Leonard
El bosque está demasiado silencioso.
La noche debería estar llena de vida, el ulular de los búhos, el murmullo del viento meciéndose entre las ramas, el crujir de hojas bajo las patas de los lobos patrullando mis tierras.
Pero todo está tranquilo.
Demasiado tranquilo.
Y eso solo significa una cosa.
Algo está mal.
Mis pasos son calculados, apenas rozando el suelo mientras avanza entre los árboles. La luna proyecta sombras alargadas a mi alrededor, pero yo me muevo con la familiaridad de quien conoce cada centímetro de esta tierra.
No debería estar aquí. Debería estar en casa, reunido con el consejo y hablando sobre la invasión del imbécil de Regnar y ocupándome de todos los malditos problemas que amenazan con consumir todo lo que he construido.
Pero no puedo dormir.
No puedo detener mi mente.
Todo lo que he protegido, todo lo que he creado… podría desaparecer en cualquier momento y el único culpable sería yo.
Pero no lo permitiré. Así deba vender mi alma al infierno, voy a buscar una solución.
Reprimo un gruñido bajo. La rabia bulle en mi pecho como una bestia enjaulada. Necesito una solución antes de que sea demasiado tarde.
Pero nada parece suficiente.
Sacudo la cabeza y dejo que mi instinto me guíe, necesito cazar algo, golpear algo, destrozar algo , pero entonces…
Un olor.
Un aroma extraño, distinto a cualquier otro que haya olfatado antes.
Me detengo a olfatear.
Mi lobo se agita dentro de mí, alerta.
Inhalo con más profundidad y lo siento: es femenino, pero fuerte. Es dulce, pero cargado de algo más, algo que me resulta… familiar y extraño.
¿Dónde he olido esto antes?
Me muevo con sigilo, siguiendo el aroma como un depredador acechando a su presa.
Cuanto más me acerco, más intenso se vuelve.
Y entonces… se mezcla con otro olor.
Sangre.
El cambio en mi cuerpo es inmediato.
Todos mis músculos se tensan, mi mandíbula se aprieta, mis colmillos se alargan instintivamente. Sangre en mi territorio.
Eso solo significa dos cosas: o alguien se está muriendo, o alguien está a punto de morir.
—Si es un intrusa… seré yo quien la mate.
Acelero el paso, mis pies apenas hacen ruido sobre la tierra húmeda.
Cuando finalmente la veo, mis intenciones de ataque se desmoronan en un parpadeo.
Es ella.
La chica.
La que vi hace solo unas horas en el territorio de Regnar.
La que estaban azotando hasta romperle la piel.
Mi cuerpo se congela.
Es… pequeña. Más de lo que recordaba. No debe tener más de veinte años. ¿Qué demonios pudieron haber hecho para merecer un castigo así?
El instinto de mi lobo gruñe en mi interior, inquieto.
Y entonces lo noto Ella me ha percibido.
Ella me entiende.
Su cuerpo entero se tensa, como una presa a punto de ser devorada.
Puedo oler su miedo , el aroma inconfundible del terror mezclado con el cobre de su sangre.
Pero lo que me sorprende no es su miedo.
Es lo que hace después.
No corre.
No hay súplicas.
No se rinde.
Se agacha y toma un palo del suelo.
Un maldito palo.
Un destello de diversión oscura me cruza por la mente.
¿Por qué no se transforma?
Si fuera una loba con su bestia despierta, su primer instinto sería huir o pelear con garras y dientes.
Pero en cambio, elige un palo.
Interesante.
Avanzo lentamente, dejando que cada uno de mis movimientos le advierta de mi presencia antes de hablar.
— Pequeña loba… eso no va a servirte de nada.
Ella se congela por un segundo.
Pero me equivoco si pienso que se rendirá.
Con un grito ahogado, lanza un golpe con el palo y me golpea directo en el brazo.
El impacto no me duele.
Pero me sorprende.
Mis ojos se oscurecen mientras la observan con una mezcla de incredulidad y diversión oscura.
— No deberías haber hecho eso. ¿Eres otra spía de Ragnor? No puedo creer que ahira manden niñas.
Ella retrocede, su respiración es errática.
— No, no, no soy… No soy su espía.
— No te creo— le digo en un rigido bajo.El miedo que sale de ella impregna el aire, segundo antes de echar a correr.
Mi lobo ruge.
El instinto de caza se enciende en mí.
