Evelyn
Evelyn
— Si de verdad quieres ayudarme… no me llevas a casa. Ayúdame a escapar.
Las palabras apenas dejan mis labios cuando veo el cambio en el rostro de Clara. Su piel se torna pálida, sus ojos se agrandan con miedo y sorpresa.
La miro y sé que acabo de ponerla en peligro con esa petición.
Eres una tonta, Evelyn.
Niego con la cabeza de inmediato, forzándome a tragar el miedo.
—Olvídalo . No te he dicho nada. Haz de cuenta que no me escuches.
Intento levantarme con lo poco de fuerza que me queda. Un dolor agudo me recorre la espalda cuando lo hago, pero no me detengo. No puedo detenerme.
Clara me observa en silencio mientras camino a trompicones hacia mi cabaña, su presencia a mi lado es un consuelo silencioso, pero mi mente está nublada por una única verdad:
Estoy atrapada aquí.
Y si no salgo pronto, Regnar hará de mi vida un infierno peor del que ya es.
Cuando finalmente llego a mi choza, las fuerzas me abandonan.
El umbral de mi hogar —si es que a este lugar se le puede llamar hogar— se siente como la frontera entre el sufrimiento y la desesperación.
Mi pequeño refugio de madera cruje cuando empujo la puerta y entro tambaleante. El olor a tierra húmeda y ceniza se mezcla con el aroma metálico de mi propia sangre.
Siento como mis rodillas ceden, segundos antes de que caiga de rodillas en el suelo.
Muerdo mi labio con fuerza, reprimiendo un sollozo, todo el cuerpo me duele, es como si me estuviera quemando de adentro hacia afuera.
No voy a llorar.
No.
Clara sigue de pie en la puerta, respirando con dificultad, como si algo estuviera oprimiéndole el pecho.
Y entonces, con la voz rota, lo dice.
—Lo haré.
Mi corazón da un vuelco, pero no quiero hacerme ilusiones, puedo estar interpretando mal.
Me giro lentamente hacia ella, la confusión nublando mi mente.
— ¿De qué estás hablando?
Clara me mira con determinación.
—Voy a ayudarte a escapar.
El mundo parece tambalearse a mi alrededor.
No puede ser real.
No después de años de estar sola. No después de ser tratado como menos que nada. No después de que nadie en esta manada me haya mostrado compasión.
No después de que incluso mi propio padre me abandonó.
— Clara… —mi voz es un susurro ahogado—. Si te descubren, te matarán.
Ella abre los puños.
— Entonces nos aseguraremos de que no me descubran.
Un rayo de esperanza se enciende en mi pecho. Frágil, pero real.
Por primera vez en años, alguien está dispuesto a arriesgarse por mí.
— Pero antes de cualquier cosa, necesito curarte. —Clara se mueve con rapidez, buscando un botiquín escondido bajo unas telas gastadas—. Así no llegarás a ningún lado.
Asiento con la cabeza y, con esfuerzo, desabrocho la blusa raída que llevo puesta. La tela cae pesadamente al suelo, empapada en sangre.
Clara se arrodilla a mi lado y ahoga un jadeo.
—Dioses , Evelyn…
Mi espalda es un desastre.
Las heridas siguen abiertas, algunas apenas comienzan a cerrarse con lentitud. Soy un lobo, pero mi curación es débil.
Desde que mi padre me dejó, mi loba interior se ha negado a responderme . Me abandonó el mismo día que él lo hizo.
Y ahora… ahora soy solo una sombra de lo que debería ser.
Clara limpia mis heridas con un paño húmedo. El alcohol me quema como fuego líquido, pero no me quejo.
—Eres fuerte, Evelyn. —Su voz es un susurro mientras envuelve mi torso con vendajes limpios—. Demasiado fuerte para seguir aquí.
— No sé si soy fuerte. —Mi mirada se pierde en las brasas apagadas de la chimenea—. Solo sé que no quiero morir aquí.
Clara termina el vendaje y asiente.
-Bien . Entonces haz una mochila. Nos vamos en cuanto el camino esté despejado.
Empaqué lo poco que tengo.
Dos prendas viejas. Un poco de dinero que he logrado ahorrar en los últimos años, mendigado de entre las sobras del mercado .
Nada más.
Es todo lo que tengo.
Es todo lo que soy.
Cuando finalmente nos escabullimos entre las sombras, la adrenalina se filtra en mi torrente sanguíneo, impulsándome a moverme a pesar del dolor.
Clara me sostiene cuando tropiezo.
—No te detengas.
