Pov Amaya
—Estás loco— le gritó con dolor mientras se levantaba sosteniendo su brazo. El otro se abalanzó sobre él con el cuchillo y solo dejé escapar un jadeo, pero a él también lo neutralizó sin problema. Salieron corriendo y luego se volteó hacia mí. Su mirada oscura cayó en mi pecho expuesto que rápidamente cubrí con la camisa toda dañada. —¿Por qué estabas sola a estas horas aquí? Su voz era algo gruesa y rasposa, se escuchó como melodía en mis oídos, una melodía peligrosa. —Salí de mi trabajo hace poco y no conozco bien las calles. Él se quitó la chaqueta y la puso sobre mis hombros. Me guío hacia su auto que estaba estacionado no muy lejos. Al subir, solo me senté cerca de la puerta, volteaba a verlo de vez en cuando, pero logré detallarlo un poco. Cabello castaño claro, ojos grises oscuros, un mentón perfilado con una barba sutilmente cortada a la perfección. Brazos fuertes y espalda ancha, su pecho y su abdomen estaban bien definidos, se parece mucho a la clase de hombre que le gustan a Cris. Estilo dioses griegos. —¿Estás bien? —Sí, lo estoy— volteé mi mirada hacia las luces de la calle que pasaban rápido. Mi cuerpo se sentía extraño en su presencia, se sentía cálido, pero al mismo tiempo peligroso. En efecto, no puedo tener más mala suerte, me lo llevé por delante en el aeropuerto y ahora escapando de unos violadores. No me percaté de que ya estábamos cerca de donde vivía hasta que el auto se detuvo. Parpadee un par de veces para notar que estábamos frente a mi edificio. ¿En qué momento le di mi dirección? Él salió y antes de abrir la puerta, él ya estaba del otro lado. Extendió su mano y dudé un poco antes tomarla, cuando lo hice, aquellas chispas brotaron de nuevo, iba a apartar mi mano, pero él no me dejó. Caminamos hasta adentro, subiendo las escaleras, parecía que él ya conocía dónde vivía, ¿será que me estoy volviendo loca? —Aquí… aquí es. Saqué las llaves y temblaba demasiado, su mano seguía aferrada a la mía y no entendía el por qué. Logré abrir la puerta y entré respirando aliviada, porque me soltó la mano y se quedó allí parado. —¿Quieres pasar? Le pregunté a modo de cortesía, era lo mínimo que podía hacer después de salvarme. Él dio un paso adelante y yo lo di hacia atrás cuando sus ojos oscuros y peligrosos me miraban, es como un león a poco de lanzarse sobre su presa. Solo que este hombre era algo más, algo que pronto iba a descubrir. —No, ya debo marcharme. Su voz sonaba más ronca que antes y solo se dio la vuelta y se fue. Cerré la puerta y me apoyé en ella sintiendo como todo mi cuerpo se estremecía. Aquella sensación de electricidad seguía saltando en mi piel, enviando escalofríos a mi parte baja. Creo que necesito un baño de agua fría. ***** Pov Patrick Me subí al auto y le dije a Thadeus que avanzara, me siento frustrado, lleno de resentimiento hacia la Diosa. ¿En qué demonios estaba pensando cuando me emparejó con una humana? —¿Qué piensas hacer con ella Patrick? —Por ahora, no lo sé, jamás pensé que algo como esto pasaría, Rex no está contento con la compañera que tiene, pero al igual que yo, no deja de pensar en ella. Eso es cierto, desde que la vi en el aeropuerto no la saco de mi mente y ese toque, ese simple toque en la mejilla para asegurarme de que no eran ilusiones. Ella es mi compañera y el vínculo entre nosotros se siente fuerte, como se supone que debe ser, pero ella es una simple humana débil. ¿Qué puede saber ella de ser una Luna?, como Alfa, no puedo permitirme tenerla, aunque el vínculo nos llame a la fuerza, debo resistirlo. —Al club Thadeus, necesito desestresarme. Al poco tiempo llegamos y nos dan una sala privada. Tomo la botella que dejaron para nosotros y comienzo a tomar intento aliviar mi malestar. —Oye preciosa, manda a unas hermosuras para nosotros, que estén más que dispuestas. La chica sale y apenas lo hace, le gruño. —Vamos Patrick, ella no te reconoce, no debe ni saber que somos, así que dudo que sienta tu traición. Me aflojo la corbata y sé que eso es cierto, talvez después de todo si pueda divertirme un rato y olvidarla a ella. En eso, entra un grupo de mujeres, todas con sus formas coquetas y su ropa que apenas les cubre algo. Mis ojos se posan en una rubia, paso mis ojos por su cuerpo y en definitiva, ella va a servirme. La tomo y salgo de la sala para dirigirme a una habitación privada. —Sobre la cama en cuatro ahora. Ella lo hace sin decir nada mientras yo me desvisto. Llegó