Tal vez el problema siempre fui yo y nunca quise reconocerlo, tal vez no debí huir de esta manera y mucho menos dejar a mi hija sin un padre, uno que le podía brindar protección y amor.
Pero cuando cierro mis ojos y veo los fríos ojos de Julián mirarme, me doy cuenta de que nunca hubiese reconocido a Tamy como su hija, tal vez me hubiese pedido que abortara o que hiciera lo que hice, perderme de su vida, desaparecer y sólo convertirme en un fantasma que nada tiene que ver con su vida ahora.
Algunos días lo extraño, no puedo negarlo, mi corazón se siente tan dividido entre odiarlo o recordar cuando por algunos mínimos instantes me miraba con esos ojos que me confundían en sus sentimientos.
Por instantes creí que me amaba, al menos creía que me quería. La verdad es que hoy después de tanto tiempo, sé que era yo y mi estúpida cabeza la que quería creer aquello, pero ese hombre no tiene corazón, ese hombre no sabe lo que es el amor, no sabe querer, no sabe que las personas tienen sentimientos y va por la vida lastimando e hiriendo a todos.
Es como fuego que pasa por el valle y lo deja en cenizas, toma lo mejor de lo que le ofrecen y se va.
Desde que nuestros labios chocaron por primera vez, Julián me lo advirtió, me dijo y me pidió que no me confundiera, que las cosas eran simplemente físicas.
Pero se preocupó tanto por mí, me cuido de maneras en las que nadie nunca se había preocupado. Que para mi fue imposible dejarlo ir y no ver que él era diferente.
Todo lo que al final siempre quise, era que supiera que yo era de él, pero él nunca fue mío y tampoco nunca le interesó tenerme.
Mi simpatía fue insuficiente y mi amor mucho menos que importante.
Al final solo importaban unas piernas nuevas y un juguete con el cuál jugar. Porque así es Julián un hombre al que sólo le interesan las personas por lo que tienen que ofrecerle y yo me di cuenta que ya no era interesante para él.
Verlo sobre ese escritorio con una mujer a sus pies, arrodillada y sumisa, como es de su preferencia, me partió el corazón. Me di cuenta que ante él yo estaba hecha de cristal y nada más.
Porque cada en cada centímetro de mi cuerpo sentí como se quebraban mis ganas de vivir y seguir adelante, simplemente me volví tan pequeña que casi me hice invisible. O al menos me di cuenta de que me volví completamente invisible para él.
Y en ese punto de mi vida, no me interesaba ser vista por nadie más que él y sus brillantes ojos.
Me dejé seducir y me deje llevar a extremos que no conocía de mi, pervertí mi cuerpo por placer, por el placer de verlo feliz, porque no lograba comprender que yo no lo hacía por mi, aunque amaba cada cosa a la que jugábamos y la manera en la que me enseño que si yo quería no tendría límites.
—Señorita…
—Ya te dije que no me digas Señorita, lo odio.
—Disculpa, Kikky —mi asistente Esther me saca de mis tórridos pensamientos—. El señor Sánchez te busca. Quiere que vayas a una reunión de emergencia, parece que están teniendo un problema con las nuevas entregas.
—Claro, enseguida subo.
Me hice gerente de producto cuando tuve a mi hija, mi hoja de vida siempre ha sido impecable y trabajar junto a Julián, me abrió muchas puertas, aunque aquí nadie conoce mi nombre real, porque tengo dos y decidí usar el segundo para que él no me pueda rastrear. Lo que es en realidad una ilusión muy irrisoria, porque se que yo sería la última persona del mundo de la que él quisiera saber. Al menos después de lo que pasó ese último día.
—Señora Sánchez, que placer verlo.
—Mi linda Mia, siempre es un placer verte. ¿Cómo está todo?
—Muy bien, estamos desarrollando y entregando sobre la marcha todo lo que nos han pedido.
—Y no tengo dudas, pero tenemos un problema, es un cliente nuevo, muy exigente por cierto.
—¿De quién se trata?
