Dos años después.
Después de heredar el hotel de su abuelo Lia imaginó que tendría la vida solucionada, un buen negocio y la libertad de hacer lo que le diera la gana, pero el hotel cada día tenía menos visitantes y todo comenzó a ir en caída a partir del primer año, y ya hacían dos años desde su divorcio y de la adquisición de ese hotel y se había visto obligada a buscar un socio comercial que le ayudara a solucionar sus problemas, pero ¿Quién querría invertir en un hotel casi que abandonado y en la ruina?
Pues el dueño de una empresa de turismo de la ciudad, un hombre llamado Luis Careno.
El mismo hombre la contactó a través de mensaje de texto para ofrecer una generosa oferta y Lia accedió más que encantada a citarse con el hombre al siguiente día y ahí estaba, en el restaurante de su hotel esperanto atenta a la puerta.
Se había puesto su traje más bonito, con tacones altos y se peinó para la ocasión, pero estaba tan nerviosa que las manos le temblaban, no sabía que querría el hombre con el hotel y mucho menos que le ofrecería.
Por la puerta apareció un hombre alto y Lia se tensó, tenía puesto un traje con corbata que no era capaz de esconder el cuerpo firme y musculoso que había debajo, con el cabello azabache peinado hacia atrás y una mandíbula cuadrada y ella se puso de pie.
En cuanto el hombre la vio se quedó paralizado, abrió la boca, pero la cerró de inmediato y luego dio un paso atrás.
— Es ella — murmuró Oliver en un tono bajo y rasposo. Al otro lado de la sala estaba su exesposa, y las rodillas le temblaron tanto que casi cae al suelo. Se sintió nervioso, asustado y tonto, como la primera vez que se había visto en el espejo después de su cirugía.
Dio la vuelta para salir por donde había entrado, no tenía el valor para enfrentarla, no después de todo lo que había pasado, no después de haberla dado por perdida.
El ruido de unos tacones tras él lo hizo quedarse de nuevo muy quieto.
— Señor Luis — le dijo ella, su voz era como una puñalada dolorosa en sus recuerdos — ¿A dónde va? — Oliver respiró un par de veces y se volvió hacia la mujer que lo había alcanzado, no había cambiado mucho, seguía teniendo ese hermoso tono de piel trigueña, con los ojos de un verde amarillento y el cabello castaño y ondulado suelto. Seguía igual de hermosa.
— Lo siento, me equivoqué — le dijo y trató de dar la vuelta para irse, pero ella lo rodeó.
— ¿Usted es el dueño de Turismos Nómada? — Oliver asintió con la cabeza incapaz de hablar — Entonces no se equivoca, mi nombre es Lia De la cruz, dueña del hotel La cumbre — le tendió la mano y cuando Oliver la sujetó sintió un escalofrío.
«No me reconoce» dijo para sí mismo «Claro que no lo hace, tengo otra cara… Soy otro hombre»
Una extraña rabia lo invadió, ¿cómo no podía reconocerlo? Sus hermanas le decían que, aunque tuviera otro rostro seguía siendo como él.
— Es que en la información decía que el dueño de La cumbre era…
— Mi abuelo — le cortó ella — el hotel es una herencia, aún estamos en el proceso legal para que esté a mi nombre, siéntese señor Luis — le indicó una mesa cercana y Oliver se sentó.
— Mi nombre no es Luis — le dijo, tenía el corazón en la garganta — ese es el nombre del anterior dueño, estoy igual que usted, compré la empresa hace una semana — Lia le sonrió.
— Bien, ¿Cómo se llama? —él pasó saliva.
— Oliver — la sonrisa de ella se borró por un momento, luego regresó — ¿Pasa algo? — le preguntó él esperanzado, pero ella negó.
— Es el segundo Oliver que conozco… olvídelo — comenzó a explicarle cosas técnicas del hotel que a Oliver no le importaban en absoluto y él se la quedó mirando, y sintió dentro de sí lo que creyó haber olvidado.
