PEQUEÑA REBELDE. EPÍLOGOCualquier persona en su sano juicio que conociera un poco las historias de los Vanderwood, podía maginar que no sería fácil en absoluto para una persona tan poco emocional como Gabriella, congeniar con gente tan efusiva como los Vanderwood. Pero quizás porque Ranger tenía razón y ella necesitaba más convivencia familiar, o quizás porque aquel caballo que el señor Rufus le había regalado era tan temperamental como ella, o quizás porque la diversidad de locuras era suficiente en aquel lugar... Pero lo cierto fue que dos meses después Gabriella eligió una de las universidades de Texas para estudiar Derecho, y medio año después se gritaba con los niños de la casa como si fuera otro de ellos porque ella tampoco quería estudiar, ¡pero todos tenían que hacerlo!Finalmente el señor Rufus insistió hasta el infinito en que Ranger construyera su casa dentro de la hacienda y para su sorpresa, de parte de Gabriella no encontró ni una sola objeción.Todo, absolutamente to
PEQUEÑA REBELDE. EXTRA.Ni siquiera valía la pena discutirlo: la señora Gabriella Wallis era una mujer de temer. Pero la señora Gabriella Wallis con dolores de parto era algo así como el dragón de aquel colgante que no se quitaba.—¡Rangeeeeeeeerrrrrrrrr! —gritó cuando una de las últimas contracciones la hizo apretar los puños hasta que los nudillos se le quedaron blancos.Y junto a ella su flamante... adorado...—¡¿Cuándo carajos te vas a casar conmigo?! —reclamó y Ranger a su lado puso los ojos más grandes que los de un avestruz sobresaltado.—¡¿Eh!? —murmuró aturdido—. ¿¡Ca... casarnos...?!—¡Pues sí, casarnos, tarado! ¡Estoy a punto de tener a tu hijo y no has hecho de mí una mujer decente! —le gritó mientras respiraba pesadamente esperando la siguiente contracción, que no tardó en llegar.—¡Pero cosita! ¡¿Y yo cómo iba a saber que tú querías casarte!? ¡Si es que tú siempre vas contra el tráfico! ¡Eres una rebelde...!—¡RANGER!—¡Pero eres la mía! —aseguró él inclinándose para bes
CAPÍTULO 1. Corazones impurosElijah Vanderwood caminaba por su departamento como un león enjaulado, y de cuando en cuando sus ojos se fijaban en aquella impresión del periódico The New York Times sobre su encimera. La fecha era dentro de tres días, así que era una amenaza evidente de cuándo y dónde se publicaría la noticia.En la primera plana aparecía una foto suya, o mejor dicho, ¡una foto de los dos! de él y de Lynett Evans, desnudos y dormidos en aquel cuarto de hotel. Y sobre ella un titular en grandes letras negras:“ESCÁNDALO: El CEO Elijah Vanderwood abusa de la dulce e inocente Lynett Evans… a menos de dos días de la muerte de su padre”.Justo sobre el titular, escrito a mano y con tinta roja había una dirección de correo postal y una cifra: Trescientos mil USD.¡Entonces era un chantaje!Y Elijah no pudo evitar la rabia al recordar cómo había ido directo a una trampa en los últimos días.TRES DÍAS ANTES—¡Ayuda! ¡Necesitamos ayuda aquí!Aquel grito desde la sala de juntas a
CAPÍTULO 2. Una buena actriz **** —No vuelvas por mí —dijo Elijah tomando la mano de aquella mujer y quitándole el anillo de pedida. —¿Qué…? —La expresión horrorizada en los ojos de su novia le punzó el corazón—. ¡¿Elijah de qué hablas?! —Estoy cancelando nuestro compromiso, Joss. Ya no nos vamos a casar. Se marchó y tras él los gritos de aquella mujer con el corazón roto le hirieron los oídos. —¡Elijah! ¡Dijiste que nos casaríamos, no puedes abandonarme! ¡Elijah vuelve, maldit@ sea! ¡Elijah! **** —¡Elijah! —El grito de su hermano lo lanzó de la cama con una maldición, dándose cuenta de que todo era un sueño, o mejor dicho, un recuerdo de hacía tres meses. Se puso un pantalón y salió de su cuarto para encontrarse a Sebastian en la cocina, dando vueltas de un lado a otro con preocupación. —Investigué lo que me pediste —fue el saludo de su hermano—. Tenías razón, la señora Evans te puede dar pelea. El trato que hiciste con Frederick para que no metiera las narices en la preside
