Lia observó el rostro de terror de Oliver cuando salió del cuarto del baño. Jamás en su vida lo había visto así, ni siquiera cuando el espectro del doctor Coleman le metió la mano en el pecho y casi lo desvive.Le explicó todo a Lia mientras se ponía con rapidez los zapatos y salió corriendo de la casa. Por suerte Gloria aún no se había ido y Lia la dejó a cargo de Hada, aunque la niña ya estaba dormida.Oliver tomó el auto y arrancó casi sin esperar a que Lia cerrara la puerta. Lo primero que pensó fue en llamar a la policía, pero no llegarían a tiempo, así que llamó a Helene.— Hay disparos, Lia — le dijo la muchacha y Lia respiró.— Cierra toda la casa, apaga las luces y escondete en un baño, toma algo con lo que puedas defenderte — le dijo, no le quiso mencionar que su hermana estaba en el bosque en medio de los disparos, le pareció que todo complicaría más al miedo que la gemela tenía — ¡Ahora! — Helene cortó la llamada. Oliver le dio dos grandes puños al volante mientras conducí
Nadie pudo convencer a Lia, se le metió en la cabeza el enfrentar a su padre y ni el mismo Oliver había logrado convencerla de lo contrario. Así que apenas un día después del intento de atentado de Portia, la policía que la tenía en la pequeña sala dio por terminada la labor de llenarle el cuerpo de micrófonos y cámaras para capturar cada palabra que ella pudiera arrancarle a su padre.— ¿Está segura de esto todavía? — le preguntó el capitán que llevaba todos esos meses a cargo del atentado de Oliver — si él dice algo indebido o que lo ubique como culpable, será investigado y posiblemente enviado a la cárcel — Lia no tenía que pensarlo, sabía muy bien la respuesta.— Pues que se vaya para la cárcel, si las sospechas son ciertas, ese hombre es un asesino — Oliver estaba un metro más allá, inquieto y callado. El capitán Olarte se aclaró la garganta.— Hemos iniciado la investigación de la empresa del señor Julio, pero si es verdad que puede traficar, es muy cuidadoso.— Es él — confirm
Felipe dejó el plato con delicadeza frente a la mujer que le agradeció con una sonrisa y luego caminó a la cocina. Era la única pareja que quedaba en el hotel y se irían en una hora. Todo estaría vacío para comenzar a preparalo para la inauguración de los temales y Felipe se sintió estresado nomás de imaginar al gentío.Su primo Carlo estaba sentado en un confortable mueble de la sala de ocio de los trabajadores con un montón de papeles en el regazo, Felipe imaginó que eran como mil, tan pesados que tenía que apoyarlo en las piernas.Se sentó a su lado y el rubio grande le acarició el cabello como si fuera un cachorrito obediente y Felipe le apartó la mano de un manotón.— Si Esther no se va contigo hoy o mañana, cosa que no creo porque quiere ver la inauguración, tendrás que ir a mi casa — Carlo dejó de leer el papel que tenía en el regazo y negó con vehemencia.— ¿Y darle el gusto a la testaruda de Portia? No, además esta mañana que los visité no creas que no noté que están más bien
Oliver no había sido capaz de explicarle a Lia con palabras la frase “Helene se volverá loca” hasta que ella misma presenció como se transformó cuando le dijeron lo de la boda.Se rio, lloró mucho y los felicitó, luego se convirtió en una planeadora de bodas experta y lujosa y le dio un presupuesto a Oliver que lo hizo irse para atrás, luego se sentaron y por más de una hora a explicarle a la muchacha por qué no necesitaban mil rosas frescas y un vestido de diez mil dólares. Helene se defendió diciendo que pagaría la mitad de todo, pero Oliver no estaba dispuesto a permitir que la gemela gastara tanto, así que lograron llegar a un equilibrio entre algo clásico y causal y algo bonito y ostentoso.— Portia no se casará nunca — había dicho Helene y su hermana le enseñó el dedo de en medio — cuando yo me case alguien planeará mi boda por mí, así que la única boda que podré disfrutar de esta forma es la tuya — Oliver se encogió de hombros.— Cuando Felipe y Sam se casen — le dijo él y el p
