La noche cae sobre esta enorme y monstruosa ciudad, veo como el agua cae y veo también por el reflejo del vidrio como van sacando una a una mis maletas de esta habitación, la noche de anoche no fue lo que esperaba, luego de 3 años de no verla creí que lograría superar estos sentimientos que me mantenían atado y nublado. Pero solo pude comprobar, una vez más, que ella no se va, no sale de mi mente.
Y aquí estoy ahora, partiendo de otra ciudad, persiguiendo pistas, así como un cazador busca a su presa.
* * * LA NOCHE DE ANOCHE * * *
En la suite presidencial de este lujoso hotel en París, sostengo un vaso con whisky, mientras observo con severa lasciva a las dos mujeres que están frente a mi en la que se supone es mi cama, una rubia y una pelirroja. Juegan entre sí con sus cuerpos, con sus lenguas recorren el cuerpo de la otra y sus dedos están siendo usados para complacerse mutuamente.
La visión para cualquier mortal es seductora, provocadora, para algunos otros puede pasar por indecente y esta yo, que quiero jugar con ellas, sentarme en medio y volver a ser el hombre que era antes, pero no podía. Ni un centímetro de mi cuerpo se mueve.
—¡Tóquense! —ordeno.
Las mujeres que se encontraban disfrutando de sus cuerpos obedecieron, sus manos viajaron delicadamente a sus prominentes senos, luego a sus cinturas. Poco a poco cada una disfrutaba con más deseo de todo cuanto tocaban o donde introducían sus dedos. Besaban, lamían, mordían. Y yo solo podía observar, era la perdición y sin embargo mi cuerpo está rígido, no siento nada.
Los gemidos inundan la habitación y aunque soy completamente consciente de lo que allí sucede, parezco sordo. Me levanto de la silla que estaba ocupando y me acerco a las dos mujeres, las acaricio delicadamente por sobre sus cabezas, las separo con cuidado y me coloco en medio de ellas, me dejo besar, me dejo tocar, permito que esas delicadas manos recorran mi marcado y tatuado cuerpo.
Sin embargo mis ojos, están fijos en aquella fotografía que reposa en el escritorio en el que hasta hacía unos minutos trabajaba.
Esa fotografía de ella, tan frágil y tierna, esa fotografía que me robé de su casa, esa fotografía que llevo conmigo a cada lugar del mundo por el que transito.
Se que parezco un muerto, ni una sola fibra de mi ser se ha movido, nada parece excitarme y esto no es la primera vez que sucede. Mis ojos se fijaron en la rubia que movió su rostro y me beso, parpadeo varias veces en un fallido intento por creer que soñaba, sabía que la mujer que estaba viendo no era la que tenía en realidad al frente, pienso que es por la cantidad de alcohol ingerido, pero se que no he bebido tanto. Sin embargo pronuncio su nombre.
—Kikky —susurro mientras acaricio el rostro de la chica que había decidido besarme.
—Si así quieres llamarme, seré Kikky esta noche —la mujer susurro en mi oído y eso fue suficiente para sacarme de la ensoñación en la que me encontraba. Esas palabras me trajeron de golpe a mi realidad, esa que estaba viviendo por voluntad.
—¡LARGUENSE! —grito exasperado y tan fuerte que las mujeres corrieron asustadas—, el pago por sus servicios ya está cubierto.
Yo no podía resistirlo más, esa noche volví a comprobar que ya no era capaz de estar con otra mujer. Esa noche por fin acepté mi realidad, estaba enamorado, pero por segunda vez en mi vida y por obstinado, había perdido a una mujer que estuvo dispuesta a permanecer a mi lado, sin importarle los extremos a los que la transportaba, soporto dolor físico y emocional, soporto mi indiferencia y soporto mi grosería y arrogancia.
