Capítulo 2: Adiós Argentina.

     PLAZA DE BUENOS AIRES.

     —Amigo, qué haces aquí, te he estado llamando y no respondes tu teléfono.

     —¿Cómo supiste que estaba aquí?

     —Recordé que cuando éramos niños y tú papá discutía contigo, o presentabas problemas en el colegio, de inmediato te venías para acá.

     Acá te pasabas horas sin hablar, después  te levantabas sacudías tu mochila y te ibas y yo detrás de ti.

     Como siempre mi amigo Julián se sienta a mi lado y allí se queda sin decir una palabra, me conoce y sabe que en estos momentos no quiero hablar.

      No sé cuánto tiempo estuvimos callados, soy yo, como siempre, quien rompe el silencio.

     —Isabella se va del país, hoy se despidió de mí.

     Julián no dijo nada, solo se limitó a escucharme.

     —Me dijo con su cara muy fresca que no me ama, yo para ella sólo fui un juguete, el muñeco que la muchachita rica se le  antojó para distraerse un rato, ya se fastidió de él y ahora lo desecha.

     Se va para Francia, según ella a estudiar, pero no regresa, me lo dijo así, como si yo fuera un amigo cualquiera, ¿quieres un trago?

     Le paso la botella de whisky a mi amigo, él la toma y se empina un trago largo.

     —Amigo está claro que me usó sólo para divertirse, con razón cuando le decía para hablar con sus padres para formalizar lo nuestro siempre me ponía una excusa.

      Ahora lo veo claro, soy un soberano estúpido, como una niña rica, hija de unos de los más grandes empresarios de la ciudad se iba a fijar en mí.

     No me extraña que ya tenga novio, de seguro la está esperando en Francia y yo aquí pensando que me amaba, me vio la cara de idiota, un pobre imbécil es lo que soy.

     —Amigo, espera, tampoco es para que te insultes de esa manera, todo esto me parece muy raro, a Isabella se le nota que está enamorada de ti, tiene que ser muy buena actriz para engañarnos a todos.

     —Pues lo es, se merece un Oscar, estuve dos años engañado.

     —Todavía me cuesta creerlo.

     —Pues créelo amigo, dentro de unas horas sale su vuelo.

     —¿No vas a ir a despedirla al aeropuerto?

     —No, ya Isabella murió para mí, pero esto no se queda así, ella me dejó por ser un pobretón, con razón siempre nos veíamos a escondidas, le daba vergüenza que la vieran conmigo, pero yo le voy a demostrar quien es Máximo Torres.

     —Bueno tú tampoco eres un pobretón, no eres rico eso es verdad, pero tu papá tiene una pequeña empresa, no viven como millonarios, pero no pasan hambre y viven comodamente.

     —La empresa de mi papá es apenas un punto insignificante ante la cantidad de empresas que tiene el papá de Isabella, yo pensé que eso a ella no le importaba, pero ya veo que si, me demostró que es igual a  las muchachitas millonarias de la ciudad, que se divierten con los pobretones y luego los dejan para casarse con los hijos de papá, los ricos de cuna.

     —¿Qué piensas hacer?

     —Por ahora voy a trabajar duro, a partir de hoy ninguna mujer se va a burlar de mí, acá en este lugar, en esta plaza, en esta banca se quedó el Máximo pendejo que creía en el amor, ahora renació un Máximo distinto, ella aunque me dijo que nunca iba a regresar, yo sé que algún día va a pisar tierra Argentina, ese día ella va a conocer al Máximo que ella transformó.

     —Amigo me asustas, tú siempre has sido un hombre de buenos sentimientos, incapaz de burlarte de las personas y menos de las mujeres.

     —Ese Máximo murió, de ahora en adelante voy a ser capaz de todo con tal de conseguir lo que yo quiero, espero que tú estés a mi lado, yo voy a subir y tú me vas a acompañar en esa subida.

     —Claro amigo, yo siempre voy a estar contigo, eso lo puedes jurar.

