CAPÍTULO 13

— No voy a prometerlo así que no te molestes en pedírmelo. — Carlo la habría tomado como un desposeído toma la única prenda que le brinda un recuerdo feliz, de no ser por aquel endemoniado teléfono y su insistencia — No voy a prometerte que no lo haré de nuevo porque estoy convencido de que faltaría a mi palabra.

La había soltado casi con rabia y luego se había ido al hospital como si, en efecto, solo con su voluntad pudiera poner el mundo de cabeza. Y Aitana se había acurrucado sobre el entarimado del muelle con unas ganas de llorar que apenas soportaba.

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