Se que soy un hombre frío, calculador, vicioso por los negocios y hacer dinero me apasiona, en el pasado tuve el placer de acostarme con la mujer que me daba la gana y a todas sin excepción alguna, les dejaba claras mis lascivas intenciones. Sin embargo, después de todos estos años, me doy cuenta que luego de cada encuentro continuaba igual, vacío, solo, sin nada más que el placer que obtenía con sus cuerpos.
"Sexo, hasta aburrirme"
Era la condición que colocaba a cada mujer, antes de involucrarme, por su puesto que muchas salieron lastimadas, pero no porque yo fuese un mal hombre, si no porque ellas no podían controlar sus emociones, no podían diferenciar entre un hombre que las tenían por el placer que sus cuerpos brindaban y un hombre que las quisiera conquistar de verdad. Para mala suerte de muchas, yo siempre fui del primer tipo. Siempre fui honesto con todas y por eso no sufría de remordimientos con ninguna, muy a pesar de las lágrimas que pudieran dejar derramadas sobre mi cama.
Algunas podían convertirse en placeres de una noche, otras en cambio eran el deleite que consumía poco a poco, hasta encontrar a una nueva pieza de arte con la cual divertirme.
Muchas lo intentaron, si había algo que yo admiraba en ellas, era se tenacidad para que yo cayera enamorada a sus pies, lo que era ridículo e innecesario. Pero era inevitable en algunos casos.
Hasta que llegó Kikky y cada encuentro hizo que todo cambiara en mi. Entonces fue inevitable caer a sus pies, aunque nunca se lo dije, aunque siempre le mostré lo contrario.
—¡Debemos regresar! —llamaba a mi guardaespaldas y mano derecha.
—Jefe son las dos de la mañana —sé que el pobre hombre está cansado, pero no me importa.
—Que alisten el jet en dos horas quiero salir de aquí —el hombre sabía que yo no estaba titubeando, no me iba con juegos, si daba una orden esta debía ser obedecida.
—Entendido señor, en dos horas partimos.
Estaba limpiando mi mano, había roto todo lo que se me había atravesado o estaba a mi paso, en un último ataque de rabia, cuando me mire al espejo me di cuenta de que estaba perdido, los años habían pasado desde que Kikky renunció.
Desde ese maldito día yo no había vuelto a ser el mismo, intenté buscarla, pero al principio, los primeros meses, casi el primer año el orgullo no me lo permitió y cuando mis sentimientos finalmente me doblegaron a hacerlo, Kikky parecía haber sido tragada por la tierra.
—Gilberto, comunícate con mis investigadores, los espero en mi despacho tan pronto como el avión aterrice.
—Señor, ellos…
—Para eso les pago, que retomen las investigaciones, Kikky tiene que aparecer.
* * * BERLÍN * * *
Y entonces, ahora estoy viajando a un nuevo lugar, tuve que aplazar el viaje a Londres, porque tengo que cerrar un nuevo negocio, con una empresa con la que trabajé hace un tiempo y parece que la única persona capacitada para resolver mis problemas es tan arrogante que no sale de su oficina. Espero que eso me ayude a distraer mi mente un poco.
Y espero que cuando la encuentre, pueda ver que mis imperfecciones poco a poco han cambiado, porque ella lo merece. Kikky lo merece todo.
