PARÍS: AEROPUERTO. —Mami, que felicidad tan grande. —Mi niña hermosa, mi princesa, mi bebé, cuánto tiempo sin abrazarte, sin besarte. Nos abrazamos con fuerza como si temiéramos separarnos nuevamente; mi mami siempre fue de carácter débil, siempre sujeta a las imposiciones de mi papá, nunca entendí por qué una mujer tan bella, tan inteligente porque ella lo es, podría estar bajo los dominios de alguien que no la respetaba, que no la valoraba, aunque ese alguien fuera mi papá, nunca la escuché levantando la voz para protestar por algo en el cual no estuviera de acuerdo, nunca la vi realizar una acción sin antes consultarlo con mi papá, ella siempre fue para mí papá como un mueble el cual utilizaba y movía a su conveniencia. Ahora la siento tan segura, tan firme, por primera vez decidió hacer algo sin la autorización de mi papá y aquí está conmigo y eso me llena de una gran satisfacción. —Max, amor, aquí está tu abuelita. —Mi niño, mi nieto adorado, no
CALIFORNIA. —Aló Máximo, amigo ahora sí cayó el pájaro, de esta no se salva, ya están las pruebas suficientes para que Fernández se hunda. —Sí ya el detective me informó de todo, ya lo tenemos en el banquillo de los acusados. —Bueno te informo que a él no, pero si a su hijo. —¿Te refieres a Mateo? —Sí él es el encargado de hacer los negocios, todo el combustible que compraba era de contrabando. —Así que Mateo era el cabecilla de la organización, con razón hizo tanto dinero en tan poco tiempo, así fue como pudo bajar el precio de los pasajes, eso hizo que las otras oficinas de transportes quebraran y así ellos se apoderaron de todas las rutas. —Amigo, ahora nos toca esperar, no sabemos que está maquinado Fernández, ese hombre es muy astuto, te aseguro que está moviendo todos sus contactos. —De todo esto quien me preocupa es Isabella, temo que cuando se entere que yo estoy detrás del arresto de su hermano, me pueda odiar. —Amigo ellos s
PARIS: TALLER. —Isabella allí está Piero. —¡Caramba! Yo no puedo atenderlo, estoy trabajando. —Sí, ya se lo dije, pero insistió qué quería hablar contigo. —Bueno, está bien, ofrécele algo para tomar, dile que espere un momento, ya voy. La verdad es que ahora no quiero hablar con nadie, necesito trabajar, pero recuerdo lo que me dijo la señora Beatriz él necesita ayuda, así que Isabella tienes que prestarle tu mano, vamos a ver para que me quiere ver. —Hola Piero. —Hola Isabella, perdona que te interrumpa en tu trabajo, pero sentí la necesidad de verte. —¿Qué pasa, tienes algún problema? —No, yo estoy bien, solo quería verte, acaso no puedo hacerlo, dime tengo que tener algún motivo para verte, antes no era así yo me presentaba aquí las veces que quisiera y era bien recibido, ahora noto que siempre tienes una excusa para no verme, hasta Katy pone mala cara cuando me ve, tú sabes muy bien que eres muy importante para mí, que dejaría tod
PARÍS: Esa noche, después del día tan agitado que tuve por causa de piero, no lograba conciliar el sueño. Daba vueltas y vueltas en la cama, con los ojos abiertos me sobresaltó el timbre de mi teléfono. —Vaya, la llamada es de Máximo. —Hola. —Hola bonita, ¿te desperté? —No, estoy en la cama, pero no tengo sueño, al parecer es noche de insomnio. —Acá ya amaneció, pero estoy igual que tú no pude pegar un ojo en toda la noche, no te vayas a reír, pero estuve pensando en ti, te estoy llamando por eso, ¿estás bien? —Sí, estoy bien. —No me convences, no sé, pero tengo la impresión que algo te está quitando el sueño, siento que estás preocupada, cuéntame, te acuerdas cuando éramos amigos, nos sentábamos a orilla de la playa y tú me contabas tus cosas, pasábamos horas hablando. —Sí, claro que lo recuerdo, allí a orillas de la playa fue cuando me declaraste tu amor. —Ya tú lo sabías, era evidente que estaba enamorado de ti, sólo faltaba q
