LeonardSostengo la pluma entre mis dedos, sintiendo cómo algo en ella vibra de forma sutil pero constante, como si guardara un secreto que todavía no estamos listos para escuchar. Es blanca, impecable, y sin embargo hay un rastro tenue de ceniza en la punta, como si hubiera sido arrancada del corazón de una tormenta.—¿Dónde apareció exactamente? —pregunto, mirando a Evelyn, que la sostiene contra la luz de la fogata como si fuera una joya maldita.Puedo notar la tensión en su cuerpo, en la postura de su espalda, en sus labios apretados y me molesta no saber que hacer para calmarla.No veo la hora que esta pesadilla termine y ella puede vivir en paz, en esa que parece que le han negado por años.—Sobre mi manta —responde, con la voz baja—. No la vi caer. Solo… apareció. El cuervo estaba ahí. Te juro que me miró, y luego se fue.Los susurros no se hacen esperar, sé que mis hombres están nerviosos, este es un enemigo totalmente distinto a todo lo que hemos enfrentando.A mi lado, la he
Puedo notar el impacto que mis palabras tienen en ella, pues su reacción es inmediata:Evelyn levanta la vista, sorprendida. Traga saliva. Si piel se pone incluso más palida y luego veo como aleja la mirada, como si estuviera avergonzada y se me aprieta el corazón.—Nena por favor, pensé que confiabas en mi.Mis palabras son como un golpe y me arrepiento de decirlas nada más salen de mi boca, pues veo el gesto de dolor en ella, la manera en que se encoge en su lugar y maldigo a mis adentros.—Leonard, yo…—No te estoy acusando,—le digo interrumpiendo, al ver que parece alterada, mis manos van a su rostro y lo acunan haciendo que me vea— No estoy enojado amor mío, pero si preocupado. Solo quiero ayudarte. Pero necesito saber con qué estás peleando, para poder pelear a tu lado. No puedo protegerte si no sé de qué.Ella se muerde el labio inferior. Veo sus dedos temblar cuando sus manos se ponen sobre las mías, sus ojos se enrojecen y entonces un puchero se forma en sus labios sin que pu
EvelynUna vez los planes para la mañana siguiente quedan listos, todos nos vamos a descansar con el corazón hecho un nudo.La tienda de campaña está en silencio, salvo por la respiración tranquila de Leonard a mi lado. La lona se agita con el viento suave de la noche, y afuera el bosque parece contener el aliento. Pero yo no puedo dormir. No cuando sé que mañana vamos a poner en riesgo a Alex. Otra vez. Por mí.—No estoy de acuerdo con esto —susurro, dándome la vuelta en mi saco hasta quedar frente a Leonard, que abre los ojos lentamente, como si ya supiera que no estoy bien.Él me observa un segundo, sin decir nada. Luego extiende el brazo y me atrae hacia él, envolviéndome con su calor. No me resisto. Me hundo en su pecho, pero las palabras siguen quemándome por dentro.—No debería ser Alex —susurro, con la voz tensa—. No es justo. Él no tiene por qué arriesgarse por algo que… que me corresponde a mí enfrentar.—Evelyn… —su tono es bajo, paciente—. Alex no lo está haciendo por obli
EvelynAbro los ojos de golpe, jadeando. Estoy de nuevo en la tienda. Leonard se endereza al instante, alertado por mi respiración agitada.Puedo notar la preocupación en sus ojos, el miedo y me siento culpable por eso.—¿Otra visión? —pregunta, en voz baja.Me quedo paralizada un momento. No quiero preocuparlo. No aún. Ni siquiera yo estoy segura de lo que vi.Asi que niego con la cabeza, aunque tenga la imagen de… del niño en mi mente todavía.—Solo un mal sueño, lamento haberte despertado —respondo, obligando a mi voz a sonar creíble.Él me observa en silencio, claramente dudando. Pero no insiste. Solo me acerca más a él, envolviéndome como si pudiera alejar cualquier sombra solo con su abrazo.Y yo me acurruco contra él, absorbiendo su aroma, su calor.—En tus brazos todo se calma —le murmuro, apoyando la cabeza en su pecho.Leonard besa mi frente.—Entonces quédate aquí. No pienso soltarte nunca.Lo hago.**__***El amanecer llega con el cielo teñido de rojo. Mal presagio, diría