— No hay lugar en este bosque donde puedas esconderte.
— ¡Ya lo veremos! —me grita sin detenerse.
Interesante.
Muy interesante.
Mis huesos crujen y mi cuerpo cambia en cuestión de segundos. Me transformo en mi forma de lobo y salgo tras ella.
La cacería ha comenzado.
Ella corre.
Pero no puedes ganarme.
Podría alcanzarla en dos zancadas.
Pero no lo hago.
En lugar de eso, el dejo correr más.
Que sienta mi presencia.
Que sienta el miedo recorriendo su espalda como una garra afilada.
Me muevo con sigilo entre los árboles, cortándole el camino poco a poco.
Puedo oír su respiración agitada, sus latidos frenéticos.
Y entonces, por fin, ella grita.
— ¡Déjame en paz! ¡Aléjate!
Pero no lo haré.
La desvío de su ruta hasta que escuche el sonido del agua.
El arroyo está cerca.
Es el lugar perfecto.
Aumento la velocidad y, en un solo movimiento, salto sobre ella.
Mi cuerpo impacta contra el suyo y la derribo al suelo.
Un grito desgarrador reverbera en el bosque.
¡AHHHHHHH!Mi cuerpo está tenso de golpe.
No la he lastimado, pero su dolor es real.
Ella respira con dificultad, temblando debajo de mí.
— ¡Por favor! —jadea, su voz quebrada—. ¡Ya basta!
Su cuerpo tiembla debajo de mí. Su respiración es errática, sus ojos llenos de terror.No la he lastimado, pero su dolor es real. Sin embargo, su sufrimiento no es mi problema, la razón por la que está en mi territorio, si lo es.
— ¿Quién te ha enviado?
— NADIE!! YA TE DIJE QUE NADIE
Lo que sucede después me toma completamente por sorpresa.
Evelyn lucha.
Y no es una lucha desesperada de alguien que se rinde fácilmente.
Pelea con todo lo que tiene.
Su codo impacta contra mi mandíbula con un golpe seco. No lo suficiente para hacerme daño, pero lo suficiente para hacerme gruñir con molestia.
— ¡Suéltame! —grita, forcejeando con todas sus fuerzas.
Me aferro a sus muñecas, inmovilizándola contra el suelo.
— Deja de pelear, pequeña mentirosa. No hay nada que puedas hacer contra mi, para mi esto es solo un juego.
— ¡Vete al infierno!
Su rodilla intenta darme un golpe bajo, pero la detengo a tiempo.
Es salvaje.
Más de lo que debería ser alguien en su estado.
Pelea como si su vida dependiera de ello.
Y por primera vez en años, siento la adrenalina recorrerme.
— ¿Acaso no entiendes que ya perdiste? Lo hiciste desde que pusiste un pie en mi territorio—le gruño, apretando mi agarre.
— ¡No me puedes retener!
Mi lobo está furioso, desesperado y cansado.
La furia comienza a agitarse dentro de mí.
—No tienes opción.
Sus ojos, brillantes por la rabia y el miedo, me desafiaban.
Y entonces, hace lo impensable.
Con un grito desgarrado, muerde mi brazo.
El dolor es mínimo, apenas un rasguño. Pero eso no importa.
Lo que importa es que ella no se rinde.
— ¡TE HAS VUELTO LOCA!
La paciencia se me acaba.
Mi lobo ruge con fiereza, harto de la resistencia.
Ya basta.
Mis instintos primarios me dominan, y sin pensarlo, la muerdo. Mis colmillos se clavan en la piel entre su hombro y espalda, marcándola. Es un movimiento instintivo, para someterla, para hacer que se quede quieta de una m*****a vez.
Pero entonces…
Todo cambia.
Una quemazón abrasadora me atraviesa la boca. Mi cuerpo entero se paraliza. Un ardor imposible me recorre la garganta, como si hubiera mordido fuego líquido.
¿Qué demonios…?
La suelto de inmediato, retrocediendo como si algo me hubiera empujado. No…. corrección, algo me expulsa con fuerza.
Mi espalda choca contra un árbol, la sacudida recorriéndome todo el cuerpo. Mi mandíbula sigue ardiendo.
Mi piel está erizada.
Mis colmillos laten con un dolor extraño.
Y cuando miro a la loba, ella está en el suelo, jadeando, con una mano sobre la herida sangrante de su hombro.
