Evelyn
El dolor es lo único que existe.
Llega en oleadas, abrasador como fuego líquido recorriendo mi espalda. Es una agonía densa, implacable, como si mi piel se hubiera convertido en un lienzo de carne desgarrada.
La sangre caliente corre por mi piel, empapando la tela harapienta de mi vestido. Siento el ardor de cada herida abierta, el escozor del aire al tocar las laceraciones.
El suelo bajo mí es duro y frío. Mis mejillas están contra la tierra húmeda, y el aroma a polvo y sangre flota en el ambiente. Todo mi cuerpo tarde con una pulsación irregular, mi respiración es superficial, entrecortada, temblorosa.
Pero no grito.
No lloro.
No les daré esa satisfacción.
A mi alrededor, la manada observa en silencio, sus sombras alargadas por la luz de la luna. Disfrutan de mi sufrimiento . Puedo sentirlo en la forma en que sus susurros flotan en el aire, de la manera en que sus miradas se clavan en mi piel desgarrada como si fueran cuchillos.
El verdugo se mueve, preparándose para el siguiente golpe.
Pero entonces…
Algo cambia.
El aire se vuelve denso, helado.
El suelo bajo mí parece vibrar con una energía que no pertenece a este lugar .
Un escalofrío me recorre la espina dorsal.
Algo se acerca.
Lo siento antes de verlo.
Una presencia. Feroz. Inmensa. Letal.
La multitud se silencia de golpe.
Y entonces lo veo .
Mis ojos se abren con esfuerzo, apenas logrando enfocarlo en medio del dolor y la neblina de sangre que empaña mi visión.
La figura de un hombre emerge de entre las sombras del bosque, avanzando con un paso controlado y peligroso. Es alto, con una postura recta, el porte de alguien que sabe que el mundo entero le pertenece .
La luz de la luna recorta su silueta con un resplandor frío, iluminando su cabello oscuro y los contornos marcados de su rostro. Su expresión es indescifrable, pero lo más aterrador de todo es su mirada .
Ojos plateados. Fríos, como el acero.
Una tormenta sin fin se agita en ellos.
Leonard Blackthorne.
El Alfa más poderoso de todos.
El enemigo número uno de esta manada.
El mito que jamás pensé que vería en persona.
Pero no está solo.
En sus manos, arrastra tres cuerpos , hombres malheridos, con la ropa desgarrada y los rostros hinchados de golpes. Los lanza sin esfuerzo al suelo, a los pies del Alfa de esta manada.
El impacto de los cuerpos contra la tierra resuena en el silencio absoluto.
Mi corazón late con fuerza, un latido errático que duele en mi pecho.
— Traigo a tus perros de vuelta.
Su voz es un filo de hielo, profunda y calculada.
Una vibración recuerda el suelo bajo mí. El poder que emana de él es abrumador , como una sombra aplastante que lo llena todo.
El Alfa Axel, que hace segundo dosfrutaba de mi dolor,se pone de pie, su rostro rojo de furia.
— ¿Qué demonios haces en mi territorio? ¡¡GUARDIAS!! ESTO ES INVASIÓN, VOY A MATARTE—su voz es un rugido.
Los guardias se tensan y rodean a Leonard , formando un círculo amenazante a su alrededor.
Un error.
Un terrible error.
Porque Leonard ni siquiera se inmuta.
Su mirada sigue clavada en el Alfa, absolutamente indiferente a las armas y garras que lo rodean.
Su simple presencia aplasta a todos sin necesidad de moverse
—Eres ridículo. La próxima vez que mandes espías a mi territorio, te aseguro que no regresarás sus cuerpos en una sola pieza.
Las palabras caen pesadas, un golpe de autoridad que se extiende en el aire.
El Alfa de la manada aprieta los dientes con furia, pero no responde de inmediato .
Porque tiene miedo .
No lo demuestra, pero lo sé. Lo huelo.
Leonard es el único Alfa al que jamás podrá doblegar.
