LA TRAMPA PERFECTA. CAPÍTULO 20. Una propuesta peligrosaMichelle se sopló el mechón de la frente, apoyando los codos en el asiento del sofá mientras a su lado Sebastian se ponía más rojo que una cereza. Ninguno de los dos había esperado que alguien se acercara a la cabaña en los días de descanso, menos habían esperado que ese alguien fueran las dos señoras más alborotadas de la hacienda, o sea la abuela y Merci.Y lo que definitivamente ninguno de los dos había imaginado era que escucharan aquel concierto de gritos con deseos que habían armado justo unos segundos que golpearon la puerta.—¡Ya voy! —gritó Michelle envolviéndose en una manta, pero antes de que pudiera dirigirse a la puerta Sebastián la empujó hacia la habitación y le señaló la ropa, porque de ninguna manera iba a permitir que recibiera a la abuela en aquellas fachas.—¡Vístete, vamos! —la apremió y ella se puso aquella ropa muerta de risa.—¡Príncipe, por favor, ya nos escucharon! Créeme que no va a haber mayor vergüen
LA TRAMPA PERFECTA. CAPÍTULO 21. Un defecto de fabricación.Con personas como la abuela Constance no había mucho que discutir. Ella parecía haber tomado su decisión y para acabar de rematar el señor Fischer parecía más que contento de poder retirarse por fin. Así que cuando llegó el lunes y Sebastián se presentó a trabajar, lo que se encontró fue aquel nombramiento implícito esperándolo y al señor Fisher saturándolo con toda la información que según él debía hacerle saber antes de marcharse.La conclusión fue que en los tres días que siguieron Sebastián estuvo ahogado en documentos, informes, estados de cuenta, y una gran parte de las finanzas de la hacienda. Y no sabía cómo demonios lo entendía, ¡pero lo entendía!—Esto se te da muy bien, muchacho. No sé por qué estabas nervioso, honestamente — le sonrió el señor Fischer con amabilidad—. Se nota que has hecho esto mucho tiempo y que lo has hecho bien, así que estoy completamente seguro de que darás la talla.—¿Y usted está seguro de
Sebastián bufó como si fuera un semental mal atendido y solo un segundo después soltaba el teléfono para ir hasta aquella caballeriza donde Michelle se peleaba con Emperatriz.—¡Si es que las dos son iguales! ¡No sé ni para qué lo intentas!—¿¡Estás diciendo que me parezco a la yegua!? —siseó ella furiosa.—¡Jamás diría algo como eso! ¡El pobre animalito no se merece una ofensa semejante! —espetó Sebastián y solo unos segundos después esquivaba aquella rodilla como todo un experto.Alcanzó uno de los antebrazos de Michelle y le dio la vuelta, sujetándola con fuerza mientras pegaba su espalda a su pecho y la inclinaba contra uno de los postes de la caballeriza.—¡No, no, no, lobita feroz! ¡Esa maniobra ya me la aprendí! —gruñó en su oído pero definitivamente había demasiadas maniobras de Michelle de las que él no estaba ni enterado. Aquella manera de forcejear solo hacía que el trasero de la muchacha se restregara descaradamente contra su entrepierna, y Sebastián era un hombre lo basta
LA TRAMPA PERFETA. CAPÍTULO 23. Un par de rastreadoresTres semanas. Tres semanas era lo que había pasado aquella familia en la más absoluta desesperación.Sebastián debía llegar a su boda, solo había hecho un fastidioso desvío para pasar por la casa la familia de su futura esposa a recoger no sabían qué recuerdo o regalo de su infancia, porque quería hacer aquello lo más romántico posible.—¡Esa era una burda… estupidez! —espetó Asher, su gemelo, caminando de un lado a otro sin poder evitarlo—. Yo sé que nadie quiero oírlo, pero la verdad es que Sebastián es el puto tipo menos romántico de toda la puñetera Tierra. ¿¡Qué carajos tenía que hacer recogiendo nada?!—Pues yo tampoco lo entiendo —gruñó Nate, su hermano mayor, con impotencia—. Además está visto y comprobado que Ivanna es más prosaica que un billete de cien dólares. Por alguna razón ella y Sebastián se entendieron tan bien, y es porque los dos son un par de leños sin un ápice de romanticismo!—¡Bueno, pues yo tengo a una llo
