Aquí uno más! Gracias por todo el apoyo.
EvelynUna vez los planes para la mañana siguiente quedan listos, todos nos vamos a descansar con el corazón hecho un nudo.La tienda de campaña está en silencio, salvo por la respiración tranquila de Leonard a mi lado. La lona se agita con el viento suave de la noche, y afuera el bosque parece contener el aliento. Pero yo no puedo dormir. No cuando sé que mañana vamos a poner en riesgo a Alex. Otra vez. Por mí.—No estoy de acuerdo con esto —susurro, dándome la vuelta en mi saco hasta quedar frente a Leonard, que abre los ojos lentamente, como si ya supiera que no estoy bien.Él me observa un segundo, sin decir nada. Luego extiende el brazo y me atrae hacia él, envolviéndome con su calor. No me resisto. Me hundo en su pecho, pero las palabras siguen quemándome por dentro.—No debería ser Alex —susurro, con la voz tensa—. No es justo. Él no tiene por qué arriesgarse por algo que… que me corresponde a mí enfrentar.—Evelyn… —su tono es bajo, paciente—. Alex no lo está haciendo por obli
EvelynAbro los ojos de golpe, jadeando. Estoy de nuevo en la tienda. Leonard se endereza al instante, alertado por mi respiración agitada.Puedo notar la preocupación en sus ojos, el miedo y me siento culpable por eso.—¿Otra visión? —pregunta, en voz baja.Me quedo paralizada un momento. No quiero preocuparlo. No aún. Ni siquiera yo estoy segura de lo que vi.Asi que niego con la cabeza, aunque tenga la imagen de… del niño en mi mente todavía.—Solo un mal sueño, lamento haberte despertado —respondo, obligando a mi voz a sonar creíble.Él me observa en silencio, claramente dudando. Pero no insiste. Solo me acerca más a él, envolviéndome como si pudiera alejar cualquier sombra solo con su abrazo.Y yo me acurruco contra él, absorbiendo su aroma, su calor.—En tus brazos todo se calma —le murmuro, apoyando la cabeza en su pecho.Leonard besa mi frente.—Entonces quédate aquí. No pienso soltarte nunca.Lo hago.**__***El amanecer llega con el cielo teñido de rojo. Mal presagio, diría
AlexNunca me han gustado las despedidas.No me considero un hombre sentimental, pero las despedidas y yo tenemos un historial bastante amargo, por eso cuando Evelyn se aferró a mi, mi Luna, a la que ahora le debo lealtad y me susurro que me mantuviera con vida, todos los recuerdos del pasado, esos en dónde mi padre yacía moribundo y me decía casi esas mismas palabras, regresaron a mi mente.No puedo distraerme, me digo sacudiendo la cabeza, si en verdad quiero mantenerme con vida debo estar al cien en esta misión.El olor es lo primero que me golpea al cruzar la frontera: un aire denso, casi metálico, como si el bosque respirara veneno. Mi antigua casa… ahora convertida en un campo minado de hipnosis y traición.Camino con paso firme. Sin armas. Sin resistencia. Tratando de interpretar lo mejor posible el papel que me corresponde.Mis manos a los costados, la cabeza ligeramente baja, pero mis sentidos, afilados. Cada crujido de rama, cada sombra entre los árboles me mantiene alerta. E
EvelynNo sé qué me despierta exactamente.Tal vez es el viento, que suena como si algo lo empujara. O tal vez es esa sensación horrible de que algo… algo no está bien.Me incorporo en mi saco de dormir y me froto los ojos. Leonard duerme a mi lado, su respiración tranquila, su brazo extendido como si me buscara incluso dormido.Pero yo ya no puedo seguir ahí acostada.Salgo de la tienda con cuidado de no hacer ruido. El aire de la madrugada es frío, pero no es eso lo que me eriza la piel. Hay algo raro en el bosque. Como si la energía hubiera cambiado de color. Como si algo me rozara la espalda, invisible pero real.Camino hasta el borde del claro. El cielo está empezando a aclararse. Las estrellas se apagan de a poco, como si supieran que ya no tienen nada más que decirme.—No deberías estar sola —dice una voz a mi espalda.Me doy la vuelta. Es la hechicera blanca, envuelta en su capa larga, sus ojos brillando con ese tono extraño que tienen cuando hay magia cerca.—No podía dormir —
