Libérame

LibérameES

Romance
Mileth Pineda  Completo
goodnovel18goodnovel
10
3 Reseñas
75Capítulos
3.8Kleídos
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Resumen
Índice

Vania Doskas se ha convertido en una mujer fría y calculadora, que tiene como único objetivo proteger a su hija a toda costa y huir de aquellos que la buscan para pagar una deuda que no le corresponde. Alexander Herrera es heredero de un imperio que no deja de crecer. Pero nadie habría previsto que la rivalidad que siempre tuvo con el hermano que su padre le impuso, lo empujarían a tomar la decisión que cambió su vida por completo. La vida de ambos se cruza de manera fortuita por un momento, pero el destino se encargará de volverlos a juntar para que uno le ayude al otro a liberarse de las cadenas que los tienen llenos de miseria y sin esperanza alguna.

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Liz Portieles
quiero leer más
2023-03-03 03:38:44
0
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Liz Beth
me encanta
2023-03-03 03:34:54
0
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Nat Collins
quiero saber más wow
2023-02-11 21:45:40
1
75 chapters
Sinopsis
Vania Doskas es su nuevo nombre y ella se ha convertido en una mujer fría y calculadora, que ahora tiene como únicos objetivos proteger a su hija a toda costa y seguir huyendo de su terrible pasado y de aquellos, que la buscan como pago de una deuda familiar de la que no tenía la menor idea. Las mentiras y la traición es su moneda de cambio, porque no le queda más opción y es la única forma que conoce en la actualidad, para que ambas puedan mantenerse a salvo, sin importar dónde se encuentren.Alexander Herrera es heredero de un imperio que no deja de crecer. Pero nadie habría previsto que la rivalidad que siempre tuvo, con el hermano que su padre le impuso al casarse con esa mujer, lo empujarían a tomar la decisión que cambió su vida por completo y que lo dejó hundido en ese estado y sin esperanzas de redención. La vida de ambos se cruza de manera fortuita por un momento, pero el destino se encargará de volverlos a reunir, para que se ayuden mutuamente a liberarse de las cadenas que
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Vania Doskas
Ella observó la imagen que le devolvía el espejo y tragó con fuerza, para hacer bajar el enorme nudo que se le formaba en la garganta. Respiró hondo antes de deslizar el labial rojo por sus carnosos labios y se detuvo un instante en ellos, odiándolos por ser tan llamativos, como cada noche que debía hacer el mismo ritual. Los golpes en la puerta le aceleraron el corazón y verificó por última vez que el pequeño maletín deportivo no estuviese visible.—Sirena, tu turno. Dos minutos.—Estoy lista —dijo al tiempo en que abrió la puerta y se alisó el estrecho vestido azul rey que destacaba su figura. Odiaba que le llamaran de esa forma, ese no era su nombre, pero era como le conocían todos en ese mundo por su peculiar voz ronca y aterciopelada que no tenía nada que ver con su rostro delicado.Al salir al pasillo, la canción que escuchó de fondo le estrujó el estómago. Recordó que fue por culpa del baile sensual que hizo bajo su ritmo, que la mantenían cautiva allí desde hacía dos años. P
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Cambio de planes
Alexander sujetó su rostro con una mano ejerciendo presión y le mostró el anillo, deslizando el compartimiento en la roca engarzada, para que supiera que había sido descubierta.—¿Qué buscas? —preguntó—. No me gusta perder el tiempo esperando respuestas.—Yo… —intentó hablar, pero el miedo le cerró la garganta.—Te dije que bailaras, no que me tocaras y menos que me envenenaras. Se acercó a sus labios y se apoderó de ellos, mientras una de sus manos estilizadas, pero masculinas, se deslizó por toda su piel hasta posarla sobre uno de sus senos y luego presionó su pezón antes de descubrirlo, haciéndola jadear.Ella gimió, impresionada por haber sentido que el beso le removió algo en el estómago. La exigencia de sus labios era intensa, pero sus movimientos y la intrusión de su lengua encendieron un fuego ardiente e inexplicable en su interior.Alexander la giró, acariciándole la espalda y bajando con ambas manos su sostén. Luego llegó a sus glúteos, hasta posar sus manos sobre las braga
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Atando cabos
Alexander cerró los ojos y recordó a la chica que un par de horas atrás había huido de la sobrecargada habitación del club. La primera vez que la vio, se encontraba en el escenario de ese lugar a media penumbra. Las luces iluminaban solo una parte de su rostro, destacando su inusual color platino de cabello y unos labios que envolvían las notas aterciopeladas de su voz, como un conjuro al que todos los hombres presentes sucumbían. La había solicitado varias noches y jamás estuvo disponible, así que desistió y se olvidó de ella por un tiempo. Cuando volvió a la isla, meses después y tuvieron aquel encuentro furtivo, supo con toda certeza que debía poseerla de nuevo. Envió el collar de perlas para ablandar la mano del sujeto que la manejaba y logró su cometido. Se moría de curiosidad por probar su resistencia y saborearla, quería sentir su piel bajo su cuerpo y escuchar que le cantara al oído mientras cerraba los ojos. De solo pensarlo se endurecía.Suspiró audiblemente al repasar los
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Su único tesoro