Mi respiración es irregular. No sé qué acaba de pasar.
Pero lo que sí sé es que esto no es normal.
Mi lobo se retuerce dentro de mí, inquieto.
Ella no es una loba cualquiera.
EvelynEl impacto me abruma.Siento la energía explotar desde dentro de mí como si una tormenta hubiera nacido en mis entrañas y salido disparada hacia él.Leonard Blackthorn vuela por los aires.Mi respiración se corta cuando su enorme cuerpo choca violentamente contra un árbol, el sonido de la madera crujiendo resuena en la quietud del bosque.No puede ser… Otra vez no.El miedo me invade como una ola helada, congelando cada fibra de mi ser.Intento moverme. Intento correr.Pero el dolor me lo impide.La mordida en mi hombro es una quemadura viva , un tormento que se suma al dolor de los azotes que aún laceran mi espalda.Un jadeo se escapa de mis labios cuando intento levantarme y mi visión se nubla. Estoy perdiendo la conciencia.No.No ahora.Parpadeo con fuerza, tratando de mantenerme despierta. Pero cuando levanto la mirada…Leonard ya no está lejos.Está encima de mí.Mi estómago se revuelve con un miedo primitivo cuando lo veo avanzar con furia contenida, sus ojos plateados br
LeonardEl aire nocturno es pesado cuando cruzo las puertas de mi territorio con la pequeña loba en brazos.Mis pasos resuenan con autoridad en los adoquines de piedra, y no tardo en notar las miradas curiosas de algunos de mis hombres.Pero nadie dice nada.Nadie se atreve.Excepto él .— ¿Quién demonios es ella?La voz de Alex, mi beta y mi mano derecha, resuena en el patio.Lo encuentro de pie en los escalones que llevan a la gran casa del Alfa, con los brazos cruzados sobre el pecho y el ceño fruncido.Su mirada salta de mi rostro a la mujer inconsciente en mis brazos.— La encontré merodeando en nuestro territorio. —Mi voz es firme—. Pertenece a la manada de Regnar.Alex aprieta la mandíbula de inmediato.— Otro espía.No lo digo.Porque no estoy seguro de eso.Mis ojos se posan en el rostro dormido de la loba, en las manchas de sangre seca sobre su piel pálida, en la ligera mueca de dolor que todavía marca su expresión.Algo en ella no encaja.— Esta vez no estoy tan seguro.Alex
EvelynEl aire en la sala es pesado , cargado con el olor de la madera quemada de las antorchas y el perfume de los lobos que me observan con desconfianza.Pero la mirada que realmente me quema la piel es la de él.Leonard Blackthorne.Sentado en ese trono como un rey inescrutable , con sus ojos plateados fijos en mí.— Voy a preguntarte una última vez. ¿Quién eres?Su voz es baja, profunda, como un trueno a punto de desatarse y sé que la realidad no es muy distinta. He estado jugando con su paciencia, pero él no entiende que no le estoy mintiendo.La respuesta que le doy es la verdad, aunque a él no le guste.Estoy agotada. El dolor me consume. Pero me niego a doblegarme.Lo miro de frente y trato de impregnar toda la frustración que puedo en mi mirada, aún cuándo estoy aterrada.—No soy nadie. No soy nada, ya se lo dije.Él no reacciona. O al menos eso es lo que creo, pero en un parpadeo se ha movido tan rápido que me veo obligada a retroceder mientras mi corazón late acelerado.— No
LeonardTodo esto es un desastre.La habitación entera se congela en el instante en que mis garras rasgan la tela de su blusa. Esto… esto es peor de lo que imaginaba. Es impensable, en especial en nuestra especie.Mis ojos se clavan en su espalda.No sé que demonios ver primero, si la extraña marca en forma de luna. o en todo el caos que hay alrededor..Es una masacre, el trabajo de un carnicero.Cortés. Azotes. Cicatrices viejas, algunas cerradas torpemente, otras aún frescas.Heridas en carne viva.— Por la luna… —escucho murmurar a Alex.Sé que él debe estar pensando lo mismo que yo: ¿Por qué demonios no se cura? Mi mandíbula se abre, pero por un instante no digo nada. Es como si las palabras se hubiesen evaporado de mis labios.No entiendo.Es que por más que busco una explicación coherente, no la consigo, pues aún si fuera una mestiza, debería sanar.No entiendo cómo una loba puede estar así. No debería ser posible.Los lobos sanamos rápido. A veces en cuestión de minutos.Pero s