Mi mirada se mueve frenéticamente a nuestro alrededor. Cualquier ruido podría ser alguien acercándose.
— ¿Hacia dónde vamos? —pregunto en voz baja.
— Voy a llevarte hasta la frontera. Después de eso, es tu decisión a dónde ir.
Cada paso me acerca a la libertad.
Cada latido me dice que no voy a sobrevivir si me atrapan.
Estamos cerca.
Muy cerca.
El aire se vuelve más ligero, el olor del territorio de Regnar comienza a desvanecerse en el viento frío de la noche. La frontera está a menos de cien metros.
Y entonces…
Un crujido.
Mis pulmones se congelan.
Clara y yo nos detenemos en seco.
El sonido es apenas un susurro entre los árboles, pero no estamos solas.
El miedo se estrella contra mi pecho con la fuerza de una ola gélida.
— ¿Escuchaste eso? —susurro.
Clara asiente con la mandíbula apretada.
Y entonces una voz nos atraviesa como una daga.
— ¿A dónde creen que van?
El miedo me paraliza por un instante.
Dos figuras emergen de entre los árboles, lobos con ojos dorados llenos de odio y desprecio.
Guardias.
Nos descubrieron.
La voz gruesa de uno de ellos resuena en la noche.
— Mira lo que tenemos aquí.
El más alto del grupo nos observa con una sonrisa burlona, su postura relajada, como si el hecho de tenernos acorraladas le divirtiera.
Mi corazón martillea en mi pecho. No podemos volver.
No puedo volver.
Si Regnar me atrapa después de esto, no me dejará viva.
Perder.
Clara me mira de reojo.
Veo la decisión formándose en sus ojos antes de que siquiera abra la boca.
— Evelyn, corre.
— ¿Qué? —Mis latidos se detuvieron.
— Corre. —Su voz es firme, determinada. Sin opción a discutir.
Suelto un jadeo.
- ¡No! No te dejaré aquí.
Pero Clara no me da tiempo de responder.
En un movimiento rápido, saca un cuchillo de su cinturón y lo lanza directamente al guardia más cercano.
El cuchillo se clava en su hombro con un sonido seco.
El lobo aúlla de dolor y todo se vuelve caos.
Los otros tres atacan de inmediato.
Clara se lanza contra ellos, sacando otro cuchillo y cortando el aire con movimientos precisos. Pero son demasiados. No podrás con todos.
Uno de los guardias la empuja con fuerza, haciéndola caer al suelo.
Mi garganta se cierra.
- ¡No!
Clara se pone de pie en un segundo, con los ojos encendidos por la adrenalina.
Me mira y sé lo que va a hacer.
— ¡VENTE, EVELYN!— es lo último que grita antes de transformarse y atacar.
Doy un paso hacia ella, pero ella retrocede, manteniendo la atención de los guardias sobre sí misma.
- ¡NO! —grito, desesperado.
Pero entonces, corre en dirección contraria, alejando a los guardias de mí.
Uno de ellos la sigue de inmediato.
Otra duda, su mirada salta entre ella y yo y sé que viene por mi.
No lo dudo.
Corro.
El suelo es un borrón bajo mis pies.
Las lágrimas arden en mis ojos.
Pero no puedo detenerme.
No puedo mirar atrás.
Clara se sacrificó por mí. No puedo dejar que haya sido en vano.
El viento gélido choca contra mi piel herida cuando cruzo la frontera.
Cuando llego a la línea divisoria entre este territorio y la tierra desconocida, el miedo y la emoción me inundan al mismo tiempo.
Estoy a punto de ser libre.
Me giro hacia Clara.
Pero ella ya no está.
Mi pecho se aprieta con fuerza.
Ella hizo esto por mí.
Mis labios tiemblan cuando le susurro al viento:
—Gracias .
No hay palabras suficientes para agradecerle lo que ha hecho.
—Nunca olvidaré esto. Nunca te olvidaré.
Su última mirada, su última sonrisa, quedan grabadas en mi mente.
Mis pulmones se llenan de aire frío.
Y corro a pesar del dolor que llena mi cuerpo y mi alma.
Cada paso es un eco en mi cabeza.
Corro. Corro. Corro.
El bosque es un mar de sombras y susurros.
Pero entonces…
El aire cambia.
Una quietud helada lo cubre todo. El bosque se calla.
No es normal.
Mis instintos me gritan que algo está cerca.
Alguien.
Alguien poderoso.
Mi piel se eriza, un escalofrío me recorre entera. Mi mirada salta entre los árboles, tratando de encontrar la amenaza. Con manos temblorosas, me agacho y agarro un trozo de madera horrible del suelo. No es mucho, pero es lo único que tengo.
