Oliver no había sido capaz de explicarle a Lia con palabras la frase “Helene se volverá loca” hasta que ella misma presenció como se transformó cuando le dijeron lo de la boda.Se rio, lloró mucho y los felicitó, luego se convirtió en una planeadora de bodas experta y lujosa y le dio un presupuesto a Oliver que lo hizo irse para atrás, luego se sentaron y por más de una hora a explicarle a la muchacha por qué no necesitaban mil rosas frescas y un vestido de diez mil dólares. Helene se defendió diciendo que pagaría la mitad de todo, pero Oliver no estaba dispuesto a permitir que la gemela gastara tanto, así que lograron llegar a un equilibrio entre algo clásico y causal y algo bonito y ostentoso.— Portia no se casará nunca — había dicho Helene y su hermana le enseñó el dedo de en medio — cuando yo me case alguien planeará mi boda por mí, así que la única boda que podré disfrutar de esta forma es la tuya — Oliver se encogió de hombros.— Cuando Felipe y Sam se casen — le dijo él y el p
Lia sintió que el corazón le palpitó tan fuerte cuando la marcha nupcial comenzó a sonar que de no ser por el corsé del vestido se le hubiera escapado.Helene le mostró un catálogo como de un millón de vestidos y cuando ella escogió ese llegó en el primer vuelo directo desde parís, era su regalo de bodas por parte de la gemela y Lia se sintió emocionada y conmovida. Era de un blanco hueso, de corsé recto hasta la cadera y el vestido se desprendía desde la cintura en un millar de hojas delgadas que la hacían parecer una rosa, con los pétalos ajustados que se anchaban a partir de las rodillas. El corsé brillaba reflejando miles de puntitos de luz a los invitados y los clientes del hotel la fotografiaron con emoción. Había un grupo de periodistas que no perdieron detalle de cada uno de sus movimientos y aunque Lia odiaba ser el centro de atención, ese era su día, lo disfrutaría y se regocijaría en él.Cuando comenzó a avanzar, la mano del doctor Cornelius se aferró a la suya y le ofreció
Sam se aseguró que Carlo y Hada estuvieran a salvo en el hotel, luego, cuando escuchó los disparos, los metió a la cocina y empujó a Felipe dentro.— No salgan — les dijo y Carlo dejó a la niña con Felipe para salir en busca de sus hermana.— Sam, no vayas — le suplicó Felipe agarrado a la niña y el pelirrojo negó.— Mi tío — Felipe asintió con la cabeza y el abogado Salió corriendo tras la espalda ancha de Carlo que se perdió por la puerta de atrás del hotel.Todo se había convertido en un caos, las personas comenzaron a refugiarse en el hotel presas del pánico y a Sam le costó una eternidad poder llegar a donde estaba el altar, donde un grupo de policías rodeaba todo con sus armas y sus cuerpos.Portia y Helene trataban de correr tras la tarima mientras gritaban y los soldados las detenían, Lia y Oliver no estaban y eso le preocupó.Localizó a su tío sentado en las escaleras de la tarima, se había aflojado la corbata y tenía la expresión muerta, con los ojos hundidos y muy pálido.C
El caos había acabado. La policía había desaparecido una hora después con el papá de Lia esposado, los periodistas habían cubierto todo el suceso y las personas se habían dispersado.Oliver estaba bien, Lia tambien, por lo demás: Portia tenía moretones de pelear con los soldados, Helene los ojos hinchados de llorar y todo el público, invitados y turista más de lo mismo, pero nada de gravedad.— ¿Se van a casar o no? — les había dicho Portia cuando estaban todos reunidos en una mesa tomando té, y cuando Oliver miró a Lia, con el cabello revuelto y la cara sucia ella asintió. Se prometió que estaría con el hombre toda la vida y lo cumpliría.Costó reunir de nuevo a todas las personas, y todo se convirtió en un caos bonito donde la multitud, despeinada, sucia y moreteada, se reunieron a los pies de la tarima, como un grupo de amigos íntimos, un grupo de unas mil y algo de personas que contuvieron el aliento cuando Oliver levantó la mano de Lia entre la suya.— Prometo a marte y respetart