a ella, arranco su ropa y como la puta que es la follo sin juegos previos. No necesito nada de eso ahora. Necesito liberarme. Ella me está volviendo maldit4mente loco, cierro los ojos imaginando que es ella a la que estoy embistiendo. Esos labios rosados jugosos, su cabello castaño oscuro, esos ojos cafés grandes y hermosos. Su piel blanca tan fina y delicada. Sus hermosas curvas. Gruño de satisfacción, sintiendo que es a ella a quien estoy metiéndoselo hasta el fondo, que penetró su pequeño coño virgen haciéndola mía. Tomo de forma salvaje y violenta a la mujer que tengo abajo, aprieto con fuerza sus pechos grandes y flojos. Cuando termino, ella cae en la cama sin fuerza y jadeando, pero su noche apenas empieza porque yo aún no termino. Esto es tu culpa Amaya Miller, tú me tienes así, no sé porque caraj0 tuviste que llegar a mi vida, pero si de algo estoy seguro, es que jamás te aceptaré como mi compañera. Yo necesito una Luna fuerte, no a alguien débil que tenga que proteger.Pov Amaya Otro día más en mi trabajo y sigo repitiendo aquella noche una y otra vez en mi cabeza. Todo es demasiado confuso y extraño, pero es mejor alejarme de él, tengo esa extraña sensación de que él no es alguien al que deba acercarme. —Amaya, la encargada, nos llama. —¿Sabes para qué? —No, pero dijo que tú, Daniel y yo fuéramos a atender a los clientes de la sala vip. Asentí y fui con ella, la encargada nos dio algunas instrucciones y subimos. Cuando entre en la sala mis ojos se pasaron directamente en el hombre que desprendía aquella aura poderosa. Sus ojos me miraban fijamente mientras una sonrisa se dibujaba en sus labios. Tragué fuerte y aparté la mirada, sintiendo aún su mirada ardiente sobre mí. Tomamos los pedidos de todos, antes de tomar la carta de sus manos, él tomó la mía y luego dejó que simplemente se deslizara por entre sus dedos. Él hablaba como si nada a los demás y nadie parecía notar su agarre sobre mí. Cuando me soltó casi que tropiezo con mis propio
Pov Amaya Bajé del auto y de nuevo, su mano me jaló por la escalera, entramos a mi apartamento y el miedo volvió a llegarme cuando me sentí como una oveja atrapada con él, un lobo feroz. Vi que solo se sentó como si nada mirando mi pequeño apartamento. —¿Te gusta vivir aquí? —Es cómodo, ¿puedo saber porque sigues aquí? —Porque eres mía, te lo dije. —¿Acaso vas por la vida reclamando a las mujeres que te gusten así no más? —No, solo a ti, porque por derecho eres mía. Aquel corrientazo volvió a recorrerme llegando a mi centro, tuve que moverme algo incómoda al sentir esa sensación. —Ven pequeña. Obedecí, apenas me habló, no sabía cómo lo hacía, me paré frente a él que solo me miraba con detalle. Él de pronto me jaló y volvió a besarme, esta vez con más calma, dándose su tiempo de saborearme y de yo saborearlo. Estaba cayendo en su tentación, una de la que no podía zafarme. Sus manos rompieron mi camisa y desabrochó mi brasier. Mis manos cubrieron mis pechos y él las apartó
Pov Amaya Intenté gritar que se detuvieran cuando aquellos asquerosos intentaban quitarle la ropa interior a Cris. Jamás me perdonaría que le pasara algo. Una mano comenzó a meterse debajo de mi vestido, mientras la otra me sostenía con firmeza por el cuello, otro hombre me apuntaba con el cuchillo pasando su lengua por mi cuello. Cuando aquel hombre fue a besarme, le mordí con fuerza el labio haciéndolo sangrar. Me jaló con fuerza para estrellarme de cara a la pared mientras levantaba mi vestido. —Vas a pagar caro lo que hiciste. Cerré los ojos esperando lo peor hasta que su cuerpo dejó de presionar el mío. Comencé a escuchar una pelea y cuando volteé ya todos estaban en el suelo, sangrando y talvez muertos. Mis ojos miraban en shock todo eso hasta que sentí algo cubrirme. Alcé mi mirada para ver a Patrick frente a mí con una expresión dura. —Hablaremos de esto después Amaya. Me arrastró hasta el auto y vi como subían a Cris a otro. No sabía a dó
Pov Amaya Los días pasaban y yo solo podía caminar por el jardín sin hacer nada. La comida era llevada a mi habitación y de resto no podía hacer nada. Era frustrante. Demasiado frustrante. Sentada en la cama, volví a tomar mi teléfono para seguir leyendo cosas sin sentido común. Todo lo referente a la Luna equivalía a las criaturas de la noche. Leí sobre las manadas de los hombres lobos, sus parejas destinadas, el vínculo que tienen con la Diosa de la Luna. A cada hombre y mujer se le otorgaba el espíritu de un lobo que despertaba a los 18 años, con su despertar se definía su rango. La guerra constante entre hombres lobos y vampiros por definir quién era el más fuerte. Seguí leyendo y cada vez más esto me parecía más absurdo, hasta que me detuve en algo que llamo por completo mi atención. Había una imagen ilustrada de una Luna de sangre sobre la copa de los árboles. Una mujer en el medio, vestida de blanco, con un halo en la parte de atrás de su cabeza en fo