—Es un complejo hotelero, nuestra diseñadora fue la elegida para crear toda una línea de toallas exclusivas para ellos, pero la chica…
—¿De qué complejo hotelero estamos hablando?
—¿Conoces el apellido Bustamante?
Sentí que mi vida se iba al caño, había trabajado tan duro durante este año en esta empresa que irme no sería una opción, tendría que solucionar sin necesidad de verme la cara con nadie de esa empresa, porque tenía la certeza de que sería descubierta enseguida.
—¿Estás bien hija? Estás demasiado pálida —mis manos estaban hechas puños sobre mi regazo y me di cuenta de que estaban blancas, me di cuenta de que mis ojos se estaban empezando a cristalizar y tuve que reaccionar, por fuerza.
—Lo siento, es que hoy no desayuné. ¿Cuál es el problema? —Intenté recomponerme lo mejor que pude.
—La diseñadora encargada del proyecto, se fue, hace dos horas.
—Podemos contratar otra.
—No.
—¿Por qué?
—Porque el señor…
—No quiero saber su nombre, con que me diga cuál es su requerimiento, lo solucionaré.
—Está exigiendo que sea ella o el proyecto no se hace.
—¿Por qué se fue la diseñadora?
—No quiere trabajar con él.
Mi cabeza estaba trabajando a mil por hora, para encontrar una solución, pero al mismo tiempo me estaba preguntando que tanto había hecho Julián en esa mujer para que ella renunciara a un trabajo donde era la persona más importante dentro de una empresa que vale millones de dólares y con una trayectoria de cientos de años.
—¿Ella no quiere trabajar con él y él no firmará el contrato sin ella?
—Si, ese es el problema.
—Entonces, no les diremos que no a los dos.
—¿Qué?
—Si, no trabajaremos con ninguno. No les daremos la importancia que se creen merecer, esta es una empresa seria señor Sanchéz y no tenemos tiempo que perder, clientes tenemos cientos haciendo fila por nuestros productos y diseñadores tenemos miles esperando por una oportunidad. Si ese conglomerado nos busco es porque sabe que ofrecemos los mejores productos y aunque Anne es la mejor en lo que hace, no le podemos rogar, la empresa no puede depender de nadie.
—Mia, eres fantástica, gracias. Serás tú, quién negocie con ellos.
—¿Qué? ¡NO! —mi grito sobresaltó al señor Sánchez— Disculpe, pero es imposible, sólo soy Gerente de producto y…
—Y fue por eso que te llame.
—No puedo, tengo demasiado trabajo, pero estoy segura de que su gerente financiero se puede hacer cargo.
No le di espacio para hablar, porque sabía que me convencería de esa locura, no podía tener contacto con ese conglomerado, no me iba a dejar descubrir, no después de tantos años, aunque sabía que él no me estaba buscando ni me estaba esperando no iba a volver a herir a mi corazón.
Arrastre mis pies y tropecé contra el hombre más deseado por todas en la oficina, Eric Shawns, un hombre alto, corpulento y amable con todos, tiene una sonrisa que te embelesa y te lleva al mismo cielo con solo regalártela.
—Es la única manera para poder verte, Mia.
—¿Qué? Disculpa no fue mi intención.
—Pero si fue mi intención.
Me quedo callada mirando mientras lo veo irse sonriente.
