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Capítulo 6: Amiga, me estoy muriendo.

     PARIS: APARTAMENTO DE ISABELLA.

     —Amiga, disculpa que te llame a esta hora, pero me estoy muriendo.

     —Isabella, no me asustes, ¿qué te pasa?

     —Valentina lo ví.

     —¿A quién? ¿De qué me hablas?

     —De Máximo Valentina, lo ví.

     —Pero dónde lo viste, explícate, no estoy entendiendo nada y deja de llorar, que así menos te puedo entender, cálmate y luego me hablas, respira y tómate tu tiempo, estás respirando, ¿ya te sientes mejor? 

     —Sí, ya me siento mejor, gracias, ahora puedo respirar mejor.

     —Okey, ahora sí, puedes explicarme, pero sin atropellarte, ¿dime dónde viste a Máximo?

     —Está aquí en París, vino con la novia.

     —¡Válgame Dios! ¿Él te vio?

     —Sí, nos encontramos en una discoteca.

     —¿ Qué hacías tú en una discoteca? Se supone que ayer, digo ayer porque allá en París es de madrugada, bueno ayer era tu exposición.

     —Sí, así es, después de la exposición Piero me invitó a una discoteca, allí se iba a encontrar con unos amigos que llegaron de Estados Unidos.

     —Y entre los amigos estaba Máximo, que suerte tienes amiga, sólo a tí te pasan estás cosas, ahora resulta que él sinvergüenza de Máximo es amigo de Piero.

     —No Valentina, él no es amigo de Piero, la novia de Máximo es amiga de Piero.

     —¡Ah! Ahora sí estoy entendiendo, dime amiga, ¿hablaste con él, le dijiste porque te fuiste para París?

     —No, eso no puedo decirlo.

    Valentina, Máximo me odia, me lo dijo viéndome directamente a los ojos, me odia, no quiere verme y eso que no sabe que tenemos un hijo, el día que lo sepa, me va a odiar aún más.

     —Isabella, debiste decirle,  explicarle el porqué huiste a París con tu hijo, 

     —Él cree que soy novia de Piero, así nos presentaron y yo por rabia, por celos cuando lo ví abrazado con Mía, no lo pude desmentir,  le hice creer que Piero era mi novio.

     —Eso está bien, que se muera de los celos, porque aunque diga lo contrario, él aún te ama, todo ese odio que dice tenerte, es porque está dolido y si te vio con Piero, eso lo encendió más, ahorita se debe estar envenenando con su propia sangre  de la ira que tiene, pero me alegro, él bastante te ha hecho sufrir con ese harén que tiene, entonces una por una no es trampa, que se ahogue en su rabia.

     —Valentina, me besó.

     —¿ Qué te beso y tú dejaste que te besara?

     —Amiga, no pude detenerlo, además si te soy sincera, no quise detenerlo.

     —Tranquila amiga, eso está bien, que se lleve ese recuerdito a Estados Unidos, que sufra recordando tus besos.

     —¿Y yo Valentina? Cómo me voy a quedar yo aquí recordando ese beso.

     Qué broma, cuándo había decidido darme una oportunidad con Piero, reaparece Máximo.

     Amiga, no sé si tenga fuerzas para verlo de nuevo.

     —Pues vas a tener que buscar las fuerzas, cuando lo vuelvas a ver mantente firme, él fue con su novia, pues tú compórtate con Piero como si él lo fuera.

     —Valentina yo no puedo hacerle eso a Piero, él se ha portado muy bien conmigo, no me puedo aprovechar de sus sentimientos para darle celos a Máximo.

     —Yo no te estoy diciendo que te aproveches de él, sólo déjate llevar, si Piero no desmintió el noviazgo, pues tú tampoco lo hagas, simplemente síguele el juego, vamos a ver quien gana la partida.

     —¿Cuánto tiempo se va a quedar en París?

     —No sé, pero la novia me dijo que se va a dar una vuelta  por la galería para ver las pinturas, es más el motivo principal de su viaje fue por la exposición, según ella, me admira mucho como artista.

     —Que pequeño es el mundo, vamos a ver cuánto le va a durar esa admiración cuando sepa que tú eres el amor inolvidable del novio.

    —Valentina por Dios, no hables así.

     —Jajajaja, es que me da risa, esto parece sacado de una comedia romántica.

     Isabella, ¿cómo está mi sobrino?

     —¡Bellísimo! Cada día se parece más al padre.

     —No me quiero imaginar la cara de Máximo cuando se entere que tiene un hijo contigo.

     —Eso nunca lo puede saber, ya lo sabes, me lo prometiste, jamás se lo vas a decir, a Julián tampoco.

     —Tranquila amiga, las ganas no me faltan de gritarle en la cara que tiene un hijo contigo, pero por amor a ti, no sé lo voy a decir.

