Pov Amaya
Miro a través de la pequeña ventana, las nubes blancas en el cielo. Cómo podría saber que este viaje me llevaría a conocer un mundo para el que no estaba preparada. Un mundo que me recibiría de una forma muy cruel y despiadada. Jamás en mis 19 años de vida, me hubiese imaginado que una Diosa que no sabía que existía, me elegiría para una misión. Una que podría destruirme a mí también. Y así es como comienza mi historia, llegando a la ciudad en busca de un mejor futuro, uno dónde realmente pueda encajar. Esa sensación de no pertenecer a ningún lado, la he sentido desde pequeña, talvez por el hecho de que mi padre nos abandonó o por algo que desconozco. Camino por la bulliciosa sala del aeropuerto dirigiéndome a la salida. Andaba tan absorta en mis pensamientos que por error choqué con alguien. —Lo siento, no me fijé. Me agaché rápido a recoger las cosas que se desparramaron por el suelo, aquella presencia seguía allí parada hasta que alguien más se paró a su lado informándole de algo. Alcé mi mirada al desconocido y unos ojos grises intensos me atraparon de inmediato. Me miraba fijamente con una mirada penetrante, pude sentir escalofríos en la espalda, él claramente era un hombre poderoso. Agaché la mirada, terminé de recoger las cosas rápido y me levanté. —Lo siento, perdone... Su mano se levantó y me asusté, por instinto di un paso atrás, pero él solo rozó mi mejilla. Temblé un poco al sentir extrañamente como chispas en mi piel explotando, ¿cómo puede pasar algo así? Su mirada se volvió oscura, intensa y con un brillo que desconozco. —Tenía algo allí, perdone, yo tampoco la vi, así que estamos igual. —Ssí... sí, no... no se preocupe. Él me sonrió y por un segundo me quedé atontada en su sonrisa. Pero sus ojos de depredador a punto de atacar me sacaron de ese trance y rápido apreté mi bolso y mi maleta y salí a toda prisa de allí. —¿Pero qué fue eso? Paré un taxi y me dirigí a la dirección que mi amiga Cris me mandó, ahí era donde iba a quedarme, un pequeño apartamento cerca de la ciudad y de mi trabajo también. Llevo mi mano a mi mejilla donde aquella sensación de hormigueo, persiste. Eso fue extraño, demasiado, y su presencia se sentía fuerte y poderosa, al punto de hacerme erizar todos los bellos del cuerpo. —Señorita, ya llegamos. —Sí, disculpe. Otra de las cosas de mí, es que soy algo distraída y a veces torpe, me siento nerviosa, por eso, Cris logró conseguirme un trabajo de mesera en un restauran exclusivo y espero no arruinarlo. Abro la puerta de lo que será mi refugio por los próximos, no sé... 30 años de vida talvez. Tomo mi teléfono y llamo a mi abuela para saber como sigue. Su condición es delicada y necesita una operación pronto, una de las cosas por la que estoy aquí; es por eso. Después de hablar un rato, cuelgo y me quedo viendo fijamente al techo, llevo de nuevo mi mano a mi mejilla y aquellos ojos grises regresan a mi mente. ¿Quién será él? ***** Me preparo para irme a mi trabajo, es mi primer día, así que debo hacerlo bien, por mí, por mi futuro, por mi familia. A pesar de que el día transcurrió bien y tranquilo, no puedo decir lo mismo de la noche. Es más agitada, pero estoy acostumbrada a trabajar bajo presión. Sin embargo, esa sensación de ser observada desde el área de arriba persiste, he intentado mirar de forma disimulada hacia arriba, pero los vidrios opacos solo permiten ver siluetas. ¡Debo estar volviéndome loca! Nota mental: pedir cita con un psicólogo. Salgo del trabajo tarde, camino por las calles solitarias para ir a tomar el bus. La noche es fría y gotas de lluvia empiezan a caer, aceleró el paso para que no me tome de sorpresa en la calle. Al girar la esquina me detengo cuando dos hombres comienzan a rodearme. —Por favor no... no me lastimen, les daré todo. Tomé mi bolso y se los entregué sin embargo, lo lanzaron a un lado y uno de ellos sacó una navaja. Mis ojos se abrieron con miedo y no pensaba quedarme ahí para saber que harían con eso. Comencé a correr en dirección opuesta, buscando la forma de llegar a la vía principal, pero apenas conocía las calles. Uno de ellos logró alcanzarme agarrándome con fuerza del cabello. —¿A dónde pensabas ir preciosa?, solo queríamos conocerte y pasarla bien contigo. Me aferraba con fuerza a su muñeca intentando soltarme mientras mis lágrimas comenzaban a caer. —Por favor... no me hagan daño, si quieren dinero... —Ya nos entregaste tu bolso, pero esos hermosos pechos se ven suculentos. El