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3° Perderla para siempre.

— ¿Crees que deba decirle? – le preguntó Oliver al hombre al otro lado del escritorio mientras le daba un sorbo a su café.

— Por supuesto que sí — le comentó — no puedes mentirle y fingir ser una persona que no eres — Oliver apretó los puños después de dejar la taza junto a la mesa.

— Si le digo quien soy me odiará, lo sé, aparte de que este negocio lo quiero y me conviene mucho… pues…

— Te gustaría tener otra oportunidad con ella — completó por él el hombre.

— ¿Me convertiría en una mala persona al no decirle la verdad? — el doctor lanzó un gran suspiro.

— A lo que te enfrentas, Oliver, es complicado. No creo que nadie haya tenido que estar en esta situación. Perdiste tu cara, comenzaste a hacer ejercicio y estás lleno de músculos, tu cabello está largo. Eres como otra persona, y por estos cambios ella no te reconoce. Y ahora te ves entre la espada y la pared, ¿Con este nuevo rostro podré tener la vida que siempre quise tener junto a Lia? Te preguntas — Oliver no contestó y fue incapaz de sostenerle la mirada — pero el físico realmente no importa, he estado contigo desde el principio de este cambio, y no eres el mismo que despertó esa mañana después de la cirugía, si Lia logra ver todo lo que has cambiado en verdad estoy seguro que te dará una oportunidad — Oliver negó.

— Yo le jodí la vida, la humillé, la maltraté cuando me di cuenta de que ella no me daría una oportunidad aunque estuviéramos casados, si le digo quién soy realmente ella no me dará la oportunidad de mostrarle cuánto he cambiado.

— Pero ella tiene derecho a saberlo, no puedes mentir — Oliver se puso de pie y caminó hacia la ventana mirando el parque lleno de flores que se veía desde esa oficina.

— No aún — volteó hacia el doctor presa de una idea que creyó maravillosa — dejaré que me conozca como soy ahora, y si lo que he cambiado es suficiente para que ella se enamore de mí se lo diré — el doctor caminó y cuando se paró a su lado lo tomó por el mentón e hizo que levantara el rostro para mirarlo bien, luego lo volteó de lado.

— Te lo prometí — le dijo — las cicatrices desaparecieron, mi tratamiento de células madre funcionó a la perfección, ni siquiera los golpes que te han dado cuando entrenas ese agresivo deporte que llamas boxeo han hecho algo — le agarró una de las manos y la comprobó — aún hay cicatrices en los nudillos, pero si quieres programo otra cirugía para eliminarlas — Oliver se miró las líneas plateadas en las manos y negó.

— No, ya no quiero más cirugías, quiero conservar estas cicatrices, me recuerdan lo que sucedió, quién era antes… además no creo ser capaz de pasar por el quirófano de nuevo, ¿Cuántas cirugías me hiciste?

— Veintidós — murmuró el doctor y Oliver rodeó con su brazo el hombro de él.

— Nunca te agradecí de verdad todo lo que hiciste por mi — el doctor negó.

— No tienes que agradecer, fuiste el primero en aceptar este tratamiento y por ello has salvado miles de vidas — pero Oliver negó.

— No me refiero a las cirugías, me refiero a todo lo que vino después, sé que te recuerdo a tu hijo y por eso te quedaste conmigo, pero no le resta que después de salvar mi rostro me salvaste la vida, si he cambiado es gracias a ti, eres el papá que deseé tener siempre — los ojos del doctor Cornelius brillaron y ambos se abrazaron con fuerza — ahora me voy, tengo una cita en la Cumbre con Lia — pero antes de salir Cornelius lo detuvo.

— Recuerda lo que te dije, Oliver, la vida te está dando una nueva oportunidad con Lia, si le mientes, tal vez la pierdas de nuevo, y esta vez para siempre.

Lía se había puesto ropa casual, pero bonita, Oliver la había llamado esa mañana para decirle que quería un recorrido más profundo por el hotel, llegaría con un arquitecto para comenzar el proceso de remodelación del hotel las cumbres y eso la tenía muy nerviosa.