—Señor Sánchez, mis vacaciones…—Mia, se que te había prometido las vacaciones y que has trabajado todo el año sin parar, pero es imposible cambiar la fecha de la reunión, el hombre viene desde Berlín. Sabes que es uno de nuestros más grandes clientes. —Si, lo sé —le digo mientras muerdo con fuerza el interior de mi boca, estoy demasiado molesta. —Hija, sólo será esa reunión, estarás libre a las 5 de la tarde, solo debes cambiar los tiquetes y te daré un día más por este inconveniente. Yo de verdad lo lamento pero…—Lo se, se que es necesario reunirnos con el representante de nuestro cliente, de lo contrario perderíamos una producción demasiado grande, son muchas habitaciones y es un hotel demasiado esperado. —Así es. Maldigo con mucha rabia, es como si Julián se estuviera interponiendo en mis planes una y otra vez, estaba a dos días de irme de viaje con mi pequeña Tamy y con Eric.Luego de 3 años de relación es hora de que conozca formalmente a Tamy, yo tengo la certeza de que es
La fortuna se ríe de mí, la buena suerte se está riendo en mi cara y burlándose de mí, se pone de pie justo al lado de Julián y me mira con soberbia. Casi me está retando a que le diga algo, a que la señale o a que le recrimine lo que me acaba de hacer.—¡Exijo una explicación ahora mismo!—Julián, hijo. Debes calmarte, es sólo una niña y fue un incidente que interrumpió tu reunión.—Kikky, habla. ¡Ahora! —Julián no se movió ni por un segundo, sus ojos estaban fijos en los míos y su voz, era esa voz que solía usar para someterme, estaba en su papel dominante y yo tenía miedo de caer. —¿Kikky? ¿Quién es Kikky, hijo? ¿Te sientes bien? —El señor Sánchez, se notaba muy preocupado por la actitud de Julián. —Julián, cálmate. Podemos hablar esto como adultos y…—¿Cómo adultos? —da dos pasos en mi dirección, su voz ha cambiado completamente y me empiezo a quebrar— ¿Quieres hablar como un adulto, Caroline? —¿Caroline? ¿Qué sucede aquí, Mía? —Les dijiste que te llamas Mia. Se te olvido deci
Las palabras de Julián, hicieron que mis ojos se cristalizarán enseguida. Me dolían, sus recuerdos que guardaba como el mejor secreto salieron allí a flote, enfrente de todos y la calma que había logrado con tanto esfuerzo durante años, se estaba esfumando y estaba siendo reemplazada por una tormenta fuerte y dolorosa.—¿Qué quieres? —pregunte con odio y labrándome del apoyo que Eric me estaba brindando.—La verdad —miro sobre mi hombro a Eric y luego a mi nuevamente—. Quiero la verdad, a solas.Su mandíbula estaba apretada con fuerza, el odio era palpable y estaba segura que si pudiera ya me abría puesto sobre la mesa con el trasero desnudo, lo hubiese palmeado tan duro hasta verlo rojo o al menos hasta escucharme gritar mi palabra de seguridad.Seguridad, esa que sentía cuando estaba entre sus brazos, pero que luego de salir de allí nunca más supe lo que aquello significaba. Aunque quisiera negarlo, ni en los brazos de Eric lograba aquella sensación.—De acuerdo, tienes todo el dere
Mis pasos parecen tan densos, el dolor en mi espalda regreso y nuevamente me doy cuenta que estoy cargando con ese peso que es las historia de mi vida con Julián.Antes de ir hasta la recepción, saco mi móvil y hago la llamada a la única persona en todo el mundo que me puede ayudar en un momento como este.—Josh, soy...—Creí que me habías olvidado por completo. Ahora solo es Eric esto, Eric aquello y Tamy tampoco llama a su tío Josh.—Nos encontró, esta aquí.El silencio en la línea era lo que no quería escuchar, tenía todo el terror del mundo si Josh no era capaz de articular palabra, porque eso solo significaba que mis días estaban contados.—Josh... por favor, no te quedes en silencio.—¡Mierda! —al fin dijo y un gruñido fue lo que siguió— ¿Eric te está apoyando?—Si, creo —no esperaba esa pregunta, pero sabía que aunque Eric estaba decepcionado, no me iba a dejar sola.—¿Crees? —estaba en su plan protector.—Eric está dolido, llegó de sorpresa a la empresa, grito a los cuatro vie
