Mis cariñitos, atentas que se viene enseguida un tercer capítulo! Besooooos
LeonardLas palabras del libro siguen repitiéndose en mi cabeza."Cuando la Luna Rota se despierte, su poder será un arma o una condena".No importa cuánto trate de sacarlas de mi mente, siguen ahí, acechándome como una sombra persistente.Al igual que mi propia maldición.Aprieto la mandíbula.La sensación dentro de mí se ha intensificado con el tiempo.Es un vacío profundo, un abismo negro que cada día se extiende más, devorando mi energía, mi control.Y sé lo que significa.Si no reclamo una luna pronto , si no encuentro la manera de estabilizarme , el poder que corre por mis venas me consumirá desde dentro.Y destruirá todo lo que él construyó.Cierro los ojos, recostándome en la silla de mi despacho, pero ni siquiera el silencio de la habitación es suficiente para calmar mi mente.Entonces, una idea peligrosa se forma en mi mente.¿Y si el poder de Evelyn pudiera estabilizarme?No está descabellado.Si realmente es una Luna Rota , si de verdad su existencia desafiaba las leyes de
EvelynMis manos tiemblan.El calor de la descarga aún está en mi piel. Es un fuego extraño, un hormigueo que no se apaga , un latido inusual recorriéndome las venas. Esto nunca antes había pasado, jamás. Ni siquiera cuándo mi padre seguía conmigo.Así que ¿Qué demonios fue eso?Levanto la mirada y me encuentro con los ojos plata fría de Leonard.Él también lo sintió.Lo veo en la rigidez de sus hombros, en la forma en que su mandíbula se aprieta como si intentara encontrar una explicación racional a lo que acaba de ocurrir.— ¿Qué demonios ha sido eso? —su voz es un filo de acero.Miro mi propia mano, esperando ver algo diferente, alguna marca, alguna señal de lo que acaba de pasar.Pero no hay nada. Nada visible, al menos.—No lo sé. —Mi voz sale más débil de lo que quisiera—. Juro que no he hecho nada.Leonard no contesta nada, simplemente me mira.Y esa mirada…Esa mirada que no juzga, no castiga, pero tampoco es benévola me cala los huesos. No sé qué está pensando.Y no sé qué es
LeonardAlgo dentro de mí está mal. La sensación comienza en mi pecho, como un nudo apretado que tira de mí, como si algo jalara invisible de mis entrañas.Camino por el pasillo con pasos pesados, sintiendo el eco de las palabras de Evelyn repitiéndose en mi mente."¿Cuántas veces puedo comer aquí?" Es ridículo que algo así me moleste, que la forma como era tratada antes tenga algún poder en mi. No debería tenerlo. No debería importarme.No me importa.Y sin embargo… no puedo quitármelo de la cabeza.Nunca antes me había interesado el bienestar de nadie más allá de mi manada. Nunca.¿Por qué ella?¿Por qué sus palabras siguen pesando en mi mente como una carga imposible de ignorar?Frunzo el Ceño.No tiene sentido.Nada de esto tiene.Pero entonces, la sensación se intensifica. Un tirón violento , un latigazo de ansiedad golpea mi pecho. Algo no está bien.Mi lobo lo siente.Las garras se deslizan instintivamente desde la punta de mis dedos, listas para pelear, listas para atacar a l
LeonardHan pasado dos días.Dos días desde que hice un trato con la loba que no debería estar aquí.Dos días desde que la toqué y sentí la misma descarga rerriéndome el cuerpo.Dos días desde que mis noches se han llenado de silencio inquietante y pensamientos que no quiero tener.Algo en Evelyn es distinto. Algo en ella me perturba. No solo porque es la clave de la maldición que me está destruyendo lentamente… sino porque cuando estoy cerca de ella, no soy el mismo.Mi lobo tampoco.Desde que está aquí, mi bestia no ha dejado de moverse dentro de mí.Inquieta. Desesperada.Cada vez que la huelo en los pasillos, cada vez que la veo moverme por la mansión con su cabello desordenado y su cuerpo cubierto de moretones que aún no terminan de sanar…Siento algo que no quiero sentir.Frustración.Rabia.Porque debería ser irrelevante. Debería importarme menos que nada.Y sin embargo, no es así. Y no sé por qué.Suspiro, masajeándome la sensación mientras camino hacia mi despacho. Tengo dema
