ARGENTINA: BUENOS AIRES. Aquí estoy, sentado al frente de este vaso de whisky esperando al amor de mi vida; han pasado veinticinco años y aún no he podido olvidarla, aún recuerdo su perfume, sus ojos color aceituna, su mirada y la manera como sonreía con ella, sí porque ella tenía la habilidad de sonreír con la mirada, ¡Caramba!, todavía recuerdo su risa estrepitosa, cada vez que reía el mundo entero volteaba para verla. Qué manera de empatizar con las personas, su carisma era envolvente. Reconozco que yo fui el culpable de nuestra separación, yo me fui y la dejé, me fui amándola, me fui en busca de mejoras para mí vida. —Buenas tardes Tomás. —Buenas tardes Antonella, no te sentí llegar, estaba tan absorto en mis pensamientos que no escuché tus pasos. Ven, siéntate, aparté está mesa para nosotros. —No puedo quedarme por mucho tiempo. —Está bien, el tiempo que tú desees, dime, ¿qué quieres beber? ¿Quieres que te preparen el cóctel
PARIS: TALLER DE PINTURA. —Hola Amiga —Hola Valentina. Cuéntame, ¿cómo estás? —Te llamo para recordarte que tenemos una cita pendiente en Nueva York. —Sí ya lo sé, ese viaje me tiene muy estresada, estoy full trabajo, tengo que llevar nuevas obras. —Pero es que tú eres muy necia, tienes muchas pinturas en tu taller, puedes llevar unas de esas. —No, ninguna me gusta para la exposición. —Ya salió la perfeccionista. — Así soy, que le vamos hacer. —¿Cómo está mi sobrino? —Mas bello que nunca. —¿Y el papá? —No sé nada de él, tengo tres meses que no sé, ni quiero tener noticias suyas. —Yo sí tengo noticias, pero como no quieres saber nada, entonces me las guardo. —Valentina por Dios, por eso me llamaste así que suelta. —¿Cuál quieres, la mala o la buena? —La que tú quieras. —Okey voy con la buena, el muchacho se está haciendo famoso, lanzó un vídeo juego que le está haciendo ganar
—Valentina ya estamos aquí. —Sí mi amor, estoy muy feliz. —Creo que estás más contenta porque vas a ver a tu amiga, que por los preparativos de nuestra boda. —No digas eso, claro que la boda me tiene muy entusiasmada, pero no te puedo negar que ver a Isabella, después de tanto tiempo eso me tiene muy contenta. Tengo mucho tiempo sin verla, en cinco años nos hemos visto tres veces, eso es muy poco tiempo para nosotras que jamás nos habíamos separado. Cuando mis papás se vinieron a vivir para Nueva York, yo me quedé en Buenos Aires, tenía que terminar mi carrera y en todo ese tiempo de soledad quien me hizo compañía fue Isabella, lamentablemente pasó lo inevitable y mi amiga tuvo que viajar a París, me volví a quedar sola, pero nos hacíamos compañía con las videollamadas, pasábamos horas hablando. —Por qué hablas de: “cuando ocurrió lo inevitable” ¿qué fue eso tan grave qué obligó a Isabella a dejar Buenos Aires? —¿Yo dije eso? —Sí, eso dij
Sin soltarme la mano llegamos a su habitación, cierra la puerta, luego toma su teléfono. —Julián sólo te llamo para decirte que Isabellla está conmigo, eso es para que no se preocupen, por favor dile a Valentina que le guarde su abrigo, eso es todo, no Julián, no quiero hablar contigo. Corta la llamada, luego me dice. —Ya está, Valentina tiene tus cosas. —De verdad que tú estás loco, por favor pídeme un taxi. —En esas condiciones no sales de aquí. —¿ En cuáles condiciones? —Estás mareada, ya se está haciendo costumbre que tengo que rescatarte cuando estás pasada de copas. —Yo estoy bien, no tienes porque preocuparte, tú novia debe estar preguntándose por tu ausencia. —No te preocupes, ella conoce muy bien Nueva York, además no anda sola. —Pero no está contigo, ¿eso no te importa? —No, me importas tú. —¡Vaya! Qué manera de importarte. —Porque tú lo quieres así, si tú me pides que la deje yo lo hago, vente conmigo a C