Y entonces…
Una voz.
Grave. Implacable.
— Pequeña loba… eso no va a servirte de nada.
Mi pecho se congela.
Mi respiración se quiebra.
Y cuando me giro, lo veo.
Alto. Imponente. Letal.
Su cabello oscuro cae sobre su frente, y sus ojos plateados me observan con el peso de un juicio silencioso.
Un depredador en su máxima expresión.
Mi alma se paraliza.
Porque he caído en su territorio.
Porque Leonard Blackthorn me ha encontrado.
LeonardEl bosque está demasiado silencioso.La noche debería estar llena de vida, el ulular de los búhos, el murmullo del viento meciéndose entre las ramas, el crujir de hojas bajo las patas de los lobos patrullando mis tierras.Pero todo está tranquilo.Demasiado tranquilo.Y eso solo significa una cosa.Algo está mal.Mis pasos son calculados, apenas rozando el suelo mientras avanza entre los árboles. La luna proyecta sombras alargadas a mi alrededor, pero yo me muevo con la familiaridad de quien conoce cada centímetro de esta tierra.No debería estar aquí. Debería estar en casa, reunido con el consejo y hablando sobre la invasión del imbécil de Regnar y ocupándome de todos los malditos problemas que amenazan con consumir todo lo que he construido.Pero no puedo dormir.No puedo detener mi mente.Todo lo que he protegido, todo lo que he creado… podría desaparecer en cualquier momento y el único culpable sería yo.Pero no lo permitiré. Así deba vender mi alma al infierno, voy a busc
EvelynEl impacto me abruma.Siento la energía explotar desde dentro de mí como si una tormenta hubiera nacido en mis entrañas y salido disparada hacia él.Leonard Blackthorn vuela por los aires.Mi respiración se corta cuando su enorme cuerpo choca violentamente contra un árbol, el sonido de la madera crujiendo resuena en la quietud del bosque.No puede ser… Otra vez no.El miedo me invade como una ola helada, congelando cada fibra de mi ser.Intento moverme. Intento correr.Pero el dolor me lo impide.La mordida en mi hombro es una quemadura viva , un tormento que se suma al dolor de los azotes que aún laceran mi espalda.Un jadeo se escapa de mis labios cuando intento levantarme y mi visión se nubla. Estoy perdiendo la conciencia.No.No ahora.Parpadeo con fuerza, tratando de mantenerme despierta. Pero cuando levanto la mirada…Leonard ya no está lejos.Está encima de mí.Mi estómago se revuelve con un miedo primitivo cuando lo veo avanzar con furia contenida, sus ojos plateados br
LeonardEl aire nocturno es pesado cuando cruzo las puertas de mi territorio con la pequeña loba en brazos.Mis pasos resuenan con autoridad en los adoquines de piedra, y no tardo en notar las miradas curiosas de algunos de mis hombres.Pero nadie dice nada.Nadie se atreve.Excepto él .— ¿Quién demonios es ella?La voz de Alex, mi beta y mi mano derecha, resuena en el patio.Lo encuentro de pie en los escalones que llevan a la gran casa del Alfa, con los brazos cruzados sobre el pecho y el ceño fruncido.Su mirada salta de mi rostro a la mujer inconsciente en mis brazos.— La encontré merodeando en nuestro territorio. —Mi voz es firme—. Pertenece a la manada de Regnar.Alex aprieta la mandíbula de inmediato.— Otro espía.No lo digo.Porque no estoy seguro de eso.Mis ojos se posan en el rostro dormido de la loba, en las manchas de sangre seca sobre su piel pálida, en la ligera mueca de dolor que todavía marca su expresión.Algo en ella no encaja.— Esta vez no estoy tan seguro.Alex
EvelynEl aire en la sala es pesado , cargado con el olor de la madera quemada de las antorchas y el perfume de los lobos que me observan con desconfianza.Pero la mirada que realmente me quema la piel es la de él.Leonard Blackthorne.Sentado en ese trono como un rey inescrutable , con sus ojos plateados fijos en mí.— Voy a preguntarte una última vez. ¿Quién eres?Su voz es baja, profunda, como un trueno a punto de desatarse y sé que la realidad no es muy distinta. He estado jugando con su paciencia, pero él no entiende que no le estoy mintiendo.La respuesta que le doy es la verdad, aunque a él no le guste.Estoy agotada. El dolor me consume. Pero me niego a doblegarme.Lo miro de frente y trato de impregnar toda la frustración que puedo en mi mirada, aún cuándo estoy aterrada.—No soy nadie. No soy nada, ya se lo dije.Él no reacciona. O al menos eso es lo que creo, pero en un parpadeo se ha movido tan rápido que me veo obligada a retroceder mientras mi corazón late acelerado.— No