LeonardLas palabras de Evelyn todavía me retumban en la cabeza.“Esta Luna no espera sentada.”Pero yo sí tengo que hacerlo.No porque quiera. No porque me falten ganas de correr directo al infierno y sacar a Alex con mis propias manos. Sino porque no puedo perder la cabeza ahora. Si fallo en este momento, no solo pierdo a mi Beta. Podría perderlo todo.Me paso una mano por la nuca mientras camino al centro del claro. El aire huele a madera quemada, a tierra fría, a expectativa. Estoy preocupado, mi pecho, mi alma y mi mente me dice que algo no está del todo bien, que hay algo que no estoy viendo, pero no sé que es y estoy frustrado.Quiero asegurarme de que los míos, todos, estén a salvo de esta maldit4 guerra que parece no tener final.Sebastián me espera ya en la mesa improvisada de mapas, con la hechicera blanca de pie a su lado. Evelyn se acerca por el otro extremo, su cabello suelto, el rostro sereno pero alerta. Ha cambiado. La oscuridad la rompió… pero también la hizo más fue
AlexNunca pensé que la traición o la lealtad, mírese como se mire, doliera tanto… físicamente.Dos hombres me sacan de la celda a rastras en la madrugada y joder, quisiera decir que lo estaba esperando, pero la verdad es que no fue así.Me arrastran como un perro, como un criminal, sin decirme a dónde voy. Y mientras lo hacen los golpes van llegando de todas las direcciones, pero se que luchar ahora solo va a causar más desgaste, así que resisto lo mejor que puedo. Me duele todo, incluso cosas que no recordaba que tenía. Uno me da un empujón por la espalda y el otro se burla cuando casi tropiezo.—¿A dónde me llevan? —pregunto, escupiendo sangre vieja en el suelo.—A tu prueba de fuego —dice el más alto con una sonrisa torcida—. Todos los que afirman estar con nosotros… tienen que pasarla.Perfecto.M4ldito circo de mierd4 en que se ha convertido la manada, no puedo creer que estos imbéciles hayan vivido entre nosotros.Me empujan por un pasillo de piedra y me lanzan dentro de una
Evelyn3 años atrás.—¡La hija de un traidor!—¡Debería morir!—¡No merece vivir!El frío se clava en mis huesos como un recordatorio de lo que soy nada .Estoy en el centro de la manada, rodeada de innumerables ojos llenos de odio. Sus susurros son como el siseo de serpientes, enredándose en mis oídos.Y lo que más me aterra es el hombre frente a mí: el Alfa.Su voz retumba como un trueno, llena de autoridad y crueldad.—Nunca saldrás de aquí, Evelyn —Hace una pausa, su mirada afilada como una espada—. Pagarás con sangre la traición de tu padre.Miro a mi lado, donde mi padre está arrodillado. Él fue el Beta de la manada, un guerrero valiente, un líder respetado. Ahora, está encadenado, con la cabeza baja, en silencio.Su silencio me destroza el corazón.—Papá… —susurro, temblando—, di algo…Pero él no me mira, ni siquiera se mueve.La sentencia del Alfa cae como un martillo, destrozando mi última esperanza.—Por tu traición, se te destierra de estas tierras. Y como tributo por t
EvelynEl primer guardia me agarra del brazo, tirando de mí como si fuera una muñeca de trapo. Intento zafarme, pero otro me sujeta por la cintura, inmovilizándome.—¡Déjenme! ¡No hice nada! —grito, pero mi voz se pierde en el eco de la noche.Me sacan de la cabaña, me obligan a caminar descalza sobre la tierra fría. El suelo es áspero y húmedo bajo mis pies, y la sensación es un recordatorio más de lo que soy: una prisionera en mi propia tierra .A medida que avanzamos, las sombras de los lobos de la manada se hacen más densas. Me rodeo. Sus murmullos son como agujas perforando mi piel."Basura.""Maldita traidora.""Ojalá la maten."Mi estómago se revuelve. Trato de no escuchar, pero cada palabra es un golpe, cada mirada de desprecio me hunde más en este abismo en el que me han condenado desde que mi padre me abandonó.Finalmente, llegamos a la plaza central del territorio de la manada.El Alfa está ahí, sentado en su trono de madera tallada a mano , con pieles oscuras cubriendo sus