— ¿Crees que deba decirle? – le preguntó Oliver al hombre al otro lado del escritorio mientras le daba un sorbo a su café.
— Por supuesto que sí — le comentó — no puedes mentirle y fingir ser una persona que no eres — Oliver apretó los puños después de dejar la taza junto a la mesa.
— Si le digo quien soy me odiará, lo sé, aparte de que este negocio lo quiero y me conviene mucho… pues…
— Te gustaría tener otra oportunidad con ella — completó por él el hombre.
— ¿Me convertiría en una mala persona al no decirle la verdad? — el doctor lanzó un gran suspiro.
— A lo que te enfrentas, Oliver, es complicado. No creo que nadie haya tenido que estar en esta situación. Perdiste tu cara, comenzaste a hacer ejercicio y estás lleno de músculos, tu cabello está largo. Eres como otra persona, y por estos cambios ella no te reconoce. Y ahora te ves entre la espada y la pared, ¿Con este nuevo rostro podré tener la vida que siempre quise tener junto a Lia? Te preguntas — Oliver no contestó y fue incapaz de sostenerle la mirada — pero el físico realmente no importa, he estado contigo desde el principio de este cambio, y no eres el mismo que despertó esa mañana después de la cirugía, si Lia logra ver todo lo que has cambiado en verdad estoy seguro que te dará una oportunidad — Oliver negó.
— Yo le jodí la vida, la humillé, la maltraté cuando me di cuenta de que ella no me daría una oportunidad aunque estuviéramos casados, si le digo quién soy realmente ella no me dará la oportunidad de mostrarle cuánto he cambiado.
— Pero ella tiene derecho a saberlo, no puedes mentir — Oliver se puso de pie y caminó hacia la ventana mirando el parque lleno de flores que se veía desde esa oficina.
— No aún — volteó hacia el doctor presa de una idea que creyó maravillosa — dejaré que me conozca como soy ahora, y si lo que he cambiado es suficiente para que ella se enamore de mí se lo diré — el doctor caminó y cuando se paró a su lado lo tomó por el mentón e hizo que levantara el rostro para mirarlo bien, luego lo volteó de lado.
— Te lo prometí — le dijo — las cicatrices desaparecieron, mi tratamiento de células madre funcionó a la perfección, ni siquiera los golpes que te han dado cuando entrenas ese agresivo deporte que llamas boxeo han hecho algo — le agarró una de las manos y la comprobó — aún hay cicatrices en los nudillos, pero si quieres programo otra cirugía para eliminarlas — Oliver se miró las líneas plateadas en las manos y negó.
— No, ya no quiero más cirugías, quiero conservar estas cicatrices, me recuerdan lo que sucedió, quién era antes… además no creo ser capaz de pasar por el quirófano de nuevo, ¿Cuántas cirugías me hiciste?
— Veintidós — murmuró el doctor y Oliver rodeó con su brazo el hombro de él.
— Nunca te agradecí de verdad todo lo que hiciste por mi — el doctor negó.
— No tienes que agradecer, fuiste el primero en aceptar este tratamiento y por ello has salvado miles de vidas — pero Oliver negó.
— No me refiero a las cirugías, me refiero a todo lo que vino después, sé que te recuerdo a tu hijo y por eso te quedaste conmigo, pero no le resta que después de salvar mi rostro me salvaste la vida, si he cambiado es gracias a ti, eres el papá que deseé tener siempre — los ojos del doctor Cornelius brillaron y ambos se abrazaron con fuerza — ahora me voy, tengo una cita en la Cumbre con Lia — pero antes de salir Cornelius lo detuvo.
— Recuerda lo que te dije, Oliver, la vida te está dando una nueva oportunidad con Lia, si le mientes, tal vez la pierdas de nuevo, y esta vez para siempre.
Lía se había puesto ropa casual, pero bonita, Oliver la había llamado esa mañana para decirle que quería un recorrido más profundo por el hotel, llegaría con un arquitecto para comenzar el proceso de remodelación del hotel las cumbres y eso la tenía muy nerviosa.
Oliver entraría al negocio con una buena inversión y por eso obtendría el cincuenta por ciento por seis meses, luego se acomodarían con los porcentajes que habían establecido.