Oliver entraría al negocio con una buena inversión y por eso obtendría el cincuenta por ciento por seis meses, luego se acomodarían con los porcentajes que habían establecido.

— Es muy atractivo, ¿No lo crees? — le comentó Felipe, el mesero, mientras preparaba la mesa para la única pareja que tenían hospedada ese día.

— Sí, lo es, nunca había visto a un hombre así, es musculoso y grande, pero cuidado — lo regañó — es el hombre que salvará todos nuestros trabajos y este hotel, así que cuida tus palabras muchachito pervertido.

— Si, jefa — le contestó el joven con una sonrisa en la boca — pero que rico está…

Como invocado por el rubio mesero, por la puerta principal del hotel entró el empresario.

Ese día llevaba ropa casual, un pantalón corto que dejaba ver unas piernas portentosas y una camisa ajustada.

Traía un casco en la mano y tras él un hombre bajito y gordo que traía el peluquín mal acomodado.

— Socia — la saludó Oliver dándole un fuerte apretón y Lia tuvo que contener las ganas de mirar hacia abajo y verle las piernas — este es el arquitecto que nos ayudará — Lía le dio la mano, el hombre estaba muy frío a diferencia de Oliver.

— ¿Tienes moto? — Oliver dejó el casco en una mesa al lado.

— No me gustan los autos — murmuró con amargura y Lia imaginó que había algo ahí — ahora, ¿Por dónde comenzamos?

El primer piso del hotel era el más presentable, Lia había ahorrado lo suficiente como para hacerle un par de remodelaciones, pero entre más subían el rostro de Oliver iba adquiriendo una mueca indescifrable.

— Le advertí cuando hablamos por teléfono — le comentó Lía, el arquitecto estaba llenando la libreta de anotaciones.

— Lo sé, pero de igual forma necesito este hotel, cuando inaugure las aguas termales necesitaré un lugar donde se queden las personas… — miró a Lia a los ojos y ella sintió un extraño escalofrío, su mirada le recordaba a alguien, con los ojos muy oscuros — Dime la verdad, estamos a tres horas de la ciudad, pero a quince minutos del aeropuerto, muy cerca de aquí hay senderos ecológicos que llevan a monumentos históricos importantes para el país que mueven decenas de turistas a diario, pero prefieren acampar a las afueras del bosque, ¿Por qué no vienen aquí? — Lia caminó hacia la ventana, desde ahí se lograba ver el enorme patio que tenía el hotel, pero estaba muy descuidado.

— Mi abuelo materno escogió este lugar para este hotel por ser un punto estratégico, realmente las Cumbres era el hotel más visitado del año en la ciudad, pero…

— ¿Qué pasó? — le insistió Oliver y Lia lo miró a los ojos oscuros.

— Coleman, el doctor Coleman pasó.

— ¿Ese asesino serial extranjero que mató a más de cien personas en dos años? — preguntó él interesado, el arquitecto estaba más allá comprobando unas vigas.

— Pues adivina en qué hotel se hospedó esos dos años — Oliver se pasó los dedos por el cabello — la habitación en la que estuvo está exactamente igual a como él la dejó antes de… bueno, ya sabes. la gente dejó de venir después de eso, heredé el hotel diez años después, pero los rumores de que los espíritus aún merodean el lugar se quedaron. Podemos hacer las remodelaciones más increíbles, pero la gente no vendrá — Lia se sentía desanimada, como cada vez que trataba de encontrar solución a ese problema y cuando la mano cálida de Oliver se posó sobre su hombro sintió un escalofrío.

— Te prometo que encontraremos la solución — le dijo él con un tono tan calmo que la hizo sentir mejor — ahora, me muero de ganas por ver esa habitación — Lia pasó saliva, solo había entrado ahí una vez y tuvo pesadillas por semanas.

— Me aterra entrar ahí — Oliver ladeó la cabeza.

— Pero entrarás conmigo — le enseñó sus musculoso brazo — ningún fantasma te tocará — Lia no pudo evitar soltar una risa tonta y le señaló la puerta.

— Conozcamos entonces la habitación del asesino más peligroso del continente… 

Caminaron hacia ahí, y Lia se sintió nerviosa al estar completamente sola por primera vez con él.

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