Lia sintió que el corazón le palpitó tan fuerte cuando la marcha nupcial comenzó a sonar que de no ser por el corsé del vestido se le hubiera escapado.Helene le mostró un catálogo como de un millón de vestidos y cuando ella escogió ese llegó en el primer vuelo directo desde parís, era su regalo de bodas por parte de la gemela y Lia se sintió emocionada y conmovida. Era de un blanco hueso, de corsé recto hasta la cadera y el vestido se desprendía desde la cintura en un millar de hojas delgadas que la hacían parecer una rosa, con los pétalos ajustados que se anchaban a partir de las rodillas. El corsé brillaba reflejando miles de puntitos de luz a los invitados y los clientes del hotel la fotografiaron con emoción. Había un grupo de periodistas que no perdieron detalle de cada uno de sus movimientos y aunque Lia odiaba ser el centro de atención, ese era su día, lo disfrutaría y se regocijaría en él.Cuando comenzó a avanzar, la mano del doctor Cornelius se aferró a la suya y le ofreció
Sam se aseguró que Carlo y Hada estuvieran a salvo en el hotel, luego, cuando escuchó los disparos, los metió a la cocina y empujó a Felipe dentro.— No salgan — les dijo y Carlo dejó a la niña con Felipe para salir en busca de sus hermana.— Sam, no vayas — le suplicó Felipe agarrado a la niña y el pelirrojo negó.— Mi tío — Felipe asintió con la cabeza y el abogado Salió corriendo tras la espalda ancha de Carlo que se perdió por la puerta de atrás del hotel.Todo se había convertido en un caos, las personas comenzaron a refugiarse en el hotel presas del pánico y a Sam le costó una eternidad poder llegar a donde estaba el altar, donde un grupo de policías rodeaba todo con sus armas y sus cuerpos.Portia y Helene trataban de correr tras la tarima mientras gritaban y los soldados las detenían, Lia y Oliver no estaban y eso le preocupó.Localizó a su tío sentado en las escaleras de la tarima, se había aflojado la corbata y tenía la expresión muerta, con los ojos hundidos y muy pálido.C
El caos había acabado. La policía había desaparecido una hora después con el papá de Lia esposado, los periodistas habían cubierto todo el suceso y las personas se habían dispersado.Oliver estaba bien, Lia tambien, por lo demás: Portia tenía moretones de pelear con los soldados, Helene los ojos hinchados de llorar y todo el público, invitados y turista más de lo mismo, pero nada de gravedad.— ¿Se van a casar o no? — les había dicho Portia cuando estaban todos reunidos en una mesa tomando té, y cuando Oliver miró a Lia, con el cabello revuelto y la cara sucia ella asintió. Se prometió que estaría con el hombre toda la vida y lo cumpliría.Costó reunir de nuevo a todas las personas, y todo se convirtió en un caos bonito donde la multitud, despeinada, sucia y moreteada, se reunieron a los pies de la tarima, como un grupo de amigos íntimos, un grupo de unas mil y algo de personas que contuvieron el aliento cuando Oliver levantó la mano de Lia entre la suya.— Prometo a marte y respetart
La boda había terminado, a pesar de todo, más linda y romántica de lo que Portia esperaba, incluso mucho más de lo que Helene pudo haber planeado. Con las decoraciones dañadas y los invitados moreteados y mallugados, todos se congregaron en un tumulto bonito y cálido alrededor de los novios y ni siquiera Portia se fue sin un buena buena lloradita. La inauguración de los termales se había llevado a cabo como lo tenían planeado y cuando Portia vio a Carlo cubierto únicamente por un pantalón corto no pudo evitar que el calor se le subiera a la cara. El hombre trató por todos los medios de acercársele, pero Portia usó el traje de baño más sexy que encontró en el armario y lo ignoró toda la noche. Cuando Lia lanzó el ramo de flores no pudo evitar notar como, entre Helene y Esther, se juntaron para empujarla justo en dirección al ramo que cayó sobre la cara de Portia y tuvo que agarrarlo, y ahora, dos días después, estaba sentada en la recepción con Gis y contemplaba las rosas que comenza