Lia contuvo el aliento mientras bajaba con Oliver en el elevador, el susto tremendo que se había llevado le impidió ver lo que había pasado en realidad, pero ahora que estaba más calmada de verdad sintió como le subió calor a la cara.
¿Había tenido un ataque de pánico frente al socio que la salvaría y luego él la había abrazado? El recuerdo del cuerpo cálido la hizo suspirar, luego recordó la broma que le hizo y eso la hizo sonreír.
— ¿Es tan bromista siempre? — le preguntó ella y Oliver ladeó la cabeza.
— Ahora sí, antes era más amargado, pero un día descubrí que hacer reír a los demás es… divertido — Lia asintió, el hombre era bastante atrayente y ella tuvo que concentrarse para no perderse en su imaginación.
— ¿Crees que convertir el último piso en un museo y una atracción turística de terror nos ayudará? — Oliver asintió con vehemencia.
— Hay que hacerlo desde el respeto, hay muchas víctimas de por medio, pero sí, eso atraerá a varios clientes, solo nos queda repararlo todo — Lia bajó la mirada un poco avergonzada.
— Que vergüenza me da tener todo este lugar así, he hecho hasta lo imposible por sacarlo a flote, pero la gente no viene y…
— Tranquila — le dijo él y cuando le apoyó la mano en el hombro Lia abrió los ojos y lo miró por el espejo — ya estoy aquí… Cuando compré los terrenos donde están las aguas termales no imaginé que aquí había un hotel, pensaba construir uno, pero tú estabas aquí, ¿No crees que puede ser una señal del destino? — Lia ladeó la cabeza.
— ¿Señal del destino para qué? — las mejillas de Oliver se pusieron muy rojas y Lia creyó que lo hacía ver atractivo. le apartó la mano y las metió en los bolsillos de su pantalón corto.
— Pues… de trabajar juntos — sonrió y Lia sonrió con él.
— Pues sí — cuando las puertas se abrieron el hombre salió primero y Lia lo siguió, tenía un trasero respingado y unos gemelos bien proporcionados y Lia lo miró con detalle, tenía una forma de caminar que se le hacía familiar.
— No era broma — le dijo él cuando llegaron a la recepción — quiero que vengas conmigo a ver los termales — Lia ladeó la cabeza, su grupo ya se estaba reuniendo.
— No sé, hay cosa qué hacer, no tengo tiempo de ir a darme un chapuzón — pero Oliver negó.
— Vamos a ser socios, tienes que conocerlos — ella respiró profundo.
— Primero te presentaré al equipo — le indicó que la siguiera y ella caminó hacia donde los trabajadores estaban reunidos — este es el equipo — le dijo y todo saludaron a Oliver con la mano y él les sonrió — las encargadas de la cocina: Clara, María, Luisa, Sarah; habitaciones, Dora y Carlos; Meseros, Felipe y Melissa. Gis la recepcionista y el portero y encargado de seguridad don Raúl — el vigilante le tendió la mano a Oliver y él la estrechó.
— También son electricista, jardinero y lo que se necesite — Oliver les sonrió.
— Hola a todos, soy Oliver be… Oliver, y pues bueno, seré socio de Lia, habrá muchos cambios de ahora en adelante.
— Nos despedirán, ¿verdad? — dijo una de las camareras, tenía los ojos pintados de un negro muy oscuro y el cabello le tapaba media cara, Lia siempre se preguntaba si no le estorbaba. Oliver se apresuró a negar con la cabeza.
— Para nada, todo lo contrario — les dijo el hombre — contrataremos a más personas cuando aumente el flujo de clientes, y necesito que todos les ayuden y los orienten, ustedes son los expertos, serán los encargados de cada área, no he hablado de eso aún con Lia, pero asumo que ella no tendrá problemas — Lia negó — también les subiremos el sueldo — todo se miraron incrédulos y Lia sonrió.
— ¿Es posible? — le preguntó y Oliver asintió.
— No solo es posible, es necesario, los encargados de cada área deben ganar más, como se los dije, vamos a mejorar — luego miró a Lia — prepara tu bikini, te espero a fuera — y caminó a la salida.
