Pov Amaya
Otro día más en mi trabajo y sigo repitiendo aquella noche una y otra vez en mi cabeza. Todo es demasiado confuso y extraño, pero es mejor alejarme de él, tengo esa extraña sensación de que él no es alguien al que deba acercarme. —Amaya, la encargada, nos llama. —¿Sabes para qué? —No, pero dijo que tú, Daniel y yo fuéramos a atender a los clientes de la sala vip. Asentí y fui con ella, la encargada nos dio algunas instrucciones y subimos. Cuando entre en la sala mis ojos se pasaron directamente en el hombre que desprendía aquella aura poderosa. Sus ojos me miraban fijamente mientras una sonrisa se dibujaba en sus labios. Tragué fuerte y aparté la mirada, sintiendo aún su mirada ardiente sobre mí. Tomamos los pedidos de todos, antes de tomar la carta de sus manos, él tomó la mía y luego dejó que simplemente se deslizara por entre sus dedos. Él hablaba como si nada a los demás y nadie parecía notar su agarre sobre mí. Cuando me soltó casi que tropiezo con mis propios pies. Luego de eso nos quedamos allí parados esperando que todos terminaran. Yo miraba de vez en cuando a su dirección y pude notar que sus ojos estaban clavados en mí, me sentía incómoda y ahí estaba de nuevo mi cuerpo reaccionando a él de forma extraña. Todos comenzaron a salir y esperaba con ansias a que todos salieran para irme. Iba saliendo de última cuando mis compañeros ya habían marcado la milla. Qué cobardes. Antes de salir una mano fuerte me agarró, cerrando la puerta. Me arrinconó contra la pared, colocando sus manos a cada lado. —Señor, disculpe... —Patrick. —¿Disculpe? —Patrick para ti pequeña. Retiró un mechón de mi cabello colocándolo detrás de mi oreja, aquella sensación en la piel ya no se sentía extraña sino agradable. Acercó su rostro al mío, rozando su nariz con la mía. No entendía porque mi cuerpo reaccionaba así con él, su toque era cálido, suave, yo deseaba que siguiera haciéndolo. En un pequeño momento de lucidez lo empujé con la fuerza que pude, pero él ni se movió. —Patrick, si usted cree que yo soy como esas mujeres que se acuestan con hombres como usted por dinero, está equivocado. —Jamás dije que lo fueras—, bajó su nariz a mi cuello, aspirando mi aroma y un pequeño jadeo de sorpresa escapó de mí. Sentí que mis oídos me traicionaron cuando escuché una especie de gruñido viniendo de su pecho. Sus brazos me apretaron fuerte por la cintura mientras él seguía oliendo mi cuello y ahora pasando su lengua. El pánico se apoderaba de mí y comencé a forcejear con él para apartarlo. —Patrick, si no me sueltas ahora juro que voy a gritar. Él alzó su mirada con una sonrisa en los labios y claro que estaba dispuesta a gritar. Él pareció ver mis intenciones porque cuando abrí la boca para hacerlo. Sentí su lengua metiéndose en ella. Explotaba cada rincón, saboreaba con dureza mi boca. Un beso posesivo y agresivo. Sus manos masajeaban mi cintura metiéndose por debajo de mi camisa. Quería apartarlo, pero no podía, su agarre era fuerte y las sensaciones de ese beso salvaje y de ese toque fuerte me estaban comenzando a excitar. Salió de mi boca y tomó mi labio mordiéndolo haciendo que dejara escapar un gemido que él tomó de otra forma. Sus ojos volvieron a brillar con lujuria, me agarró con fuerza por la nuca antes de volver a estrellar sus labios contra los míos. Podía sentir su bulto presionando sobre mi vientre mientras su mano se aventuraba sobre mi piel. Aquellas chispas explotaban en mi cuerpo sin piedad, haciéndome ceder aún más a él. Su mano alcanzó mi pecho, metió su mano por debajo de mi brasier para torturar mi pezón, sentía dolor, pero también placer. Debo estar loca para hacer esto con un hombre desconocido y peligroso. Por suerte tocaron la puerta y ese fue nuestro punto de separación. Yo me quedé respirando, agitada, mientras que él parecía tranquilo y sereno. ***** Al salir del trabajo, pienso caminar hasta la parada, pero un auto lujoso negro se estaciona al frente. Baja la ventanilla del pasajero y allí está él, como todo un Dios. —Sube. Frunzo el ceño ante su orden toda tosca. —No es necesario Patrick, puedo tom... —No te lo pedí Amaya, ahora sube o me bajaré e iré por ti. Abrí la puerta y me senté de mala gana adentro. Su forma de dar órdenes, me toma como si fuera una de esas mujeres a la que está acostumbrado. —¿Puedo preguntar por qué está aquí? —Porque quise recogerte, además, tenemos algo inconcluso. Me tensé al recordar lo de más temprano, yo no me iba a acostar con