Una noche olvidada
Maximiliano seguía de pie en la sala, con la respiración agitada y el pecho oprimido.

No podía moverse. No podía reaccionar.

Solo podía escuchar la puerta cerrándose con fuerza cuando Ariadna salió corriendo, con Víctor detrás de ella.

Se pasó las manos por el rostro, sintiendo una rabia ciega consigo mismo.

¿Qué demonios acababa de hacer?

No podía justificarlo, no podía explicarlo.

Había perdido el control.

Por Ariadna.

Lo peor no había sido el beso en sí.

Lo peor había sido la manera en que su cuerpo respondió.

La manera en la que por un instante lo sintió bien, lo sintió real.

Lo peor había sido el dolor en los ojos de Ariadna cuando lo abofeteó.

Como si él la hubiera traicionado.

Como si le hubiera hecho exactamente lo que todos los demás le habían hecho: decidir por ella.

Apoyó las manos en la mesa de centro y cerró los ojos con fuerza.

Amaba a Amelie.

¿No?

Ese era el plan.

Ese siempre había sido el plan.

Entonces ¿por qué demonios había hecho algo tan estúpido?
Maye Lyn

Buenos días, bellezas. Tengan un feliz domingo.

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