— ¿Acaso no es perfecto? — le dijo Felipe el mesero a Lia — atractivo, buena gente, nos dio nuestro lugar. Ahora, debes ponerte un bikini bien sensual — Lia lo empujó por el hombro, bajo el pantalón tenía un short corto y ya, no se pondría ningún bikini.
— No me tardo — les dijo — organicen lo que sea necesario para la reserva…
— jefa — le cortó Gis, la recepcionista — cancelaron la reserva, no me quisieron dar razones del por qué — Lia se pasó las manos por el cabello y miró hacia afuera, conde Oliver la esperaba parado en el sol.
— No se preocupen, todo estará bien — les dijo y Salió. Oliver le tendió el casco y Lia palideció — ¿Iremos en moto? — casi que le gritó y él asintió.
— Esta cerca, pero así llegaremos más rápido — Lia se puso el casco con inseguridad y Oliver se subió a su moto, era un aparato muy alto de color oscuro y a Lia le temblaros las rodillas cuando se subió y se agarró de la parte de atrás, pero Oliver estiró las manos y le agarró las muñecas he hizo que le rodeara la cintura y ella se aferró.
«No pienses en lo rico que se siente» se dijo Lia en la mente.
— Así es más seguro — le dijo él, Lia creyó ver una sonrisa burlona en su cara.
La moto se encendió y Oliver arrancó a toda velocidad por la entrada del hotel y cuando entraron a la carretera principal sintió mareo.
El hombre manejaba rápido, pero con seguridad y ella le preguntó al oído.
— ¿Seguro que no prefieres los autos? — como única respuesta el hombre aceleró aún más y la adrenalina le trepó a Lia por la garganta.
El primer día que pasaba con el hombre y ya había vivido varias experiencias que la tenían al límite, y fue irremediablemente imposible no hacerse la pregunta de si todo con él sería de esa forma tan intensa.
— Me alegró mucho ver en la página web que estabas buscando un socio comercial — le contó él cuando detuvo la moto al lado del camino, Lia tenía náuseas y estaba despeinada — sé que te gustará esto — la tomó por la muñeca y la arrastró por el potrero abajo — estas aguas son magmáticas — le comentó — el agua baja hasta el subsuelo…
Oliver continuó todo el camino hablando sobre cómo se formaban las aguas termales y Lia trataba de seguirle el paso, tenía los zapatos llenos de tierra y el pasto comenzó a picarle en los brazos.
Diez minutos después llegaron al final del potrero, había un pedazo de unos cien metros cuadrados muy planos y en él había unos diez pozos de aguas cristalinas y humeantes.
— Qué lindo es — dijo y Oliver caminó.
— Ya verás lo bien que se siente — se quitó la camisa y Lia casi se desmaya, el hombre tenía una espalda increíble, parecía que tenía una cicatriz pero no le dio tiempo de verla y cuando él la miró quitándose los zapatos no pudo evitar darle una repasada al torso musculoso, con los pectorales rodeados de finos vellos y el abdomen marcado.
— Los esteroides son malos — le dijo ella bromeando y él hizo una pose mostrando los brazos.
— ¿De qué hablas? Soy natural — se bajó los pantalones y Lia apartó la mirada, aunque debajo tenía un pantalón muy corto.
El hombre entró al agua y dejó escapar un gemido de placer. Lia se quitó los zapatos y el pantalón y caminó hacia el lugar, los pozos tenían el agua tan cristalina que se veía el fondo lleno de pasto y algas y eso la intimidó, pero Oliver le estiró la mano y Lia la tomó con confianza, pero él le dio un tirón y la lanzó de cabeza al agua caliente.