EvelynEl primer latido me arrastra de vuelta.El segundo golpea como un tambor en mi cráneo.El tercero hace que todo mi cuerpo se tense.El calor me envuelve. No un calor reconfortante, sino uno que me sofoca , que me hace sentir como si estuviera quemándome por dentro.Abro los ojos de golpe.Pero la oscuridad sigue ahí.Parpadeo varias veces, intentando que mi visión se enfoque. Me siento pesada. Mi cuerpo no me responde como debería.Muevo los dedos primero, luego las manos, pero cada movimiento es lento y torpe, como si algo dentro de mí estuviera tratando de despertar y al mismo tiempo me retuviera.Y mi espalda…No arde tanto como antes.Puedo sentir las heridas aún abiertas, pero algo ha cambiado.Me cuesta respirar, mi piel está húmeda.¿Tengo fiebre?Intento moverme, pero un dolor profundo me recuerda de pies a cabeza.Y entonces, lo recuerdo.Leonardo.El estallido de luz.Su mano en mi espalda.Y mi loba.Porque la sentí. Juro que la sentí antes de perder la conciencia.Mis labios se
LeonardLas palabras del libro siguen repitiéndose en mi cabeza."Cuando la Luna Rota se despierte, su poder será un arma o una condena".No importa cuánto trate de sacarlas de mi mente, siguen ahí, acechándome como una sombra persistente.Al igual que mi propia maldición.Aprieto la mandíbula.La sensación dentro de mí se ha intensificado con el tiempo.Es un vacío profundo, un abismo negro que cada día se extiende más, devorando mi energía, mi control.Y sé lo que significa.Si no reclamo una luna pronto , si no encuentro la manera de estabilizarme , el poder que corre por mis venas me consumirá desde dentro.Y destruirá todo lo que él construyó.Cierro los ojos, recostándome en la silla de mi despacho, pero ni siquiera el silencio de la habitación es suficiente para calmar mi mente.Entonces, una idea peligrosa se forma en mi mente.¿Y si el poder de Evelyn pudiera estabilizarme?No está descabellado.Si realmente es una Luna Rota , si de verdad su existencia desafiaba las leyes de
EvelynMis manos tiemblan.El calor de la descarga aún está en mi piel. Es un fuego extraño, un hormigueo que no se apaga , un latido inusual recorriéndome las venas. Esto nunca antes había pasado, jamás. Ni siquiera cuándo mi padre seguía conmigo.Así que ¿Qué demonios fue eso?Levanto la mirada y me encuentro con los ojos plata fría de Leonard.Él también lo sintió.Lo veo en la rigidez de sus hombros, en la forma en que su mandíbula se aprieta como si intentara encontrar una explicación racional a lo que acaba de ocurrir.— ¿Qué demonios ha sido eso? —su voz es un filo de acero.Miro mi propia mano, esperando ver algo diferente, alguna marca, alguna señal de lo que acaba de pasar.Pero no hay nada. Nada visible, al menos.—No lo sé. —Mi voz sale más débil de lo que quisiera—. Juro que no he hecho nada.Leonard no contesta nada, simplemente me mira.Y esa mirada…Esa mirada que no juzga, no castiga, pero tampoco es benévola me cala los huesos. No sé qué está pensando.Y no sé qué es
LeonardAlgo dentro de mí está mal. La sensación comienza en mi pecho, como un nudo apretado que tira de mí, como si algo jalara invisible de mis entrañas.Camino por el pasillo con pasos pesados, sintiendo el eco de las palabras de Evelyn repitiéndose en mi mente."¿Cuántas veces puedo comer aquí?" Es ridículo que algo así me moleste, que la forma como era tratada antes tenga algún poder en mi. No debería tenerlo. No debería importarme.No me importa.Y sin embargo… no puedo quitármelo de la cabeza.Nunca antes me había interesado el bienestar de nadie más allá de mi manada. Nunca.¿Por qué ella?¿Por qué sus palabras siguen pesando en mi mente como una carga imposible de ignorar?Frunzo el Ceño.No tiene sentido.Nada de esto tiene.Pero entonces, la sensación se intensifica. Un tirón violento , un latigazo de ansiedad golpea mi pecho. Algo no está bien.Mi lobo lo siente.Las garras se deslizan instintivamente desde la punta de mis dedos, listas para pelear, listas para atacar a l