AlexNunca me han gustado las despedidas.No me considero un hombre sentimental, pero las despedidas y yo tenemos un historial bastante amargo, por eso cuando Evelyn se aferró a mi, mi Luna, a la que ahora le debo lealtad y me susurro que me mantuviera con vida, todos los recuerdos del pasado, esos en dónde mi padre yacía moribundo y me decía casi esas mismas palabras, regresaron a mi mente.No puedo distraerme, me digo sacudiendo la cabeza, si en verdad quiero mantenerme con vida debo estar al cien en esta misión.El olor es lo primero que me golpea al cruzar la frontera: un aire denso, casi metálico, como si el bosque respirara veneno. Mi antigua casa… ahora convertida en un campo minado de hipnosis y traición.Camino con paso firme. Sin armas. Sin resistencia. Tratando de interpretar lo mejor posible el papel que me corresponde.Mis manos a los costados, la cabeza ligeramente baja, pero mis sentidos, afilados. Cada crujido de rama, cada sombra entre los árboles me mantiene alerta. E
EvelynNo sé qué me despierta exactamente.Tal vez es el viento, que suena como si algo lo empujara. O tal vez es esa sensación horrible de que algo… algo no está bien.Me incorporo en mi saco de dormir y me froto los ojos. Leonard duerme a mi lado, su respiración tranquila, su brazo extendido como si me buscara incluso dormido.Pero yo ya no puedo seguir ahí acostada.Salgo de la tienda con cuidado de no hacer ruido. El aire de la madrugada es frío, pero no es eso lo que me eriza la piel. Hay algo raro en el bosque. Como si la energía hubiera cambiado de color. Como si algo me rozara la espalda, invisible pero real.Camino hasta el borde del claro. El cielo está empezando a aclararse. Las estrellas se apagan de a poco, como si supieran que ya no tienen nada más que decirme.—No deberías estar sola —dice una voz a mi espalda.Me doy la vuelta. Es la hechicera blanca, envuelta en su capa larga, sus ojos brillando con ese tono extraño que tienen cuando hay magia cerca.—No podía dormir —
LeonardLas palabras de Evelyn todavía me retumban en la cabeza.“Esta Luna no espera sentada.”Pero yo sí tengo que hacerlo.No porque quiera. No porque me falten ganas de correr directo al infierno y sacar a Alex con mis propias manos. Sino porque no puedo perder la cabeza ahora. Si fallo en este momento, no solo pierdo a mi Beta. Podría perderlo todo.Me paso una mano por la nuca mientras camino al centro del claro. El aire huele a madera quemada, a tierra fría, a expectativa. Estoy preocupado, mi pecho, mi alma y mi mente me dice que algo no está del todo bien, que hay algo que no estoy viendo, pero no sé que es y estoy frustrado.Quiero asegurarme de que los míos, todos, estén a salvo de esta maldit4 guerra que parece no tener final.Sebastián me espera ya en la mesa improvisada de mapas, con la hechicera blanca de pie a su lado. Evelyn se acerca por el otro extremo, su cabello suelto, el rostro sereno pero alerta. Ha cambiado. La oscuridad la rompió… pero también la hizo más fue
AlexNunca pensé que la traición o la lealtad, mírese como se mire, doliera tanto… físicamente.Dos hombres me sacan de la celda a rastras en la madrugada y joder, quisiera decir que lo estaba esperando, pero la verdad es que no fue así.Me arrastran como un perro, como un criminal, sin decirme a dónde voy. Y mientras lo hacen los golpes van llegando de todas las direcciones, pero se que luchar ahora solo va a causar más desgaste, así que resisto lo mejor que puedo. Me duele todo, incluso cosas que no recordaba que tenía. Uno me da un empujón por la espalda y el otro se burla cuando casi tropiezo.—¿A dónde me llevan? —pregunto, escupiendo sangre vieja en el suelo.—A tu prueba de fuego —dice el más alto con una sonrisa torcida—. Todos los que afirman estar con nosotros… tienen que pasarla.Perfecto.M4ldito circo de mierd4 en que se ha convertido la manada, no puedo creer que estos imbéciles hayan vivido entre nosotros.Me empujan por un pasillo de piedra y me lanzan dentro de una