Lia sintió vacío en su pecho mientras caía y cerró los ojos, imaginó que el agua la quemaría, pero cuando su cuerpo entró notó que estaba más bien tibia, muy cómoda y placentera y el suelo se sintió baboso y lleno de pasto y eso la hizo salir.Respiró una bocanada de aire y dio saltitos.— Un clásico — se rio Oliver y Lia lo empujó por el hombro.— Casi me mata del susto — pero no pudo evitar sonreír también — ¿No hay animales dentro? — Oliver negó.— Mandé estudiar cada pozo, ninguno tiene algo peligroso, pero son muy saludables para la piel y relajan — se hundió hasta el cuello y Lia hizo lo mismo, se sentía realmente bien — Solo no la bebas, te dará diarrea — se acercó a ella y la tomó por los hombros, luego la volteó — entre más cerca estén los pozos a esa roca más caliente estará — había una piedra grande con grabados en ella — la última tiene setenta grados, esa no se puede usar, ya veremos qué nos inventamos para esa — el aliento del hombre se sentía refrescante en el cuello de
Oliver se ajustó la camisa y Lia sintió como todos los músculos del cuerpo se le tensaron, se metió entre él y los hombres que se acercaban, ella ya sabía tratar con esos hombres y sus amedrantaciones nunca habían servido para intimidarla, pero si veían a Oliver en una posición agresiva las cosas se podrían poner muy mal.Oliver la tomó por el hombro y la quitó, luego de un hábil movimiento la metió detrás de él y los hombres llegaron, luego comenzaron a rodearlos.— Mi querida Lia — le dijo uno de los hombres, su nombre era Fabio — hace una semana debiste pagarnos la cuota de este mes —luego miró de los pies a la cabeza a Oliver y escupió el en suelo frente a él — ¿Quién es este modelito de revista?— Este modelito de revista te romperá ambos brazos si no te largas ahora — lo amenazó Oliver y Lia sintió que las cosas realmente se estaban saliendo de control.Fabio soltó una carcajada y luego señaló a uno de sus hombres, el que tenía el bat, para que rodeara a Oliver.— Lamento si les
Oliver estaba sentado en su oficina en el último piso del edificio de su empresa, ya había revisado todo lo que tenía que firmar, pero se había metido a la página web del hotel las cumbres para ver como lucia y se había quedado mirando la fotografía de Lia en la parte de abajo.A pesar de ser una fotografía pixelada lograba verse el verdoso color de sus ojos, con las cejas altas y la piel trigueña, como si tomara un par de minutos de sol al día, pero Oliver sabía que no, no le gustaba mucho el sol.— ¿Me estas escuchando? — le preguntó alguien a su espalda y Oliver casi se cae de la silla.— ¿Por qué apareces así como un fantasma? — le preguntó a Paul y el hombre se encogió de brazos.— Te pregunté si ya revisaste lo que te pedí — Oliver asintió y Paul se acercó, era un hombre entrado en los cincuenta, pero alto y fornido, había trabajado con su padre gran parte de su vida y por eso Oliver lo había puesto a cargo de EnerTech.— Ya lo hice, firmaré de inmediato — el hombre tomó una sil
Oliver miró el vaso fragmentado en el suelo, la limonada se metía por entre las baldosas y los oídos se le taparon por lo fuerte que latió su corazón.Cuando levantó la mirada Lia caminaba hacia él con la niña en brazos y Oliver dio dos pasos atrás hasta que se chocó con alguien y cuando lo miró notó que era Felipe el mesero que trataba de agarrarlo porque se caía.El joven le dijo algo, pero Oliver no lo escuchó, tenía la cabeza embotada y las manos temblorosas y cuando Lia llegó hasta él y lo tomó por el hombro todo regresó como un golpe a su cabeza, los sonidos le hicieron encogerse.— ¿Estás bien? — le preguntó Lia — te pusiste muy pálido — Oliver no era capaz de apartar la mirada de la niña que lo miraba con curiosidad.— ¿Es tu hija? — le preguntó, en efecto la voz le tembló, Lia asintió con el ceño fruncido — no me dijiste que tenías una hija — le dijo el hombre en un tono un poco molesto y Lia le apartó la mano del hombro.— ¿Por qué debería? — cuando le contestó poniéndose a
