Capitulo 7

Pov Amaya

Pasaron los días y pudimos reunir la mitad del dinero, mi familia logró vender algunas cosas y con eso más lo que tenía cubrimos la mitad.

Aun así, el hospital sigue presionando para que paguemos el resto, pero mi abuela está bien y eso es lo que importa.

Miro el teléfono cada tanto esperando que ver un mensaje o una llamada suya, pero ya no llega.

Resignada, salgo a mi nuevo trabajo, es un pequeño bar, aquí los clientes no son tan groseros, pero siempre hay uno que busca molestar.

Después de servir un par de rondas me gritan que vaya a la mesa 10 para atender un nuevo pedido.

Cuando llego mis pies se detienen por completo al ver quién es.

Sus ojos grises mirándome con frialdad, sus dedos golpeando rítmicamente sobre la madera de la mesa, no dice nada, solo me observa.

—Simplemente, huiste sin decir nada Amaya, te llamé varias veces y tampoco respondiste, ¿dime qué fue lo que hice mal para que huyeras de mi lado?

—Necesitaba salir de ahí Patrick, odio el encierro, me tenías en una jaula de oro hermosa, pero yo no la quería.

Solo asintió con la cabeza sin decir nada más. Se levantó y se paró frente a mí, sus ojos seguían siendo fríos y su aura comenzaba a extenderse por mi piel.

Anhelaba su tacto, deseaba tanto abrazarlo, pero si lo hacía, estaría aceptando sus términos.

—Amaya...

Su mano rozó mi mejilla y cerré los ojos al sentir las chispas del toque.

Lágrimas se deslizaban de mis ojos sin poderlo evitar.

—Dime qué fue lo que pasó Amaya.

Él tomó mi brazo con delicadeza y me sacó de aquel lugar.

Al estar en la soledad de su auto, sus besos desesperados volvieron a caer en mi cuerpo.

—Patrick, no.

Se detuvo sin decir nada y se alejó.

—Escucha, tuve que salir por cosas de emergencia, mi abuela fue llevada al hospital de gravedad, había que operarla y necesitaba reunir el dinero.

—¿Por qué no me lo pediste?, yo te lo hubiese dado.

—Porque no quería nada de ti.

Le grité sin decir más y solo aparté la mirada.

—Entiendo.

—Perdón Patrick, te amo, pero algo en ti me asusta.

Su mano abrazó mi cintura y solo lo dejé.

—Sé que debes la otra parte del dinero Amaya, yo te lo daré, pero tengo una condición.

—¿Cuál?— volteé a verlo, aun sabiendo que sea lo que fuera, no debía aceptar.

—Tú vienes conmigo a dónde pertenezco en mi próximo viaje.

Solo abrí mi boca para decir algo, pero el nudo en mi garganta no me dejó.

—Sé que tienes miedo, pero te prometo pequeña, que todo estará bien.

Me dejé llevar por sus palabras mientras sus besos comenzaban a hacer estragos.

No sabía que acababa de firmar mi propia condena, desearía haber dicho que no para evitar lo que vendría.

*****

Miraba en silencio la maleta que ahora llevaba mis cosas.

Algo en mi pecho se apretaba a cada segundo, pero decidí avanzar aun así.

Gracias a Patrick mi abuela fue atendida mejor que nunca y pronto estará de vuelta en casa y yo... yo estaré viviendo con Patrick en algún lugar que aún desconozco.

Los toques en la puerta me sacan de mi ensoñación y rápido cierro la maleta para dirigirme afuera.

Al abrirla, allí está él, con esa sonrisa que me sacude un poco.

—Vamos pequeña.

Mientras se alejaba por el pasillo, apreté con fuerza mi bolso y solo di una última mirada a mi apartamento.

El nudo en mi estómago y mi garganta se hacían más fuertes cada vez.

Algo me seguí gritando en mi interior, pero no podía escucharlo, no cuando ya le debía demasiado a ese hombre.

Talvez estoy siendo paranoica y todo va a estar bien, sé que estaré bien.

Tomé un respiro y seguí sus pasos más atrás hasta llegar a su auto y encaminarnos al aeropuerto.

Los nervios me retorcían el estómago al punto de querer hacerme vomitar.

Nos sentamos en la sala de espera mientras mi pie golpeaba el suelo repetidamente.

—Amaya, leíste lo que te pedí.

—Sí, leí lo más que pude, aunque no entiendo por qué me pediste que leyera esas cosas.

—Cuando lleguemos lo sabrás mi pequeña, no te preocupes por eso.

Me pegó a su pecho dejándome aspirar su aroma. Aquellos nervios se calmaron un poco y por primera vez sentí que todo iba a estar bien.

Subimos al avión y solo me quedé en silencio durante todo el camino.

Su expresión era serena y sus ojos mostraban calma, desearía tener la misma calma que él.

Cuando bajamos del avión, nos dirigimos a la salida donde, para mi sorpresa, ya había una hilera de camionetas esperándonos.

—Alfa, es un gusto tenerlo de vuelta.

Un pequeño salto dio mi corazón al oírlo, ¿Alfa, como las historias que leí?

¡No pueden ser ciertas, eso es imposible!

Comencé a temblar de los nervios mientras comenzábamos a avanzar.

Entramos a un camino de árboles altos donde solo se veía la carretera por donde íbamos y nada más.

Mi mente vagaba de un lado a otro tratando de darle significado a las cosas.

La palabra Alfa seguía corriendo en mi mente una y otra vez.

Después de dos horas de camino nos paramos frente a un portón.

Tenía una media luna brillante en él y dos lobos parados de frente.

Mi corazón estaba saltando mientras mis ojos comenzaban a empañarse.

¡No, esto no es real!

Patrick me jaló a su lado mientras me susurraba al oído

—Bienvenida a mi manada pequeña, bienvenida a mi mundo.

Lo miré buscando la mentira en su mirada, que tal vez esto era una broma, pero no había nada.

Sus ojos me miraban con tanta seguridad que pude creer en sus palabras.

Ahora entiendo por que quería que leyera sobre todo eso. Ahora entiendo delante de quién estoy, ahora entiendo que estoy entrando en un mundo del que posiblemente ya no pueda escapar.

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