RagnarLos gritos de la chica rebotan contra las paredes de piedra.Su cuerpo tiembla, la sangre resbala por su ceja, manchando el suelo con gotas oscuras.Clara.La maldita Clara .La estúpida que ayudó a mi loba a escapar.Mis dedos se tensan alrededor del mango de mi látigo mientras la observa, encadenada a la pared de la mazmorra, con su cuerpo cubierto de moretones.— No sé nada más… —jadea, su voz rota, apenas audible.Mi sonrisa se ensancha.Porque sé que miente .Doy un paso adelante, disfrutando del miedo en sus ojos.—Vamos , Clara. No me hagas perder la paciencia.— Te dije la verdad…—escupe sangre al suelo— Evelyn no me dijo a dónde iría. Solo la llevé hasta la frontera.Levanto una ceja.— ¿Frontera?Sus labios se presionan con fuerza, como si quisiera tragarse la información.Pero no lo hará.No si quiere vivir.Inclino la cabeza hacia un lado, disfrutando del momento.— Tienes hermanos pequeños, ¿verdad?Su mirada se llena de pánico.- No…—Dos niños. Uno de ellos tiene
Evelyn3 años atrás.El frío se clava en mis huesos como un recordatorio de lo que soy: nada .Me rodean lobos, todos con la mirada cargada de odio. Me escupen, me insultan en susurros. Algunos piden mi muerte.Pero el peor de todos está frente a mí—Nunca saldrás de aquí, Evelyn. —La voz del Alfa es un trueno, profunda y cruel—. Pagarás con sangre la traición de tu padre.A mi lado, mi padre está de rodillas. El antiguo Beta de la manada. Un líder, un guerrero. Un traidor.Las cadenas en sus muñecas tintinean cuando el Alfa lo sentencia. No se defiende. Sin súplica. No me mira.—Por tu traición, se te destierra de estas tierras. Y como tributo por tus pecados, tu hija se queda aquí .Mi corazón se rompe en un grito desnudo.Papá… Papá, de algo .Pero él sólo se levanta.Sin mirar atrás.Sin siquiera despedirse.Y ese día entendí que estaba sola.Totalmente sola.En la actualidad.Las brasas del fuego chisporrotean frente a mí.Tomo el conejo que logré cazar anoche y lo coloco sobre l
EvelynEl primer guardia me agarra del brazo, tirando de mí como si fuera una muñeca de trapo. Intento zafarme, pero otro me sujeta por la cintura, inmovilizándome.—¡Déjenme! ¡No hice nada! —grito, pero mi voz se pierde en el eco de la noche.Me sacan de la cabaña, me obligan a caminar descalza sobre la tierra fría. El suelo es áspero y húmedo bajo mis pies, y la sensación es un recordatorio más de lo que soy: una prisionera en mi propia tierra .A medida que avanzamos, las sombras de los lobos de la manada se hacen más densas. Me rodeo. Sus murmullos son como agujas perforando mi piel."Basura.""Maldita traidora.""Ojalá la maten."Mi estómago se revuelve. Trato de no escuchar, pero cada palabra es un golpe, cada mirada de desprecio me hunde más en este abismo en el que me han condenado desde que mi padre me abandonó.Finalmente, llegamos a la plaza central del territorio de la manada.El Alfa está ahí, sentado en su trono de madera tallada a mano , con pieles oscuras cubriendo sus
EvelynEl dolor es lo único que existe.Llega en oleadas, abrasador como fuego líquido recorriendo mi espalda. Es una agonía densa, implacable, como si mi piel se hubiera convertido en un lienzo de carne desgarrada.La sangre caliente corre por mi piel, empapando la tela harapienta de mi vestido. Siento el ardor de cada herida abierta, el escozor del aire al tocar las laceraciones.El suelo bajo mí es duro y frío. Mis mejillas están contra la tierra húmeda, y el aroma a polvo y sangre flota en el ambiente. Todo mi cuerpo tarde con una pulsación irregular, mi respiración es superficial, entrecortada, temblorosa.Pero no grito.No lloro.No les daré esa satisfacción.A mi alrededor, la manada observa en silencio, sus sombras alargadas por la luz de la luna. Disfrutan de mi sufrimiento . Puedo sentirlo en la forma en que sus susurros flotan en el aire, de la manera en que sus miradas se clavan en mi piel desgarrada como si fueran cuchillos.El verdugo se mueve, preparándose para el sigui