Intentó saltar todos los obstáculos que la vida me pone, y digo saltarlos porque no quiero enfrentarme a nada en este momento, no quiero tener problemas, pero por alguna extraña y desquiciada razón la vida parece enfrentarme cada día con más fuerza a lo que yo con tanto esfuerzo trato de negar. —Sólo quiero que me des una oportunidad, Mía —dice Eric, mientras bajamos por el ascensor. —No, ya te dije que…—Que tienes una hija, hermosa por cierto, a la que no quieres presentarle un hombre que no es estable en tu vida. Mía el discurso me lo has dado tantas veces que ya me lo se de memoria —Lo escucho suspirar cansado—, pero Mía, no te estoy pidiendo que me presentes a tu pequeña ahora mismo. Te pido una cena, unas copas, lo que quieras, solo seremos tu y yo y haremos lo que tu quieras.—¿Por qué? —¿Por qué no? —quiso sonar divertido, pero mi expresión seria hizo que se incomodara—. Porque me gustas Mía, eres inteligente, correcta, hermosa y tus ojos son tan tiernos. —Eric, es que no
La noche cae sobre esta enorme y monstruosa ciudad, veo como el agua cae y veo también por el reflejo del vidrio como van sacando una a una mis maletas de esta habitación, la noche de anoche no fue lo que esperaba, luego de 3 años de no verla creí que lograría superar estos sentimientos que me mantenían atado y nublado. Pero solo pude comprobar, una vez más, que ella no se va, no sale de mi mente. Y aquí estoy ahora, partiendo de otra ciudad, persiguiendo pistas, así como un cazador busca a su presa. * * * LA NOCHE DE ANOCHE * * * En la suite presidencial de este lujoso hotel en París, sostengo un vaso con whisky, mientras observo con severa lasciva a las dos mujeres que están frente a mi en la que se supone es mi cama, una rubia y una pelirroja. Juegan entre sí con sus cuerpos, con sus lenguas recorren el cuerpo de la otra y sus dedos están siendo usados para complacerse mutuamente.La visión para cualquier mortal es seductora, provocadora, para algunos otros puede pasar por inde
—Señor Sánchez, mis vacaciones…—Mia, se que te había prometido las vacaciones y que has trabajado todo el año sin parar, pero es imposible cambiar la fecha de la reunión, el hombre viene desde Berlín. Sabes que es uno de nuestros más grandes clientes. —Si, lo sé —le digo mientras muerdo con fuerza el interior de mi boca, estoy demasiado molesta. —Hija, sólo será esa reunión, estarás libre a las 5 de la tarde, solo debes cambiar los tiquetes y te daré un día más por este inconveniente. Yo de verdad lo lamento pero…—Lo se, se que es necesario reunirnos con el representante de nuestro cliente, de lo contrario perderíamos una producción demasiado grande, son muchas habitaciones y es un hotel demasiado esperado. —Así es. Maldigo con mucha rabia, es como si Julián se estuviera interponiendo en mis planes una y otra vez, estaba a dos días de irme de viaje con mi pequeña Tamy y con Eric.Luego de 3 años de relación es hora de que conozca formalmente a Tamy, yo tengo la certeza de que es
La fortuna se ríe de mí, la buena suerte se está riendo en mi cara y burlándose de mí, se pone de pie justo al lado de Julián y me mira con soberbia. Casi me está retando a que le diga algo, a que la señale o a que le recrimine lo que me acaba de hacer.—¡Exijo una explicación ahora mismo!—Julián, hijo. Debes calmarte, es sólo una niña y fue un incidente que interrumpió tu reunión.—Kikky, habla. ¡Ahora! —Julián no se movió ni por un segundo, sus ojos estaban fijos en los míos y su voz, era esa voz que solía usar para someterme, estaba en su papel dominante y yo tenía miedo de caer. —¿Kikky? ¿Quién es Kikky, hijo? ¿Te sientes bien? —El señor Sánchez, se notaba muy preocupado por la actitud de Julián. —Julián, cálmate. Podemos hablar esto como adultos y…—¿Cómo adultos? —da dos pasos en mi dirección, su voz ha cambiado completamente y me empiezo a quebrar— ¿Quieres hablar como un adulto, Caroline? —¿Caroline? ¿Qué sucede aquí, Mía? —Les dijiste que te llamas Mia. Se te olvido deci
