LA TRAMPA PERFETA. CAPÍTULO 23. Un par de rastreadoresTres semanas. Tres semanas era lo que había pasado aquella familia en la más absoluta desesperación.Sebastián debía llegar a su boda, solo había hecho un fastidioso desvío para pasar por la casa la familia de su futura esposa a recoger no sabían qué recuerdo o regalo de su infancia, porque quería hacer aquello lo más romántico posible.—¡Esa era una burda… estupidez! —espetó Asher, su gemelo, caminando de un lado a otro sin poder evitarlo—. Yo sé que nadie quiero oírlo, pero la verdad es que Sebastián es el puto tipo menos romántico de toda la puñetera Tierra. ¿¡Qué carajos tenía que hacer recogiendo nada?!—Pues yo tampoco lo entiendo —gruñó Nate, su hermano mayor, con impotencia—. Además está visto y comprobado que Ivanna es más prosaica que un billete de cien dólares. Por alguna razón ella y Sebastián se entendieron tan bien, y es porque los dos son un par de leños sin un ápice de romanticismo!—¡Bueno, pues yo tengo a una llo
LA TRAMPA PERFECTA. CAPÍTULO 24. Un experto y una pistaRanger miró alrededor. Realmente era un sitio muy extraño como para estar aparcado durante tanto tiempo en medio de la noche.—¿Estás seguro? —le preguntó a Max.—De la peor manera posible —respondió su amigo—. Así que ya sabes cómo funciona esto. Tú por allá y yo por acá, vamos a empezar a buscar.Y por suerte la precisión del GPS era excelente, y ellos dos habían tenido que rastrear tantas veces en el ejército que ya no había nada que pasaran por alto o que escapara a sus ojos. Así que no habían pasado ni siquiera veinte minutos cuando Ranger se detuvo junto a una mancha de sangre a unos quince metros de la carretera principal.—¡Max! —llamó apresurado y su amigo llegó corriendo para ver la mancha de sangre seca entre las piedras y la tierra.—Esto es viejo, muy viejo. Así que bien podría ser suya.—Si esto es de Sebastián entonces significa que lo atacaron —gruñó Ranger con impotencia.—Por ahora mira la parte buena: no hay su
LA TRAMPA PERFECTA. CAPÍTULO 25. Una sospecha peligrosaKáiser había sido entrenado para muchas cosas, y una de ellas era saber reconocer cuándo un soldado estaba en pánico, lo cual no era muy diferente de lo que le estaba pasando al pobre Rufus Vanderwood después de saber que su hijo había pasado por aquel hospital, con un traumatismo craneal y unas cuantas costillas rotas.Así que mientras Ranger lo sentaba en un sofá de aquel hotel a donde lo había mandado a buscar, Kaiser se subió a su lado y apoyó la cabeza en el regazo del anciano, haciendo de catalizador y de agente de paz.—Pero… ¿cómo es posible, Ranger? ¡No entiendo cómo pasó todo esto! ¿Y están seguros de que es Sebastian? —preguntó Rufus desesperado mirándolo a él y a Max indistintamente.—Hackeé las cámaras que están en la recepción del hospital el mismo día que le dieron el alta —le contó Max—. Llevaba la cabeza vendada pero sí, las imágenes coinciden con él.—Y si eso no fuera suficiente, Kaiser lo confirma —le dijo Ran
LA TRAMPA PERFECTA. CAPÍTULO 26. Un secuestro alienígenaEn efecto, no había quien le dijera al señor Rufus que no tenía motivos para entrar en esa hacienda, porque era perfectamente capaz de inventarse con la mayor soltura que quería comprar o vender algunos animales especiales, y sabía que su nombre iría por delante, abriéndole el camino.Cuando llegaron al helipuerto más cercano a Piney River, ya tenían una camioneta esperando por ellos, pero definitivamente si Rufus creía que necesitaba inventarse una excusa, fue del todo innecesaria cuando se unieron a la fila de autos que esperaban para acceder a la propiedad.—Dame un segundo, dame un segundo que estoy en rango —les pidió Max tecleando a toda velocidad en su portátil para hackear las computadoras de la casa principal—. Sip, parece que es una reunión de compradores y coleccionistas. Toda esta gente viene a ver los ejemplares que tiene la señora Constance y a hacer negocios.—¡Perfecto! ¡Entonces seremos solo otros compradores i
