentado en la cama con solo unos pantalones. Me imagino que se iba a preparar para bañarse.— ¿Sabes lo que es tocar la puerta? — me preguntó con algo de mal genio. Yo no dije nada y solo caminé lentamente hacia él.— Entonces… ¿te dejaron por otro? — le pregunté con algo de burla. Él estiró el brazo y, de un tirón, me acostó en la cama. Después se puso sobre mí y me miró con algo de irritación.— ¿Tanto te importa eso? — me preguntó él. Yo sentí su mano subiendo por mi muslo, traté de apartarme, pero él, muy desgraciado, me tenía allí retenida con fuerza.— Apuesto a que tu sueño es estar con un hombre como yo —. Yo solté una carcajada. ¡De verdad que este hombre era muy ridículo!— No tengo sueños tan mediocres como esos — le respondí. Él siguió subiendo su mano hasta dejarla en ese lugar privado que muy pocos conocían.— ¿Sabes siquiera cuánto dinero tengo? — me preguntó mirándome a los ojos. Yo sabía quién era él; ayer me había pasado l
Luciano me levantó de la silla donde estaba sentada y me llevó a su habitación. Allí, él me mostró las prendas que había comprado para mí, pero era más que obvio que nada de eso me iba a quedar. ¿Acaso era idiota?—Este es muy lindo —me dijo él, mostrándome un vestido rojo corto. Yo miré el vestido y después a Luciano.—Eso no me quedará —le dije lentamente y con bastante calma.—No te lo has puesto.Yo respiré profundo y le arranqué el vestido de la mano.—¡Ok! Me lo probaré.Fui a su baño y empecé a quitarme la ropa que llevaba puesta. Después me puse el vestido que no me iba a cerrar ni aunque me pusiera una faja.—¡Lucifer!Grité para que él entrara y viera que ese vestido no me quedaba. Él entró al baño y me miró de arriba abajo.—Suma la panza.Me ordenó. Yo hice lo que él me pidió y empezó a subir el cierre que estaba a un costado.—Apuesto a que subir el cierre de este vestido es mucho mejor que todas esas horas que pasas en el gimnasio.Me burlé de él, ya que estaba demasiado
Llegamos a una tienda de lujo. Al entrar, mis ojos se fueron a las hermosas prendas que estaban en exhibición. Caminé hacia una de color azul intenso; era una completa preciosidad.—¿Te gusta este? —me preguntó Luciano.Asentí con la cabeza. Él llamó a una dependienta. La chica, pulcramente vestida con su uniforme, llegó hasta nosotros. Ella me miró de pies a cabeza y después sus ojos se fueron a Luciano, que estaba vestido con una camisa de seda color azul rey. Ese color resaltaba aún más su atractivo; odiaba la idea de que Luciano fuera tan guapo.—Estoy a sus órdenes, señor Lombardo —dijo ella con una clara proposición para otras cosas.—Quiero este vestido en talla L —dije.La chica volvió a mirarme y después forzó una sonrisa.—No creo que tengamos uno en esa talla.Luciano dio un suspiro de frustración.—Yo creo que deben tener alguno. O muéstrame vestidos en esa talla.La chica asintió y se fue a buscar los vestidos.—Creo que le gustas a esa chica —comentó Luciano.Me miró y de
¡En esos momentos me sentía como un completo idiota a causa de esa mujer! ¿Cómo se le ocurrió insinuar algo tan horroroso como ser mi abuela?—Pensé que todo lo podías tener bajo control —me comentó mi hermano Mariano, acercándose a mí.Yo lo miré y lo fulminé con la mirada. Victoria se me estaba saliendo por completo de las manos y eso era muy irritante.—Ella solo está siendo cortés —dije, mirando a Victoria, que estaba sentada en la misma mesa que mi abuelo, sonriéndole de oreja a oreja, mientras mi abuela la miraba como si ella fuera la mujer más hermosa del lugar.—Si no haces algo pronto, la veremos por aquí —dijo Mariano.Respiré profundo y caminé a la mesa donde estaban los dos. ¡Jamás permitiría algo así! Eso sería una abominación.—¿Puedo hablar contigo un momento? —le pregunté a Victoria.Ella levantó la mirada y me sonrió.—Por supuesto.Ella se levantó y le dijo a mi abuelo coquetamente que pronto regresaría. Yo la agarré fuertemente del brazo y la llevé escaleras arriba;
