CAPÍTULO 23

— Aitana tienes… Aitana tienes que abrir los ojos… Por favor, por favor, te lo suplico…

Eran la cuatro de la tarde y Carlo todavía no lograba arrancarse aquella sensación que lo había invadido durante toda la madrugada. Se había emborrachado el día anterior, eso podía recordarlo perfectamente, había comenzado a beber desde el momento justo en que se había separado de Aitana dejándola a bordo de aquel bote, y luego había hecho lo peor que podía hacer: había regresado al departamento, había regresado al único lugar donde hab&iacut

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