otro abrió mi camisa, rompiendo los botones, dejando expuesto mi brasier negro. Su mano comenzó a apretar mi seno con fuerza, un gemido de dolor escapó de mis labios y eso solo pareció excitarlos. Saqué algo de coraje y con fuerza golpeé al que tenía al frente en su entrepierna, el otro me lanzó al suelo para ir a ayudar a su compañero y esa fue mi señal. Me levanté y comencé a correr, metiéndome por callejones oscuros. —Perra, cuando te alcance voy a matarte. Escuché como venían, sentí que estaba perdida hasta que vi una salida, podía escuchar los carros cerca. Corrí en esa dirección y al salir, me estrellé contra un muro o eso creí. Me alejé cuando noté que era un pecho fuerte, alcé la mirada y me sorprendió saber quién era. —Allí estás perra, me la vas a pagar. Se detuvieron al ver al hombre a mi lado, Pero aun así lo amenazaron con la pequeña navaja. —Si no le molesta, tenemos cosas que arreglar con ella. Justo antes de que me alcanzaran, él dio un paso adelante y sin esfuerzo le agarró el brazo a aquel hombre y lo sacó de su lugar.Pov Amaya —Estás loco— le gritó con dolor mientras se levantaba sosteniendo su brazo. El otro se abalanzó sobre él con el cuchillo y solo dejé escapar un jadeo, pero a él también lo neutralizó sin problema. Salieron corriendo y luego se volteó hacia mí. Su mirada oscura cayó en mi pecho expuesto que rápidamente cubrí con la camisa toda dañada. —¿Por qué estabas sola a estas horas aquí? Su voz era algo gruesa y rasposa, se escuchó como melodía en mis oídos, una melodía peligrosa. —Salí de mi trabajo hace poco y no conozco bien las calles. Él se quitó la chaqueta y la puso sobre mis hombros. Me guío hacia su auto que estaba estacionado no muy lejos. Al subir, solo me senté cerca de la puerta, volteaba a verlo de vez en cuando, pero logré detallarlo un poco. Cabello castaño claro, ojos grises oscuros, un mentón perfilado con una barba sutilmente cortada a la perfección. Brazos fuertes y espalda ancha, su pecho y su abdomen estaban bien definidos, se parece mucho a l
Pov Amaya Otro día más en mi trabajo y sigo repitiendo aquella noche una y otra vez en mi cabeza. Todo es demasiado confuso y extraño, pero es mejor alejarme de él, tengo esa extraña sensación de que él no es alguien al que deba acercarme. —Amaya, la encargada, nos llama. —¿Sabes para qué? —No, pero dijo que tú, Daniel y yo fuéramos a atender a los clientes de la sala vip. Asentí y fui con ella, la encargada nos dio algunas instrucciones y subimos. Cuando entre en la sala mis ojos se pasaron directamente en el hombre que desprendía aquella aura poderosa. Sus ojos me miraban fijamente mientras una sonrisa se dibujaba en sus labios. Tragué fuerte y aparté la mirada, sintiendo aún su mirada ardiente sobre mí. Tomamos los pedidos de todos, antes de tomar la carta de sus manos, él tomó la mía y luego dejó que simplemente se deslizara por entre sus dedos. Él hablaba como si nada a los demás y nadie parecía notar su agarre sobre mí. Cuando me soltó casi que tropiezo con mis propio
Pov Amaya Bajé del auto y de nuevo, su mano me jaló por la escalera, entramos a mi apartamento y el miedo volvió a llegarme cuando me sentí como una oveja atrapada con él, un lobo feroz. Vi que solo se sentó como si nada mirando mi pequeño apartamento. —¿Te gusta vivir aquí? —Es cómodo, ¿puedo saber porque sigues aquí? —Porque eres mía, te lo dije. —¿Acaso vas por la vida reclamando a las mujeres que te gusten así no más? —No, solo a ti, porque por derecho eres mía. Aquel corrientazo volvió a recorrerme llegando a mi centro, tuve que moverme algo incómoda al sentir esa sensación. —Ven pequeña. Obedecí, apenas me habló, no sabía cómo lo hacía, me paré frente a él que solo me miraba con detalle. Él de pronto me jaló y volvió a besarme, esta vez con más calma, dándose su tiempo de saborearme y de yo saborearlo. Estaba cayendo en su tentación, una de la que no podía zafarme. Sus manos rompieron mi camisa y desabrochó mi brasier. Mis manos cubrieron mis pechos y él las apartó