La boda había terminado, a pesar de todo, más linda y romántica de lo que Portia esperaba, incluso mucho más de lo que Helene pudo haber planeado. Con las decoraciones dañadas y los invitados moreteados y mallugados, todos se congregaron en un tumulto bonito y cálido alrededor de los novios y ni siquiera Portia se fue sin un buena buena lloradita. La inauguración de los termales se había llevado a cabo como lo tenían planeado y cuando Portia vio a Carlo cubierto únicamente por un pantalón corto no pudo evitar que el calor se le subiera a la cara. El hombre trató por todos los medios de acercársele, pero Portia usó el traje de baño más sexy que encontró en el armario y lo ignoró toda la noche. Cuando Lia lanzó el ramo de flores no pudo evitar notar como, entre Helene y Esther, se juntaron para empujarla justo en dirección al ramo que cayó sobre la cara de Portia y tuvo que agarrarlo, y ahora, dos días después, estaba sentada en la recepción con Gis y contemplaba las rosas que comenza
— ¡No voy a darte el divorcio! — le gritó Oliver lanzándole los papeles a la cara y Lia sintió como la rabia que tenía en ese momento llegó a un punto extremo. — Yo no te estoy pidiendo el favor, te estoy exigiendo que firmes estos papeles — le contestó y recogió las hojas que volaron por el suelo. — ¿De qué diablos me estás hablando? — los ojos oscuros del hombre se hicieron más oscuros todavía — sé que nuestro inicio fue complicado, pero estamos bien, esa noche hicimos el amor… — ¿El amor? Solo fue una noche de sexo borrachos — Oliver enmudeció — Ya lo sé todo, Oliver — le escupió Lia — este matrimonio arreglado por el bien de la empresa de mi papá no fue idea suya, ¡fue tuya! — Oliver levantó el mentón. — ¿Y? — le preguntó descaradamente y Lia dejó escapar el aire. — Yo tenía planes, una vida lejos de este país y tú la arruinaste. Cuando mi papá me dijo que su empresa estaba en la ruina y que tenía que casarme contigo para que aceptaras ser su socio comercial sacrifiqué todo d
Dos años después. Después de heredar el hotel de su abuelo Lia imaginó que tendría la vida solucionada, un buen negocio y la libertad de hacer lo que le diera la gana, pero el hotel cada día tenía menos visitantes y todo comenzó a ir en caída a partir del primer año, y ya hacían dos años desde su divorcio y de la adquisición de ese hotel y se había visto obligada a buscar un socio comercial que le ayudara a solucionar sus problemas, pero ¿Quién querría invertir en un hotel casi que abandonado y en la ruina? Pues el dueño de una empresa de turismo de la ciudad, un hombre llamado Luis Careno. El mismo hombre la contactó a través de mensaje de texto para ofrecer una generosa oferta y Lia accedió más que encantada a citarse con el hombre al siguiente día y ahí estaba, en el restaurante de su hotel esperanto atenta a la puerta. Se había puesto su traje más bonito, con tacones altos y se peinó para la ocasión, pero estaba tan nerviosa que las manos le temblaban, no sabía que querría el
— ¿Crees que deba decirle? – le preguntó Oliver al hombre al otro lado del escritorio mientras le daba un sorbo a su café. — Por supuesto que sí — le comentó — no puedes mentirle y fingir ser una persona que no eres — Oliver apretó los puños después de dejar la taza junto a la mesa. — Si le digo quien soy me odiará, lo sé, aparte de que este negocio lo quiero y me conviene mucho… pues… — Te gustaría tener otra oportunidad con ella — completó por él el hombre. — ¿Me convertiría en una mala persona al no decirle la verdad? — el doctor lanzó un gran suspiro. — A lo que te enfrentas, Oliver, es complicado. No creo que nadie haya tenido que estar en esta situación. Perdiste tu cara, comenzaste a hacer ejercicio y estás lleno de músculos, tu cabello está largo. Eres como otra persona, y por estos cambios ella no te reconoce. Y ahora te ves entre la espada y la pared, ¿Con este nuevo rostro podré tener la vida que siempre quise tener junto a Lia? Te preguntas — Oliver no contestó y fue