— Es muy atractivo, ¿No lo crees? — le comentó Felipe, el mesero, mientras preparaba la mesa para la única pareja que tenían hospedada ese día.
— Sí, lo es, nunca había visto a un hombre así, es musculoso y grande, pero cuidado — lo regañó — es el hombre que salvará todos nuestros trabajos y este hotel, así que cuida tus palabras muchachito pervertido.
— Si, jefa — le contestó el joven con una sonrisa en la boca — pero que rico está…
Como invocado por el rubio mesero, por la puerta principal del hotel entró el empresario.
Ese día llevaba ropa casual, un pantalón corto que dejaba ver unas piernas portentosas y una camisa ajustada.
Traía un casco en la mano y tras él un hombre bajito y gordo que traía el peluquín mal acomodado.
— Socia — la saludó Oliver dándole un fuerte apretón y Lia tuvo que contener las ganas de mirar hacia abajo y verle las piernas — este es el arquitecto que nos ayudará — Lía le dio la mano, el hombre estaba muy frío a diferencia de Oliver.
— ¿Tienes moto? — Oliver dejó el casco en una mesa al lado.
— No me gustan los autos — murmuró con amargura y Lia imaginó que había algo ahí — ahora, ¿Por dónde comenzamos?
El primer piso del hotel era el más presentable, Lia había ahorrado lo suficiente como para hacerle un par de remodelaciones, pero entre más subían el rostro de Oliver iba adquiriendo una mueca indescifrable.
— Le advertí cuando hablamos por teléfono — le comentó Lía, el arquitecto estaba llenando la libreta de anotaciones.
— Lo sé, pero de igual forma necesito este hotel, cuando inaugure las aguas termales necesitaré un lugar donde se queden las personas… — miró a Lia a los ojos y ella sintió un extraño escalofrío, su mirada le recordaba a alguien, con los ojos muy oscuros — Dime la verdad, estamos a tres horas de la ciudad, pero a quince minutos del aeropuerto, muy cerca de aquí hay senderos ecológicos que llevan a monumentos históricos importantes para el país que mueven decenas de turistas a diario, pero prefieren acampar a las afueras del bosque, ¿Por qué no vienen aquí? — Lia caminó hacia la ventana, desde ahí se lograba ver el enorme patio que tenía el hotel, pero estaba muy descuidado.
— Mi abuelo materno escogió este lugar para este hotel por ser un punto estratégico, realmente las Cumbres era el hotel más visitado del año en la ciudad, pero…
— ¿Qué pasó? — le insistió Oliver y Lia lo miró a los ojos oscuros.
— Coleman, el doctor Coleman pasó.
— ¿Ese asesino serial extranjero que mató a más de cien personas en dos años? — preguntó él interesado, el arquitecto estaba más allá comprobando unas vigas.
— Pues adivina en qué hotel se hospedó esos dos años — Oliver se pasó los dedos por el cabello — la habitación en la que estuvo está exactamente igual a como él la dejó antes de… bueno, ya sabes. la gente dejó de venir después de eso, heredé el hotel diez años después, pero los rumores de que los espíritus aún merodean el lugar se quedaron. Podemos hacer las remodelaciones más increíbles, pero la gente no vendrá — Lia se sentía desanimada, como cada vez que trataba de encontrar solución a ese problema y cuando la mano cálida de Oliver se posó sobre su hombro sintió un escalofrío.
— Te prometo que encontraremos la solución — le dijo él con un tono tan calmo que la hizo sentir mejor — ahora, me muero de ganas por ver esa habitación — Lia pasó saliva, solo había entrado ahí una vez y tuvo pesadillas por semanas.
— Me aterra entrar ahí — Oliver ladeó la cabeza.
— Pero entrarás conmigo — le enseñó sus musculoso brazo — ningún fantasma te tocará — Lia no pudo evitar soltar una risa tonta y le señaló la puerta.
— Conozcamos entonces la habitación del asesino más peligroso del continente…
Caminaron hacia ahí, y Lia se sintió nerviosa al estar completamente sola por primera vez con él.
