Luna Rota: Forzada a amar al alfa enemigo
Luna Rota: Forzada a amar al alfa enemigo
Por: Lizzy Bennet
1-El destierro

Evelyn

3 años atrás.

El frío se clava en mis huesos como un recordatorio de lo que soy: nada .

Me rodean lobos, todos con la mirada cargada de odio. Me escupen, me insultan en susurros. Algunos piden mi muerte.

Pero el peor de todos está frente a mí

—Nunca saldrás de aquí, Evelyn. —La voz del Alfa es un trueno, profunda y cruel—. Pagarás con sangre la traición de tu padre.

A mi lado, mi padre está de rodillas. El antiguo Beta de la manada. Un líder, un guerrero. Un traidor.

Las cadenas en sus muñecas tintinean cuando el Alfa lo sentencia. No se defiende. Sin súplica. No me mira.

—Por tu traición, se te destierra de estas tierras. Y como tributo por tus pecados, tu hija se queda aquí .

Mi corazón se rompe en un grito desnudo.

Papá… Papá, de algo .

Pero él sólo se levanta.

Sin mirar atrás.

Sin siquiera despedirse.

Y ese día entendí que estaba sola.

Totalmente sola.

En la actualidad.

Las brasas del fuego chisporrotean frente a mí.

Tomo el conejo que logré cazar anoche y lo coloco sobre las llamas, con un movimiento mecánico. Es lo único que he comido en días. 

Me obligan a cazar en la oscuridad, lejos de las patrullas, lejos de cualquier posibilidad de ser vista. Como si fuera una peste que debe mantenerse oculta.

Afuera de mi cabaña, el bosque es mi única compañía. Nadie quiere estar cerca de mí, pero tampoco soy libre de irme. El Alfa jamás lo permitiría.

Para él, soy una propiedad. Un tributo. Un castigo vivo.

Mis dedos se aprietan alrededor del cuchillo que uso para despellejar el conejo, pero el temblor en mis manos me delata.

Estoy harta.

Harta de este encierro. Harta de ser tratada como una escoria. Harta de cargar con la culpa de un pecado que no fue mío .

Respiro hondo, cerrando los ojos, pero el pasado me atrapa de golpe.

Lo veo de nuevo. A mi padre, de rodillas, con la sangre goteando de su boca después de la golpiza. Veo la sombra del Alfa sobre él, el desprecio en sus ojos.

"Por tu traición, se te destierra. Y tu hija se queda."

"Papá, di algo."

Pero él se fue.

Me abandonó en manos de aquellos que querían matarlo.

Un nudo arde en mi garganta cuando regreso al presente. No debo llorar. No servirá de nada.

El aroma a carne asada impregna el aire y me obliga a centrarme en lo único que importa ahora mismo: sobrevivir un día más.

Pero entonces…

El sonido llega.

Un Paso.

Otro paso.

Luego, múltiples pisadas que se acercan a mi cabaña.

Mi instinto me grita huye .

Sé que nada bueno puede venir de esto.

Pero ¿de qué serviría correr? No hay escapatoria para mí.

Mis músculos se tensan. Me pongo de pie y tomo el cuchillo. El fuego sigue crepitando, pero el calor no llega a mis huesos.

Un golpe seco resulta en la puerta.

Luego otro.

Hasta que la madera se astilló y se desploma con un estruendo.

Mis pulmones se vacían en un jadeo.

Ahí está él.

El hombre de la sonrisa cruel, la mano derecha del Alfa. Un lobo tan despiadado como su líder.

Me observa con una burla en los ojos mientras entra a mi cabaña, con los guardias detrás de él.

— Oh, parece que alguien ha sido una loba muy mala.

Su tono de voz me da escalofríos.

Mis dedos aprietan el cuchillo, pero no me serviría de nada. Son más fuertes. Son muchos.

— No, yo.. yo no no he hecho nada. —Mi voz tiembla. Odio que tiembla

Él chasquea la lengua, moviendo la cabeza en fingida decepción.

—Eso no es lo que dijeron. Al parecer, has ignorado tu aislamiento. Te vieron cerca de la ciudad. Y además dicen que llevabas caza del día.

Su sonrisa se ensancha.

—Tú no tienes permitido ninguna de las dos cosas.

Mi estómago se revuelve.

¡Por supuesto que fui a la ciudad! Pero no por placer. Me herí hace unos días cazando en la oscuridad y necesitaba medicina. Solo un poco. No hable con nadie.

Mis ojos se llenan de lágrimas de rabia e impotencia, pero no las dejo caer.

— No hable con nadie. Y solo cacé un conejo… por favor…

Las súplicas se me escapan antes de poder contenerlas.

Pero el hombre suelta una carcajada amarga.

—Tus súplicas me importan menos que la mierd4 bajo mis zapatos.

Se gira hacia los guardias.

— Agárrenla.

Mis latidos se disparan.

No. No otra vez.

—El Alfa la espera.

Sigue leyendo en Buenovela
Escanea el código para descargar la APP
capítulo anteriorcapítulo siguiente

Capítulos relacionados

Último capítulo

Escanea el código para leer en la APP