él de ninguna manera. —Para por favor, me quedo aquí. —Yo te llevaré. —No, yo no soy ninguna de esas mujer... —Sé que no lo eres, pero desde ese día en el aeropuerto Amaya supe que ibas a ser mía, así que lo quieras o no, lo tendrás que soportar. Las alarmas en mi cabeza se prendieron, mi miedo se disparó al saber que este hombre son de esos que se obsesionan con algo y no lo sueltan hasta romperlo. Estaba dispuesta a saltar del auto, pero me vi jalada a su regazo. —No, no pequeña, nada de hacer locuras—, sus labios acariciaban mi cuello y yo cerré los ojos sintiendo algo recorrerme hasta aquel botoncito de placer. —No voy a lastimarte, lo prometo, pero debes entender una cosa— me agarró con fuerza por la barbilla para que lo mirara. —Soy muy posesivo con lo que es mío. Temblé un poco al oír de nuevo ese gruñido retumbar en su pecho, ¿qué demonios es eso?, ¿qué es él? Sus labios tomaron los míos de nuevo con la misma fuerza y posesividad, se supone que él es un desconocido, pero yo siento que pertenezco a él, de alguna forma que desconozco.Pov Amaya Bajé del auto y de nuevo, su mano me jaló por la escalera, entramos a mi apartamento y el miedo volvió a llegarme cuando me sentí como una oveja atrapada con él, un lobo feroz. Vi que solo se sentó como si nada mirando mi pequeño apartamento. —¿Te gusta vivir aquí? —Es cómodo, ¿puedo saber porque sigues aquí? —Porque eres mía, te lo dije. —¿Acaso vas por la vida reclamando a las mujeres que te gusten así no más? —No, solo a ti, porque por derecho eres mía. Aquel corrientazo volvió a recorrerme llegando a mi centro, tuve que moverme algo incómoda al sentir esa sensación. —Ven pequeña. Obedecí, apenas me habló, no sabía cómo lo hacía, me paré frente a él que solo me miraba con detalle. Él de pronto me jaló y volvió a besarme, esta vez con más calma, dándose su tiempo de saborearme y de yo saborearlo. Estaba cayendo en su tentación, una de la que no podía zafarme. Sus manos rompieron mi camisa y desabrochó mi brasier. Mis manos cubrieron mis pechos y él las apartó
Pov Amaya Intenté gritar que se detuvieran cuando aquellos asquerosos intentaban quitarle la ropa interior a Cris. Jamás me perdonaría que le pasara algo. Una mano comenzó a meterse debajo de mi vestido, mientras la otra me sostenía con firmeza por el cuello, otro hombre me apuntaba con el cuchillo pasando su lengua por mi cuello. Cuando aquel hombre fue a besarme, le mordí con fuerza el labio haciéndolo sangrar. Me jaló con fuerza para estrellarme de cara a la pared mientras levantaba mi vestido. —Vas a pagar caro lo que hiciste. Cerré los ojos esperando lo peor hasta que su cuerpo dejó de presionar el mío. Comencé a escuchar una pelea y cuando volteé ya todos estaban en el suelo, sangrando y talvez muertos. Mis ojos miraban en shock todo eso hasta que sentí algo cubrirme. Alcé mi mirada para ver a Patrick frente a mí con una expresión dura. —Hablaremos de esto después Amaya. Me arrastró hasta el auto y vi como subían a Cris a otro. No sabía a dó
Pov Amaya Los días pasaban y yo solo podía caminar por el jardín sin hacer nada. La comida era llevada a mi habitación y de resto no podía hacer nada. Era frustrante. Demasiado frustrante. Sentada en la cama, volví a tomar mi teléfono para seguir leyendo cosas sin sentido común. Todo lo referente a la Luna equivalía a las criaturas de la noche. Leí sobre las manadas de los hombres lobos, sus parejas destinadas, el vínculo que tienen con la Diosa de la Luna. A cada hombre y mujer se le otorgaba el espíritu de un lobo que despertaba a los 18 años, con su despertar se definía su rango. La guerra constante entre hombres lobos y vampiros por definir quién era el más fuerte. Seguí leyendo y cada vez más esto me parecía más absurdo, hasta que me detuve en algo que llamo por completo mi atención. Había una imagen ilustrada de una Luna de sangre sobre la copa de los árboles. Una mujer en el medio, vestida de blanco, con un halo en la parte de atrás de su cabeza en fo