     —Okey, te repito aquí murió el Máximo que creía en las mujeres, en formar un hogar, en tener unos hijos, ahora solo las veré como un trampolin para alcanzar lo que yo quiera.

     —¿Y si algún día te vuelves a enamorar?

     —Eso es imposible, Isabella mató todas mis ilusiones, todos mis sentimientos, toda mi esperanza de amar.

     —¿Vas a seguir trabajando en la empresa de tu papá?

     —No, voy por otra cosa, voy a alcanzar mis sueños, recuerdas al amigo de mi papá, el gringo, él que siempre me decía que yo tenía mucho potencial como programador, en varias ocasiones me ofreció su ayuda para estudiar en Estados Unidos, siempre lo rechacé, primero por mis padres, no quería dejar a mi papá solo al frente de la empresa, pero a parte de eso estaba Isabella, no quería irme y dejarla aquí, pero veo que ella no lo pensó mucho para dejarme, así amigo que este que ves aquí, también se va.

     Julián voy a aceptar la ayuda del gringo, me voy para Estados Unidos, yo también tengo derecho a alcanzar mis sueños.

     —¿Estás seguro? ¿Lo pensaste bien?

     —Tengo horas pensándolo, estoy muy seguro, voy a regresas a Argentina, cuando tenga suficiente dinero, nadie, pero nadie se va a burlar de mí por ser un pobretón, eso te lo juro, Isabella me va a pagar todas las lágrimas que derramé por ella en esta banca, jamás pero jamás vuelvo a llorar por ninguna mujer.

     Ahora terminemos de tomarnos esta botella y vámonos de aquí, tengo muchas cosas que hacer.

     AEROPUERTO DE BUENOS AIRES.

     —Mami  ya no llores más.

     —Hija es que me duele mucho verte partir sabiendo que no vas a volver.

     —Mami yo no voy a volver, pero prométeme que tú vas a ir a visitarme.

     —Sí hija ya hablé con tu papá, le hice prometer que íbamos a visitarte cuando nazca mi nieto, es más yo quiero estar allí en el momento en que nazca.

     —Seguro mamá, ¿crees que papá te permita conocer a tu nieto?

     —Claro hija, él no es un monstruo como aparenta ser, tú verás como el nieto lo va a cambiar.

     —Mamá me vas a disculpar un minuto, pero acaba de llegar Valentina, vino a despedirse, voy a hablar con ella.

     —Anda hija, aprovecha que tu papá salió un momento.

     Valentina corre hacia mí con los brazos abiertos.

     —Amiga, no lo puedo creer, como es eso que te vas para Francia, ¿cuándo lo decidiste?, esto no te lo perdono, ¿por qué no me habías dicho nada?, dime amiga, ¿cuándo regresas?

     —No regreso.

     —¡Qué! No puede ser, me estás mintiendo.

     —No te miento, es un viaje sin retorno.

     —¿Y Máximo? ¿Ya él lo sabe?

     —Sí, ayer hablé con él.

     —¿Le dijiste de tu embarazo?

     —No amiga, escúchame Valentina, tengo que hablar contigo antes que llegue mi papá.

     Máximo no puede saber que me voy embarazada.

     —Tú estás loca, él tiene derecho a saber que va a tener un hijo contigo.

     —No Valentina, ahorita no puedo contarte nada, pero te prometo que al llegar me comunico contigo y te explico todo, por ahora te voy a pedir que no le digas nada a Máximo de mi embarazo, si lo llega a saber, eso va a empeorar más las cosas.

     —Valentina, dime algo, ¿tú te vas obligada?

     —Sí , mi papá se enteró de mi embarazo y bueno estás son las consecuencias.

     —¿Cómo lo supo?

     —Lo supo, por torpe, por descuidada, tú sabes que me hice una prueba de embarazo.

     —Sí, me llamaste en el momento que ibas hacerte la prueba.

     —Resulta que la tiré en el baño, la muchacha de la limpieza la encontró y se la llevó a mi papá, te podrás imaginar todo lo que me dijo.