¿Esa sería la segunda oportunidad que le pidió a la vida? No lo sabía, lo único que sabía era que estaba frente a la mujer que había amado toda la vida, con otro rostro.
Pero, ¿Tenía que decirle la verdad? ¿Tenía qué hacerlo? ¿Podría hacerlo?
Lia terminó de contar todos los datos del hotel y el señor Oliver seguía mirándola fijamente, tenía un aura extrañamente familiar y una voz grave y sexy, y Lia se sintió atraída, pero la forma en que la miraba la hizo sentir incómoda.
— ¿Pasa algo? — le preguntó y él le apartó la mirada.
— Nada, solo la escuchaba — el hombre respiró un par de veces, lucía nervioso — tengo un trato para usted, este hotel casi que se está cayendo a pedazos — Lia le apartó la mirada — yo lo repararé completamente a cambio del cuarenta y ocho por ciento — Lia abrió la boca.
— ¿Cuarenta y ocho por ciento? — él asintió, tenía la piel pálida y los labios carnosos y ella se obligó a apartarle la mirada — es mucho…
— La verdad no tanto, arreglar este hotel valdrá demasiado, no le pido el cincuenta por ciento para que usted siga siendo la socia mayoritaria y dueña del hotel, pero necesito recuperar mi inversión — Lia miró hacia la cocina, allí amontonados estaban todos sus empleados que observaban con esperanza al hombre, muchos dependían de ese trabajo con su vida y ella era responsable de cada uno, así que asintió con la cabeza, no tenía más alternativa.
— ¿Por qué le interesa tanto este hotel? — le preguntó — Se veía muy interesado cuando hablamos — el hombre dejó el bolso sobre la mesa y Lia notó que le temblaban las manos, de seguro era su primera negociación de trabajo o algo así, se veía nervioso.
— A unos doscientos metros del hotel, en las hectáreas de allá, encontramos aguas termales — Lia asintió, había escuchado de los brotes de agua — Mandé a hacer estudios, el agua es muy beneficiosa para la piel y la salud en general, por ello planeo crear un centro turista muy grande, y bueno, este hotel los alojará a todos — Lia meneó la cabeza.
— Estamos muy lejos de la ciudad, ¿Quién manejará tres horas para meterse a agua caliente? — Oliver sonrió.
— Ese es mi problema. ¿Qué dice? — Lia se lo pensó — El cincuenta y dos por ciento cuando todo inicie será mucho más de lo que gana con el cien por ciento ahora — la mujer miró de nuevo hacia la cocina donde todos la miraban con esperanza.
— Hagámoslo.
Esa noche Lia llegó a casa, estaba cansada, había tenido que pasar la tarde con el señor Oliver y un abogado al teléfono y se sentía agotada, solo quería darse una ducha y dormir.
Mientras abría la puerta pensó en Oliver, el hombre era tan atractivo que arrancaba el aliento, pero sus ojos oscuros y su nombre le habían hecho pensar en su exesposo y eso le había amargado el día.
Cuando llegó a casa la señora Gloria estaba en la cocina preparando la cena y Lia la saludo.
— ¿Dónde está? — le preguntó y la mujer le señaló hacia la sala y Lia caminó hacia ahí, donde la niña estaba concentrada mirando una película animada. Lia no necesitaba tener que escuchar el nombre de Oliver para recordar a su ex, solo tenía que ver el rostro un poco alargado y definido de su hija, con los ojos oscuros y el cabello azabache, tenía que verlo con ella cada día, era la viva estampa del hombre — Mi amor — le dijo y la niña abrió los brazos para que su madre la abrazara.