Mi respiración es errática. Mi cuerpo me duele con cada latido, pero no puedo dejar de mirarlo.
Entonces, en el momento en que él gira para marcharse…
Sus ojos me encuentran.
Por una fracción de segundo.
Por un instante tan efímero que tal vez lo imaginado.
Pero me vio .
Y mi loba interior, sumisa y apagada durante años, se retuerce dentro de mí en reconocimiento .
Leonard no dice nada.
No se detiene.
No me ayuda.
Simplemente se va .
Y yo, por primera vez en mi vida, deseo gritarle que me lleve con él .
Porque incluso si su manada es un infierno, no puede ser peor que esto .
Intento incorporarme en silencio. Tal vez, solo tal vez… pueda escapar.
Pero el simple movimiento me hace jadear de dolor.
Y eso me delata .
El Alfa me escucha y, en un parpadeo, su mano se enreda en mi cabello y me arrastra hacia él.
— ¿QUÉ DEMONIOS CREES QUE HACES, ZORRA? Ni creas que esto ha terminado. —Su aliento apesta a rabia y poder rancio. Sus dedos tiran de mi cabello con fuerza, forzándome a mirarlo. Su sonrisa es cruel, lasciva—. Ahora que has cumplido veinte años, es momento de que pagues con tu cuerpo… pero de otra manera.
Un escalofrío helado me atraviesa entera.
No.
No.
Sus ojos me recorren con un brillo enfermizo antes de soltarme con un empujón.
—Es todo por hoy. —Se vuelve hacia sus hombres—. Recojan a los espías y que nadie la ayude a llegar a su casa. Que se arrastra sola como la traidora que es.
Las burlas resuenan a mi alrededor mientras los lobos se dispersan, dejándome sola y rota en la tierra.
No puedo moverme.
Mi piel arde, mi cuerpo pesa como si me estuviera hundiendo en la misma tierra.
Pero no puedo quedarme aquí.
Debo irme antes de que él cumpla su palabra.
Luchando contra el dolor, me arrastro .
Cada movimiento es un tormento, pero avanza.
Avanzando.
Hasta que siento que voy a desfallecer.
Un par de manos me sostienen antes de que me desplome.
Mara.
Su rostro aparece borroso en mi visión.
—Oh Dios, Evelyn, estás… estás…—ni siquiera puede decirlo, pero yo lo sé, estoy hecha mierd4. Me siento de esa forma.
Y pensar en lo que el alfa quiere hacerme… lo que dijo que haría, hace que la bilis me suba a la garganta.
—Vamos, amiga. Te llevaré a casa.—Mara intenta ayudar a sostener mi peso, pero me aleo, apun en medio del dolor.—No… No… No puedes. —murmuró con esfuerzo—. Te castigarán si lo haces.
Veo las lágrimas brillar en sus ojos antes de negar con la cabeza.
—Me da igual. Voy a ayudarte. No puedes… no puedes caminar asi. Debemos curarte, Eve.
Puedo notar la mirada de desesperación en sus ojos, pero eso no es nada comparado con lo que siento yo.
El miedo contante de no saber si ese será el día que acaben con mi vida. Que rompan mi alma.
No puedo seguir así.
Mis ojos van hacia la que a sido mi única amiga y le digo:
— Si de verdad quieres ayudarme… no me llevas a casa. Ayúdame a escapar.