Pov Amaya Pasaron los días y pudimos reunir la mitad del dinero, mi familia logró vender algunas cosas y con eso más lo que tenía cubrimos la mitad. Aun así, el hospital sigue presionando para que paguemos el resto, pero mi abuela está bien y eso es lo que importa. Miro el teléfono cada tanto esperando que ver un mensaje o una llamada suya, pero ya no llega. Resignada, salgo a mi nuevo trabajo, es un pequeño bar, aquí los clientes no son tan groseros, pero siempre hay uno que busca molestar. Después de servir un par de rondas me gritan que vaya a la mesa 10 para atender un nuevo pedido. Cuando llego mis pies se detienen por completo al ver quién es. Sus ojos grises mirándome con frialdad, sus dedos golpeando rítmicamente sobre la madera de la mesa, no dice nada, solo me observa. —Simplemente, huiste sin decir nada Amaya, te llamé varias veces y tampoco respondiste, ¿dime qué fue lo que hice mal para que huyeras de mi lado? —Necesitaba salir de ahí Patrick, odio el en
Pov Amaya Comenzamos a avanzar, cruzando el portón que cerro a nuestra espalda. Los autos avanzaban sin prisa por el camino hasta que comencé a ver las pequeñas edificaciones a los lejos. Lo primero que veo son campos de entrenamiento, todos llenos de lobos, nada comunes. Son grandes y fuertes, demostrándolo en una lucha mientras un hombre les da instrucciones. Pasamos por otro donde veo como se transforman de su cuerpo humano a uno de lobo. Comienzo a respirar de forma agitada observando todo esto. Esas leyendas... Dios... esas leyendas no pueden ser ciertas. Llegamos a la entrada de una mansión más grande que la otra donde veo a varias personas paradas. Me giro a ver a Patrick que solo me observa con detenimiento. —Por esto te mandé a leer leyendas Amaya que más que leyendas es nuestra historia, ahora sabes lo que somos... —Soy un Alfa y tú eres mi compañera destinada por la Diosa, esta será la vida que conocerás a partir de ahora. Mi cuerpo tembló al oír aquel
Pov Amaya Los primeros rayos de sol se asomaban por la ventana mientras abría mis ojos lentamente. Los recuerdos de la noche anterior me hacen sentir feliz y una pequeña sonrisa se dibuja en mi rostro. Luego de hacer el amor por primera vez me dejó dormir por un rato, pero no por el resto de la noche. Siento que mi cuerpo me duele por todas las formas en la que me hizo ponerme, jamás pensé que mi cuerpo fuera así de flexible. Termino de despertarme y al voltear y posar mi mano en dónde se supone debería estar mi amado compañero; no está. La cama estaba fría, eso me sacó toda la alegría y sentí un vacío enorme en mí. Me levanté a pesar de que mi cuerpo protestó y camine lo mejor que pude a pesar del dolor que sentía en mi zona delicada. Me arreglé y me vestí, decidí salir para ver en dónde estaba Patrick, pero solo veía puertas interminables que no se a donde llevaban. Bajé las escaleras y justo veo a su madre. —Buenos días señora Prescott—, le doy un cálido saludo con una s
Pov de Amaya Respiro hondo antes de enfrentarlo, —sabes qué eso no hará, que la molestia que siento ahora se vaya como si nada. —Lo sé pequeña. —Me sentí tan humillada Patrick, me hablaste de esa forma, sin importarte que había un tercero entre nosotros, y peor aún, cuando me sacaste de allí y vi como ella se burlaba de mí. —Amaya estaba estresado por tanto papeleo que hacer, en cuanto a Melissa no tienes que prestarle atención ni a ella ni a sus comentarios, es la hija de uno de nuestros aliados. Veo que deja la bandeja en la mesita a mi lado y se siente junto a mí. —Mi pequeña, jamás quise humillarte, por favor perdóname, sé que fui un idiota con lo que te dije, pero estaba bajo presión en algunas cosas. —Que hay de ella, vi como te coqueteaba. —Siempre lo hace, pero yo decido respetarte—, retira un mechón de cabello de mi rostro y me da un beso suave. —Ella no estará aquí por mucho, así que mejor ven, comamos y luego vamos a bañarnos— veo la sinceridad en sus palabras y dec
Pov narrador Entran al campo de entrenamiento donde ya hay muchos lobos allí. Todos se presentan, desde adolescentes hasta más adultos. El entrenamiento empieza y es bastante exigente. Al otro lado, Amaya escucha un par de chicas riéndose, dirige su atención hacia allá y ve a Melissa con otras chicas que la miran de vez en cuando. De pronto, escucha gruñidos y ve como los chicos que estaban entrenando, empiezan a transformarse en lobos frente a ella. Amaya, asustada, retrocede un poco viendo esto, pensando en como eso era posible. De pronto, ve como uno de los lobos gris con manchas marrones muerde al otro en el cuello y con eso, Amaya suelta un grito aterrada por la escena. Todo se detiene, incluso los lobos que estaban peleando. Melissa divertida camina hacia ella con una risa burlona. —Está bien, Amaya, parece que esto es mucho para ti—, esto llama la atención de Amaya que voltea y solo la ve mientras sigue en estado de shock. Por otro lado, Sofía ve muy divertida la escen