     ¿Cómo piensas ocultarle al niño mientras está en París?

     —Por ahora no lo llevo a la galería.

     —Vas a tener que ser muy cuidadosa, que nadie lo mencione.

     Averigua cuántos días estarán en París, eso es muy importante.

     —Sí, tengo que averiguar, Valentina gracias por escucharme, ahora voy a tratar de dormir unas horas, mañana tengo que trabajar, tengo unas pinturas pendientes.

     —Okey, cualquier cosa no dudes en llamarme.

     PARÍS: HOTEL.

     —Estoy furioso Julián, como se le ocurre a ella, presentarse con su cara muy lavada con su novio, así muy fresca delante de mí, como si no le importara lo que hubo entre nosotros y ese patán del novio con su sonrisita, pasando su brazo por el hombro de Isabella, está bellísima Julián, no sé, pero París la puso más bella, no sé cómo me pude aguantar, debí tomarla entre mis brazos y llevármela de allí.

     Pero la odio, sabes una cosa no puedo olvidar lo que me hizo, la odio, la odio.

     Hubo un largo silencio.

     —Aló Máximo, todavía estás al teléfono.

     —Sí, estoy aquí.

     —¿Ya te desahogaste? ¿Estás más tranquilo?

     —Sí.

     —Okey, ahora escúchame tú a mí.

     Isabella que yo sepa no tiene ningún compromiso contigo, por lo tanto ella  puede tener los novios que quiera, hasta ahora a ella no se le conocía ningún novio, eso es lo que me ha dicho Valentina y yo le creo, ¿ Hermano tú sabías que la exposición dónde ibas con Mía, era de Isabella?

     —No, te juro que no, ella como pintora tiene un seudónimo, es el que aparece en la tarjeta de presentación, que me iba a imaginar que se trataba de Isabella, es más yo creo que ni siquiera leí el catálogo, y tú también porque no averiguaste que Isabella ya estaba exponiendo sus pinturas.

     —Amigo, le recuerdo que usted me dijo que no quería saber más de ella, que ella estaba muerta para ti, que lo que hiciera con su vida solo le concierne a ella, eso me dijiste, por lo tanto yo no me quise meter más en eso, ni siquiera a Valentina le he preguntado por ella.

     —¿Tú crees qué de verdad Isabella está enamorada del francés?

    —No sé, tú ahora eres un experto en mujeres, dime,  ¿cómo la viste?, ¿está enamorada? Tú la conoces, puedes adivinar si está enamorada.

     —Él si está enamorado de ella y bastante, hace todo lo que puede para halagar a Isabella, pero a ella la noté fría, distante.

     —Por supuesto, contigo al frente, tiene que estar fría, me imagino que estaba asombrada.

     —Hermano la besé, la tuve tan cerca que no me pude resistir y ella no me rechazó 

     —¡Ajá! Y ahora,  ¿qué piensas hacer?

     —Después de besarla le dije que la odiaba, que jamás había odiado a nadie como la odio a ella.

     —Tú si eres bruto, ahora sí la pusiste.

     —Mi hermano estaba celoso viéndola con ese imbécil a su lado, me quería vengar.

     —¿Tú de verdad sientes eso, la odias?

     —A veces, cuando recuerdo el día en la cabaña, cuando recuerdo su cara, su boca diciéndome que no me amaba, sí, esos recuerdos me hacen odiarla.

     —Mi hermano, no te entiendo, una vez me dijiste que cada uno de ustedes tenía que hacer su vida por separado, que algún día tú te ibas a buscar una novia para formar una familia y ella que se busque a quien le de la gana, total a ti no te importaba, pero ahora que Isabella tiene novio tú estás molesto, la verdad no te entiendo.

     —Por lo que veo, tú le comentaste nuestra conversación a Valentina y ella se lo comentó a su amiga, Isabella por supuesto se lo tomó muy en serio por eso se buscó un novio.

     —Bueno eso era lo que querías.

     —Yo no quería eso.

     —Entonces sincérate conmigo y dime qué quieres.

     —Nada, yo no quiero nada, lo que quiero es dormir, cuando me despierte te llamo.

     —Okey anda a dormir y ojalá te despiertes de mejor humor.

     —Bueno quién carajo me está tocando la puerta, todavía es temprano, quiero seguir durmiendo.

     Por lo que veo no se va a cansar, tengo que abrir, puede ser alguien del hotel.

     —Mía, tenías que ser tú, acaso no dormiste, ¿qué haces en mi habitación tan temprano?

     —No es muy temprano, ya son las diez de la mañana, además vine para que me aclares ciertas cosas.

     —¿De qué cosas hablas?

     —Mira Máximo no me creas tan estúpida, vine para que me digas la verdad de lo que ocurrió anoche y no quiero mentiras, de aquí no me voy hasta que me cuentes todo.

