ARGENTINA: CASA DE LOS FERNÁNDEZ. —Señora Antonella, el señor la está esperando en su oficina. —Estoy ocupada con mis rosas, tú sabes que cuando estoy en el jardín, no me gusta que me interrumpan. —Lo sé señora, pero me dijo que era urgente. —Dile que espere, tengo a mis rosas descuidadas, voy cuando termine aquí. —Señora usted sabe como se pone el señor cuando le desobedecen, es mejor que vaya. —Emilia, dile que voy cuando termine de arreglar mi jardín. —Está bien señora. Con mucho cuidado sigo arreglando mi jardín, sin apuro, ya no me asustan las amenazas de Fernández. —Ya terminé con mi jardín, lo tenía muy descuidado, ahora vamos a ver lo que quiere Fernández. Al llegar a la oficina lo veo con una cantidad de papeles en el escritorio, su abogado, un hombre de mirada fría, con una sonrisa calculadora, estaba sentado frente a él. —Buenas tardes. —Buenas tardes señora Antonella. —Caramba, por fin la reina se dignó
NUEVA YORK: CASA DE LOS PADRES DE VALENTINA. —Hola Isabella, tanto tiempo sin verte, no te imaginas la alegría que me das, siempre tan hermosa, bueno tengo que reconocer que ahora estás más bella, la última vez que te vi, eras una adolescente, siempre te recuerdo cuando llegabas a la casa con Valentina. —¿Cómo está señora Olivia? Yo también me alegro muchísimo de verla. —¿Cómo está Antonella? —Mi mamá está bien, yo diría que está muy bien, tanto es así que ahora sale sola, la otra vez hablé con ella y estaba un poco tomada, me dijo que le provocó salir a tomarse unas copas y allí estaba en la barra de un bar tomando y sola. —Que bueno, me alegro mucho por ella, ya era hora que se diera cuenta que todavía ella tiene una vida, tiene que disfrutarla, si Fernández no sale con ella, entonces que ella salga sola, con eso no le está haciendo daño a nadie. —Tiene razón, mi mamá vive encerrada en esa casa, la única diversión que tiene es cuando se reúne con
CALIFORNIA: APARTAMENTO DE MÁXIMO. —Okey ya estoy sentada, habla, te escucho. —Te lo voy a contar todo, pero antes quiero pedirte disculpas por no haber sido sincero contigo. Hace unos años atrás cuando vivía en Argentina, tenía una novia, nos quisimos muchísimos, bueno eso creía yo, un buen día ella me dejó, sin ningún tipo de explicación, sólo me dijo que se iba del país a perseguir su sueño, yo me quedé en Buenos Aires como un soberano estúpido. —¿Qué me quieres decir, que tú ex es la mujer que se va a casar con tu amigo? —No, mi ex, es la mejor amiga de la novia de Julián. —¿Que tiene que ver tu ex con todo esto? me dijiste que eso pasó hace mucho tiempo, cuando tú vivías en Argentina. Dime, ¿Tú la has vuelto a ver? —Sí, después de cinco años nos volvimos a encontrar en París. —¿Qué pasó en ese encuentro? —Lois, perdóname, no te quiero herir, pero no quiero seguir mintiéndote. —¿Se reconciliaron? ¿Están juntos de nuevo?