— ¿Crees que deba decirle? – le preguntó Oliver al hombre al otro lado del escritorio mientras le daba un sorbo a su café. — Por supuesto que sí — le comentó — no puedes mentirle y fingir ser una persona que no eres — Oliver apretó los puños después de dejar la taza junto a la mesa. — Si le digo quien soy me odiará, lo sé, aparte de que este negocio lo quiero y me conviene mucho… pues… — Te gustaría tener otra oportunidad con ella — completó por él el hombre. — ¿Me convertiría en una mala persona al no decirle la verdad? — el doctor lanzó un gran suspiro. — A lo que te enfrentas, Oliver, es complicado. No creo que nadie haya tenido que estar en esta situación. Perdiste tu cara, comenzaste a hacer ejercicio y estás lleno de músculos, tu cabello está largo. Eres como otra persona, y por estos cambios ella no te reconoce. Y ahora te ves entre la espada y la pared, ¿Con este nuevo rostro podré tener la vida que siempre quise tener junto a Lia? Te preguntas — Oliver no contestó y fue
Lia caminó seguida por el hombre el arquitecto estaba tomando fotografías de las vigas humedecidas y los pisos cuarteados, así que solos subieron al ascensor y ya adentro Lia contuvo el aliento.Oliver olía a fresco, a un perfume masculino y atrayente que le hizo cerrar los ojos, pero detrás había otro olor, otro que no reconoció pero que se le hacía familiar.Cuando abrió los ojos los iris oscuros de Oliver estaban clavados en ella a través del espejo y Lia le apartó la mirada.— Eres muy bonita — le dijo él y Lia sintió que las mejillas se le pusieron muy calientes, agradeció por su tono de piel trigueño que no le permitía ponerse roja, o estaría muy colorada.— Gracias, es que levanto pesas — Oliver sonrió.— También yo, deberíamos entrenar juntos un día, puede que me enseñes algo — Lia le miró el cuerpo por el espejo, los músculos marcados y las piernas torneadas.— Creo que tú me enseñarás a mí — bromeó ella y se quedó con una sonrisa tonta en la cara, pero cuando las puertas de
Lia contuvo el aliento mientras bajaba con Oliver en el elevador, el susto tremendo que se había llevado le impidió ver lo que había pasado en realidad, pero ahora que estaba más calmada de verdad sintió como le subió calor a la cara. ¿Había tenido un ataque de pánico frente al socio que la salvaría y luego él la había abrazado? El recuerdo del cuerpo cálido la hizo suspirar, luego recordó la broma que le hizo y eso la hizo sonreír. — ¿Es tan bromista siempre? — le preguntó ella y Oliver ladeó la cabeza. — Ahora sí, antes era más amargado, pero un día descubrí que hacer reír a los demás es… divertido — Lia asintió, el hombre era bastante atrayente y ella tuvo que concentrarse para no perderse en su imaginación. — ¿Crees que convertir el último piso en un museo y una atracción turística de terror nos ayudará? — Oliver asintió con vehemencia. — Hay que hacerlo desde el respeto, hay muchas víctimas de por medio, pero sí, eso atraerá a varios clientes, solo nos queda repararlo todo
Lia sintió vacío en su pecho mientras caía y cerró los ojos, imaginó que el agua la quemaría, pero cuando su cuerpo entró notó que estaba más bien tibia, muy cómoda y placentera y el suelo se sintió baboso y lleno de pasto y eso la hizo salir.Respiró una bocanada de aire y dio saltitos.— Un clásico — se rio Oliver y Lia lo empujó por el hombro.— Casi me mata del susto — pero no pudo evitar sonreír también — ¿No hay animales dentro? — Oliver negó.— Mandé estudiar cada pozo, ninguno tiene algo peligroso, pero son muy saludables para la piel y relajan — se hundió hasta el cuello y Lia hizo lo mismo, se sentía realmente bien — Solo no la bebas, te dará diarrea — se acercó a ella y la tomó por los hombros, luego la volteó — entre más cerca estén los pozos a esa roca más caliente estará — había una piedra grande con grabados en ella — la última tiene setenta grados, esa no se puede usar, ya veremos qué nos inventamos para esa — el aliento del hombre se sentía refrescante en el cuello de