LA TRAMPA PERFECTA. CAPÍTULO 24. Un experto y una pistaRanger miró alrededor. Realmente era un sitio muy extraño como para estar aparcado durante tanto tiempo en medio de la noche.—¿Estás seguro? —le preguntó a Max.—De la peor manera posible —respondió su amigo—. Así que ya sabes cómo funciona esto. Tú por allá y yo por acá, vamos a empezar a buscar.Y por suerte la precisión del GPS era excelente, y ellos dos habían tenido que rastrear tantas veces en el ejército que ya no había nada que pasaran por alto o que escapara a sus ojos. Así que no habían pasado ni siquiera veinte minutos cuando Ranger se detuvo junto a una mancha de sangre a unos quince metros de la carretera principal.—¡Max! —llamó apresurado y su amigo llegó corriendo para ver la mancha de sangre seca entre las piedras y la tierra.—Esto es viejo, muy viejo. Así que bien podría ser suya.—Si esto es de Sebastián entonces significa que lo atacaron —gruñó Ranger con impotencia.—Por ahora mira la parte buena: no hay su
LA TRAMPA PERFECTA. CAPÍTULO 25. Una sospecha peligrosaKáiser había sido entrenado para muchas cosas, y una de ellas era saber reconocer cuándo un soldado estaba en pánico, lo cual no era muy diferente de lo que le estaba pasando al pobre Rufus Vanderwood después de saber que su hijo había pasado por aquel hospital, con un traumatismo craneal y unas cuantas costillas rotas.Así que mientras Ranger lo sentaba en un sofá de aquel hotel a donde lo había mandado a buscar, Kaiser se subió a su lado y apoyó la cabeza en el regazo del anciano, haciendo de catalizador y de agente de paz.—Pero… ¿cómo es posible, Ranger? ¡No entiendo cómo pasó todo esto! ¿Y están seguros de que es Sebastian? —preguntó Rufus desesperado mirándolo a él y a Max indistintamente.—Hackeé las cámaras que están en la recepción del hospital el mismo día que le dieron el alta —le contó Max—. Llevaba la cabeza vendada pero sí, las imágenes coinciden con él.—Y si eso no fuera suficiente, Kaiser lo confirma —le dijo Ran
LA TRAMPA PERFECTA. CAPÍTULO 26. Un secuestro alienígenaEn efecto, no había quien le dijera al señor Rufus que no tenía motivos para entrar en esa hacienda, porque era perfectamente capaz de inventarse con la mayor soltura que quería comprar o vender algunos animales especiales, y sabía que su nombre iría por delante, abriéndole el camino.Cuando llegaron al helipuerto más cercano a Piney River, ya tenían una camioneta esperando por ellos, pero definitivamente si Rufus creía que necesitaba inventarse una excusa, fue del todo innecesaria cuando se unieron a la fila de autos que esperaban para acceder a la propiedad.—Dame un segundo, dame un segundo que estoy en rango —les pidió Max tecleando a toda velocidad en su portátil para hackear las computadoras de la casa principal—. Sip, parece que es una reunión de compradores y coleccionistas. Toda esta gente viene a ver los ejemplares que tiene la señora Constance y a hacer negocios.—¡Perfecto! ¡Entonces seremos solo otros compradores i
LA TRAMPA PERFECTA. CAPÍTULO 27. Un pobre esclavoRanger lo vio aparecer desde el otro lado de las caballerizas y procuró camuflarse mientras sacaba su celular y le hablaba a Max.—Lo tengo —siseó—. Búscame en las caballerizas.Obviamente solo eso hizo falta para que Max se apresurara a llegar junto a él y los dos observaran a Sebastian mientras cargaba algunas pacas de heno para moverla de lugar.Ranger suspiró con impotencia, porque no era como que no hubiera visto a Sebastian haciendo eso muchas veces, pero no había un solo escenario que le pasara por la cabeza que fuera placentero.—¡Pues para esto debió ayudarlo la muchachita! ¡Para tener un esclavo más en la hacienda! —rezongó con dramatismo—. ¡Probablemente lo tengan trabajando por techo y comida como un… como un…!—¿Esclavo? —lo ayudó Max levantando una ceja porque sabía que a Ranger solo se le salía aquel grado de impotencia cuando creía que estaban lastimando a la gente que quería.—¡Eso mismo! ¡Ya se ve que le pagó el hospi