Bien, otra historia terminada, que nostalgia. Imagino que notaron todo lo que quedó abierto con Esther, Carlo y Portia, y todo se resolverá en la historia de Esther que se llamará: El CEO vagabundo y la hija mimada del millonario jaja, pues, si le agrada la idea a mi editora, así que estén pendientes que saldrá el próximo mes si todo sale bien. O si lees este mensaje después, puede que ya esté en mi perfil, ¡Búscala! Una vez más, gracias por leer mis historias. Nos leemos, Diego Almary.
— ¡No voy a darte el divorcio! — le gritó Oliver lanzándole los papeles a la cara y Lia sintió como la rabia que tenía en ese momento llegó a un punto extremo. — Yo no te estoy pidiendo el favor, te estoy exigiendo que firmes estos papeles — le contestó y recogió las hojas que volaron por el suelo. — ¿De qué diablos me estás hablando? — los ojos oscuros del hombre se hicieron más oscuros todavía — sé que nuestro inicio fue complicado, pero estamos bien, esa noche hicimos el amor… — ¿El amor? Solo fue una noche de sexo borrachos — Oliver enmudeció — Ya lo sé todo, Oliver — le escupió Lia — este matrimonio arreglado por el bien de la empresa de mi papá no fue idea suya, ¡fue tuya! — Oliver levantó el mentón. — ¿Y? — le preguntó descaradamente y Lia dejó escapar el aire. — Yo tenía planes, una vida lejos de este país y tú la arruinaste. Cuando mi papá me dijo que su empresa estaba en la ruina y que tenía que casarme contigo para que aceptaras ser su socio comercial sacrifiqué todo d
Dos años después. Después de heredar el hotel de su abuelo Lia imaginó que tendría la vida solucionada, un buen negocio y la libertad de hacer lo que le diera la gana, pero el hotel cada día tenía menos visitantes y todo comenzó a ir en caída a partir del primer año, y ya hacían dos años desde su divorcio y de la adquisición de ese hotel y se había visto obligada a buscar un socio comercial que le ayudara a solucionar sus problemas, pero ¿Quién querría invertir en un hotel casi que abandonado y en la ruina? Pues el dueño de una empresa de turismo de la ciudad, un hombre llamado Luis Careno. El mismo hombre la contactó a través de mensaje de texto para ofrecer una generosa oferta y Lia accedió más que encantada a citarse con el hombre al siguiente día y ahí estaba, en el restaurante de su hotel esperanto atenta a la puerta. Se había puesto su traje más bonito, con tacones altos y se peinó para la ocasión, pero estaba tan nerviosa que las manos le temblaban, no sabía que querría el
— ¿Crees que deba decirle? – le preguntó Oliver al hombre al otro lado del escritorio mientras le daba un sorbo a su café. — Por supuesto que sí — le comentó — no puedes mentirle y fingir ser una persona que no eres — Oliver apretó los puños después de dejar la taza junto a la mesa. — Si le digo quien soy me odiará, lo sé, aparte de que este negocio lo quiero y me conviene mucho… pues… — Te gustaría tener otra oportunidad con ella — completó por él el hombre. — ¿Me convertiría en una mala persona al no decirle la verdad? — el doctor lanzó un gran suspiro. — A lo que te enfrentas, Oliver, es complicado. No creo que nadie haya tenido que estar en esta situación. Perdiste tu cara, comenzaste a hacer ejercicio y estás lleno de músculos, tu cabello está largo. Eres como otra persona, y por estos cambios ella no te reconoce. Y ahora te ves entre la espada y la pared, ¿Con este nuevo rostro podré tener la vida que siempre quise tener junto a Lia? Te preguntas — Oliver no contestó y fue
Lia caminó seguida por el hombre el arquitecto estaba tomando fotografías de las vigas humedecidas y los pisos cuarteados, así que solos subieron al ascensor y ya adentro Lia contuvo el aliento.Oliver olía a fresco, a un perfume masculino y atrayente que le hizo cerrar los ojos, pero detrás había otro olor, otro que no reconoció pero que se le hacía familiar.Cuando abrió los ojos los iris oscuros de Oliver estaban clavados en ella a través del espejo y Lia le apartó la mirada.— Eres muy bonita — le dijo él y Lia sintió que las mejillas se le pusieron muy calientes, agradeció por su tono de piel trigueño que no le permitía ponerse roja, o estaría muy colorada.— Gracias, es que levanto pesas — Oliver sonrió.— También yo, deberíamos entrenar juntos un día, puede que me enseñes algo — Lia le miró el cuerpo por el espejo, los músculos marcados y las piernas torneadas.— Creo que tú me enseñarás a mí — bromeó ella y se quedó con una sonrisa tonta en la cara, pero cuando las puertas de