LeonardTodo esto es un desastre.La habitación entera se congela en el instante en que mis garras rasgan la tela de su blusa. Esto… esto es peor de lo que imaginaba. Es impensable, en especial en nuestra especie.Mis ojos se clavan en su espalda.No sé que demonios ver primero, si la extraña marca en forma de luna. o en todo el caos que hay alrededor..Es una masacre, el trabajo de un carnicero.Cortés. Azotes. Cicatrices viejas, algunas cerradas torpemente, otras aún frescas.Heridas en carne viva.— Por la luna… —escucho murmurar a Alex.Sé que él debe estar pensando lo mismo que yo: ¿Por qué demonios no se cura? Mi mandíbula se abre, pero por un instante no digo nada. Es como si las palabras se hubiesen evaporado de mis labios.No entiendo.Es que por más que busco una explicación coherente, no la consigo, pues aún si fuera una mestiza, debería sanar.No entiendo cómo una loba puede estar así. No debería ser posible.Los lobos sanamos rápido. A veces en cuestión de minutos.Pero s
EvelynEl primer latido me arrastra de vuelta.El segundo golpea como un tambor en mi cráneo.El tercero hace que todo mi cuerpo se tense.El calor me envuelve. No un calor reconfortante, sino uno que me sofoca , que me hace sentir como si estuviera quemándome por dentro.Abro los ojos de golpe.Pero la oscuridad sigue ahí.Parpadeo varias veces, intentando que mi visión se enfoque. Me siento pesada. Mi cuerpo no me responde como debería.Muevo los dedos primero, luego las manos, pero cada movimiento es lento y torpe, como si algo dentro de mí estuviera tratando de despertar y al mismo tiempo me retuviera.Y mi espalda…No arde tanto como antes.Puedo sentir las heridas aún abiertas, pero algo ha cambiado.Me cuesta respirar, mi piel está húmeda.¿Tengo fiebre?Intento moverme, pero un dolor profundo me recuerda de pies a cabeza.Y entonces, lo recuerdo.Leonardo.El estallido de luz.Su mano en mi espalda.Y mi loba.Porque la sentí. Juro que la sentí antes de perder la conciencia.Mis labios se
LeonardLas palabras del libro siguen repitiéndose en mi cabeza."Cuando la Luna Rota se despierte, su poder será un arma o una condena".No importa cuánto trate de sacarlas de mi mente, siguen ahí, acechándome como una sombra persistente.Al igual que mi propia maldición.Aprieto la mandíbula.La sensación dentro de mí se ha intensificado con el tiempo.Es un vacío profundo, un abismo negro que cada día se extiende más, devorando mi energía, mi control.Y sé lo que significa.Si no reclamo una luna pronto , si no encuentro la manera de estabilizarme , el poder que corre por mis venas me consumirá desde dentro.Y destruirá todo lo que él construyó.Cierro los ojos, recostándome en la silla de mi despacho, pero ni siquiera el silencio de la habitación es suficiente para calmar mi mente.Entonces, una idea peligrosa se forma en mi mente.¿Y si el poder de Evelyn pudiera estabilizarme?No está descabellado.Si realmente es una Luna Rota , si de verdad su existencia desafiaba las leyes de
EvelynMis manos tiemblan.El calor de la descarga aún está en mi piel. Es un fuego extraño, un hormigueo que no se apaga , un latido inusual recorriéndome las venas. Esto nunca antes había pasado, jamás. Ni siquiera cuándo mi padre seguía conmigo.Así que ¿Qué demonios fue eso?Levanto la mirada y me encuentro con los ojos plata fría de Leonard.Él también lo sintió.Lo veo en la rigidez de sus hombros, en la forma en que su mandíbula se aprieta como si intentara encontrar una explicación racional a lo que acaba de ocurrir.— ¿Qué demonios ha sido eso? —su voz es un filo de acero.Miro mi propia mano, esperando ver algo diferente, alguna marca, alguna señal de lo que acaba de pasar.Pero no hay nada. Nada visible, al menos.—No lo sé. —Mi voz sale más débil de lo que quisiera—. Juro que no he hecho nada.Leonard no contesta nada, simplemente me mira.Y esa mirada…Esa mirada que no juzga, no castiga, pero tampoco es benévola me cala los huesos. No sé qué está pensando.Y no sé qué es