LA TRAMPA PERFECTA. CAPÍTULO 27. Un pobre esclavoRanger lo vio aparecer desde el otro lado de las caballerizas y procuró camuflarse mientras sacaba su celular y le hablaba a Max.—Lo tengo —siseó—. Búscame en las caballerizas.Obviamente solo eso hizo falta para que Max se apresurara a llegar junto a él y los dos observaran a Sebastian mientras cargaba algunas pacas de heno para moverla de lugar.Ranger suspiró con impotencia, porque no era como que no hubiera visto a Sebastian haciendo eso muchas veces, pero no había un solo escenario que le pasara por la cabeza que fuera placentero.—¡Pues para esto debió ayudarlo la muchachita! ¡Para tener un esclavo más en la hacienda! —rezongó con dramatismo—. ¡Probablemente lo tengan trabajando por techo y comida como un… como un…!—¿Esclavo? —lo ayudó Max levantando una ceja porque sabía que a Ranger solo se le salía aquel grado de impotencia cuando creía que estaban lastimando a la gente que quería.—¡Eso mismo! ¡Ya se ve que le pagó el hospi
LA TRAMPA PERFECTA. CAPÍTULO 28. Un enfrentamiento familiarLa verdad era que no se sabía quién estaba más mudo, más tenso o más nervioso. Perder el aliento era una cosa, pero Michelle sintió como si se hubiera tragado su propia lengua en el mismo momento en que oyó al invitado de su abuela decir aquellas palabras.Se giró como un resorte y con más cara de espantada de la protagonista de una película de vampiros; (ya saben, las primeras, las que sí se hacían para asustar).—¿Cómo di—dijo…? —balbuceó sorprendida—. Sebastian es su… su hij… ¡Ay, Jesús!—¡No, Jesús no, Sebastian Vanderwood! —replicó Rufus con el ceño fruncido y una expresión que se veía muy muy molesta—. ¡¿O creíste que había nacido de una florecita de esas de las que te regala?!La boca de Michelle formó la O más ofendida del universo y el miedo se le fue del cuerpo en ese mismo segundo.—¡Oiga con todo respeto, pero con las flores que me regala mi príncipe no se meta, que bastante me ha costado educarlo! —replicó levant
LA TRAMPA PERFECTA. CAPÍTULO 29. ¡Me lo quedo!Michelle sentía un nudo en el estómago difícil de describir, incluso para ella que tenía un lenguaje tan… pintoresco. Sabía lo que aquello significaba, que le dirían la verdad a Sebastian y se lo llevarían, que él la acusaría de no decirle la verdad y que todas esas semanas se convertirían en… ni siquiera lo sabía.—Mi desorden mental es la rebeldía, señor Vanderwood —suspiró finalmente acariciándose los muslos con un gesto repetitivo y nervioso—. Venía escapándome de una boda cuando encontré al príncipe. Mi padre quería casarme con un viejo con el que pretende hacer negocios, así que me escapé y vine a pedir la protección de mi abuela… pero cuando supe que Sebastian no se acordaba de nadie pensé… pensé que si llegaba casada, ella me defendería más, y así mi padre no podría obligarme a que me casara con el adefesio, viejo verde, panzón cervecero, asalta cunas…Rufus apretó los labios porque sabía que estaba mal reírse, pero de verdad que
LA TRAMPA PERFECTA. CAPÍTULO 30. Un buen esposoSebastian no podía negarlo, aquello no tenía nada de “trabajo” par él; le encantaba estar en la hacienda, andar entre los peones y los animales y disfrutar de una vida tranquila. No tenía idea de cómo había sido su vida antes, pero estaba seguro de que debía haber sido más o menos parecida porque no se imaginaba siendo feliz de ninguna otra manera.Estaba terminando de despedir a uno de los últimos invitados cuando vio que aquel hombre mayor se acercaba a él y se le hizo extrañamente familiar. Por un segundo su corazón se aceleró, como si le recordara algo aunque no fuera un hecho, sino una sensación, que se hizo más fuerte cuando Rufus abrió los brazos.—¡Sebastian! ¡Qué bueno verte de nuevo, muchacho!Por un momento se quedó paralizado y Rufus se acercó a darle un abrazo.—Lo… lo siento, señor…—Vanderwood —lo ayudó Rufus y se quedó observándolo a ver si notaba alguna reacción en él, pero de momento era evidente que Sebastian de veras