LA TRAMPA PERFECTA. CAPÍTULO 15. Una masacreQue su esposa amada lo hubiera pateado en las pelotas no era lo peor del mundo, en el fondo sabía que había estado tentando al destino con todo lo que la había provocado. La mecha de aquella mujer era excesivamente corta, y verla estallar como un barril de dinamita le había puesto el puto ego por el cielo en un segundo, porque eso significaba que ella lo estaba celando y en serio.Lo que no sabía era por qué su inconsciente lo estaba traicionando así, pero eso estaba a punto de descubrirlo, porque apenas Michelle le hizo aquella advertencia y se dio la vuelta para marcharse, Sebastian presintió que no lo haría sola. La vio dejar la fiesta por uno de los corredores laterales y gruñó entre dientes cuando el señor magnate la siguió.Respiró hondo y se enderezó, encajando aquella punzada de dolor que lo atravesaba, pero antes de que pudiera dar el primer paso en la misma dirección, sintió un par de manos sobre sus brazos, que si era honesto ten
LA TRAMPA PERFECTA. CAPÍTULO 16. Una cama disponibleEl rostro de Tadeo Reyes estaba desencajado, y cualquiera que hubiera creído que la mujer frente a él lo estaba disfrutando, la verdad era que no era así. Michelle no mentía al decir que lo había sacado de sus pensamientos hacía años, y que lo que hacía o no, no tenía nada que ver con él, porque ni ganas de vengarse le quedaban.Sin embargo eso era lo último que se le podía decir al narcisista niño rico.—¿Felizmente? —replicó con sorna—. ¿Creíste que no escuché lo que le dijiste hacía un rato, que lo tiene del tamaño de un Tic Tac? ¿Qué tanto te puede satisfacer o hacer feliz eso?Michelle se cruzó de brazos mientras lo miraba de arriba abajo con expresión sarcástica.—Tadeo, lo que yo diga o no para molestar a mi esposo no es asunto tuyo, pero si tienes curiosidad por lo que mi marido tiene entre las piernas… lo siento, pero creo que no es gay —sonrió con descaro.—¿Qué carajo estás diciend…?—¡Pero yo me presto para exhibición! —
LA TRAMPA PERFECTA. CAPÍTULO 17. Un caballeroEra jodidamente linda cuando sonreía, Sebastian no podía negar eso, y el problema real ahí era que ella sonreía todo el tiempo.Algo se le revolvió dentro cuando atravesaron la puerta del cuarto y ella pareció por fin percatarse de dónde estaba.—Espera… ¿qué hago aquí? —murmuró arrugando el ceño y Sebastian suspiró empujándola a la cama.—Dormir, eso vas a hacer —le respondió, pero ella se detuvo en seco, haciendo que el pecho del hombre chocara contra su espalda y aunque algo le decía que no debía, Sebastian no tuvo más remedio que quedarse ahí, inquieto, nervioso, mientras sentía la curva de su trasero contra su bragueta.—Espera, espera… no —suspiró Michelle negando con la cabeza.—¿Cómo que no? —reclamó él.—No, tú tienes que dormir, mañana te levantas temprano a trabajar…—Mañana no se trabaja, Michelle…—¡Ash, mentiroso! Los animales igual comen y tú igual eres un obseso del trabajo, irás de todas formas… No puedo dejar que duermas
LA TRAMPA PERFECTA. CAPÍTULO 18. Un lugar conocido Y aquí es donde nos vamos a poner realmente serios, en primer lugar porque ya me acusaron de que esto parece novela coreana donde no se dan ni un beso. ¡Sacrilegio!... pero es cierto. ¡Banda de calenturientas!... Y en segundo lugar porque entre el colchón y el cuerpo de Sebastian solo quedaba ella, con tan condenado poco espacio que no quedaba ni un solo pedacito para la risa. La expresión de aquel hombre sobre ella hacía que a Michelle se le aflojara hasta el elástico de los calzones, y él era capaz de verle el hambre en toda la cara. —¡Maldición! Eres el lobo feroz —lo acusó Michelle cuando sintió sus manos recorriendo sus muslos como una anunciación, bajándole los pantaloncillos cortos con bragas incluidas. —Y seguro tú no quieres que te coma —replicó con sorna y la vio morderse el labio inferior mientras le abría las piernas con el movimiento más sensual que existía. No podía decir que estaba ni remotamente curado del todo, pe