PARÍS: —Mami, mañana me voy para Nueva York y aún no me has dicho si te vas conmigo. —Lo pensé bien y prefiero quedarme, te iba a pedir que dejaras al niño conmigo, sé que estás dudando si llevártelo o dejarlo aquí, me imagino que es por la escuela, no quieres que Max se pierda tanto de sus amiguitos, de sus juegos, él es un niño muy inteligente, aprende rapidísimo y no quieres que se atrase, por eso estás dudando en llevártelo. Además tú necesitás esos días para que estés a solas con tu amiga, ella va a dar un gran paso y esos son los momentos cuando necesitamos a alguien de confianza para que esté con nosotras y nos acompañe en todo momento, con Max no vas a poder brindarle a ella un tiempo de calidad. Así que lo pensé bien, usted se va solita y yo me quedo aquí con mi nieto, ese tiempo a solas con él lo he añorado y no te imaginas cuanto. —¿Estás segura que quieres quedarte sola con Max? —Sí, tú no te preocupes, lo vamos a pasar muy bien, además
NUEVA YORK. AEROPUERTO. Allí está, esperándome con su sonrisa tan provocadora y su porte siempre tan distinguido, es bello, no le puedo pedir a mi cerebro que lo olvide cuando mi corazón ordena otra cosa, al verme me extiende los brazos y me espera dentro de ellos, de esa forma me recibía cada vez en cada uno de nuestros encuentros, yo corría y me introducía en ese cuerpo y en esos brazos que me esperaban para cubrirme y me apretaba fuerte muy fuerte, a veces sentía que me faltaba el aire, pero no me importaba, sólo quería estar allí escuchando esos latidos. En esta ocasión no corrí, pero si me refugié en sus brazos, me abraza y así nos quedamos por un buen rato, envolviéndome en su aroma, sintiendo el calor de su pecho, escuchando su respiración sofocada. Me levanta el rostro con su mano, me mira fijamente, me detuve en su mirada, luego sus labios bajan a mis mejillas, dándome ligeros besos en cada una de ellas, sentí la humedad de sus labios, mientras su corazón
NUEVA YORK: Los días han transcurrido muy rápido, me parece como un sueño, Máximo dejó a un lado su habitación y se quedó en la mía, cada día sumaba un motivo para amarnos más, parecíamos insaciables siempre sedientos de caricias, de amor. Había días que pasaba horas con Valentina, ayudándola con los últimos detalles de la boda, sobre todo sus cosas personales, luego al final del día cuando nos encontrábamos nos volvíamos locos como queriendo resarcir todos las horas perdidas sin amarnos. Todo parece un sueño, un sueño del que tengo que despertar cuando le revele mi secreto, eso lo sé, por eso cuando estoy con él quiero alargar los segundos, los minutos, las horas, recuerdo nuestra despedida en la cabaña y no quiero volver a pasar por lo mismo, no quiero volver a romperle el corazón. Aquí estoy frente a él, mirando sus ojos cerrados, no me canso de mirarlo cuando duerme, Dios cuánto lo amo, siento que mis lágrimas corren por mis mejillas, el solo mirarlo a m
NUEVA YORK. —Amor, ¿dónde estás? —Acá, estoy en el balcón. Se acerca donde estoy y me abraza cubriendo mis hombros con una manta. —Amor, no debiste salir al balcón tan temprano, está haciendo mucho frío. ¿Por qué te levantaste tan temprano? —No tenía sueño, quería sentir el frío de Nueva York. —¿Dormiste bien? ¿Qué fue eso que te quitó el sueño? No puedo decirle, que no pude dormir porque estoy preocupada, no sé cómo decirle lo de su hijo, he estado toda la noche dándole vueltas a la cabeza para ver como empiezo la conversación, tengo que buscar las palabras más adecuadas, las que no vayan a lastimarlo y la verdad no las encuentro. —Amor, ven regresemos a la cama, ¿tienes hambre?, ¿quieres que pida el servicio del desayuno aquí en la habitación o prefieres salir? Yo prefirió quedarme aquí, pero si tú quieres salir lo hacemos. —Mejor nos quedamos, pero todavía no tengo hambre, después pedimos el desayuno. —Entonces regres