Pov Amaya Pasaron los días y pudimos reunir la mitad del dinero, mi familia logró vender algunas cosas y con eso más lo que tenía cubrimos la mitad. Aun así, el hospital sigue presionando para que paguemos el resto, pero mi abuela está bien y eso es lo que importa. Miro el teléfono cada tanto esperando que ver un mensaje o una llamada suya, pero ya no llega. Resignada, salgo a mi nuevo trabajo, es un pequeño bar, aquí los clientes no son tan groseros, pero siempre hay uno que busca molestar. Después de servir un par de rondas me gritan que vaya a la mesa 10 para atender un nuevo pedido. Cuando llego mis pies se detienen por completo al ver quién es. Sus ojos grises mirándome con frialdad, sus dedos golpeando rítmicamente sobre la madera de la mesa, no dice nada, solo me observa. —Simplemente, huiste sin decir nada Amaya, te llamé varias veces y tampoco respondiste, ¿dime qué fue lo que hice mal para que huyeras de mi lado? —Necesitaba salir de ahí Patrick, odio el en
Pov Amaya Comenzamos a avanzar, cruzando el portón que cerro a nuestra espalda. Los autos avanzaban sin prisa por el camino hasta que comencé a ver las pequeñas edificaciones a los lejos. Lo primero que veo son campos de entrenamiento, todos llenos de lobos, nada comunes. Son grandes y fuertes, demostrándolo en una lucha mientras un hombre les da instrucciones. Pasamos por otro donde veo como se transforman de su cuerpo humano a uno de lobo. Comienzo a respirar de forma agitada observando todo esto. Esas leyendas... Dios... esas leyendas no pueden ser ciertas. Llegamos a la entrada de una mansión más grande que la otra donde veo a varias personas paradas. Me giro a ver a Patrick que solo me observa con detenimiento. —Por esto te mandé a leer leyendas Amaya que más que leyendas es nuestra historia, ahora sabes lo que somos... —Soy un Alfa y tú eres mi compañera destinada por la Diosa, esta será la vida que conocerás a partir de ahora. Mi cuerpo tembló al oír aquel
Pov Amaya Los primeros rayos de sol se asomaban por la ventana mientras abría mis ojos lentamente. Los recuerdos de la noche anterior me hacen sentir feliz y una pequeña sonrisa se dibuja en mi rostro. Luego de hacer el amor por primera vez me dejó dormir por un rato, pero no por el resto de la noche. Siento que mi cuerpo me duele por todas las formas en la que me hizo ponerme, jamás pensé que mi cuerpo fuera así de flexible. Termino de despertarme y al voltear y posar mi mano en dónde se supone debería estar mi amado compañero; no está. La cama estaba fría, eso me sacó toda la alegría y sentí un vacío enorme en mí. Me levanté a pesar de que mi cuerpo protestó y camine lo mejor que pude a pesar del dolor que sentía en mi zona delicada. Me arreglé y me vestí, decidí salir para ver en dónde estaba Patrick, pero solo veía puertas interminables que no se a donde llevaban. Bajé las escaleras y justo veo a su madre. —Buenos días señora Prescott—, le doy un cálido saludo con una s
Pov de Amaya Respiro hondo antes de enfrentarlo, —sabes qué eso no hará, que la molestia que siento ahora se vaya como si nada. —Lo sé pequeña. —Me sentí tan humillada Patrick, me hablaste de esa forma, sin importarte que había un tercero entre nosotros, y peor aún, cuando me sacaste de allí y vi como ella se burlaba de mí. —Amaya estaba estresado por tanto papeleo que hacer, en cuanto a Melissa no tienes que prestarle atención ni a ella ni a sus comentarios, es la hija de uno de nuestros aliados. Veo que deja la bandeja en la mesita a mi lado y se siente junto a mí. —Mi pequeña, jamás quise humillarte, por favor perdóname, sé que fui un idiota con lo que te dije, pero estaba bajo presión en algunas cosas. —Que hay de ella, vi como te coqueteaba. —Siempre lo hace, pero yo decido respetarte—, retira un mechón de cabello de mi rostro y me da un beso suave. —Ella no estará aquí por mucho, así que mejor ven, comamos y luego vamos a bañarnos— veo la sinceridad en sus palabras y dec