CAPÍTULO 3. Una trampaLynett sentía que el corazón se le saldría del pecho mientras veía el rostro impávido de aquel magnate. Sabía muy bien que estaba valorando si debía darle o no la oportunidad de hablar.—Muy bien —declaró Elijah como una sentencia—. ¿Conoces el hotel Pioggi? —La vio asentir un poco temblorosa—. Tiene un restaurante en el piso cuarenta y uno. Solo es para socios. Suelo usarlo cuando quiero negociar contratos importantes y evitar el espionaje corporativo. Te espero ahí hoy a las nueve de la noche.Un segundo después tomaba su maletín ejecutivo y sin decir otra palabra dejaba a aquella chica aterrada y llena de dolor en la oficina llena de recuerdos de su padre.Recoger sus cosas en pequeñas cajas y sacarlas de allí fue una tortura para ella, pero alistarse para ir a encontrarse con aquel hombre lo fue aun más. Tuvo que hacer un esfuerzo para no alertar a su madre, así que con lágrimas de impotencia tuvo que tragarse su comida y su fingida preocupación por ella. To
CAPÍTULO 4. Momentos desesperados.Lo último que Lynett vio antes de ocultar el rostro entre las manos con desesperación fue a aquel hombre dejando el cuarto como si solo fuera ropa sucia lo que quedara detrás.Ni siquiera entendía lo que estaba pasando. Y si no lo entendía mucho menos podía dar explicaciones cuando llegó a su casa dos horas después.—¡¿Te crees que esta es hora de llegar?! —le espetó su madre reteniéndola del brazo antes de que subiera las escaleras—. ¡¿Dónde estabas, Lynnet, y con quién!? ¡Dime!—¡Déjame! ¡Donde yo esté no es tu problema!—¡No me respondas así, señorita! ¡Yo soy tu madre! —le gritó Florence y todo el dolor de Lynett estalló en una sola respuesta:—¡Pues para mucho te vale ser mi madre cuando tu amante te dice que me dejes en la calle! ¡¿No es cierto?!Lo siguiente que se escuchó fue el eco sordo de una bofetada y Lynnet ahogó un grito de incredulidad.—¡Maldit@ mocosa malagradecida! ¡Eres tan desentendida como tu hermana, que se largó en medio del f
CAPÍTULO 5. Un chantajeLos ojos de Lynett se abrieron desmesuradamente al ver aquel diario. ¡Aquello era una pesadilla! ¡Todo era una pesadilla!—¡Te estoy haciendo una pregunta! —la increpó Elijah furioso—. ¿¡Estás segura de que no quieres más!?La muchacha le arrebató el diario de las manos y leyó el artículo, sintiendo que aquel departamento comenzaba a dar vueltas a su alrededor.—No… ¡No, no no…! ¡Esto no puede estar pasando…! ¿Crees que yo…? ¡¿Cómo se te ocurre?! ¡Yo jamás…! —intentó defenderse y Elijah lo estrujó frente a sus ojos.—¿¡Tú no qué!? ¡¿No serías capaz de preparar una habitación de hotel?! ¡¿No serías capaz de seducirme?! ¡¿No tenías novio cuando me propusiste vernos fuera de la empresa?! —espetó con sarcasmo.—¡Eso no fue para seducirte, realmente necesitaba hablarte de la empresa, alguien estaba saboteando a mi padre! —le gritó Lynett—. ¡Yo no quería acostarme contigo… no tengo idea de quién me está haciendo estas cosas…! ¿¡Cómo crees que se me ocurriría hacer al
CAPÍTULO 6: Al borde de un escándaloLas flores eran blancas y hermosas también. El salón estaba lleno de fiesta, globos y sonrisas mientras su padre la felicitaba por terminar su primer año en la universidad. El señor Frederick había estado tan orgulloso de todas las grandes empresas que se peleaban por tenerla como pasante, que había hecho una fiesta en honor a su hija, la mejor de su clase; y Lynett se había sentido inmensamente feliz en ese momento,Pero aquella felicidad se había borrado pocas semanas después, en el mismo momento en que había visto a su chofer en la puerta del salón.—Lo siento mucho, señorita Evans… me ordenaron llevarla a casa. Su papá… su papá se murió.Las palabras del hombre habían hecho que se tambaleara.—No… No puede ser… no…Su familia era “distinguida e ideal”, pero tan falsa que le habían encargado darle aquella noticia a uno de los choferes de la casa.Los labios de Lynnet se habían separado, pero no había escuchado el grito que salió de ellos. ¡Su pa