Pegue mis labios a su oído, mientras mi mano libre se aferraba a esa diminuta y hermosa cintura, intenté morderme la lengua y apretar los dientes para no decir nada, pero fue inevitable. Las palabras salieron de mis labios de una forma natural e instantánea. Era una orden.«De rodillas»Mi corazón estaba vibrando dentro de mi pecho, tenía el temor más grande que jamás había sentido. Podía simplemente no obedecer y mandar mi trasero a la mierda. Pero su cuerpo obedeció como obedecía en tiempos en los que yo era todo lo que ella veía y obedecía tan dulcemente que era perfecta. Y allí estaba obedeciendo de nuevo, siendo perfecta como siempre.Aunque no pude evitar por primera vez ponerme de rodillas con ella, no tenía idea de porque lo estaba haciendo pero necesitaba que sintiera mi amor y desesperación por haberla tenido lejos de mis manos por tanto tiempo mientras me veía llorar con los ojos cerrados y tenía que agradecerle porque de esa forma ella no podía ver que yo estaba llorando c
Mis piernas tiemblan, mis labios arden, mis manos acarician, mi pecho sube y baja, mis ojos están cerrados y mi mente está en blanco.Siento el peso del cuerpo de Julián sobre mi pecho, sobre mi cuerpo, sobre mi alma. Sobre mi vida.Quiero decir algo, necesito decir algo, pero se que tan pronto como alguno de los dos rompa el silencio este pequeño instante, este mágico y ensoñador instante se habrá acabado.Siento como uno de sus dedos hace pequeños remolinos alrededor de mis brazos, sube y baja. No me mira aunque mi rostro está a su alcance. Se remueve un poco sobre mi cuerpo y siento el frío de su cuerpo ausente, sin embargo sus labios dejan pequeños besos por mi estómago y luego por mis pechos, no se siente el deseo ni la pasión, son simples besos depositados allí. Vuelve a mi estómago, más besos, luego su frente se posa allí. Lo observo pero también detalló los músculos de sus hombros tensionados y parecen marcados con un cincel.—Entonces aquí estuvo nueve meses Tamy —afirmó, no
—Kikky, mirame.—Josh, no...Pero tomó entre sus manos mi rostro. Me miraba con tanta tristeza como dolor, no era necesario decirle nada porque él sabía todo lo que había pasado en esa habitación.—¿Cómo es que llegaste tan rapido?—Solamente, yo...—Es más, ¿qué haces aquí?—Vine porque... porque sabía que me necesitarías.—Josh, yo lo arruine.—No, solamente sigues enamorada de Julián y...—Quiero odiarlo, quiero no desearlo, quiero sacarlo de mi sistema, pero es imposible. Cuando llegue solo tuvo que susurrar un par de cosas y yo ya estaba de rodillas ante él. Tomo de mi lo que quiso y yo no lo detuve, no pude, no quise, no sé.—Lo amas.—¿Eso es el amor? Destrucción, dolor, soberbia, manipulación. No lo creo Josh.—Kikky, yo vine porque en realidad...Mi teléfono sonó de nuevo, era la 1 de la mañana y Erick estaba allí despierto, esperando por mi.—Hola.—¿Dónde estás? —estaba ebrio.—Estoy en... —mire a mi alrededor, en realidad no sabía donde estaba, era una cafetería en medio d
Mi mente aún daba vueltas, no había dormido en lo que quedaba de noche, solamente me senté en una silla y encendí varios cigarrillos a la par de los minutos que avanzaban. Había dejado de fumar varios años atrás, cuando note las alergias de Kikky, y es que aunque era una ternura verla con su nariz roja, sabía que no podría hacerle daño.«Vaya hipócrita que era yo»La ansiedad me estaba matando, el deseo me estaba consumiendo vivo y los sentimientos me estaban ahogando en un mar oscuro.Había tenido que usar todo mi autocontrol para no correrme en el instante mismo en el que la penetre.Durante la noche tuve todas las oportunidades para callar sus palabras y dejarla en blanco, callar sus dudas o pensamientos sobre nosotros, sobre mi. Pude decirle lo que siento, que la amo y que por ella, por esperarla y encontrarla llevaba 4 años sin tocar a una mujer, pude decirle que tenía el alma en pedazos porque era padre y no lo sabía, pero que además no sabía serlo y tenía terror de fallarle a e