EvelynEvelyn— Si de verdad quieres ayudarme… no me llevas a casa. Ayúdame a escapar.Las palabras apenas dejan mis labios cuando veo el cambio en el rostro de Clara. Su piel se torna pálida, sus ojos se agrandan con miedo y sorpresa.La miro y sé que acabo de ponerla en peligro con esa petición.Eres una tonta, Evelyn.Niego con la cabeza de inmediato, forzándome a tragar el miedo.—Olvídalo . No te he dicho nada. Haz de cuenta que no me escuches.Intento levantarme con lo poco de fuerza que me queda. Un dolor agudo me recorre la espalda cuando lo hago, pero no me detengo. No puedo detenerme.Clara me observa en silencio mientras camino a trompicones hacia mi cabaña, su presencia a mi lado es un consuelo silencioso, pero mi mente está nublada por una única verdad:Estoy atrapada aquí.Y si no salgo pronto, Regnar hará de mi vida un infierno peor del que ya es.Cuando finalmente llego a mi choza, las fuerzas me abandonan.El umbral de mi hogar —si es que a este lugar se le puede llam
LeonardEl bosque está demasiado silencioso.La noche debería estar llena de vida, el ulular de los búhos, el murmullo del viento meciéndose entre las ramas, el crujir de hojas bajo las patas de los lobos patrullando mis tierras.Pero todo está tranquilo.Demasiado tranquilo.Y eso solo significa una cosa.Algo está mal.Mis pasos son calculados, apenas rozando el suelo mientras avanza entre los árboles. La luna proyecta sombras alargadas a mi alrededor, pero yo me muevo con la familiaridad de quien conoce cada centímetro de esta tierra.No debería estar aquí. Debería estar en casa, reunido con el consejo y hablando sobre la invasión del imbécil de Regnar y ocupándome de todos los malditos problemas que amenazan con consumir todo lo que he construido.Pero no puedo dormir.No puedo detener mi mente.Todo lo que he protegido, todo lo que he creado… podría desaparecer en cualquier momento y el único culpable sería yo.Pero no lo permitiré. Así deba vender mi alma al infierno, voy a busc
EvelynEl impacto me abruma.Siento la energía explotar desde dentro de mí como si una tormenta hubiera nacido en mis entrañas y salido disparada hacia él.Leonard Blackthorn vuela por los aires.Mi respiración se corta cuando su enorme cuerpo choca violentamente contra un árbol, el sonido de la madera crujiendo resuena en la quietud del bosque.No puede ser… Otra vez no.El miedo me invade como una ola helada, congelando cada fibra de mi ser.Intento moverme. Intento correr.Pero el dolor me lo impide.La mordida en mi hombro es una quemadura viva , un tormento que se suma al dolor de los azotes que aún laceran mi espalda.Un jadeo se escapa de mis labios cuando intento levantarme y mi visión se nubla. Estoy perdiendo la conciencia.No.No ahora.Parpadeo con fuerza, tratando de mantenerme despierta. Pero cuando levanto la mirada…Leonard ya no está lejos.Está encima de mí.Mi estómago se revuelve con un miedo primitivo cuando lo veo avanzar con furia contenida, sus ojos plateados br
LeonardEl aire nocturno es pesado cuando cruzo las puertas de mi territorio con la pequeña loba en brazos.Mis pasos resuenan con autoridad en los adoquines de piedra, y no tardo en notar las miradas curiosas de algunos de mis hombres.Pero nadie dice nada.Nadie se atreve.Excepto él .— ¿Quién demonios es ella?La voz de Alex, mi beta y mi mano derecha, resuena en el patio.Lo encuentro de pie en los escalones que llevan a la gran casa del Alfa, con los brazos cruzados sobre el pecho y el ceño fruncido.Su mirada salta de mi rostro a la mujer inconsciente en mis brazos.— La encontré merodeando en nuestro territorio. —Mi voz es firme—. Pertenece a la manada de Regnar.Alex aprieta la mandíbula de inmediato.— Otro espía.No lo digo.Porque no estoy seguro de eso.Mis ojos se posan en el rostro dormido de la loba, en las manchas de sangre seca sobre su piel pálida, en la ligera mueca de dolor que todavía marca su expresión.Algo en ella no encaja.— Esta vez no estoy tan seguro.Alex