Luciano me llevó a su empresa el día después de la reunión en la casa de su abuelo. Yo, al entrar, sonreí de oreja a oreja; siempre había querido trabajar aquí, ¡era como un sueño!—Me imagino que seré tu asistente personal aquí, ¿no? —le pregunté. Él me miró y negó con la cabeza.—Tú serás mi esposa. Solo te traje aquí porque mi abogado vendrá para ponernos de acuerdo en el contrato que firmaremos.Yo me senté en una de las sillas que estaban frente al escritorio y lo ignoré por completo.—Se supone que iba a trabajar contigo —le dije con rabia.—Sí, claro. Tú ya trabajas para mí.Lo miré y le mostré el dedo medio. Qué hombre tan imbécil.—Eres detestable.Él se acercó a mí y se sentó a mi lado. Puso su mano en mi muslo y apretó.—Pronto cambiarás de opinión.Yo le quité la mano de mi pierna y le di un golpe en la ingle. Él empezó a quejarse.—No me toques sin mi consentimiento.Él me fulminó con la mirada y se levantó de la silla.—Esto me lo vas a pagar, Victoria.Yo me encogí de ho
Cuando salí de la empresa de Luciano, fui directo al hospital. Tenía un poco abandonado a mi hermano. Cuando entré al hospital, una de las enfermeras me saludó y se acercó a mí.— Tu hermano ha preguntado mucho por ti el día de hoy.Me dijo ella con una enorme sonrisa. Yo le di las gracias por decirme eso y me fui a la habitación donde estaba mi hermano.— Yo ya estaba a punto de llamar a la policía, tienes dos días que no vienes. ¿Pasa algo?Yo negué con la cabeza y me acerqué más a él. Pronto mi hermano estará mucho mejor, y eso me reconfortaba muchísimo.— Me voy a casar.Le solté de inmediato, para qué iba a ocultarlo. Víctor me miró con los ojos muy abiertos y después empezó a reír. Yo lo fulminé con la mirada y él se detuvo de inmediato.— ¿Estás hablando en serio?Me preguntó. Yo asentí energéticamente con la cabeza.— Pero si no tienes novio. ¿Con quién te vas a casar?Yo le sonreí un poco. Él abrió la boca de par a par y empezó a negar con la cabeza.— ¡Estás loca! Se supone q
Al final, sí nos tocó almorzar con Mariano, y ahora entendía completamente a Luciano; él era un verdadero dolor en el trasero. Prefería mil veces aguantar la arrogancia de Luciano.— ¿Nunca te quedas callado?Le pregunté con curiosidad. Mariano me miró y sonrió ampliamente, dejándome entender que hablaba hasta por los codos.— Ese es mi mayor atractivo.Me contestó él con una sonrisa coqueta. ¡Cómo me caían mal los hombres como él! Se creían el centro del mundo. Mariano había dicho como mil veces lo guapo y exitoso que era, y eso a mí me importaba muy poco.— A medida que pasa el tiempo, te encariñas un poco con él.Me dijo Luciano mientras tomaba un sorbo de su bebida. Yo aparté la mirada para no reírme.— Eso, querido hermano, se llama envidia.Luciano ni lo determinó y siguió bebiendo de su vaso. Era tan obvio que Mariano era el hermano menor.— Entonces, ¿su matrimonio tiene fecha de caducidad? Porque seamos sinceros, no es como que ustedes se vean enamorados.Luciano pasó su mano
Me levanté de la cama y me arreglé la ropa, no me iba a quedar allí. Salí de la habitación y bajé las escaleras. Luciano estaba subiendo y se quedó en el tercer escalón en cuanto me vio.—Tú y yo no hemos terminado, es más ni siquiera hemos empezado.Puse los ojos en blanco y seguí bajando.—Eso lo podemos solucionar otro día, ahora necesito ir al hospital, mi hermano debe estar preocupado.Luciano negó con la cabeza y me obstruyó el paso.—No pongas excusas tontas, mejor acepta que me tienes miedo.Este era mi oportunidad para empujarlo por las escaleras, él se lo merecía.—Yo no te tengo miedo, ahora deja de molestar.Luciano sonrió ampliamente y siguió subiendo las escaleras hasta quedar frente a mí.—Cuando menos lo pienses te empujaré por las escaleras y me quedaré con todo tu dinero.Él ladeó la cabeza y me miró fijamente.—Puedes hacerlo ahora, nadie nos está viendo.Puse mis manos en su pecho.—¿Estás seguro de que quieres morir?Él asintió, me agarró las manos y me atrajo a él