CASA DE PIERO. A penas son las siete y treinta, pero necesito hablar con Piero antes que lleguen los demás invitados, estoy hecha un mar de nervios, sólo de pensar que dentro de unos minutos va a llegar Máximo con la novia, eso me descontrola, no lo puedo negar, la novia es linda, muy simpática y joven, creo que no debe tener los veinte años, bueno esa era la edad que tenía cuando me vine de Argentina. Máximo mi amor si tú supieras que tenemos un hijo, pero no puedo decirte esa verdad que me quema por dentro. Allí viene Piero, esta noche tengo que disimular lo más que pueda. —Buenas noches mi amor, estás bellísima. —Gracias, pero recuerda que el juego comienza cuando lleguen tus invitados. —Disculpa, pero verte tan hermosa me hace olvidar todo lo que acordamos, que bueno que llegaste temprano así nos tomamos una copa. —En realidad quise llegar temprano porque necesito hablar contigo antes de que lleguen tus amigos. —Okey entonces vamos a sent
No sé porque actué de esa forma, sólo me llevé por mis instintos, lo que sentía en esos momentos, ver a Isabella en esas condiciones me hizo olvidar de todo el odio que decía sentir por ella. Sin importarme lo que pensaran los demás, me la llevé de allí, sólo quiero protegerla, cubrirla con mis brazos y olvidar los cinco años atrás que pasé revolviendo mis vísceras cada vez que recordaba sus besos, sus caricias, pero lamentablemente eso es imposible, mi realidad es esta, la tengo aquí a mi lado aún temblando, no sé si del frío o por mí cercanía. La miro aún envuelta en mi chaqueta, la veo indefensa y la verdad siento pena por ella, por su trauma, yo si conozco su condición no como el estupido que dice amarla y aún no sabe nada de ella. Mía está sentada en el asiento de atrás, cosa rara en ella, va callada. —Isabella, dame tu dirección por favor. —Yo la sé, -me dice Mía- Piero me la dio antes de salir, sigue manejando yo te indico por donde tienes q
PARÍS: CASA DE PIERO. —Buenos días mamá. —Buenos días Piero, que bueno que aún no has salido de la casa, tenemos que hablar. —Ya sé por dónde vienes, vomita de una vez todo lo que tienes que decirme. —Ya veo que tú no aprendes, no te había dicho nada porque quise darte un tiempo para ver si las cosas cambiaban, pero ya veo que está relación es igual a las demás. Es más, creo sin temor a equivocarme que esta es peor ¿me puedes explicar qué fue lo que pasó anoche?, el teatro que armó tu novia, porque para mi fue un teatro, ella sólo quería llamar la atención y lo consiguió. —Claro ahora entiendo, estás molesta porque te quitó el protagonismo, tú eras la que querías ser el centro de atención y sobre todo, no te gustó que haya sido Máximo quien la sacó del agua, quien la ayudó, por eso estás molesta, porque ya le habías puesto el ojo a Máximo, ¿qué querías llevártelo a tu habitación?, estás molesta porque todos tus planes se vinieron abajo, porque
PARÍS: HOTEL. —Hola Julián. —Hola amigo estaba esperando tu llamada, dime qué pasó con Isabella, ¿hablaron? —Después de la discoteca nos encontramos en una cena en la casa de Piero. Amigo, no sé qué me pasó, pero abracé a Isabella y de paso la saqué de allí y la llevé a su casa. —¿Quiere decir que se arreglaron? —No vale, ya te cuento, lo que pasa es que el bruto del novio la lanzó a la piscina y bueno te podrás imaginar lo que pasó después. —¡Qué! ¿Y cómo está ella? —Gracias a Dios que yo estaba allí, le dio un ataque de pánico, tuve que lanzarme al agua para sacarla, no dejaba de temblar, tuve que abrazarla para darle calor y así calmarla. —Vaya, tan sólo a ti te ocurren esas cosas y que dijo el novio cuando te vio que te lanzaste sobre ella. —Al instante se sorprendió, pero luego Mía le explicó lo que pasaba y fue que entendió el asunto. —Tenía que venir su héroe a salvarla. —Deja los chistes que la cosa no es juego,
PARÍS: CASA DE PIERO. Ya es más de medianoche, casi todos están ebrios, yo sólo estoy pendiente de los movimientos de Isabella, la noto serena, no ha tomado mucho, apenas unas copas de vino. Por otro lado Piero está muy tomado, se acerca a Isabella y se la lleva al centro del salón para bailar, me doy cuenta que Isabella no está muy agusto, él la aprieta y no permite que ella se desate del abrazo, Piero intenta besarla, ella lo esquiva, la conozco bien, está molesta, le dice algo a Piero, pero él se ríe en forma burlona y la aprieta más a él. —No, esto es demasiado, esto no lo puedo permitir. Con pasos firmes voy decidido a quitarle a Isabella de los brazos a Piero, cuando Mía llega primero que yo hasta ellos. —Piero como dijo tu mamá, está fiesta es para compartir, qué te parece si intercambiamos de pareja, ven novio, baila con Isabella, yo voy a bailar con Piero. De forma rápida me toma la mano, toma la mano de Isabella y une las dos manos.