Lia caminó seguida por el hombre el arquitecto estaba tomando fotografías de las vigas humedecidas y los pisos cuarteados, así que solos subieron al ascensor y ya adentro Lia contuvo el aliento.Oliver olía a fresco, a un perfume masculino y atrayente que le hizo cerrar los ojos, pero detrás había otro olor, otro que no reconoció pero que se le hacía familiar.Cuando abrió los ojos los iris oscuros de Oliver estaban clavados en ella a través del espejo y Lia le apartó la mirada.— Eres muy bonita — le dijo él y Lia sintió que las mejillas se le pusieron muy calientes, agradeció por su tono de piel trigueño que no le permitía ponerse roja, o estaría muy colorada.— Gracias, es que levanto pesas — Oliver sonrió.— También yo, deberíamos entrenar juntos un día, puede que me enseñes algo — Lia le miró el cuerpo por el espejo, los músculos marcados y las piernas torneadas.— Creo que tú me enseñarás a mí — bromeó ella y se quedó con una sonrisa tonta en la cara, pero cuando las puertas de
Lia contuvo el aliento mientras bajaba con Oliver en el elevador, el susto tremendo que se había llevado le impidió ver lo que había pasado en realidad, pero ahora que estaba más calmada de verdad sintió como le subió calor a la cara. ¿Había tenido un ataque de pánico frente al socio que la salvaría y luego él la había abrazado? El recuerdo del cuerpo cálido la hizo suspirar, luego recordó la broma que le hizo y eso la hizo sonreír. — ¿Es tan bromista siempre? — le preguntó ella y Oliver ladeó la cabeza. — Ahora sí, antes era más amargado, pero un día descubrí que hacer reír a los demás es… divertido — Lia asintió, el hombre era bastante atrayente y ella tuvo que concentrarse para no perderse en su imaginación. — ¿Crees que convertir el último piso en un museo y una atracción turística de terror nos ayudará? — Oliver asintió con vehemencia. — Hay que hacerlo desde el respeto, hay muchas víctimas de por medio, pero sí, eso atraerá a varios clientes, solo nos queda repararlo todo
Lia sintió vacío en su pecho mientras caía y cerró los ojos, imaginó que el agua la quemaría, pero cuando su cuerpo entró notó que estaba más bien tibia, muy cómoda y placentera y el suelo se sintió baboso y lleno de pasto y eso la hizo salir.Respiró una bocanada de aire y dio saltitos.— Un clásico — se rio Oliver y Lia lo empujó por el hombro.— Casi me mata del susto — pero no pudo evitar sonreír también — ¿No hay animales dentro? — Oliver negó.— Mandé estudiar cada pozo, ninguno tiene algo peligroso, pero son muy saludables para la piel y relajan — se hundió hasta el cuello y Lia hizo lo mismo, se sentía realmente bien — Solo no la bebas, te dará diarrea — se acercó a ella y la tomó por los hombros, luego la volteó — entre más cerca estén los pozos a esa roca más caliente estará — había una piedra grande con grabados en ella — la última tiene setenta grados, esa no se puede usar, ya veremos qué nos inventamos para esa — el aliento del hombre se sentía refrescante en el cuello de
Oliver se ajustó la camisa y Lia sintió como todos los músculos del cuerpo se le tensaron, se metió entre él y los hombres que se acercaban, ella ya sabía tratar con esos hombres y sus amedrantaciones nunca habían servido para intimidarla, pero si veían a Oliver en una posición agresiva las cosas se podrían poner muy mal.Oliver la tomó por el hombro y la quitó, luego de un hábil movimiento la metió detrás de él y los hombres llegaron, luego comenzaron a rodearlos.— Mi querida Lia — le dijo uno de los hombres, su nombre era Fabio — hace una semana debiste pagarnos la cuota de este mes —luego miró de los pies a la cabeza a Oliver y escupió el en suelo frente a él — ¿Quién es este modelito de revista?— Este modelito de revista te romperá ambos brazos si no te largas ahora — lo amenazó Oliver y Lia sintió que las cosas realmente se estaban saliendo de control.Fabio soltó una carcajada y luego señaló a uno de sus hombres, el que tenía el bat, para que rodeara a Oliver.— Lamento si les