El humo de su cigarrillo se elevó, casi tanto como los sueños sin cumplir que la obligaban a levantarse cada mañana, pero de igual manera que ellos, la nube gris se disipó en el ambiente. Con la misma certeza implacable con la que el cansancio la embargaba al regresar cada noche al cuartucho en el que vivían, por no poder pagarse algo mejor. Ella tenía dos empleos horribles y desgastantes a nivel físico y emocional, pero que le ayudaban a arreglárselas para llegar a fin de mes. Eso evitaba que golpearan a su puerta en plena madrugada para desalojarla, como había escuchado que hacían con sus vecinos que iban y venían todo el tiempo. Apagó la colilla con su tacón bajo después de dejarla caer sobre el asfalto. Era el único placer culposo del que no había podido desprenderse en todos esos años. Miró hacia el cielo, agradecida, porque al parecer, en ese lugar en el que llevaba ya seis meses, no habían podido extenderse los largos tentáculos de Darius Dropolus. Aunque no quería sentirse d
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Ayuda
Entraron por la puerta de emergencias con prisa y los atendió la enfermera que menos hubiese deseado que los viera juntos.—Nico, ¿qué haces aquí?, Y con ella… —La última frase la dijo con los dientes apretados, mientras se acomodaba el enorme busto frente a ellos.Ella observó que Nicolás desviaba su mirada en esa dirección, pero al notar que sus ojos se habían clavado en su rostro, él desvió su atención hacia la niña y acarició su frente con ternura sin ocultar la incomodidad de haber sido descubierto.—Gloria, es Abi, no sabemos qué tiene. Necesito que me ayudes…, sin preguntas —respondió él con seriedad.La enfermera asintió, le dijo algo al oído a otra enfermera que veía embobada a Nicolás y les hizo un gesto para que la siguieran. Habló con un médico que estaba de espaldas, pero cuando volteó, los miró con curiosidad y ella sintió que el alma se le iba a los pies.—¿Maya?—Doctor Collins… —dijo ella, notando que el rostro le quemaba.Nicolás y Gloria la miraron sorprendidos, per
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Todo en marcha
Alexander sonrió después de terminar la llamada con Minerva. Ya la tenía en sus manos y aunque no podía sacarse de cabeza a esa otra mujer de cabello platino, viajaría al siguiente día para llevársela del lado de Javier. Hubiese disfrutado como nunca el ver el rostro de Javier, desfigurado al enterarse, pero ni siquiera él podía obtener todo lo que deseaba. Tenía que conformarse de los detalles a larga distancia, qué se le iba a hacer.Minerva Giordano, ya era suya y se dio cuenta de que ahora había perdido el interés por completo. Debía reconocer que lo único que lo unía a ella era la ambición. Ella venía de una familia italiana que tuvo mejores épocas en la industria alimentaria y que, en la actualidad, lo único que los mantenía a flote eran su apellido, junto a las pocas propiedades centenarias que poseían. Eso y la enorme disposición de su única heredera por casarse con un millonario, el que fuera, con ello pretendía devolverles a sus padres la posición que gozaban en el pasado.
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Frustración
Era su cuarto día en el hospital y el cansancio ya empezaba a causar mella en su organismo. Sentía que levitaba en lugar de caminar y que las horas ya no tenían ningún sentido y todo por no poder dormir como era debido.La orden del médico fue terminante. Abigail no podía ser movilizada si no se controlaba su estado. La fiebre iba y venía y eso le hacía imposible que pudiese llevar a cabo su plan de salir de allí. Eso, y la presencia de Nico, quien no la dejaba sola ni un segundo.Se suponía que la visita del médico esa mañana le daría un indicio sobre su próximo paso. Lo único que la tranquilizaba, era la certeza de que su hija no padecía nada grave; una intoxicación de alimentos había sido el diagnóstico. Decidió intentar dormir un momento, mientras esperaba que el pediatra llegara a la habitación y así lo hizo por unos minutos, hasta que dos manos se apoyaron con fuerza sobre sus rodillas y ella saltó sobre la silla incómoda en la que estaba, aún con los brazos cruzados, abriendo
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Pronóstico reservado
—Pronóstico reservado. —Alexander se anticipó a las palabras de la doctora que tenía al frente.Ella lo observó con un indicio de interés por su respuesta, pero era muy contraria a la noticia que pretendía darle. Así que él decidió seguirle el juego, solo para divertirse un poco. Recorrió su cuerpo despacio con la mirada, bajo el influjo de un júbilo morboso y para nada discreto, y sonrió satisfecho cuando logró sonrojarla, haciendo que sus pecas se notarán aún más, para luego continuar así, desvistiéndola con los ojos, hasta que ella se aclaró la garganta para decir:—Eh… sí, como le decía a su madre…—No, doctora, ella no es mi madre. Es mi madrastra y es muy desagradable que se dirija a ella teniendo en cuenta que soy un hombre adulto y que, por fortuna, aún no he perdido mis capacidades mentales. —Alex… —Lo reprendió Angélica, sin un ápice de malestar. En su lugar sonrió en su dirección y se esforzó por reprimir la risilla que él sabía estaba por escuchar, pero que la incomodidad
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Culpa
Estaba fuera de control y sus nervios ya no podían sostenerla como era debido. No tuvo una sola oportunidad desde que dejaron el hospital, porque dejaron a Pía con la niña en el apartamento y Dora se ofreció a hacer el almuerzo para todos, dejándola sin opciones. Su amiga la miró con insistencia, pero sabía que por mucho que presionara, pasarían horas antes de que pudiesen estar solas para hablar. Tal y como Nicolás dijo, fueron a hacer todas sus diligencias juntos. En el restaurante, su jefe la sorprendió al mostrarse amable y dócil al entregarle su cheque, incluso le dijo que su lugar estaría disponible para ella cuando quisiera volver, aunque sabía a qué se debía ese cambio tan repentino de actitud. Vania miró hacia todos lados, con la sensación de que estaba siendo observada desde varios ángulos. Sus manos temblaban al igual que su cuerpo, cada vez que él se le acercaba con afecto y es que parecía que no podía permanecer alejado de ella.—Estoy feliz —le dijo cerca de la oreja m
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