CASA DE PIERO. —Mamá te botaste con esta reunión, ¿a quién piensas deslumbrar?, no me lo digas ya sé lo que te traes entre manos. —Todo lo estoy haciendo por tus amigos, quiero que cuando se vayan se lleven una buena impresión de ti y por supuesto de la mamá de Piero. —Yo creí que se trataba de una reunión sencilla, pero esto es una recepción por todo lo alto. —Hijo, las cosas por muy sencillas que sean siempre tienes que hacerlas bien. ¿Cuándo se van tus amigos? —No lo sé, al principio me dijeron que sólo iban a estar una semana, pero por cuestiones de negocios creo que se van a quedar unos días más. —Bueno ya se va acercando la hora de llegar los invitados, voy a arreglarme, esta noche tengo que lucir espectacular. —Anda, yo me voy a sentar un rato en la terraza a tomarme una copa de brandy. —Caramba aún no ha comenzado la recepción y ya vas a comenzar a beber. —No quiero que me digas nada, hoy quiero tomar. —Est
PARÍS HOTEL. No despertó en toda la noche, pero si se movió y se metió en mis brazos, así nos quedamos dormidos. Ya es de mañana, no me quiero mover de la cama para no despertarla, me quedo mirándola por largo rato, es hermosa, en verdad lo es. Lo siento mi amor, pero no aguanto las ganas de besarte, le doy un beso en la frente, luego en las mejillas, con mucha suavidad beso sus labios, ese beso si la despierta, abre los ojos y me ve asombrada. —Máximo, ¿qué haces aquí? —¿Qué hago aquí? Esta es mi habitación y esta es mi cama. Levanta la manta y se da cuenta que tiene puesta una de mis playeras. —¿Y mi ropa? —Está en el closet. —¿Quién me la quitó? —Yo. —¡Ay, Dios! —De qué te asombras, no es la primera vez que lo hago. —¿Qué pasó anoche? —De todo. —¡No puede ser! ¿Otra vez? —Si, otra vez. —Te aprovechaste que estaba tomada. —Jajajaja, no, fuistes tú quien se aprovechó de mí, yo también esta
ARGENTINA: BUENOS AIRES. Aquí estoy, sentado al frente de este vaso de whisky esperando al amor de mi vida; han pasado veinticinco años y aún no he podido olvidarla, aún recuerdo su perfume, sus ojos color aceituna, su mirada y la manera como sonreía con ella, sí porque ella tenía la habilidad de sonreír con la mirada, ¡Caramba!, todavía recuerdo su risa estrepitosa, cada vez que reía el mundo entero volteaba para verla. Qué manera de empatizar con las personas, su carisma era envolvente. Reconozco que yo fui el culpable de nuestra separación, yo me fui y la dejé, me fui amándola, me fui en busca de mejoras para mí vida. —Buenas tardes Tomás. —Buenas tardes Antonella, no te sentí llegar, estaba tan absorto en mis pensamientos que no escuché tus pasos. Ven, siéntate, aparté está mesa para nosotros. —No puedo quedarme por mucho tiempo. —Está bien, el tiempo que tú desees, dime, ¿qué quieres beber? ¿Quieres que te preparen el cóctel