Oliver se quedó muy quieto por un segundo, casi que le faltó la respiración y tuvo que agarrarse de la baranda para no caer al suelo. La respiración se le aceleró y la voz le tembló cuando habló.— Balística… las investigaciones dijeron que fue una fuga de combustible y no sé qué cosas más, que fue un accidente — pero el capitán Gregorio Olarte negó con vehemencia. — Desde hace unos seis meses estoy siguiendo la pista de un asesino a sueldo que fue encontrado muerto después de intentar matar a un político, al senador Roy Beltrán, pero falló y luego fue encontrado muerto — Oliver se sentó en la banca que estaba afuera, desde adentro sus hermanas notaban que algo malo estaba pasado, pero Oliver les indicó que no vinieran. — ¿Qué tiene que ver todo eso conmigo? — le preguntó y el policía lanzó un suspiro. — Cuando me asignaron el caso busqué en su… guarida, supongo, ahí encontré un baúl muy bien guardado con todos los trabajos que había realizado anteriormente, los guardaba como un tr
Lia se alejó del tumulto de personas que se acercaban a ver al hombre herido en el suelo mientras Felipe se encargaba y cuando llegó al otro lado del comedor contuvo el aliento mientras el teléfono sonaba.Con cada tono se ponía más débil hasta que se tuvo que sentar en la silla más cercana. Cuando alguien descolgó el teléfono abrió la boca para hablar, pero estaba paralizada.— Presidencia EnerTech — le dijo la voz de un hombre.— ¿O… Oliver? — el hombre se quedó en silencio un momento.— El señor Oliver no está, ¿Con quién tengo el gusto? — Lia tuvo el impulso de colgar, pero ya estaba ahí, no podía renunciar al valor que había ahorrado para llamar.— Lia, Lia De La Cruz — el hombre se aclaró la garganta.— Lia, ¿Eres tú? — tuvo que hacer un gran esfuerzo para reconocer la voz de quien estaba al otro lado.— Paul, ¿Cómo estás?— Niña, muy bien. Dime ¿Cómo estás tú? Llevamos años sin hablar — luego hizo una pausa — ¿Pasó algo? — Lia se aclaró la garganta.— Un policía me visitó esta
Desde el centro de la ciudad hasta el hotel Las Cumbres, una persona normal tardaría unas tres horas en llegar, pero Oliver en su motocicleta siempre tardaba la mitad de tiempo, y no por que condujera precisamente muy rápido, sino porque el aparato le permitía esquivar con más habilidad las piedras que se atravesaban en el camino cuando la carretera pavimentada llegaba a su fin.Era algo que Oliver tenía que tratar de solucionar, a muchos turistas les costaría más ir cuando se enteraran que la carretera destapada cubría más de la mitad del camino.Pero eso no dependía de Oliver, ni, aunque tuviera el dinero para hacerlo por su cuenta, fue entonces cuando recordó al senador Roy algo, que había casi muerto a manos del hombre que lo había intentado matar a él. Con eso en común podría empezar.Cuando se quitó el casco Sam, el abogado sobrino del doctor Cornelius, se quitó el casco y observó desde la entrada el hotel y lanzó un silbido.— Es hermoso — le comentó — en las remodelaciones tie
Lia se dejó llevar por Oliver al centro de la pista, tenía los dedos entre los suyos y ella sintió la calidez que se le extendió por toda la mano y le llegó al estómago.Oliver se detuvo en la mitad de la pista y se volvió hacia ella que le sonrió cuando él levantó la mano y ella se acercó.Apoyó su mano en el hombro del hombre que le sonrió, estaban tan cerca que el corazón de Lia dio un vuelco cuando él le apoyó la mano en la cadera.— Cuando quieras — Lia comenzó a moverse al ritmo del merengue que sonaba por los altavoces y Oliver rápidamente se adaptó a ella, bailaba tan bien que le arrancó el aliento a la mujer que bajó la mirada para no verlo a la cara, pero Oliver la tomó por el mentón para que lo mirara y ella se concentró en sus ojos oscuros.— ¿Dónde aprendiste a bailar? — él ladeó la cabeza.— Mi familia siempre fue muy fiestera — murmuró, estaban tan cerca que Lia podía sentir el palpitar del corazón del hombre contra el suyo — le miró los labios, se veían carnosos y cáli