Oliver estaba sentado en su oficina en el último piso del edificio de su empresa, ya había revisado todo lo que tenía que firmar, pero se había metido a la página web del hotel las cumbres para ver como lucia y se había quedado mirando la fotografía de Lia en la parte de abajo.A pesar de ser una fotografía pixelada lograba verse el verdoso color de sus ojos, con las cejas altas y la piel trigueña, como si tomara un par de minutos de sol al día, pero Oliver sabía que no, no le gustaba mucho el sol.— ¿Me estas escuchando? — le preguntó alguien a su espalda y Oliver casi se cae de la silla.— ¿Por qué apareces así como un fantasma? — le preguntó a Paul y el hombre se encogió de brazos.— Te pregunté si ya revisaste lo que te pedí — Oliver asintió y Paul se acercó, era un hombre entrado en los cincuenta, pero alto y fornido, había trabajado con su padre gran parte de su vida y por eso Oliver lo había puesto a cargo de EnerTech.— Ya lo hice, firmaré de inmediato — el hombre tomó una sil
Oliver miró el vaso fragmentado en el suelo, la limonada se metía por entre las baldosas y los oídos se le taparon por lo fuerte que latió su corazón.Cuando levantó la mirada Lia caminaba hacia él con la niña en brazos y Oliver dio dos pasos atrás hasta que se chocó con alguien y cuando lo miró notó que era Felipe el mesero que trataba de agarrarlo porque se caía.El joven le dijo algo, pero Oliver no lo escuchó, tenía la cabeza embotada y las manos temblorosas y cuando Lia llegó hasta él y lo tomó por el hombro todo regresó como un golpe a su cabeza, los sonidos le hicieron encogerse.— ¿Estás bien? — le preguntó Lia — te pusiste muy pálido — Oliver no era capaz de apartar la mirada de la niña que lo miraba con curiosidad.— ¿Es tu hija? — le preguntó, en efecto la voz le tembló, Lia asintió con el ceño fruncido — no me dijiste que tenías una hija — le dijo el hombre en un tono un poco molesto y Lia le apartó la mano del hombro.— ¿Por qué debería? — cuando le contestó poniéndose a
Oliver se quedó muy quieto por un segundo, casi que le faltó la respiración y tuvo que agarrarse de la baranda para no caer al suelo. La respiración se le aceleró y la voz le tembló cuando habló.— Balística… las investigaciones dijeron que fue una fuga de combustible y no sé qué cosas más, que fue un accidente — pero el capitán Gregorio Olarte negó con vehemencia. — Desde hace unos seis meses estoy siguiendo la pista de un asesino a sueldo que fue encontrado muerto después de intentar matar a un político, al senador Roy Beltrán, pero falló y luego fue encontrado muerto — Oliver se sentó en la banca que estaba afuera, desde adentro sus hermanas notaban que algo malo estaba pasado, pero Oliver les indicó que no vinieran. — ¿Qué tiene que ver todo eso conmigo? — le preguntó y el policía lanzó un suspiro. — Cuando me asignaron el caso busqué en su… guarida, supongo, ahí encontré un baúl muy bien guardado con todos los trabajos que había realizado anteriormente, los guardaba como un tr
Lia se alejó del tumulto de personas que se acercaban a ver al hombre herido en el suelo mientras Felipe se encargaba y cuando llegó al otro lado del comedor contuvo el aliento mientras el teléfono sonaba.Con cada tono se ponía más débil hasta que se tuvo que sentar en la silla más cercana. Cuando alguien descolgó el teléfono abrió la boca para hablar, pero estaba paralizada.— Presidencia EnerTech — le dijo la voz de un hombre.— ¿O… Oliver? — el hombre se quedó en silencio un momento.— El señor Oliver no está, ¿Con quién tengo el gusto? — Lia tuvo el impulso de colgar, pero ya estaba ahí, no podía renunciar al valor que había ahorrado para llamar.— Lia, Lia De La Cruz — el hombre se aclaró la garganta.— Lia, ¿Eres tú? — tuvo que hacer un gran esfuerzo para reconocer la voz de quien estaba al otro lado.— Paul, ¿Cómo estás?— Niña, muy bien. Dime ¿Cómo estás tú? Llevamos años sin hablar — luego hizo una pausa — ¿Pasó algo? — Lia se aclaró la garganta.— Un policía me visitó esta