Pov Amaya Intenté gritar que se detuvieran cuando aquellos asquerosos intentaban quitarle la ropa interior a Cris. Jamás me perdonaría que le pasara algo. Una mano comenzó a meterse debajo de mi vestido, mientras la otra me sostenía con firmeza por el cuello, otro hombre me apuntaba con el cuchillo pasando su lengua por mi cuello. Cuando aquel hombre fue a besarme, le mordí con fuerza el labio haciéndolo sangrar. Me jaló con fuerza para estrellarme de cara a la pared mientras levantaba mi vestido. —Vas a pagar caro lo que hiciste. Cerré los ojos esperando lo peor hasta que su cuerpo dejó de presionar el mío. Comencé a escuchar una pelea y cuando volteé ya todos estaban en el suelo, sangrando y talvez muertos. Mis ojos miraban en shock todo eso hasta que sentí algo cubrirme. Alcé mi mirada para ver a Patrick frente a mí con una expresión dura. —Hablaremos de esto después Amaya. Me arrastró hasta el auto y vi como subían a Cris a otro. No sabía a dó
Pov Amaya Los días pasaban y yo solo podía caminar por el jardín sin hacer nada. La comida era llevada a mi habitación y de resto no podía hacer nada. Era frustrante. Demasiado frustrante. Sentada en la cama, volví a tomar mi teléfono para seguir leyendo cosas sin sentido común. Todo lo referente a la Luna equivalía a las criaturas de la noche. Leí sobre las manadas de los hombres lobos, sus parejas destinadas, el vínculo que tienen con la Diosa de la Luna. A cada hombre y mujer se le otorgaba el espíritu de un lobo que despertaba a los 18 años, con su despertar se definía su rango. La guerra constante entre hombres lobos y vampiros por definir quién era el más fuerte. Seguí leyendo y cada vez más esto me parecía más absurdo, hasta que me detuve en algo que llamo por completo mi atención. Había una imagen ilustrada de una Luna de sangre sobre la copa de los árboles. Una mujer en el medio, vestida de blanco, con un halo en la parte de atrás de su cabeza en fo
Pov Amaya Pasaron los días y pudimos reunir la mitad del dinero, mi familia logró vender algunas cosas y con eso más lo que tenía cubrimos la mitad. Aun así, el hospital sigue presionando para que paguemos el resto, pero mi abuela está bien y eso es lo que importa. Miro el teléfono cada tanto esperando que ver un mensaje o una llamada suya, pero ya no llega. Resignada, salgo a mi nuevo trabajo, es un pequeño bar, aquí los clientes no son tan groseros, pero siempre hay uno que busca molestar. Después de servir un par de rondas me gritan que vaya a la mesa 10 para atender un nuevo pedido. Cuando llego mis pies se detienen por completo al ver quién es. Sus ojos grises mirándome con frialdad, sus dedos golpeando rítmicamente sobre la madera de la mesa, no dice nada, solo me observa. —Simplemente, huiste sin decir nada Amaya, te llamé varias veces y tampoco respondiste, ¿dime qué fue lo que hice mal para que huyeras de mi lado? —Necesitaba salir de ahí Patrick, odio el en
Pov Amaya Comenzamos a avanzar, cruzando el portón que cerro a nuestra espalda. Los autos avanzaban sin prisa por el camino hasta que comencé a ver las pequeñas edificaciones a los lejos. Lo primero que veo son campos de entrenamiento, todos llenos de lobos, nada comunes. Son grandes y fuertes, demostrándolo en una lucha mientras un hombre les da instrucciones. Pasamos por otro donde veo como se transforman de su cuerpo humano a uno de lobo. Comienzo a respirar de forma agitada observando todo esto. Esas leyendas... Dios... esas leyendas no pueden ser ciertas. Llegamos a la entrada de una mansión más grande que la otra donde veo a varias personas paradas. Me giro a ver a Patrick que solo me observa con detenimiento. —Por esto te mandé a leer leyendas Amaya que más que leyendas es nuestra historia, ahora sabes lo que somos... —Soy un Alfa y tú eres mi compañera destinada por la Diosa, esta será la vida que conocerás a partir de ahora. Mi cuerpo tembló al oír aquel
Pov Amaya Los primeros rayos de sol se asomaban por la ventana mientras abría mis ojos lentamente. Los recuerdos de la noche anterior me hacen sentir feliz y una pequeña sonrisa se dibuja en mi rostro. Luego de hacer el amor por primera vez me dejó dormir por un rato, pero no por el resto de la noche. Siento que mi cuerpo me duele por todas las formas en la que me hizo ponerme, jamás pensé que mi cuerpo fuera así de flexible. Termino de despertarme y al voltear y posar mi mano en dónde se supone debería estar mi amado compañero; no está. La cama estaba fría, eso me sacó toda la alegría y sentí un vacío enorme en mí. Me levanté a pesar de que mi cuerpo protestó y camine lo mejor que pude a pesar del dolor que sentía en mi zona delicada. Me arreglé y me vestí, decidí salir para ver en dónde estaba Patrick, pero solo veía puertas interminables que no se a donde llevaban. Bajé las escaleras y justo veo a su madre. —Buenos días señora Prescott—, le doy un cálido saludo con una s