Lia contuvo el aliento mientras bajaba con Oliver en el elevador, el susto tremendo que se había llevado le impidió ver lo que había pasado en realidad, pero ahora que estaba más calmada de verdad sintió como le subió calor a la cara. ¿Había tenido un ataque de pánico frente al socio que la salvaría y luego él la había abrazado? El recuerdo del cuerpo cálido la hizo suspirar, luego recordó la broma que le hizo y eso la hizo sonreír. — ¿Es tan bromista siempre? — le preguntó ella y Oliver ladeó la cabeza. — Ahora sí, antes era más amargado, pero un día descubrí que hacer reír a los demás es… divertido — Lia asintió, el hombre era bastante atrayente y ella tuvo que concentrarse para no perderse en su imaginación. — ¿Crees que convertir el último piso en un museo y una atracción turística de terror nos ayudará? — Oliver asintió con vehemencia. — Hay que hacerlo desde el respeto, hay muchas víctimas de por medio, pero sí, eso atraerá a varios clientes, solo nos queda repararlo todo
Lia sintió vacío en su pecho mientras caía y cerró los ojos, imaginó que el agua la quemaría, pero cuando su cuerpo entró notó que estaba más bien tibia, muy cómoda y placentera y el suelo se sintió baboso y lleno de pasto y eso la hizo salir.Respiró una bocanada de aire y dio saltitos.— Un clásico — se rio Oliver y Lia lo empujó por el hombro.— Casi me mata del susto — pero no pudo evitar sonreír también — ¿No hay animales dentro? — Oliver negó.— Mandé estudiar cada pozo, ninguno tiene algo peligroso, pero son muy saludables para la piel y relajan — se hundió hasta el cuello y Lia hizo lo mismo, se sentía realmente bien — Solo no la bebas, te dará diarrea — se acercó a ella y la tomó por los hombros, luego la volteó — entre más cerca estén los pozos a esa roca más caliente estará — había una piedra grande con grabados en ella — la última tiene setenta grados, esa no se puede usar, ya veremos qué nos inventamos para esa — el aliento del hombre se sentía refrescante en el cuello de
Oliver se ajustó la camisa y Lia sintió como todos los músculos del cuerpo se le tensaron, se metió entre él y los hombres que se acercaban, ella ya sabía tratar con esos hombres y sus amedrantaciones nunca habían servido para intimidarla, pero si veían a Oliver en una posición agresiva las cosas se podrían poner muy mal.Oliver la tomó por el hombro y la quitó, luego de un hábil movimiento la metió detrás de él y los hombres llegaron, luego comenzaron a rodearlos.— Mi querida Lia — le dijo uno de los hombres, su nombre era Fabio — hace una semana debiste pagarnos la cuota de este mes —luego miró de los pies a la cabeza a Oliver y escupió el en suelo frente a él — ¿Quién es este modelito de revista?— Este modelito de revista te romperá ambos brazos si no te largas ahora — lo amenazó Oliver y Lia sintió que las cosas realmente se estaban saliendo de control.Fabio soltó una carcajada y luego señaló a uno de sus hombres, el que tenía el bat, para que rodeara a Oliver.— Lamento si les
Oliver estaba sentado en su oficina en el último piso del edificio de su empresa, ya había revisado todo lo que tenía que firmar, pero se había metido a la página web del hotel las cumbres para ver como lucia y se había quedado mirando la fotografía de Lia en la parte de abajo.A pesar de ser una fotografía pixelada lograba verse el verdoso color de sus ojos, con las cejas altas y la piel trigueña, como si tomara un par de minutos de sol al día, pero Oliver sabía que no, no le gustaba mucho el sol.— ¿Me estas escuchando? — le preguntó alguien a su espalda y Oliver casi se cae de la silla.— ¿Por qué apareces así como un fantasma? — le preguntó a Paul y el hombre se encogió de brazos.— Te pregunté si ya revisaste lo que te pedí — Oliver asintió y Paul se acercó, era un hombre entrado en los cincuenta, pero alto y fornido, había trabajado con su padre gran parte de su vida y por eso Oliver lo había puesto a cargo de EnerTech.— Ya lo hice, firmaré de inmediato — el hombre tomó una sil