EvelynEl aire en la sala es pesado , cargado con el olor de la madera quemada de las antorchas y el perfume de los lobos que me observan con desconfianza.Pero la mirada que realmente me quema la piel es la de él.Leonard Blackthorne.Sentado en ese trono como un rey inescrutable , con sus ojos plateados fijos en mí.— Voy a preguntarte una última vez. ¿Quién eres?Su voz es baja, profunda, como un trueno a punto de desatarse y sé que la realidad no es muy distinta. He estado jugando con su paciencia, pero él no entiende que no le estoy mintiendo.La respuesta que le doy es la verdad, aunque a él no le guste.Estoy agotada. El dolor me consume. Pero me niego a doblegarme.Lo miro de frente y trato de impregnar toda la frustración que puedo en mi mirada, aún cuándo estoy aterrada.—No soy nadie. No soy nada, ya se lo dije.Él no reacciona. O al menos eso es lo que creo, pero en un parpadeo se ha movido tan rápido que me veo obligada a retroceder mientras mi corazón late acelerado.— No
LeonardTodo esto es un desastre.La habitación entera se congela en el instante en que mis garras rasgan la tela de su blusa. Esto… esto es peor de lo que imaginaba. Es impensable, en especial en nuestra especie.Mis ojos se clavan en su espalda.No sé que demonios ver primero, si la extraña marca en forma de luna. o en todo el caos que hay alrededor..Es una masacre, el trabajo de un carnicero.Cortés. Azotes. Cicatrices viejas, algunas cerradas torpemente, otras aún frescas.Heridas en carne viva.— Por la luna… —escucho murmurar a Alex.Sé que él debe estar pensando lo mismo que yo: ¿Por qué demonios no se cura? Mi mandíbula se abre, pero por un instante no digo nada. Es como si las palabras se hubiesen evaporado de mis labios.No entiendo.Es que por más que busco una explicación coherente, no la consigo, pues aún si fuera una mestiza, debería sanar.No entiendo cómo una loba puede estar así. No debería ser posible.Los lobos sanamos rápido. A veces en cuestión de minutos.Pero s
EvelynEl primer latido me arrastra de vuelta.El segundo golpea como un tambor en mi cráneo.El tercero hace que todo mi cuerpo se tense.El calor me envuelve. No un calor reconfortante, sino uno que me sofoca , que me hace sentir como si estuviera quemándome por dentro.Abro los ojos de golpe.Pero la oscuridad sigue ahí.Parpadeo varias veces, intentando que mi visión se enfoque. Me siento pesada. Mi cuerpo no me responde como debería.Muevo los dedos primero, luego las manos, pero cada movimiento es lento y torpe, como si algo dentro de mí estuviera tratando de despertar y al mismo tiempo me retuviera.Y mi espalda…No arde tanto como antes.Puedo sentir las heridas aún abiertas, pero algo ha cambiado.Me cuesta respirar, mi piel está húmeda.¿Tengo fiebre?Intento moverme, pero un dolor profundo me recuerda de pies a cabeza.Y entonces, lo recuerdo.Leonardo.El estallido de luz.Su mano en mi espalda.Y mi loba.Porque la sentí. Juro que la sentí antes de perder la conciencia.Mis labios se
LeonardLas palabras del libro siguen repitiéndose en mi cabeza."Cuando la Luna Rota se despierte, su poder será un arma o una condena".No importa cuánto trate de sacarlas de mi mente, siguen ahí, acechándome como una sombra persistente.Al igual que mi propia maldición.Aprieto la mandíbula.La sensación dentro de mí se ha intensificado con el tiempo.Es un vacío profundo, un abismo negro que cada día se extiende más, devorando mi energía, mi control.Y sé lo que significa.Si no reclamo una luna pronto , si no encuentro la manera de estabilizarme , el poder que corre por mis venas me consumirá desde dentro.Y destruirá todo lo que él construyó.Cierro los ojos, recostándome en la silla de mi despacho, pero ni siquiera el silencio de la habitación es suficiente para calmar mi mente.Entonces, una idea peligrosa se forma en mi mente.¿Y si el poder de Evelyn pudiera estabilizarme?No está descabellado.Si realmente es una Luna Rota , si de verdad su existencia desafiaba las leyes de