Oliver se ajustó la camisa y Lia sintió como todos los músculos del cuerpo se le tensaron, se metió entre él y los hombres que se acercaban, ella ya sabía tratar con esos hombres y sus amedrantaciones nunca habían servido para intimidarla, pero si veían a Oliver en una posición agresiva las cosas se podrían poner muy mal.Oliver la tomó por el hombro y la quitó, luego de un hábil movimiento la metió detrás de él y los hombres llegaron, luego comenzaron a rodearlos.— Mi querida Lia — le dijo uno de los hombres, su nombre era Fabio — hace una semana debiste pagarnos la cuota de este mes —luego miró de los pies a la cabeza a Oliver y escupió el en suelo frente a él — ¿Quién es este modelito de revista?— Este modelito de revista te romperá ambos brazos si no te largas ahora — lo amenazó Oliver y Lia sintió que las cosas realmente se estaban saliendo de control.Fabio soltó una carcajada y luego señaló a uno de sus hombres, el que tenía el bat, para que rodeara a Oliver.— Lamento si les
Oliver estaba sentado en su oficina en el último piso del edificio de su empresa, ya había revisado todo lo que tenía que firmar, pero se había metido a la página web del hotel las cumbres para ver como lucia y se había quedado mirando la fotografía de Lia en la parte de abajo.A pesar de ser una fotografía pixelada lograba verse el verdoso color de sus ojos, con las cejas altas y la piel trigueña, como si tomara un par de minutos de sol al día, pero Oliver sabía que no, no le gustaba mucho el sol.— ¿Me estas escuchando? — le preguntó alguien a su espalda y Oliver casi se cae de la silla.— ¿Por qué apareces así como un fantasma? — le preguntó a Paul y el hombre se encogió de brazos.— Te pregunté si ya revisaste lo que te pedí — Oliver asintió y Paul se acercó, era un hombre entrado en los cincuenta, pero alto y fornido, había trabajado con su padre gran parte de su vida y por eso Oliver lo había puesto a cargo de EnerTech.— Ya lo hice, firmaré de inmediato — el hombre tomó una sil
Oliver miró el vaso fragmentado en el suelo, la limonada se metía por entre las baldosas y los oídos se le taparon por lo fuerte que latió su corazón.Cuando levantó la mirada Lia caminaba hacia él con la niña en brazos y Oliver dio dos pasos atrás hasta que se chocó con alguien y cuando lo miró notó que era Felipe el mesero que trataba de agarrarlo porque se caía.El joven le dijo algo, pero Oliver no lo escuchó, tenía la cabeza embotada y las manos temblorosas y cuando Lia llegó hasta él y lo tomó por el hombro todo regresó como un golpe a su cabeza, los sonidos le hicieron encogerse.— ¿Estás bien? — le preguntó Lia — te pusiste muy pálido — Oliver no era capaz de apartar la mirada de la niña que lo miraba con curiosidad.— ¿Es tu hija? — le preguntó, en efecto la voz le tembló, Lia asintió con el ceño fruncido — no me dijiste que tenías una hija — le dijo el hombre en un tono un poco molesto y Lia le apartó la mano del hombro.— ¿Por qué debería? — cuando le contestó poniéndose a
Oliver se quedó muy quieto por un segundo, casi que le faltó la respiración y tuvo que agarrarse de la baranda para no caer al suelo. La respiración se le aceleró y la voz le tembló cuando habló.— Balística… las investigaciones dijeron que fue una fuga de combustible y no sé qué cosas más, que fue un accidente — pero el capitán Gregorio Olarte negó con vehemencia. — Desde hace unos seis meses estoy siguiendo la pista de un asesino a sueldo que fue encontrado muerto después de intentar matar a un político, al senador Roy Beltrán, pero falló y luego fue encontrado muerto — Oliver se sentó en la banca que estaba afuera, desde adentro sus hermanas notaban que algo malo estaba pasado, pero Oliver les indicó que no vinieran. — ¿Qué tiene que ver todo eso conmigo? — le preguntó y el policía lanzó un suspiro. — Cuando me asignaron el caso busqué en su… guarida, supongo, ahí encontré un baúl muy bien guardado con todos los trabajos que había realizado anteriormente, los guardaba como un tr