ARGENTINA: CASA DE LOS FERNÁNDEZ. —Señora Antonella, el señor la está esperando en su oficina. —Estoy ocupada con mis rosas, tú sabes que cuando estoy en el jardín, no me gusta que me interrumpan. —Lo sé señora, pero me dijo que era urgente. —Dile que espere, tengo a mis rosas descuidadas, voy cuando termine aquí. —Señora usted sabe como se pone el señor cuando le desobedecen, es mejor que vaya. —Emilia, dile que voy cuando termine de arreglar mi jardín. —Está bien señora. Con mucho cuidado sigo arreglando mi jardín, sin apuro, ya no me asustan las amenazas de Fernández. —Ya terminé con mi jardín, lo tenía muy descuidado, ahora vamos a ver lo que quiere Fernández. Al llegar a la oficina lo veo con una cantidad de papeles en el escritorio, su abogado, un hombre de mirada fría, con una sonrisa calculadora, estaba sentado frente a él. —Buenas tardes. —Buenas tardes señora Antonella. —Caramba, por fin la reina se dignó
NUEVA YORK: CASA DE LOS PADRES DE VALENTINA. —Hola Isabella, tanto tiempo sin verte, no te imaginas la alegría que me das, siempre tan hermosa, bueno tengo que reconocer que ahora estás más bella, la última vez que te vi, eras una adolescente, siempre te recuerdo cuando llegabas a la casa con Valentina. —¿Cómo está señora Olivia? Yo también me alegro muchísimo de verla. —¿Cómo está Antonella? —Mi mamá está bien, yo diría que está muy bien, tanto es así que ahora sale sola, la otra vez hablé con ella y estaba un poco tomada, me dijo que le provocó salir a tomarse unas copas y allí estaba en la barra de un bar tomando y sola. —Que bueno, me alegro mucho por ella, ya era hora que se diera cuenta que todavía ella tiene una vida, tiene que disfrutarla, si Fernández no sale con ella, entonces que ella salga sola, con eso no le está haciendo daño a nadie. —Tiene razón, mi mamá vive encerrada en esa casa, la única diversión que tiene es cuando se reúne con
CALIFORNIA: APARTAMENTO DE MÁXIMO. —Okey ya estoy sentada, habla, te escucho. —Te lo voy a contar todo, pero antes quiero pedirte disculpas por no haber sido sincero contigo. Hace unos años atrás cuando vivía en Argentina, tenía una novia, nos quisimos muchísimos, bueno eso creía yo, un buen día ella me dejó, sin ningún tipo de explicación, sólo me dijo que se iba del país a perseguir su sueño, yo me quedé en Buenos Aires como un soberano estúpido. —¿Qué me quieres decir, que tú ex es la mujer que se va a casar con tu amigo? —No, mi ex, es la mejor amiga de la novia de Julián. —¿Que tiene que ver tu ex con todo esto? me dijiste que eso pasó hace mucho tiempo, cuando tú vivías en Argentina. Dime, ¿Tú la has vuelto a ver? —Sí, después de cinco años nos volvimos a encontrar en París. —¿Qué pasó en ese encuentro? —Lois, perdóname, no te quiero herir, pero no quiero seguir mintiéndote. —¿Se reconciliaron? ¿Están juntos de nuevo?
BUENOS AIRES: BAR DE TOMÁS. Siento un nudo en la garganta, no sé por dónde comenzar, Tomás me ve con ojos de angustia, de incertidumbre, quizás de súplica, lo veo y mi dolor aumenta, por un instante me cubre la duda. ¿Y si Tomás al enterarse de mi secreto lo que consigo es que cambie sus sentimientos hacia mí? ¿si comienza a odiarme por haber guardado este secreto por veinticinco años? No puedo volver atrás, tengo que contarle todo y que sea lo que Dios quiera. —Tomás, ¿sabes por qué me casé? Porque estaba embarazada, porque en mi vientre llevaba el bebé de otro hombre. —¿Qué me quieres decir? Que Fernández no es el papá de tu hija. —No, el papá de mi hija eres tú, Isabella es tu hija. Cómo si un rayo lo hubiese tocado se levanta bruscamente del sillón, se coloca las manos en la cabeza y comienza a dar vueltas por la habitación. No me atrevo a interrumpir sus movimientos, lo dejo que continúe hasta que se detiene, se arrodilla delante de mí