     —En eso te pareces a tu papá, cuando te empeñas en algo no te quitas de el medio hasta que lo consigues, está bien, vamos a hablar, pero primero deja que me dé un baño, lo necesito para aclarar mi mente.

     —Okey, mientras voy a pedir que nos traigan café, creo que también lo necesitas, anda y báñate, aquí te espero.

     Me doy una ducha rápida y salgo, ya el servicio de café está en la habitación.

     —Ahora sí, dime qué fue lo que pasó anoche, Máximo yo tengo diecinueve años, pero no soy tonta, algo ronda en el ambiente que yo no sé y sin querer me involucraste en el asunto, si quieres que yo continúe con la farsa de ser tu novia, entonces explícame a qué se debe la mentira.

     Vamos, estoy aquí para escucharte.

     —Está bien, pero déjame tomarme el café.

     —Máximo deja de darle vuelta al asunto, habla.

     —Isabella y yo fuimos novios.

     —Lo sabía, esas miradas que se daban no eran de gratis, ¿y qué pasó, por qué terminaron?

     —Nuestra relación duró un poco más de dos años, yo la amé como un desesperado y creí que ella también me amaba, tuvimos un romance a escondidas de su papá y de su hermano, no sé porqué razón ese señor me odia, un día nos vio en un restaurante, tomó a Isabella de la mano y se la llevó casi arrastras, por eso decidimos buscar un lugar para vernos a escondidas.

     Nuestros encuentros eran muy apasionados, en esas pocas horas nuestra entrega era  por completo, ya me estaba cansando de vernos a escondidas, le pedí en varias ocasiones para hablar con su papá y aclarar lo nuestro, pero ella siempre me daba excusas para no presentarme con su papá.

     Un día me llamó que quería hablar conmigo de algo muy importante, nos citamos en el lugar de siempre; esa tarde ella tomó el control de la situación me amó como nunca, se desató una furia incontrolable que yo no le conocía, perdona que te cuente esto.

     —No te preocupes, te repito yo no soy una mojigata, yo sé perfectamente de lo que me hablas, sigue con tu relato.

     —El caso fue que esa tarde nos amamos como nunca, luego del desenfreno, cuando estábamos calmados, le pregunté la razón de su llamada tan importante y me dijo con mucha frialdad, aún recuerdo su mirada, me dijo que se iba del país, le pregunté qué por cuánto tiempo y me respondió con su cara muy alegre que no regresaba, que ya no me amaba, que se iba en busca de su sueño y se fue dejándome en esa cabaña tirado en una cama.

     —De eso han pasado cinco malditos años, no la había visto más, hasta anoche que la vi con su novio francés.

     —Vaya Máximo que historia, con razón le hablaste de esa manera, le estabas reclamando lo que ocurrió entre ustedes;  sin embargo a pesar de todo lo que me has contado yo noté en ella cierta mirada de mujer enamorada, cuando te vio no pudo disimular su nerviosismo, ahora que lo pienso estaba celosa, sí eso era estaba celosa, ahora lo entiendo.

     —Mía por Dios, estaba con su novio.

     —No sé, pero en ningún momento noté que ella abrazara a Piero, que le diera un beso, él si, a Piero se le nota lo embobado que está por ella, pero a ella no.

     Sin embargo, cuando salió a bailar contigo, tú la abrazaste y la pegaste de tu pecho, ella no se resistió, parecían una pareja de enamorados, yo tuve que alejar a Piero de allí para que no viera la manera como la tenías pegada a ti.

     —¿Te puedo confesar algo?

     —Claro, después de todo lo que me has dicho, estoy abierta a todo.

     —Anoche la besé.

     —¿Qué? ¿Y ella qué dijo, te abofeteó?

     —No, aceptó el beso.

     —¡Dios! Menos mal que Piero no vio eso, si no tremendo escándalo, tú eres loco Máximo, ¿cómo se te ocurre?

     —En ese momento no pensé en las consecuencias, no me aguanté.

     —Después de eso, ¿qué pasó? ¿quedaron en verse?

     —No, le dije que la odiaba.

     —Máximo de verdad tú estás loco, de paso te la das de sabelotodo con respecto a las mujeres y no las conoces en lo absoluto, eres un soberano idiota, perdiste nuevamente tu oportunidad con Isabella, bueno que le vamos hacer, será que ustedes están destinados a vivir separados, aún amándose, porque de eso no me cabe la menor duda, no te preocupes yo voy a seguir tu juego, seguramente nos volveremos a encontrar y yo seguiré siendo tu novia.

      Vístete, te espero en el lobby del hotel, vamos te voy a llevar a conocer a París y en la tarde vamos a la galería, se lo prometí a Isabella, así que prepárate para que vuelvas a encontrarte con tu amor de juventud.

     

    

     

     

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