LA TRAMPA PERFECTA. CAPÍTULO 19. ¿Qué va a pasar ahora?—No te levantes —susurró en su oído y Michelle sintió que se le erizaba hasta el último cabello.Abrió los ojos con un ronroneo y se quedó mirando a la línea dura del pecho de Sebastian, donde tenía apoyada la cabeza.—¡Dios, príncipe, no me malentiendas, estás más bueno que el pan, pero estos pectorales no son para dormir contra ellos, me va a da tortícolis! —rio ella suavemente.—No hay problema —sonrió Sebastian dándole la vuelta y abrazándose a su espalda—. Si es por eso, puedes dormir contra otra cosa.Michelle cerró los ojos y apretó los labios a ver si no se le notaba tan descaradamente la excitación, pero el miembro de aquella bestia restregándose contra su trasero en pleno amanecer no daba nada de risa.—Dime por Dios que esa es “la involuntaria matutina” —lo increpó y solo le escuchó un gruñido de satisfacción mientras se apretaba aun más contra ella.—No creo que yo haya hecho nada como esto de forma involuntaria algun
LA TRAMPA PERFECTA. CAPÍTULO 20. Una propuesta peligrosaMichelle se sopló el mechón de la frente, apoyando los codos en el asiento del sofá mientras a su lado Sebastian se ponía más rojo que una cereza. Ninguno de los dos había esperado que alguien se acercara a la cabaña en los días de descanso, menos habían esperado que ese alguien fueran las dos señoras más alborotadas de la hacienda, o sea la abuela y Merci.Y lo que definitivamente ninguno de los dos había imaginado era que escucharan aquel concierto de gritos con deseos que habían armado justo unos segundos que golpearon la puerta.—¡Ya voy! —gritó Michelle envolviéndose en una manta, pero antes de que pudiera dirigirse a la puerta Sebastián la empujó hacia la habitación y le señaló la ropa, porque de ninguna manera iba a permitir que recibiera a la abuela en aquellas fachas.—¡Vístete, vamos! —la apremió y ella se puso aquella ropa muerta de risa.—¡Príncipe, por favor, ya nos escucharon! Créeme que no va a haber mayor vergüen
LA TRAMPA PERFECTA. CAPÍTULO 21. Un defecto de fabricación.Con personas como la abuela Constance no había mucho que discutir. Ella parecía haber tomado su decisión y para acabar de rematar el señor Fischer parecía más que contento de poder retirarse por fin. Así que cuando llegó el lunes y Sebastián se presentó a trabajar, lo que se encontró fue aquel nombramiento implícito esperándolo y al señor Fisher saturándolo con toda la información que según él debía hacerle saber antes de marcharse.La conclusión fue que en los tres días que siguieron Sebastián estuvo ahogado en documentos, informes, estados de cuenta, y una gran parte de las finanzas de la hacienda. Y no sabía cómo demonios lo entendía, ¡pero lo entendía!—Esto se te da muy bien, muchacho. No sé por qué estabas nervioso, honestamente — le sonrió el señor Fischer con amabilidad—. Se nota que has hecho esto mucho tiempo y que lo has hecho bien, así que estoy completamente seguro de que darás la talla.—¿Y usted está seguro de
Sebastián bufó como si fuera un semental mal atendido y solo un segundo después soltaba el teléfono para ir hasta aquella caballeriza donde Michelle se peleaba con Emperatriz.—¡Si es que las dos son iguales! ¡No sé ni para qué lo intentas!—¿¡Estás diciendo que me parezco a la yegua!? —siseó ella furiosa.—¡Jamás diría algo como eso! ¡El pobre animalito no se merece una ofensa semejante! —espetó Sebastián y solo unos segundos después esquivaba aquella rodilla como todo un experto.Alcanzó uno de los antebrazos de Michelle y le dio la vuelta, sujetándola con fuerza mientras pegaba su espalda a su pecho y la inclinaba contra uno de los postes de la caballeriza.—¡No, no, no, lobita feroz! ¡Esa maniobra ya me la aprendí! —gruñó en su oído pero definitivamente había demasiadas maniobras de Michelle de las que él no estaba ni enterado. Aquella manera de forcejear solo hacía que el trasero de la muchacha se restregara descaradamente contra su entrepierna, y Sebastián era un hombre lo basta