BUENOS AIRES: BAR DE TOMÁS. Siento un nudo en la garganta, no sé por dónde comenzar, Tomás me ve con ojos de angustia, de incertidumbre, quizás de súplica, lo veo y mi dolor aumenta, por un instante me cubre la duda. ¿Y si Tomás al enterarse de mi secreto lo que consigo es que cambie sus sentimientos hacia mí? ¿si comienza a odiarme por haber guardado este secreto por veinticinco años? No puedo volver atrás, tengo que contarle todo y que sea lo que Dios quiera. —Tomás, ¿sabes por qué me casé? Porque estaba embarazada, porque en mi vientre llevaba el bebé de otro hombre. —¿Qué me quieres decir? Que Fernández no es el papá de tu hija. —No, el papá de mi hija eres tú, Isabella es tu hija. Cómo si un rayo lo hubiese tocado se levanta bruscamente del sillón, se coloca las manos en la cabeza y comienza a dar vueltas por la habitación. No me atrevo a interrumpir sus movimientos, lo dejo que continúe hasta que se detiene, se arrodilla delante de mí
BUENOS AIRES: CASA DE LOS FERNÁNDEZ. —¿Martina qué alboroto es ese?, ¿qué está pasando? —Señora es el señor Fernández, está furioso. —¿Por qué? —Creo que es por la visita que recibió. —¿A quién recibió? —Un inspector de la policía. —¡Un inspector! ¿A qué vino? —No sé, se encerraron en la oficina del señor, allí hablaron por un buen tiempo, después que él inspector se fué, el señor se puso furioso, está hablando por teléfono, creo que con su hijo, sé que está molesto por los gritos que se escuchan desde afuera. —Déjame ver qué pasa, voy a su oficina. —Señora tenga cuidado, está muy molesto. —No te preocupes, él a mí no me puede hacer nada. Antes de entrar a la oficina, toco la puerta. — Dije que no me molestaran, acaso no me escucharon. Abro la puerta y entro a la oficina. —Soy yo, ¿me puedes explicar qué está pasando? —Eso no te concierne. no es tu problema. —Claro que es mi problema, ya me i
PARÍS. TALLER DE PINTURA. —Isabella tu teléfono está sonando, tienes una llamada. —Si es de Piero déjalo que suene. —No es Piero, la llamada es de la señora Antonella. —Mi mamá, pásame el teléfono por favor. —Hija de mi vida, ¿cómo estás, como está mi nieto? —Mami que bueno que me llamaste, me hacía falta escuchar tu voz. —Pues muy pronto la vas a escuchar a cada momento. —¿Qué me quieres decir con eso? —Que pronto me tendrás de visita en tu casa. —Mami que alegría, ¿cuando vienes? —Bueno ya estoy preparando la maleta, mañana me tienes en París. —Y eso, ¿a qué se debe ese viaje tan apresurado? —¿Qué pasa? Acaso no me quieres ver? —Claro que si mami, yo y tú nieto queremos verte, lo que me extraña es que lo hayas decidido así tan rápido, ¿vienes con papá? —No, voy sola. —Mami, dime la verdad, ¿qué ocurre? —Como siempre no se te escapa nada, déjame llegar y hablamos cuando esté allá, ¿te parece?
PARÍS: CAFETERÍA. —Hola Isabella, gracias por venir. —Hola señora Beatriz, si le soy sincera estuve dudando en venir, pero usted me asustó un poco cuando me habló en el baño. —Disculpa si te asusté, pero lo que te voy a decir es algo que me tiene muy preocupada, yo sé de ti por medio de Piero, él me ha hablado mucho de ti. —No entiendo porqué le ha hablado de mí, ¿qué relación tiene Piero con usted? —Ya va, mi intención no es alterarte, vamos por parte, vamos a tomarnos el té que ya nos sirvieron, eso nos va a relajar, lo que te tengo que contar no es fácil y lo hago por Piero yo lo estimo mucho y estoy muy preocupada por él. Isabella yo conocí a Piero siendo un adolescente, yo fui muy amiga de su mamá nos conocemos desde niñas, vivíamos en el mismo barrio, éramos pobres y hacíamos lo que fuera para sobrevivir, cuando te digo lo que fuera, me refiero a todo. Ella en sus andadas conoció a un hombre adinerado, se puso a vivir con él, todo iba b
PARÍS: AEROPUERTO. —Mami, que felicidad tan grande. —Mi niña hermosa, mi princesa, mi bebé, cuánto tiempo sin abrazarte, sin besarte. Nos abrazamos con fuerza como si temiéramos separarnos nuevamente; mi mami siempre fue de carácter débil, siempre sujeta a las imposiciones de mi papá, nunca entendí por qué una mujer tan bella, tan inteligente porque ella lo es, podría estar bajo los dominios de alguien que no la respetaba, que no la valoraba, aunque ese alguien fuera mi papá, nunca la escuché levantando la voz para protestar por algo en el cual no estuviera de acuerdo, nunca la vi realizar una acción sin antes consultarlo con mi papá, ella siempre fue para mí papá como un mueble el cual utilizaba y movía a su conveniencia. Ahora la siento tan segura, tan firme, por primera vez decidió hacer algo sin la autorización de mi papá y aquí está conmigo y eso me llena de una gran satisfacción. —Max, amor, aquí está tu abuelita. —Mi niño, mi nieto adorado, no