LA TRAMPA PERFECTA. CAPÍTULO 17. Un caballeroEra jodidamente linda cuando sonreía, Sebastian no podía negar eso, y el problema real ahí era que ella sonreía todo el tiempo.Algo se le revolvió dentro cuando atravesaron la puerta del cuarto y ella pareció por fin percatarse de dónde estaba.—Espera… ¿qué hago aquí? —murmuró arrugando el ceño y Sebastian suspiró empujándola a la cama.—Dormir, eso vas a hacer —le respondió, pero ella se detuvo en seco, haciendo que el pecho del hombre chocara contra su espalda y aunque algo le decía que no debía, Sebastian no tuvo más remedio que quedarse ahí, inquieto, nervioso, mientras sentía la curva de su trasero contra su bragueta.—Espera, espera… no —suspiró Michelle negando con la cabeza.—¿Cómo que no? —reclamó él.—No, tú tienes que dormir, mañana te levantas temprano a trabajar…—Mañana no se trabaja, Michelle…—¡Ash, mentiroso! Los animales igual comen y tú igual eres un obseso del trabajo, irás de todas formas… No puedo dejar que duermas
LA TRAMPA PERFECTA. CAPÍTULO 18. Un lugar conocido Y aquí es donde nos vamos a poner realmente serios, en primer lugar porque ya me acusaron de que esto parece novela coreana donde no se dan ni un beso. ¡Sacrilegio!... pero es cierto. ¡Banda de calenturientas!... Y en segundo lugar porque entre el colchón y el cuerpo de Sebastian solo quedaba ella, con tan condenado poco espacio que no quedaba ni un solo pedacito para la risa. La expresión de aquel hombre sobre ella hacía que a Michelle se le aflojara hasta el elástico de los calzones, y él era capaz de verle el hambre en toda la cara. —¡Maldición! Eres el lobo feroz —lo acusó Michelle cuando sintió sus manos recorriendo sus muslos como una anunciación, bajándole los pantaloncillos cortos con bragas incluidas. —Y seguro tú no quieres que te coma —replicó con sorna y la vio morderse el labio inferior mientras le abría las piernas con el movimiento más sensual que existía. No podía decir que estaba ni remotamente curado del todo, pe
LA TRAMPA PERFECTA. CAPÍTULO 19. ¿Qué va a pasar ahora?—No te levantes —susurró en su oído y Michelle sintió que se le erizaba hasta el último cabello.Abrió los ojos con un ronroneo y se quedó mirando a la línea dura del pecho de Sebastian, donde tenía apoyada la cabeza.—¡Dios, príncipe, no me malentiendas, estás más bueno que el pan, pero estos pectorales no son para dormir contra ellos, me va a da tortícolis! —rio ella suavemente.—No hay problema —sonrió Sebastian dándole la vuelta y abrazándose a su espalda—. Si es por eso, puedes dormir contra otra cosa.Michelle cerró los ojos y apretó los labios a ver si no se le notaba tan descaradamente la excitación, pero el miembro de aquella bestia restregándose contra su trasero en pleno amanecer no daba nada de risa.—Dime por Dios que esa es “la involuntaria matutina” —lo increpó y solo le escuchó un gruñido de satisfacción mientras se apretaba aun más contra ella.—No creo que yo haya hecho nada como esto de forma involuntaria algun
LA TRAMPA PERFECTA. CAPÍTULO 20. Una propuesta peligrosaMichelle se sopló el mechón de la frente, apoyando los codos en el asiento del sofá mientras a su lado Sebastian se ponía más rojo que una cereza. Ninguno de los dos había esperado que alguien se acercara a la cabaña en los días de descanso, menos habían esperado que ese alguien fueran las dos señoras más alborotadas de la hacienda, o sea la abuela y Merci.Y lo que definitivamente ninguno de los dos había imaginado era que escucharan aquel concierto de gritos con deseos que habían armado justo unos segundos que golpearon la puerta.—¡Ya voy! —gritó Michelle envolviéndose en una manta, pero antes de que pudiera dirigirse a la puerta Sebastián la empujó hacia la habitación y le señaló la ropa, porque de ninguna manera iba a permitir que recibiera a la abuela en aquellas fachas.—¡Vístete, vamos! —la apremió y ella se puso aquella ropa muerta de risa.—¡Príncipe, por favor, ya nos escucharon! Créeme que no va a haber mayor vergüen