Las palabras de Julián, hicieron que mis ojos se cristalizarán enseguida. Me dolían, sus recuerdos que guardaba como el mejor secreto salieron allí a flote, enfrente de todos y la calma que había logrado con tanto esfuerzo durante años, se estaba esfumando y estaba siendo reemplazada por una tormenta fuerte y dolorosa.—¿Qué quieres? —pregunte con odio y labrándome del apoyo que Eric me estaba brindando.—La verdad —miro sobre mi hombro a Eric y luego a mi nuevamente—. Quiero la verdad, a solas.Su mandíbula estaba apretada con fuerza, el odio era palpable y estaba segura que si pudiera ya me abría puesto sobre la mesa con el trasero desnudo, lo hubiese palmeado tan duro hasta verlo rojo o al menos hasta escucharme gritar mi palabra de seguridad.Seguridad, esa que sentía cuando estaba entre sus brazos, pero que luego de salir de allí nunca más supe lo que aquello significaba. Aunque quisiera negarlo, ni en los brazos de Eric lograba aquella sensación.—De acuerdo, tienes todo el dere
Mis pasos parecen tan densos, el dolor en mi espalda regreso y nuevamente me doy cuenta que estoy cargando con ese peso que es las historia de mi vida con Julián.Antes de ir hasta la recepción, saco mi móvil y hago la llamada a la única persona en todo el mundo que me puede ayudar en un momento como este.—Josh, soy...—Creí que me habías olvidado por completo. Ahora solo es Eric esto, Eric aquello y Tamy tampoco llama a su tío Josh.—Nos encontró, esta aquí.El silencio en la línea era lo que no quería escuchar, tenía todo el terror del mundo si Josh no era capaz de articular palabra, porque eso solo significaba que mis días estaban contados.—Josh... por favor, no te quedes en silencio.—¡Mierda! —al fin dijo y un gruñido fue lo que siguió— ¿Eric te está apoyando?—Si, creo —no esperaba esa pregunta, pero sabía que aunque Eric estaba decepcionado, no me iba a dejar sola.—¿Crees? —estaba en su plan protector.—Eric está dolido, llegó de sorpresa a la empresa, grito a los cuatro vie
Pegue mis labios a su oído, mientras mi mano libre se aferraba a esa diminuta y hermosa cintura, intenté morderme la lengua y apretar los dientes para no decir nada, pero fue inevitable. Las palabras salieron de mis labios de una forma natural e instantánea. Era una orden.«De rodillas»Mi corazón estaba vibrando dentro de mi pecho, tenía el temor más grande que jamás había sentido. Podía simplemente no obedecer y mandar mi trasero a la mierda. Pero su cuerpo obedeció como obedecía en tiempos en los que yo era todo lo que ella veía y obedecía tan dulcemente que era perfecta. Y allí estaba obedeciendo de nuevo, siendo perfecta como siempre.Aunque no pude evitar por primera vez ponerme de rodillas con ella, no tenía idea de porque lo estaba haciendo pero necesitaba que sintiera mi amor y desesperación por haberla tenido lejos de mis manos por tanto tiempo mientras me veía llorar con los ojos cerrados y tenía que agradecerle porque de esa forma ella no podía ver que yo estaba llorando c
Mis piernas tiemblan, mis labios arden, mis manos acarician, mi pecho sube y baja, mis ojos están cerrados y mi mente está en blanco.Siento el peso del cuerpo de Julián sobre mi pecho, sobre mi cuerpo, sobre mi alma. Sobre mi vida.Quiero decir algo, necesito decir algo, pero se que tan pronto como alguno de los dos rompa el silencio este pequeño instante, este mágico y ensoñador instante se habrá acabado.Siento como uno de sus dedos hace pequeños remolinos alrededor de mis brazos, sube y baja. No me mira aunque mi rostro está a su alcance. Se remueve un poco sobre mi cuerpo y siento el frío de su cuerpo ausente, sin embargo sus labios dejan pequeños besos por mi estómago y luego por mis pechos, no se siente el deseo ni la pasión, son simples besos depositados allí. Vuelve a mi estómago, más besos, luego su frente se posa allí. Lo observo pero también detalló los músculos de sus hombros tensionados y parecen marcados con un cincel.—Entonces aquí estuvo nueve meses Tamy —afirmó, no