     —¿Por esa razón te vas del país?

     —Sí.

     —Lo que no entiendo es porque no le dijiste a Máximo que estás esperando un hijo de él.

     —Valentina, eso te lo cuento después cuando te llame, no tarda en llegar mi papá así que no puedo perder tiempo, te quiero pedir un favor.

     —Okey dime, por favor quiero que me mantengas informada de todo lo que haga Máximo.

     —¿Y eso para qué?, si tú no piensas regresar.

     —Lo sé, pero aún así necesito saber que hace, con quién anda.

     —Isabella, eso sería torturarte, si tú no piensas volver, es mejor que te vayas olvidando de él.

     —No me pidas eso, por ahora no puedo y cuando nazca mi hijo, cada vez que lo mire, lo voy a recordar.

     —Sí, te entiendo, pero si menos sabes de él es mejor para ti.

     —Por favor Valentina, sólo te pido eso, mantenme informada, tú eres la única en quien puedo confiar.

     —Está bien, un día juramos que nuestra amistad sería para siempre, así que vamos a tratar que ese juramento se mantenga, aunque tengamos mucha distancia de por medio.

     Prométeme que cuando nazca mi sobrino me vas avisar, yo voy a tratar de ir a visitarte, en esos momentos no te puedo dejar sola.

     —Yo te voy a enviar mi dirección, pero eso también tiene que ser un secreto, no se lo comentes a nadie, mucho menos a Máximo, por favor esto es un asunto de vida o muerte.

     —Isabella no me asustes.

     —Amiga, sólo eso te puedo decir, después te llamo y te cuento todo, escúchame, no se te ocurra decirle esto a Julián, yo sé que entre ustedes está naciendo algo más que una simple amistad, él es el mejor amigo de Máximo y sería una carta abierta para él.

     —No te preocupes, tú secreto va a estar muy guardado, no se lo voy a decir a nadie, pero prométeme que me vas a llamar siempre, mantenme informada de lo que hagas, de todo, no me dejes al margen por favor.

     —No amiga, siempre te voy a llamar, ahora dame un abrazo, vamos a despedirnos, allí viene mi papá.

     —Buenos días señor Francisco, vine a despedir a Isabella.

     —Buenos días Valentina, Isabella ya es la hora, despídete de tu mamá.

     Mi mamá no deja de llorar, sus ojos están enrojecidos de tanto llanto, me acerco y nos damos un abrazo muy fuerte.

     —Bendición mamá, no llores, me parte el alma verte llorar.

     —Cuidate mi niña, tú conoces tu condición, si por alguna razón te sientes mal, no dudes en llamarme y hablamos, cuando nazca el bebé voy a estar contigo, te lo prometo.

     —Bueno ya, dejen el llanto que aquí nadie se ha muerto, vamos Isabella, ya es la hora.

     Se acerca, me da un abrazo y me susurra en mi oído.

     —Espero que no le hayas dicho a tu amiga los motivos por los cuales te vas de Argentina, recuerda que nadie lo puede saber a excepción de tus padres, no te olvides que es por el bien del don nadie de Máximo.

     Me suelto de su abrazo y lo miro, en ese instante veo en su mirada una chispa de satisfacción como si hubiese ganado una batalla, tiene dibujada en sus labios una sonrisa de triunfo.

     Tomo mi maleta de mano y me alejo de ellos, no quiero mirar hacia atrás, no quiero ver las lágrimas de mi mamá, la mirada triste de mi amiga, el rostro sonriente de mi papá por haber ganado una vez más.

     ¿Será esto el final? Con esta partida estoy cerrando las puertas a mi corazón, mi alma, mis sueños, mi vida entera se queda en Argentina, el amor de mi vida se queda en esas tierras; mi hijo nunca conocerá a su padre, de ahora en adelante me dedicaré a él, tengo que alejarlo, de todo rencor, de toda ira, de toda maldad, de toda venganza, porque algo me dice que esos fueron los elementos que me alejaron de mi gran amor, Máximo.

     

 

     

     

     

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