LA TRAMPA PERFECTA. CAPÍTULO 21. Un defecto de fabricación.Con personas como la abuela Constance no había mucho que discutir. Ella parecía haber tomado su decisión y para acabar de rematar el señor Fischer parecía más que contento de poder retirarse por fin. Así que cuando llegó el lunes y Sebastián se presentó a trabajar, lo que se encontró fue aquel nombramiento implícito esperándolo y al señor Fisher saturándolo con toda la información que según él debía hacerle saber antes de marcharse.La conclusión fue que en los tres días que siguieron Sebastián estuvo ahogado en documentos, informes, estados de cuenta, y una gran parte de las finanzas de la hacienda. Y no sabía cómo demonios lo entendía, ¡pero lo entendía!—Esto se te da muy bien, muchacho. No sé por qué estabas nervioso, honestamente — le sonrió el señor Fischer con amabilidad—. Se nota que has hecho esto mucho tiempo y que lo has hecho bien, así que estoy completamente seguro de que darás la talla.—¿Y usted está seguro de
Sebastián bufó como si fuera un semental mal atendido y solo un segundo después soltaba el teléfono para ir hasta aquella caballeriza donde Michelle se peleaba con Emperatriz.—¡Si es que las dos son iguales! ¡No sé ni para qué lo intentas!—¿¡Estás diciendo que me parezco a la yegua!? —siseó ella furiosa.—¡Jamás diría algo como eso! ¡El pobre animalito no se merece una ofensa semejante! —espetó Sebastián y solo unos segundos después esquivaba aquella rodilla como todo un experto.Alcanzó uno de los antebrazos de Michelle y le dio la vuelta, sujetándola con fuerza mientras pegaba su espalda a su pecho y la inclinaba contra uno de los postes de la caballeriza.—¡No, no, no, lobita feroz! ¡Esa maniobra ya me la aprendí! —gruñó en su oído pero definitivamente había demasiadas maniobras de Michelle de las que él no estaba ni enterado. Aquella manera de forcejear solo hacía que el trasero de la muchacha se restregara descaradamente contra su entrepierna, y Sebastián era un hombre lo basta
LA TRAMPA PERFETA. CAPÍTULO 23. Un par de rastreadoresTres semanas. Tres semanas era lo que había pasado aquella familia en la más absoluta desesperación.Sebastián debía llegar a su boda, solo había hecho un fastidioso desvío para pasar por la casa la familia de su futura esposa a recoger no sabían qué recuerdo o regalo de su infancia, porque quería hacer aquello lo más romántico posible.—¡Esa era una burda… estupidez! —espetó Asher, su gemelo, caminando de un lado a otro sin poder evitarlo—. Yo sé que nadie quiero oírlo, pero la verdad es que Sebastián es el puto tipo menos romántico de toda la puñetera Tierra. ¿¡Qué carajos tenía que hacer recogiendo nada?!—Pues yo tampoco lo entiendo —gruñó Nate, su hermano mayor, con impotencia—. Además está visto y comprobado que Ivanna es más prosaica que un billete de cien dólares. Por alguna razón ella y Sebastián se entendieron tan bien, y es porque los dos son un par de leños sin un ápice de romanticismo!—¡Bueno, pues yo tengo a una llo
LA TRAMPA PERFECTA. CAPÍTULO 24. Un experto y una pistaRanger miró alrededor. Realmente era un sitio muy extraño como para estar aparcado durante tanto tiempo en medio de la noche.—¿Estás seguro? —le preguntó a Max.—De la peor manera posible —respondió su amigo—. Así que ya sabes cómo funciona esto. Tú por allá y yo por acá, vamos a empezar a buscar.Y por suerte la precisión del GPS era excelente, y ellos dos habían tenido que rastrear tantas veces en el ejército que ya no había nada que pasaran por alto o que escapara a sus ojos. Así que no habían pasado ni siquiera veinte minutos cuando Ranger se detuvo junto a una mancha de sangre a unos quince metros de la carretera principal.—¡Max! —llamó apresurado y su amigo llegó corriendo para ver la mancha de sangre seca entre las piedras y la tierra.—Esto es viejo, muy viejo. Así que bien podría ser suya.—Si esto es de Sebastián entonces significa que lo atacaron —gruñó Ranger con impotencia.—Por ahora mira la parte buena: no hay su